Novedades
{"ticker_effect":"slide-v","autoplay":"true","speed":3000,"font_style":"normal"}

Nuevo Curso

No hay momento bisagra si de lo que se habla es solo del ajuste.

En cierto sentido, era previsible que se levantaran los coros del exitismo determinista con la camiseta que fuera que bajo las reglas del impresionismo, sale a señalar tras la movilización callejera del día 23 de abril de 2024 , que se ha  producido un momento bisagra en el desarrollo histórico argentino. Si se quiere sintetizar esta operación política y mediática se puede afirmar en la expresión “hay un antes y un después”.

Sin embargo, lo concreto es que el poder burgués no tiene ni tendrá porque registrar como una bisagra algo de lo cual también participó por sus operadores políticos transitando la calle como uno más y haciendo lo posible para ser vistos. De hecho, antes y después de esta multitudinaria presencia callejera el propio gobierno, desde el ejecutivo se ocupó de dar un mensaje donde se le hablaba al capital financiero diciendo que la timba funciona, que se gana mucha guita y que el consenso social a esta dirección que se ha tomado para la salida de la crisis de reproducción del capital de conjunto se está logrando y se va a consolidar a futuro.

El día 23 de abril, de modo ideológico y de manera intencional se impuso una grosera omisión, por quienes comen del fervor y el exitismo luego de haber dicho desde 2017 a la derrota electoral que les impuso el techo de 3%, que no se daban las condiciones para luchar en las calles y había que ir a las urnas.

Esa omisión, ese silencio, contradictoriamente estaba a la vista de todos, y no era otro que el motivo de la convocatoria y el sujeto social sobre el que se hacia eje para activarla. La defensa de la universidad pública y una diversidad social tras de ella.

 La defensa de la Universidad, expresión en la que quedó concentrada la ocupación de calles , es una acción en función de una demanda democrática, en la medida en que la institucionalidad que se defiende es una estructura de la educación superior montada por el orden burgués, cuya modalidad tiene hasta hoy un consenso social generalizado, a tal punto que alumnos de las universidades privadas y sus autoridades también se manifestaron en ese sentido, los últimos conocedores con suficiencia que su negocio tiene un límite y para ser tal requiere de la propia existencia de la Universidad Pública , en la que muchos de los burgueses “temen caer” como lo sintetizó hace un tiempo una ex gobernadora de la provincia de Bs As.

Una demanda democrática de universidad para todos concentrada en la consigna “universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode” que deja traducir la idea de que también los trabajadores pueden acceder a ese nivel de estudios superiores, dio pie a que no faltara quien contara su historia personal de ”sufrimiento “  por estudiar desde la pobreza de padres trabajadores dispuestos a acompañarlos  en el esfuerzo.

Más allá de todo esto, lo cierto es que a partir de esa objetividad contenida en la convocatoria, su efecto social, en ningún caso puede adquirir la condición de bisagra de la historia, porque por sí mismo no saca los pies del plato servido por el orden social capitalista que no esta puesto en juego. Basta acudir al ejemplo chileno y sus profusos combates de calle para ver incluso en un suceso histórico llevado al extremo, los límites de la convocatoria le impusieron su impronta dentro del orden de explotación y opresión, tal como se percibe en la actualidad.

Lo que reveló en el mismo momento la masividad de la marcha callejera fue el también cierto y preciso dato de que en Argentina, no existen tareas democráticas pendientes y esa revolución ya ha sido consolidada. De tal forma, siendo la necesidad del cambio social marcada precisamente por el agotamiento del régimen burgués los objetivos y sujetos sociales llamados a asumir preponderancia la tarea revolucionaria superadora son otros y son sus acciones específicas las que sí pueden marcar momentos bisagras en la lucha de clases y hacer que la ocupación de calles se transforme en lucha de calles contra el enemigo concreto del poder burgués concentrado y sus fuerzas represivas, legitimadas en su violencia por el orden constitucional.

Un pasaje del Manifiesto Comunista dice que : “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos, se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”.

De esta manera se postula la lucha de clases con carácter de ley social  .Esa ley , esa norma impuesta al pensamiento para que se transforme en herramienta de conocimiento de lo real por sobre lo aparente , que abre la exploración de los fenómenos sociales con  énfasis en los antagonismos sociales es la que debe volcarse  hacia los datos circunstanciales y complejos que se obtienen de los componentes puestos en acto  en la ocupación  de calles , entendida esta , en tanto forma de  expresión de  una  variante del conflicto social

En el suceso del 23 de abril, hay que inferir que si bien desde el plano individual muchas de las personas congregadas vivieron esa acción de concentrarse como una forma de lucha, en realidad la modalidad del fenómeno no tuvo los extremos de una contienda o un combate de calle, sino y en el mejor de los casos, dentro de los congregados marchantes se dio un espíritu y postura de exhibición de fuerzas potenciales en el desarrollo de un combate abierto.

Luego, con el correr de las horas tampoco quedó claro quien era en realidad el oponente, en tanto muchos de los sectores que políticamente se manifestaron en defensa de la Universidad Pública, luego en recinto parlamentario donde desarrollan su labor, no se convocaron para sesionar. Esto implica que si bien había unanimidad en el objetivo de la preservación de la Universidad, estando la misma en riesgo por su desfinanciación inducida presupuestariamente por el gobierno , muchos de los congregados divergían en sí en como debía tomar cuerpo ese objetivo, máxime si se tiene presente que a la vez se aprestan en lo inmediato a votar la ley bases, que no es otra cosa que el presupuesto normativo justificante en plano jurídico de la ideología y los intereses que movilizan a los operadores de la burguesía que  se encuentran en el gobierno del Estado, todos ellos antagónicos en última instancia con el propósito de preservar el modelo de educación superior institucionalizado en Argentina.

Lo propio hacen las dirigencias de los gremios ligados a las actividades que se desarrollan dentro de la Universidad, que son básicos y esenciales para la existencia misma de esta, puesto que sin docentes y no docentes la producción de las instancias educativas que se congregan en la universidad resultan imposibles. Sin embargo, pese a esa potencialidad, el 23 de abril, dejó en claro que estas organizaciones sindicales dejan ver por su dirigencia que en realidad solo se busca de su parte consolidad la estabilidad laboral y pactar salarios en paritarias con las autoridades del propio Estado que hacen las veces de empleadoras, el mismo Estado que da señales claras de que los salarios necesitan conformarse a la baja en referencia a los ya retocados índices de medición del alza de los precios.

De esta manera , queda en claro que hubo frente a la reacción multitudinaria de hacerse presente en las calles una base no exhibida que es la potencialidad de un acuerdo yacente entre funcionarios y dirigentes sindicales orientado a canalizar ese torrente humana por los seguros conductos del orden burgués paralizando el vigor del cuestionamiento a las políticas educativas que hizo las veces de factor congregante, factor que explica que aún cuando no se respetaron las pautas del protocolo represivo el mismo no se aplicó , más allá de algún amago o bravuconada. Si las fuerzas de las agencias represivas no tomaron intervención, es porque previamente se hizo la evaluación política de su impertinencia frente al diseño de una salida concertada por la que transita el fenómeno ya en los días posteriores al 23 de abril.

Nuevamente y retomando lo señalado en el inicio de este texto,  hay que recordar que la lucha de clases, en su formulación como ley social, reconoce diferentes tipos de enfrentamientos entre las clases en pugna que, a través de la teoría, pueden y permiten ser  ordenarlos desentrañando  la gradación que, tendencialmente pueda tener ese conflicto todo lo cual , concurre en dirección a la determinación exacta de la magnitud del enfrentamiento  que  como tal lleva necesariamente a la idea de un  proceso en desarrollo .

Con todo esto estamos advirtiendo que la lucha de clases recorre etapas, no únicamente referidas con exclusividad a un lapso temporal (pese a que está indefectiblemente vinculado a ello), sino que también se gesta, a tenor de la particular correlación de fuerzas entre las clases sociales enfrentadas.

Debe decirse sobre el particular que los trabajadores en tanto clase trabajadora en sí, no ha tomado determinación política autónoma frente al contexto del fenómeno y los objetivos que asumieron quienes se congregaron para defender la Universidad Pública frente a un recorte presupuestario del gobierno del que se deduce que el poder burgués tiene voluntad de asfixiar y degradar la educación superior e influir directamente dentro de esa institucionalidad.

El sentido del proceso está determinado por el equilibrio  y/o la variabilidad de las relaciones de fuerzas entre las clases antagónicas, que en este específico espacio temporal, se corresponde con determinadas formas de lucha que llevaron en el mejor de los casos a un sector de confluencia de clases a exhibir marchando el poderío y entidad de sus fuerzas pero no a su empleo por cuanto no había adversario de clase sino la reafirmación de uno de los paradigmas de la revolución democrática ya operada en nuestro país, y lo que se pone en discusión es la mayor o menor intensidad de sus postulados y sus efectos y en ningún caso su agotamiento histórico, ya que se exhibe al capitalismo como el orden natural de las cosas que incluso prevé la posibilidad de manifestarse en uno u otro sentido respecto de una acción de gobierno.

Sin embargo  la ausencia de la clase trabajadora con programa y dirección propia y el propio carácter poli clasista de la acción concretada no deja también de exhibir la debilidad política de quienes se ubican como luchadores ya que la movilización en torno a un frente policlasista en los hechos lleva  prevalentemente a la   adaptación al escenario que propone el gobierno con sus propias reglas de juego y algunos retoques que satisfacen intereses inmediatos pero no orientados a un cuestionamiento esencial al régimen político.

Si esa tendencia hasta hoy advertible en el fenómeno se consolida con la forma y contenido de la negociación entablada, esto llevara a determinadas formas de acción política ajenas a la clase trabajadora que como primer objetivo tienen sacar a las personas de la calle.

 y, por tanto, obstruir la construcción de determinados grados de desarrollo de la conciencia proletaria “para sí”

Siguiendo ese orden de ideas, el resultado general de las confrontaciones que se dan en el seno de nuestra sociedad determina la aceleración o el retardo del tiempo social, siendo el primer caso el momento «ascendente» de la lucha, y el segundo, el momento «descendente» de la lucha. Allí es donde constatamos que el esfuerzo de las compañeras y compañeros en lucha, no tiene recepción política suficiente en las organizaciones que para su acción política haga  pie en la concientización por los trabajadores de los objetivos revolucionarios de poder obrero y programa socialista.

Este último señalamiento hace que el desarrollo del discurso de lucha, no pueda exceder los lìmites que la propia legalidad burguesa impone por vìa del derecho, haciendo que el instrumento de la batalla sea la defensa de posicionamientos jurídicos adquiridos frente a su hipotética amenaza de restringirlos , por lo que la disputa tiene un único contorno defensivo, y una sola herramienta orientada a  mantener lo dado. Dicho en otros términos, no estamos peleando por objetivos superadores de ese contexto social real, sino reivindicándolo en defensiva el contexto jurídico de lo que fue establecido oportunamente.

Es precisamente esa lógica defensista, impuesta por las condiciones objetivas y subjetivas del colectivo social, ligadas a la falta de protagonismo específico  de la clase obrera y demás sectores oprimidos de la sociedad, con programa propio que ligue reivindicaciones democráticas  a la lucha por la construcción del poder obrero y socialista  las que le quita a lo sucedido el carácter de momento bisagra que el exitismo de corte reformista le quiere imponer en la búsqueda afanosa de un frente político con un sector de la burguesía

Se ignora que el avance de la burguesía es de conjunto mas allá de sus diferencias sectoriales y para ello se  habilita a su ala derecha a desplegar su discurso político-económico dotado de un perfil marcadamente represivo, viene de la mano de un previo trabajo ideológico de construcción del discurso mediático que ocultando factores materiales existentes y que  genera un producto que luce un solo color: la aceptación del capitalismo en crisis como la única estructura social posible naturalizando sus escenarios de barbarie.

De tal forma, en el despliegue de nuestras herramientas para la lucha el 23 de abril deja ver que los trabajadores solo acudimos con otros sectores sociales ajenos a nuestros intereses de clase en sí, a la defensa de lo viejo, intermediando nuestro discurso con operadores también viejos, esto es, intelectuales orgánicos al orden burgués reformistas, léase jueces garantistas, sociólogos de academia, etc. El proletariado como clase en sì, con su programa socialista, declara ausencia, con el agravante de que muchos de esa clase, adoptan el discurso de su enemigo social.

El 23 de abril marca un continuismo en un posicionamiento social específico. En todo momento y los trabajadores, estamos aceptando que la ley se eleve por encima de lo sociedad para efectuar un mandato indicándonos qué debemos hacer en lugar de que sea al revés y que nuestra clase derribe al poder burgués , con sus formas jurídicas y los organismos de ese poder de clase de modo directo ,le diga qué hacer y de que Derecho debe valerse transitoriamente para imponer su dictadura.

La lucha de clases tiene muchas batallas, tiene ascensos y retrocesos, no se nutre de un GPS orientador hacia un destino superador de las relaciones capitalistas y su Estado represivo, por sì mismas.  Es un error  centrar el discurso en dar relevancia a la marcha del 23 de abril como un hito contra el ajuste económico y social que padecemos , porque no es el ajuste sino el sistema de reproducción del capital el que debe ser cuestionado y desde ese cuestionamiento llamado a ser superado por otra sociedad .

El contenido del discurso que funda nuestras pretensiones tiene siempre que tener un dispositivo estratégico señalador de que es la sociedad burguesa la que luce descompuesta y en su afán de sobrevida apela a su peor expresión agotando los disfraces del Estado de Derecho resocializador y constructor de ciudadanía. Eso es parte de un agotamiento que sufre en la base económica la reproducción de la relación capital – trabajo, que obliga para la reproducción social de este modelo de dominación la lisa y llana apelación a la violencia estatal que no necesariamente se reduce a la violencia física  , con consenso hegemónico en la clase dominante y lamentablemente en la propia clase obrera en tanto no se constituye en clase para sì, y permanece en la reiteración del discurso de su explotador y opresor.

La lógica sindical de defensa de derechos, hace crisis en este estadìo de la lucha de clases, si no se abraza a la lucha política estratégica de superación del orden social, si no construye discurso político legitimador de otra sociedad, que avance sobre la construcción del derecho mismo y su función legitimante de un orden social de clases.

Nuevamente la necesidad de un partido revolucionario de la clase trabajador , aparece en el horizonte, sin dejar de advertirse los esfuerzos que demanda su construcción, pero a la vez , la notoriedad de su estancamiento, que también explica las características de otros focos de la lucha como lo demuestran los conflictos laborales más recientes, todos centrados en la defensa de la fuerza de trabajo, y la resistencia al avance de los ritmos de trabajo y la reducción del salario.

Tal vez el próximo 1 de mayo sea una ocasión para salir de esta encerrona, advirtiendo la magnitud del ataque desesperado del orden burgués sobre los explotados y oprimidos, fijando un encuentro para dar base a un programa único de lucha por la construcción política de una nueva sociedad.

NUEVO CURSO