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Nuevo Curso

LA CEGUERA Y LA LUCIDEZ NO SON FENÓMENOS INDIVIDUALES. EL HAMBRE NO SE VENCE EN LOS TRIBUNALES DEL PODER BURGUÉS SINO EN UNA NUEVA SOCIEDAD

Toma estado público un depósito de alimentos que no se distribuye , ni llega a quienes lo requieren por sus carencias culturalmente estructurales. No llega a quienes están en lo que los propios mentores de la burguesía llaman “población sobrante”, pero a la vez se asombran desde lo “ético” cuando también se conoce que organizaciones perciben un porcentaje de los planes de ayuda que gestionan para aquellos que un viejo tango oxidado tocado por Osvaldo Pugliese llamaba “aquellos los olvidados”

Es curioso porque  una parte de los hechos son testimonio directo y aberrante de un gobierno que hace eje en el paradigma “no hay plata” pero cumple o negocia con el capital financiero con rigurosidad que no permite “olvidos o distracciones” como los ahora denunciados por el elenco estable de la protesta judicializada.

Sin embargo lo que no deja de percibirse en esta construcción de sentido profundamente “operada” desde diversos generadores de imágenes es que existe naturalizado un sistema no crítico o transicional de entrega de alimentos  que no es parte del cuestionamiento sino que este no sea eficiente y la comida o el dinero no se quede en el camino y en otras manos.

Así dada la cuestión , la cosa se traslada al escenario de la corrupción y nuevamente el infaltable código penal y el pedido de renuncias, cuando lo cierto es que lo real da muestras de la desigualdad social, marcada por gente que espera la llegada de ayuda estatal como si se hubiera desatado una tormenta y estuviera padeciendo las consecuencias de una catástrofe climática.

Es cierto que es una catástrofe, pero los índices que se ven en pantalla por un día y luego la imagen cambia a una propaganda de cualquier mercancía, dan cuenta de la pobreza y miseria creciente que no va a cesar haciendo que sea eficiente la entrega de alimentos de modo naturalizado y con permanencia.

Esas entregas por la que se aboga ante los “jueces” se tornen eficientes y ajenas a toda corrupción , no son otra cosa que parte de la tormenta, que tiene un solo nombre, y no es otro que el orden social capitalista, que emerge y cosecha votos con la idea de libertad individual y mata con hambre, miseria , depresión productiva y escenarios naturalizados de barbarie, porque que otra cosa es quedarse con comida destinadas a otros.

No se trata de repartir comida, ni de hacerse parte de los gestores de esa mendicidad humillante. Eso es parte de la escena que monta el capital. Resulta indispensable salir de ese formato y expandir la necesidad de terminar con este orden social en decadencia. Aquellos que llenan sus bocas con la idea de que la pauperización creciente era un mito marxista, tendrán ahora que explicar , cómo y por qué , piensan que un fallo judicial es el instrumento para la satisfacción de necesidades materiales elementales que el propio orden social no satisface, ni crea las condiciones para ello.  

La salida de una noche larga, oscura, tenebrosa como aquella que ha podido construir el terror estatal de la sociedad que organiza el capital, sigue siendo un objetivo. Noche ciega , que se lleva consigo lo que se acerca impertinente a cierta y tenue luz que en algún momento y con una dosis de engaño pareciera emerger.

Todo parece transcurrir según un tramo del mito de la Caverna, con el que un tal Platón según supieron decirnos docentes, intentó plantear el problema del conocimiento y dejar en claro aquello que luego el trajinar del pueblo ha marcado como parte de su sentido común :”las apariencias engañan”. Es así que con los esfuerzos de una parte de sus cultores, renovado , insistente, seguimos sobreviviendo y dando por cierto y verdadero lo que son simples imágenes proyectadas , aceptando es cierto, que algunos corran en sentido inverso, tratando de emerger y encontrar la luz. Los riesgos van por su cuenta , mientras las mayorías descansan en el engaño, algunas de modo consciente y otras simplemente desde su ignorante incosciencia, provocada o naturalizada por su reiteración cotidiana.

De vez en cuando, la apuesta se renueva acudiendo a un cambio de cartelera y la película gastada que sirvió para la complacencia de esa mayoría, que supo creer que “los argentinos son derechos y humanos”, “que hubo una campaña orquestada desde el extranjero por el enemigo marxista apátrida”,” que como fue que sucedió todo eso, nosotros no sabíamos nada”, que con  la democracia se come, se educa y se nos mantiene en salud, que con una tablita de conversión llegamos a tener “australes” y con ellos adiós inflación”, que va a darse el salariazo, que un  peso vale un dólar, según lo dice la ley que ha dictado el parlamento, que el mega canje nos da la salida a tanto pesar, que se vayan todos y no quede ni uno solo, que proceda y baje esos cuadros, que la patria es el otro, que los brotes verdes al final del túnel y finalmente volvimos mejores.

Sin embargo, y siempre desde “la caverna”, nosotros cavernícolas, supimos sentarnos a ver esta imagen nueva remixada, una suerte de “el cartero llama dos veces” versión protagonizada por los hermanos Milei, donde se elogia a Menem y se obra en consecuencia siempre en la misma casa de fantasmas que luce rosada, descubriendo un busto, ahí donde los cuadros descendieron pero la vida siguió andando sin archivos abiertos y sin conocerse aún “los desaparecidos donde están”, tan aún que los que les buscan en esa noche oscura , a tientas , como no puede ser de otra manera, se van de la vida sin conocerlo.

En la caverna se toma conocimiento de la muerte , pero se vive con ella a la hora de los homenajes y contar anécdotas. Hacer paradógico y en cierta forma festivo, sin saber que los que narran también correrán la suerte de los que ya se fueron y el manto de olvido de la realización satisfactoria de una tarea pendiente será tendido por los sucesores de los terroristas genocidas que hoy habitan el mismo parlamento y comparten recinto con los que dicen que se sale de la caverna por ese edificio y para eso sacan boleto cada dos años pidiendo al resto minoritario de cavernícolas que les voten porque así podrán indicar el camino, en una suerte también figuradamente literaria del Ensayo sobre la ceguera de Saramago. En definitiva , ciegos que guían a otros ciegos.

Hay una imagen que pinta el autor en ese texto que todo lo describe en cuanto nos sucede. Los ciegos que han caído de manera repentina en la ceguera, repiten sin embargo su ritual como si no carecieran del sentido de la vista y sin ver siguen haciendo cuanto venían haciendo sin advertir que ya no lo hacen en forma debida porque lo real muta imperceptible y se transforma marcando la desubicación de todo lo precedente. Es así que meticulosamente los cavernícolas ciegos de realidad y hábidos de imágenes creadas que todo lo solucionan en la transitoriedad, orinan en orinales que no son tales o como se dice con más claridad: “mean fuera del tarro”-

Gran  parte de la sociedad en la que somos y sin la cual no seríamos , prefiere ese orden de cosas, en lugar de reconocer una historia esquiva pero pacificadora de sus angustias. Una suerte de aquel también popular: “mentime que me gusta”.

Lo cierto es que en todo ese camino oscuro de mentiras existe la posibilidad de terminarlas y mostrarlas finalmente tal cual son . El espacio cultural debe variar necesariamente para que ello ocurra. Eso exige la predisposición final de querer verdaderamente acercarse a la luz y no regocijarse con el engaño. Exige comprender que nada de lo dado merece sobrevivir en sus estructuras actuales y que esas estructuras deben ceder.

Es tiempo de vanguardia, clase obrera, organización y programa socialista. Tiempo de acercarse a la posibilidad de saber experimentando la posibilidad de construir el cambio dentro del conflicto social. Tiempo de buscar el resultado y salir del área propia para ir por ellos , sus arcos y sus estadios. Tiempo de nueva sociedad con base en la colaboración y abolición de la propiedad. Tiempo de hombre nuevo, como lo enseñaba Ernesto Guevara invitándonos “ a salir de la caverna a como sea” con carácter de imperativo categórico.

“Lo difícil de entender para quien no viva la experiencia

de la Revolución es esa estrecha unidad dialéctica existente

entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan

y, a su vez la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes.

En el capitalismo se pueden ver algunos fenómenos de

este tipo cuando aparecen políticos capaces de lograr la movilización popular, pero si no se trata de un auténtico movimiento social, en cuyo caso no es plenamente lícito hablar

de capitalismo, el movimiento vivirá lo que la vida de quien

lo impulse o o hasta el fin de las ilusiones populares, impuesto

por el rigor de la sociedad capitalista. En ésta, el hombre

está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente,

escapa al dominio de su comprensión. El ejemplar humano,

enajenado, tiene un invisible cordón umbilical que le liga a

la sociedad en su conjunto: la ley del valor.9

 Ella actúa en

todos los aspectos de su vida, va modelando su camino y su

destino.

Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de

las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo sin que éste

se percate. Solo ve la amplitud de un horizonte que aparece

infinito. Así lo presenta la vida capitalista que pretende

extraer del caso Rockefeller10 —verídico o no— , una lección sobre las posibilidades de éxito. La miseria que es

necesario acumular para que surja un ejemplo así y la suma

de ruindades que conlleva una fortuna de esa magnitud no

aparecen en el cuadro y no siempre es posible a las fuerzas

populares aclarar estos conceptos. (Cabría aquí la disquisición sobre cómo en los países imperialistas los obreros van

perdiendo su espíritu internacional de clase al influjo de

una cierta complicidad en la explotación de los países dependientes y cómo este hecho, al mismo tiempo, lima el espíritu

de lucha de las masas en el propio país, pero ese es un tema

que sale de la intención de estas notas).

De todos modos, se muestra el camino con escollos que,

aparentemente, un individuo con las cualidades necesarias

puede

superar para llegar a la meta. El premio se avizora en

la lejanía; el camino es solitario. Además, es una carrera de

lobos: solamente se puede llegar sobre el fracaso de otros.

(“El socialismo y el hombre ….”.Ernesto Guevara)