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CÓRDOBA. PACTO DEL 25 DE MAYO . UN CABILDO ANFITRION Y OTRO CABILDO DE LUCHA CON ROSTRO OBRERO Y SOCIALISMO

Es un hecho que el tema del municipio y su espacio político concreto, el cabildo, tiene relevancia más allá de su implicancia edilicia sino por el significado que asumió desde la dominación española como institución, en cuanto representó un importante grupo de presión en el terreno económico y social.

Un análisis del Cabildo cordobés remite en plano de apariencias, como inmueble en sí a uno de los últimos de estilo colonial español que quedan en la Argentina, ya que se erigió como tal durante el siglo XVII pero con el transcurso del tiempo  sufrió numerosas transformaciones entre las que se cuenta la que se le realizó en la segunda mitad del siglo XVIII. Además, debe decirse que ese sitio físico tuvo funciones de cárcel, y jefatura de policía.

La gravitación trascendente de ese sitio que con disimulo y barro de la historia no se rescata es la incidencia del cabildo cordobés en las revoluciones y hechos de violencia política que ha tenido a lo largo del proceso de formación del Estado Nacional.

En primer orden el cabildo cordobés tiene significativa relevancia para entender los sucesos de mayo sobre todo si se tiene en cuenta que ese mismo proceso de formación del Estado Nacional se nutrió de una historiografía con un marcado carácter centralista porteño donde se minimizan, se ocultan o desvaloriza el papel cumplido por los pueblos del interior

Córdoba fue uno de los casos paradigmáticos de las disidencias con Buenos Aires, que también las tuvieron Paraguay, el Alto Perú y la Banda Oriental. Sin embargo, tal vez por su rasgo histórico de ser nexo de hombres y regiones, la provincia mediterránea nunca se retiró del ordenamiento que conformaban las Provincias Unidas de Sudamérica y luego la Confederación Argentina.

En tierras cordobesas molestó la falta de consulta del Cabildo porteño, que se había arrogado la representación de todo el virreinato. La convocatoria realizada por circular del 27 de mayo de 1810, para nombrar representantes (diputados) era acompañada de la exigencia de reconocimiento a la nueva Junta, lo que profundizó la desconfianza del interior hacia Buenos Aires.

Por entonces, se veían claramente dos problemas: por un parte, la mayoría miembros que le quedaban a Buenos Aires, nueve en total; mientras los “arribeños” -así se designaba a quienes venían del norte- solo designaban uno por ciudad. El otro problema fue el envío de un ejército bien armado para la época, con el objetivo de hacer cumplir las órdenes de la Primera Junta.

Ante tantas dudas, el 6 de junio el Cabildo de Córdoba resolvió desconocer la autoridad de la Junta de Buenos Aires, resistir y dar aviso al resto de las ciudades del norte y al virrey del Perú. Un poco en soledad, el Deán Funes sostuvo la legalidad de lo actuado en la capital virreinal y solicitó un “Cabildo Abierto”. Al mismo tiempo, Antonio Ortiz del Valle apoyó elegir representantes a la Junta pero rechazar la expedición que ya venía en marcha.

El ex virrey Liniers y el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha, junto a otros vecinos, comenzaron a reclutar tropas en el interior para enfrentar al ejército que se acercaba. No consiguieron formar una milicia importante y terminaron presos de las fuerzas de Buenos Aires. Estaban al mando del riojano Ortiz de Ocampo y de Juan Ramón Balcarce, ambos compañeros de lucha junto a Liniers contra las Invasiones Inglesas, por lo que guardaban respeto y afecto hacia el exvirrey.

Enterada la Junta de la detención de los rebeldes, Moreno motorizó el fusilamiento donde se los encuentre, sin juicio previo

Cuando la orden llegó a Córdoba, concitó el rechazo del vecindario e incluso del Deán Funes, que apoyaba a la Junta. Ortiz de Ocampo y Balcarce se negaron entonces a cumplir la orden y enviaron los presos a Buenos Aires para que allí se resuelva su situación. No fue ajeno a la decisión el Deán Funes, que intentó ganar tiempo para evitar los fusilamientos.

Moreno enfureció al enterarse del incumplimiento de la orden y envió a Castelli como representante de la Junta a cumplir con la medida de fusilar a Liniers. Castelli cumplió su cometido.

Es curioso que el gobierno nacional, que reivindica ese proceso de formación del estado nacional por la burguesía dominante , resaltando las figura de Alberdi y Carlos Pellegrini, haya optado por elegir a Córdoba y su cabildo-municipio como el escenario simbólico de un lanzamiento de un pacto refundacional de ese mismo orden burgués que hoy agoniza por sus propias contradicciones estructurales que le obligan a la clase dominante a desatar con furia una embestida legal y de ejercicio de la fuerza, sobre la clase trabajadora. El cabildo , edificio , inmueble, es testigo de lo inverso y del entonces posicionamiento reaccionario de las autoridades y oligarquía local.

Un segundo momento histórico donde el cabildo de la ciudad de Córdoba toma protagonismo, precisamente por ser sede central de la policía provincial, ya que el 16 de setiembre de 1956 en Córdoba, por la mañana, la Escuela Militar de Aviación, la Escuela de Artillería y la Escuela de Paracaidistas se ponen a las órdenes del general Eduardo Lonardi y del coronel Ossorio Arana.

En la Escuela de Artillería, Lonardi hace arrestar a gran numero de suboficiales y al director, que se negaban a unirse al movimiento. Los rebeldes atacan la Escuela de Infantería, que resiste.

Sin disponer de suficientes soldados, distribuyen armas a comandos improvisados por civiles antiperonistas. Mientras tanto, la policía de Córdoba (alineada con Perón ) se atrinchera tras los muros del viejo Cabildo, en el centro de la Ciudad, donde resiste suscitándose tiroteos relevantes que dejaron heridas, marcas históricas sobre el cuerpo de los resistentes, y el “cuerpo del edificio” que durante mucho tiempo fueron exhibidas como “enseñanza” de la impronta bélica de los “libertadores”.

Otra vez, y con igual significado, la presencia de los “libertarios” para refundar la dominación política y la explotación social sobre los trabajadores han elegido a Córdoba para dar testimonio de los mismos afanes bélicos, violentos y represivos que es capaz de gestar en orden a sus intereses esa clase dominante que anida en la operación del poder burgués.

Finalmente también en el curso del tiempo, pero con sentido inverso, genuinamente liberador y revolucionario, el control obrero de la ciudad de Córdoba en la acción política de masas más importante de nuestra historia, logró otro atrincheramiento policial, pero poniendo las cosas en su “orden”, esta vez fueron los obreros y estudiantes, el pueblo pobre en general los que obligaron a los abatidos restos policiales a atrincherare nuevamente en el viejo edificio del Cabildo.

Ese alzamiento popular no gestó una nueva sociedad y canjeo la lucha por el regreso de Perón. Este llego a poner la casa en orden consensuando con sus antiguos colegas militares y el poder partidocrático de entonces . Nuevamente volvieron a pisar los rostros de los comandos civiles las dependencias del cabildo y navarrazo mediante , la represión política tomó otro impulso esta vez asumiendo la condición de una práctica genocida.

Las edificaciones donde hacia 1575 estaban ubicados, el Cabildo y la cárcel de la ciudad, alojaron desde principio del siglo XX, dependencias policiales ligadas a la persecución y la represión. Durante principios de los 70 comenzó a funcionar el D2, Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba, división especial dedicada a la persecución y el espionaje político que luego fue un engranaje central en la instauración de terrorismo de Estado en la provincia. A mediados de 1977 el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba fue trasladado a la comisaría décima. Y desde 1978 el D2 tuvo como sede la casona ubicada en la esquina de Mariano Moreno y Caseros donde también era el lugar donde los ex detenidos políticos debían firmar la “Libertad Vigilada

Esta dependencia de la policía provincial constituyó un importante centro operativo. En las distintas elevaciones realizadas a la justicia Federal, hemos señalado la relación existente entre la denominada «D 2» y los C.C.D. La Ribera y La Perla. Asimismo surge de las fichas del servicio penitenciario obtenidas, que las personas alojadas en las unidades penales eran trasladadas a esta División de Informaciones para ser sometidas a nuevos interrogatorios.

La actualidad y la foto que precede este texto muestran al cabildo como presunto paradigma edificio del orden republicano democrático burgués. Así lo exhiben los distintos gobiernos que anidaron operativamente en esa institucionalidad burguesa en la provincia y tal vez por ese embuste que contrasta con el hambre y la pobreza constructora cultural de la miseria el actual gobernador coquetea con idas y venidas, pero hace las veces de anfitrión del acuerdo del 25 de mayo, donde se le quiere poner una loza lapidaría a la dignidad de la clase trabajadora, escenificando una suerte de fusilamiento jurídico sobre oprimidos y explotados.

Las voces de los que escribieron otra historia, esa que nunca representan y difunden los que ganan, aún replican, sin embargo, desde las paredes de ese viejo edificio, arquitectónicamente bello, bregando porque convierta esa belleza estética , en el nido de resistencia y lucha ofensiva de la clase trabajadora , transformándolo en un nuevo escenario asambleario y participativo de los que luchan por una nueva sociedad, con poder obrero y programa socialista.

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