“La crítica no ha arrancado las flores imaginarias de las cadenas para que el hombre lleve ahora la prosaica, desoladora cadena, sino para que se la sacuda y brote la flor viva” (Marx, 2008, p. 96). De este modo, despreciando la naturalización de la infalibilidad del poder burgués y sus instituciones estatales , se impone en primer orden el necesario y correcto escepticismo que llama de inmediato a las puertas de su superación revolucionaria. Quedar atrapados en la táctica del reclamo sectorizado que propagandiza y actúa el reformismo decadente, es la invitación a la pura negación y la rutina estabilizadora de aquel escepticismo social.
Marx y sus textos no son solamente un pensador individual que ocupa un lugar en la historia de las ideas como suele ser pensado desde la utilización académica de su producción. Ese posicionamiento y ese hacer cotidiano solo es válido para una situación: aquella que da ejemplo de las dificultades de un lenguaje político en descomposición.
Es claro que tiene ningún costo y queda bien, según los decires de nuestro tiempo , ubicar toda esa tradición colectiva que se desprende desde su producción concreta y las de sus seguidores, incluso abarcativa del proceso revolucionario más importante de la historia de la humanidad, por fuera de esa realidad y de manera selectiva y arbitraria dejar a la lucha y las herramientas teóricas del cambio social en la línea de libros que integran una biblioteca .
Es así, que a lo largo del siglo, frente a las recurrentes crisis estructurales del capital, se ha optado por decir que Carlos Marx, es un crítico importante de la economía de mercado, cuyos razonamientos eran aplicables mayoritariamente al capitalismo del siglo XIX, pero que, ante las transformaciones del capitalismo contemporáneo, no resultan reflejados en ella.
Sin embargo, los objetivos datos de lo real existente han mostrado que mientras la contradicción entre fuerza de trabajo y capital -punto nodal del análisis económico de Marx- siga estando a la base del sistema de producción social, la estructura de la crítica a la economía política marxista seguirá siendo actual independientemente de la forma en que esa fuerza de trabajo tome contenido concreto.
En el mismo orden de ideas hay que insistir en que Marx no es la sencilla reducción a un economista crítico, que inclusa deja ver el titular del ejecutivo nacional en su mensaje ampliamente mediatizado producido desde el escenario pugilístico y otras variedades del porteño Luna Park
Esto es así porque, en un primer orden de ideas la diferencia esencial con ese mensaje ideologizado esta en que los textos , las acciones políticas de Marx contemporáneas a ellos, y los de sus seguidores en el tiempo imponen una filosofía de la práctica que no esta orientada a proponer maneras más eficientes de producir mercancías, facilitar su circulación o controlar su consumo que por tales permitan evitar las contradicciones reales generadas por la relación social capital.
Lo que sucede con Marx es precisamente lo inverso de lo postulado por sus tenaces contradictores , es decir, la praxis del marxismo es partir de lo real contingente , nuclearmente contenido en todo fenómeno social de este orden de dominación de clases para demolerlas desde sus contradicciones internas. Es una tarea de demolición revolucionaria y no de reparación más justa de lo dado lo que impera en la acción política que se perfila desde esos textos y esas prácticas concretas.
Todo esto lleva a tener en claro y propagandizar pacientemente entre la militancia de los trabajadores que han emprendido el camino de lucha por la satisfacción digna de las necesidades inmediatas que se le presentan en este orden social capitalista , que la práctica y acción política sostenida en el programa socialista no se conforma con hacer crítica de una esfera particular de la existencia, sino que aspira a “la crítica implacable de todo lo existente”.
Ser crítico,por esta construcción frente al fenómeno social concreto , no implica que una acción fundada en esa crítica sea revolucionaria toda vez que la crítica aisladamente considerada no importa un fin en sí mismo sino una herramienta para conocer aquello que se trae a consideración por vía de impugnación , pero demandando a la vez su camino superador que tiene en última instancia al hombre mismo, construido desde otro orden social superador de la propiedad privada y basado en el principio de justicia como realización necesaria de la colaboración que implica un nuevo orden donde los vínculos intersubjetivos se gestan desde el paradigma “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” .
En el Manifiesto comunista se expresa esta idea, de la siguiente manera:”
La burguesía – “ha desgarrado despiadadamente todos los multicolores lazos feudales que ataban al hombre con sus superiores naturales, y no ha dejado ningún otro lazo entre un hombre y otro que el interés desnudo, que el insensible ‘pago al contado’”
Para la burguesía toda mitología muere con la sociedad de mercado. Hemos advertido a posteriori y con creces en este último período del siglo XXI que el orden capitalista posiciona con las formas jurídicas necesarias, la sociedad de mercado a la que tanto se refiere nuestro presidente electo , haciéndolo constituir en una nueva mistificación, de la que solo puede dar cuenta la clase trabajadora nacida de su seno.
El fetiche de la mercancía, del que se vale el discurso disparado por la gestión de gobierno del poder burgués , no es otra cosa que la expresión cotidianamente construida con naturalización conceptual a partir del llamado sentido común, de la enajenación humana como
La enajenación encubierta en el discurso del dominio directriz de las relaciones humana por el mercado , debe ser militantemente exhibida a a cada trabajador en sí, que la padece inconscientemente pero no traduce sus efectos a su nivel de comprensión de los fenómenos de modo consciente en el del más acá.
Si el mercado no es puesto en cuestión en la militancia política y aparece a nuestros ojos como una fuerza autónoma que se produce y regula por su propia lógica estamos envueltos en un camino sin salida que nos conduce irremediablemente a relaciones sociales de explotación y opresión dentro de una sociedad de clases que llama por sus propias contradicciones a su quiebra estructural y por ende a la proliferación de escenarios de miseria, guerras y barbarie.
El orden social capitalista en crisis coloca en la gestión ejecutiva de los intereses concentrados en el poder burgués a un economista y lo adorna de un pretendido conocimiento ubicando a la economía política como su justificación ideológica y última razón de sus actos .
La economía basada en las relaciones sociales capitalista de producción por esta vía de justificante en última instancia y mostrándose con la forma jurídica como factor de visibilización de lo dado y su consenso para el acatamiento generalizado de la población, ha alcanzado a tener un control total sobre todo lo existente. Desde esta constatación se sigue como premisa necesaria, la crítica implacable de de la economía política en sus fundamentos, como factor decisivo de la acción militante de la vanguardia de trabajadores en lucha.
La acción política no puede en ningún caso llenarse con la denuncia en plano ético, de un orden social cuyo contenido esta dado por relaciones intersubjetivas injustas, sino por el contrario en la posibilidad de hacer visible que lo que nos resulta injusto hoy se produce y se fetichiza en la forma como una sociedad capitalista ,produce los medios de su existencia.
LA acción militante de los trabajadores a través de la propaganda y agitación desplegada por su vanguardia le cabe una sola intencionalidad estratégica que no es otra que la destrucción del poder burgués institucionalizado a manos de la construcción de los instrumentos del poder obrero y el programa socialista
La sociedad civil burguesa es una sociedad ordenada en torno de la forma jurídica que la perfila como sociedad que justifica la desigualdad concreta en la igualdad abstracta. Ese contenido real del fenómeno, exige su superación por vía de la emergencia de la denuncia del contenido de esas relaciones sociales de producción y su contemporánea destrucción a través de un nuevo orden social con basamento ajeno a la propiedad privada de los medios de producción y la apropiación individual del valor generado con la fuerza de trabajo humana desplazada del producto que elabora.
El viraje de la ideología capitalista en nuestros días busca destacar en forma prioritariamente discursiva y la jerarquización institucional de quienes los pronuncian un presunto traspaso de paradigmas del trabajo normativo al consumo normativo oculto tras la simpleza de los mensajes , que no es otra cosa que una manera diversa de los mismo, es decir, la situación alienada del sujeto trabajador frente al producto de su intervención concreta en la producción.
Bajo el capitalismo la contradicción fundamental es entre la clase obrera y la burguesía, entre los explotadores y explotados.
Las clases y capas medias, oprimidas, pueden ser arrastradas por la burguesía, paralizadas, inmovilizadas, o hasta tener actitudes claramente anti-obreras, y en determinados períodos se radicaliza, se suma a la lucha de la clase obrera o empuja a la clase obrera a la lucha porque ya no puede soportar sus condiciones de vida y se convierte en un aliado fundamental para la clase obrera. En situaciones normales esas clases medias actúan como amortiguadores de la lucha de clases.
El interés de los capitalistas, de la burguesía, es defender e incrementar su propiedad privada, incrementar sus ganancias, pasando por encima de las fronteras nacionales, de aplastar a otros capitalistas, de apelar a dictaduras sangrientas, a las guerras o a regímenes de formas democráticas. Sus sectores más parasitarios tienen cada vez más poder en el comando de los Estados, intentan escapar a todas las regulaciones y controles que alguna vez tuvieron para preservarse.
El capitalismo se encuentra en formato de dominación imperialista. El capital financiero es el gobierno de los espacios sociales de la decadencia y descomposición. No puede ser reformado. Es sinónimo de crecimiento de la desocupación y precarización. El armamentismo, el narcotráfico, la trata de personas, ocupan un lugar preponderante entre sus negocios que nutren el avance de la economía criminal y la proliferación de guerras por mercados y sobreproducción anárquica de mercancías que no encuentran mercado para su realización dineraria.
Todo esto último ocupa el espacio de la denuncia pero ella se agota en sí misma por su simple negación de lo que hace conocer. Sin embargo, aún en descomposición y agotado como orden social el capital financiero no cederá su lugar , no caerá por sí solo, y a la inversa, hace todo lo posible para sobrevivirse y transforma sus guerras comerciales en guerras bélicas que provocan millones de muertos y destrucción de viviendas, hospitales, escuelas, puentes, rutas, fábricas, la migración forzada de millones de familias. Crece el armamentismo y colocan en peligro la propia existencia de la humanidad.
La respuesta a este escenario y su superación hay que buscarla y construirla desde la militancia consciente del programa socialista y la organización revolucionaria de la clase trabajadora para la dominación estratégica de posiciones relevantes de fuerza en la lucha de clases, con los métodos y la organización de la clase obrera a la cabeza en relación directa con la imposición del poder obrero.
NUEVO CURSO