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LA REVOLUCION SOCIAL NO ADMITE POSIBILIDAD DE SER DESACREDITADA



Una idea enunciada en contexto específico diverge de su misma enunciación en un espacio diverso, máxime cuando la misma trasciende bajo un giro literario y metafórico que deja abierta numerosas interpretaciones en el plano puramente especulativo-

Un ejemplo de lo dicho, puede ser buscado con el hecho editorial reciente por el que  sale a la difusión un texto que se titula “Lenin y Trotsky : Los dragones de Marx.

 La referencia a los dragones es un señalador que arbitrariamente se busca en una frase atribuída a Marx donde se dice “He sembrado dragones y cosechado pulgas” y con esa referencia el libro da el primer caso para engendrar una serie de apreciaciones que nos permiten darlo de ejemplo y advertirlo de lo que en los hechos significa un camino circular que conduce a la nada misma.

Resulta necesario acudir a uno de los “dragones” para encontrar en sus señalamientos específicos, la base de clase de esta prédica libresca , vacía y ampulosa gestada desde  una expresión aislada de otra persona, la pequeña burguesía intelectual intelectual que reincide en la experiencia de no dejar ver el paisaje por colocarse obstinadamente delante de la foto que pretende documentarlo. La base política son la impotencia y la desesperación ante la ofensiva reaccionaria. La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, disfrazándose con una barba postiza de profeta.

Alejandro Horowicz, para montar este escenario de expansión arbitraria de la pura especulación,  retoma las discusiones públicas producidas en el espacio temporal marcado por los años 1903 y 1917 entre Trotsky y Lenin.

Con ese enunciado explícito  queda claro que Horowicz al establecer esa periodización, no lo hace de modo arbitrario sino siguiendo las propias palabras de Lenin, que son puestas en texto en las propias tesis de abril y en lo que con el tiempo se conoció como su “testamento”.

Lenin en ese documento afirma que, desde que Trotsky comprendió la necesidad del partido revolucionario “no hubo mejor bolchevique que él”. Por otra parte la equiparación formal de ambos como dragones de Marx, despeja toda duda respecto de todo aquello que tiene que ver respecto de ambos en referencia a una revolución histórica y concreta.

Esta afirmación ,en el mismo momento implica que tanto Marx como los dos dragones son extraños a cuanto sucedió en la Unión Sovietica con posterioridad al fallecimiento de Lenin, y en particular desde la transición hasta la implementación del llamado “termidor Stalinista”

La fundamentación razonada por la que se busca poner énfasis en la observación de éste período (1903 a 1017), esta dada por una premisa preliminar instaurada de modo abstracto según la cual la construcción de una situación revolucionaria y una lucha abierta de clases por la definición del poder emprendida siguiendo la ruta del Manifiesto entre burgueses y proletarios, está sumamente desprestigiada, todo lo cual , por carácter transitivo afecta también a la representaciones simbólicas y la mínima empatía y seguimiento que se tiene por los revolucionarios en los tiempos que corren.

Prefigurando esta premisa como real, sin dar mayores explicaciones del por qué , como y cuando, esto vendría a devenir indubitable y como tal, el cimiento no cuestionable de todo cuanto se dice luego sobre la hipotética certeza de esa afirmación contundente del desprestigio social de la revolución, siendo que al menos la palabra cambio , galopa por los discursos de todos sea para propiciarlo sea para reaccionar contra esa tendencia .

Por esto es que, dando por sentada una opinión como una perla del saber conquistado , se avanza luego reivindicando estas discusiones Lenin -Trotsky , sobre la base de que en la actualidad “nadie en el poder fáctico debe argumentar” por cuanto “el poder se explica por sí mismo “ “el vencedor no necesita argumentos y los derrotados no están en posición de reclamarlos precisamente por haber tomado consciencia de la derrota”

Se advierte entonces que estamos entonces ante un escrito basado en tres tesis dogmáticas, y en ellas se hace notorio como utiliza el autor una caja de herramientas y un método siendo que ellos ,al menos resulta observables por las pretensiones u objetivos de búsqueda que enuncia al exhibir de modo abstracto un problema que no acredita en los hechos.

 De esto se sigue que, lo primero es dar por cierto el descredito de la revolución como cambio social transformador violento, objetivo por el que brega la burguesía desde la propia edición del Manifiesto Comunista y la fundación de la Primera Internacional. Luego se traza la premisa intermedia según la cual, por lo primero se desdeña ese objetivo estratégico en la sociedad y a quienes lo proponen por carácter transitivo. Es así que el texto instituye la premisa inversa, el único derecho admisible  es la ley del más fuerte y la existencia la traza quien obtuvo la victoria y le impone su paradigma al resto.

Finalmente para “romper el cerco”, desde su soledad intelectual en la medida que el texto no da cuenta de quienes además de su autor sostienen cuanto este dice al respecto , Horowicz termina pontificando acerca del imperativo o la  necesidad de reconstruir los arsenales teóricos que surgen de este período de disputa ideológica entre dos grandes revolucionarios,  alejándonos de aquello que luego el paso del tiempo explicó del uso político que se hizo de esa polémica   tomándola como excusa para idolatrar a uno de manera formal y repudiar al otro como un apartado falsificador del bolchevismo, operación que tomó cuerpo finalmente, con matriz stalinista.

Todo parece indicar que, según lo dicho, el nido del gorrión esta en el tiempo que transcurre desde el “fracaso de 1905″ al triunfo inminente de la revolución en clave de las llamadas tesis de abril. Sin embargo, fue el propio Trotsky quien afirmó en su momento y con referencia a ese período de pretendida discordia, que no se trataba de reponer el pasado, sino de esclarecer el nuevo rumbo de la revolución mundial, cuando precisamente lo que propone Horowicz fue llevado a cabo por la troika Zinoviev, Stalin , Kamenev  para desestabilizar la posición del primero recordando su pasado menchevique.

Todo esto lleva  a poner en crisis la opción o el camino que indica el texto,- más allá que lo escrito, no dice por quienes habría de ser llevada esa tarea y si se refiere solamente al espacio intelectual sin sujeto social propulsor- con sus propósitos manifiestos de poner a la revolución nuevamente en el escenario, partiendo de la ideología según la cual que por largo tiempo la sociedad se vendría alejando de ese sitio. En otras palabras, la sociedad necesita recuperar la idea de revolución y esa labor de recuperación ha de nacer de las presentación del libro de Horowicz y el enganche editorial de tomar a Lenin y Trotsky como dragones, justo cuando se dice lo primero , es decir , que ya nadie da espacio en su existir a la revolución social. Lo propuesto por el autor no es otra cosa que descubrir a los dragones y montar un espectáculo en alguna universidad como parque de diversiones para que los asistentes puedan ver por vez primera el hallazgo intelectual de haber encontrado en la existencia , dos dragones que así quedarán bajo rejas , pero nunca desarrollaran su poder de violencia sobre lo dado.

 Por lo demás, si de lo que se trata según se explica, es de revaluar los fallidos proyectos socialistas y preguntarse cómo fueron derrotados , no parece que el período de tiempo escogido y las disputas entre Lenin y Trotsky previas al ingreso de este último al partido Bolchevique sean realmente,  las herramientas ineludibles y necesarias, máxime cuando nuestra particular estructura de capitalismo tardío y dependiente ubica a la pequeña burguesía y al nacionalismo burgués como el enemigo a superar dentro de la construcción necesaria del factor subjetivo en base a una política autónoma y de clase.

Hay en todo el desarrollo del texto desde su génesis misma , una disputa por la base frente al academicismo establecido en parroquias dentro del espectro universitario, dándole a ese espacio papel significativo sin relevar en modo alguno, como es, y como ocurre el fenómeno sin las objetivas relaciones de producción capitalista y sus sujetos involucrados.

En sentido inverso del texto, hay que decir, como simple dato primario de la observación, que nada desmiente la posibilidad de la idea de revolución y su consideración social significativa en la clase trabajadora, cada vez que se verifican las crisis del capital en su reproducción en base a presenciar y existir como clase social explotada y oprimida las condiciones objetivas determinadas por obstáculos en la reproducción de las relaciones capitalistas, todas ellas ajenas al mundo de los discursos universitarios y las producciones que ven la luz desde esas usinas de producción ideológica.

Esta objetividad le resta a la presunta falta de predisposición de las masas a protagonizar conscientemente un cambio social de manera revolucionaria, toda la significación que el autor le da y explica cómo, esa premisa es puramente dogmática, máxime si se tienen presentes episodios de lucha de masas absolutamente significativos en nuestro país, luego de la caída del régimen Stalinista, donde lo imprescindible del cambio se marcaba con la consigna “que se vayan todos” que en todos los casos implicaba la construcción de otro poder ajeno a la política del poder burgués y generador de la tendencia hacia una política autónoma de clases.

Sorprende finalmente la amplia difusión que este texto ha recibido de manera mediática y en los espacios universitarios, donde todo parece quedarse en pretender explicar lo que el autor y muchos otros presumen que pasa, haciéndolo con disfraz de marxista preocupado por lo que ocurre, pero sumergido en una simple interpretación especulativa que busca explicar un fenómeno , pero  por fuera de la tesis XI sobre Feuerbach , solo se concentra en la especulación explicativa de una afirmación y no en las vías o maneras que el proceso de lucha de clases demuestra en estadios prerrevolucionarios de agitación y propaganda.

En síntesis, un nuevo intento de narrativa pulida, más emparentado con la mera abstracción especulativa que con el real proceso de lucha de clases. Se puede pretender ser orgánico intelectualmente a la tarea emancipatoria del trabajador que no admite cese en la medida en que la sociedad de clases impere, sobre todo .Pero es más que factible, que sin apego de los métodos de análisis de los fenómenos sociales concretos, sustituidos por puras abstracciones especulativas lejos de sumar a ese propósito, lo único que se consiga es sembrar más confusión y avanzar significativamente en las cosechas de pulgas bien alimentadas.

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