Durante el curso de la semana nos hemos enfocado en el hecho poco frecuente de la convocatoria y ulterior producción de una ocupación de calles, tendiente a poner en evidencia un problema específico de la Universidad en general y otro de orden puramente sindical, ambos abarcados por la determinación del poder político de reducir el presupuesto para la educación superior en Argentina
Hemos avanzado en delinear aspectos no abordados sobre el fenómeno en sí y como el mismo implica manifestación de un fenómeno general concreto de avanzada del poder burgués sobre la clase trabajadores, los sectores medios desplazados al espacio de la sobrevivencia material, es decir al empobrecimiento y a lo que se denomina población económicamente sobrante, ubicados de manera forzosa en el escenario de la miseria cultural.
Sin embargo, nos resta destacar un factor esencial de puntualización necesaria, en el fenómeno de ocupación de calles del último 23 de abril, y como en los otros casos, lo hacemos en contraste con el exitismo oportunista de base social pequeño-burguesa.
Cuanto queremos destacar se ubica dentro de lo ya señalado en general en cuanto a la ausencia de programa político de la clase trabajadora en ese fenómeno y la absoluta carencia de una política obrera frente a la determinación concreta de ocupar las calles en confrontación directa con el gobierno.
Lo que queremos indicar, es el absoluto emblocamiento en plano intelectual, desde la protesta, en el posicionamiento que se agota en negar al otro, sin propuesta política superadora. Dicho de otra forma, en posicionamiento estático en la política del NO. Ese tipo de proceder sin embargo al no dinamizarse hacia lo nuevo diverso de lo viejo, consolida lo negado, es decir, le da entidad a aquello de lo que se dice resistir.
En el caso, lo que señalamos hizo que la mayoría de los que propiciaban la acción y luego participaro, tuvieran que hacer piruetas a la hora de que se le repreguntara en torno de los fenómenos de corrupción y adocenamiento clientelar dentro de las estructuras de la universidad, táctica que permitió poner en observación incluso a la dirigencia sindical y a los funcionarios de la universidad implicados en esas maniobras o usos clientelares. Es que, si solo se niega, se mantiene lo existente, y precisamente lo existente no es algo que los trabajadores debamos tomar como bandera.
Este efecto particular del fenómeno. no dista de ser síntoma de una situación más general que es la crisis de dirección organizativa y política de los trabajadores que en la actual coyuntura donde espontáneamente la lucha de clases da muestra de revitalizarse y buscar otro estadio de su desenvolvimiento, torna a lo carente un problema sensible.
Es justamente esa carencia de dirección y organización militante en torno a la cuestión del poder obrero y el programa socialista, lo que dio lugar a los oportunistas de todo pelaje y al expansionismo reformista, factor que se vio ampliamente reflejado en el abandono de toda intervención que se resignificara en el contexto internacional y diera a la oportunidad la posibilidad de expresar el repudio a las prácticas genocidas en Gaza y el resto de Palestina y la provocación bélica en busca de la extensión de un escenario de guerra para medio oriente, en conexión con la política imperialista de los Estados Unidos.
Dicho, en otros términos, más de trescientas mil personas se congregaron en las calles, se abrazaron, gritaron, facilitaron el reencuentro de muchos que hacia bastante que no se veían en situación, pero nadie se acordó de emplear la comprensión internacional del fenómeno marcado por la crisis capitalista e hizo del momento una instancia política de lucha para terminar con la masacre y denunciar el carácter imperialista de la política exterior de los Estados Unidos y la OTAN.
La lucha es de clases. La clase que necesariamente debe colocarse en la tarea emancipatoria es la que reúne a los trabajadores, pero no son ellos de pertenencia nacional sino internacional y los problemas opresivos, de liberación nacional o de simple consecuencia de las contradicciones capitalistas y sus luchas imperiales por los mercados, no pueden ser indiferente a esa lucha local de los trabajadores argentinos.
NUEVO CURSO