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NAPOLEON , LAMBORGHINI, EL CHE y LA CLASE TRABAJADORA. CAPITALISMO DECADENTE O REVOLUCION SOCIALISTA

A propósito de las últimas intervenciones del poder burgués respecto de las organizaciones que se constituyen por propia determinación política como la izquierda del régimen , sobrevinieron exaltadas manifestaciones de solidaridad con los gestores de planes sociales y emprendimientos de economía social con forma jurídica de cooperativas, según lo impuso oportunamente el Estado,  que sin mayores reparos aludieron a que esas acciones del poder burgués constituían intervenciones del fascismo frente a las cuales no correspondía otra intervención política que su repudio sin más dado el signo de peligro que implicaban por sí mismas

Ese tipo de intervención, que parece en el mundo de las apariencias la correcta y ejemplificadora de una solidaridad de clase, si se procura entenderla en relación al fenómeno en sí, deja ver un apartamiento de la adecuada noción de la significación que tiene el Estado en el orden social que construye y lo reproduce dentro del modo de producción capitalista.

Acudir lisa y llanamente a definir un allanamiento con orden judicial en horas hábiles y por funcionarios del mismo Estado , que proporciona los aportes económicos para que esos emprendimientos y planes sociales se desenvuelvan según sus formatos jurídicos previamente establecidos es solamente detenerse en la materialidad violenta , por ejercicio de la violencia legalizada de los aparatos del estado en lo que implica la violación de privacidad de una persona colectiva y una alteración a la garantía del domicilio propia de un orden constitucional republicano. Si así se hace se cae en el simplismo de asimilar esa violencia con fascismo y en realidad las cosas no son de ese modo. El fenómeno no es otra cosa que el Estado Capitalista en acción con sus estructuras legales.

La gestión de gobierno que tiene desarrollo desde diciembre de 2023, no emerge de la nada sino como necesidad de disponer de ese formato político para viabilizar por el consenso logrado por vía de una farza electoral a la que todos concurrieron la reproducción social del capital y sus procesos constantes de acumulación con implicancias de mayor agresión en las condiciones cotidianas de existencia de la clase trabajadora y los sectores desplazados hacia la población económicamente sobrante, estructurados desde la marginalidad de su presencia en la economía necesariamente informal, precaria y transitoria.

Quienes tienen la gestión de gobierno dijeron en campaña electoral donde se buscó asimilarlos a un gatito mimoso del poder burgués concentrado, que la justicia social era una aberración y que su propósito era terminar con el Estado tomando como emblema uno de sus órganos vitales, el Banco Central, agotando incluso la moneda de curso legal y forzoso por vía de una hipotética dolarización.

El titular del ejecutivo pretende desde el inicio ostentar facultades delegadas de otros poderes, designar nuevos ministros en la corte suprema, imponer un pacto legal a los gobernadores donde evita una reforma constitucional con una “ley base” que redefine los perfiles de las relaciones intersubjetivas en la sociedad civil, y caracteriza con acierto al parlamento como “un nido de ratas”

Esta en plano de evidencia que el personal político que gestiona desde el Estado los intereses de la burguesía de conjunto pone en los hechos y con ello condiciona toda la actividad políticas, con marchas y movilizaciones incluidas, la premisa esencial de que el régimen político debe mutar a a conformación de un bonapartismo edificado en la figura “peculiar del gobernante”, que es peculiar como reaseguro de su eventual y probable fracaso de gestión pero no de estrategia, que de hecho ya opera en muchos casos y amenaza con agudizarse a poco que se advierte un cierto incremento constante de la intensidad y amplitud de la lucha de clases donde la clase trabajadora se proyecta hacia otros de los estadios superiores de este conflicto social.

El golpe de Estado del 18 de brumario del siglo XVIII en Francia hace referencia al golpe de Estado dado en esa fecha del calendario republicano francés, correspondiente al 9 de noviembre de 1799 del calendario gregoriano, que acabó con el Directorio, última forma de gobierno de la Revolución francesa, e inició el Consulado con Napoleón Bonaparte como líder. Este golpe de Estado, que en principio pretendía acabar con la corrupción del anterior gobierno y favorecer los intereses de la nueva burguesía republicana, le condujo a recibir el título de Emperador de los franceses el 2 de diciembre de 1804.

No por haber sido citada en forma reiterda , resulta remanida , sino pertinente, la referencia que trae Marx

Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y a la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del Dieciocho Brumario!

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal.

Si examinamos esas conjuraciones de los muertos en la historia universal, observaremos en seguida una diferencia que salta a la vista. Camilo Desmoulins, Dantón, Robespierre, Saint-Just, Napoleón, los héroes, lo mismo que los partidos y la masa de la antigua revolución francesa, cumplieron, bajo el ropaje romano y con frases romanas, la misión de su tiempo: librar de las cadenas e instaurar la sociedad burguesa moderna. Los unos hicieron añicos las instituciones feudales y segaron las cabezas feudales que habían brotado en él. El otro creó en el interior de Francia las condiciones bajo las cuales ya podía desarrollarse la libre concurrencia, explotarse la propiedad territorial parcelada, aplicarse las fuerzas productivas industriales de la nación, que habían sido liberadas; y del otro lado de las fronteras francesas barrió por todas partes las formaciones feudales, en el grado en que esto era necesario para rodear a la sociedad burguesa de Francia en el continente europeo de un ambiente adecuado, acomodado a los tiempos. Una vez instaurada la nueva formación social, desaparecieron los colosos antediluvianos, y con ellos el romanismo resucitado: los Brutos, los Gracos, los Publícolas, los tribunos, los senadores y hasta el mismo Cesar. Con su sobrio practicismo, la sociedad burguesa se había creado sus verdaderos intérpretes y portavoces en los Say, los Cousin, los Royer-Collard, los Benjamín Constant y los Guizot; sus verdaderos caudillos estaban en las oficinas comerciales, y la cabeza atocinada de Luis XVIII era su cabeza política. Completamente absorbida pro la producción de la riqueza y por la lucha pacífica de la concurrencia, ya no se daba cuenta de que los espectros del tiempo de los romanos habían velado su cuna. Pero, por muy poco heroica que la sociedad burguesa sea, para traerla al mundo habían sido necesarios, sin embargo, el heroísmo, la abnegación, el terror, la guerra civil y las batallas de los pueblos. Y sus gladiadores encontraron en las tradiciones clásicamente severas de la República romana los ideales y las formas artísticas, las ilusiones que necesitaban para ocultarse a sí mismos el contenido burguesamente limitado de sus luchas y mantener su pasión a la altura de la gran tragedia histórica. Así, en otra fase de desarrollo, un siglo antes, Cromwell y el pueblo inglés habían ido a buscar en el Antiguo Testamento el lenguaje, las pasiones y las ilusiones para su revolución burguesa. Alcanzada la verdadera meta, realizada la transformación burguesa de la sociedad inglesa, Locke desplazó a Habacuc.

En esas revoluciones, la resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas y no para parodiar las antiguas, para exagerar en la fantasía la misión trazada y no para retroceder ante su cumplimiento en la realidad, para encontrar de nuevo el espíritu de la revolución y no para hacer vagar otra vez a su espectro.

En 1848-1851, no hizo más que dar vueltas el espectro de la antigua revolución, desde Marrast, le républicain en gants jaunes, que se disfrazó de viejo Bailly, hasta el aventurero que esconde sus vulgares y repugnantes rasgos bajo la férrea mascarilla de muerte de Napoleón. Todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época fenecida, y para que no pueda haber engaño sobre la recaída, hacen aparecer las viejas fechas, el viejo calendario, los viejos nombres, los viejos edictos (entregados ya, desde hace largo tiempo, a la erudición de los anticuarios) y los viejos esbirros, que parecían haberse podrido desde hace mucho tiempo. La nación se parece a aquel inglés loco de Bedlam que creía vivir en tiempo de los viejos faraones y se lamentaba diariamente de las duras faenas que tenía que ejecutar como cavador de oro en las minas de Etiopía, emparedado en aquella cárcel subterránea, con una lámpara de luz mortecina sujeta en la cabeza, detrás el guardián de los esclavos con su largo látigo y en las salidas una turbamulta de mercenarios bárbaros, incapaces de comprender a los forzados ni de entenderse entre sí porque no hablaban el mismo idioma. «¡Y todo esto -suspira el loco- me lo han impuesto a mí, a un ciudadano inglés libre, para sacar oro para los antiguos faraones!» «¡Para pagar las deudas de la familia Bonaparte!», suspira la nación francesa. (El 18 brumario de Luis Bonaparte , cap. I)

Los que se remontan al fascismo para encuadrar un registro domiciliario desplegado por la aplicación concreta y en los hechos de la violencia legal del Estado , han olvidado considerar esta extensa cita. Si se la tiene presente , se advertirá que en los difusos signos de la apariencia se oculta una materialidad que da mayor luz sobre lo real.

 Hay un elemento de bonapartismo en el fascismo. Sin este elemento, a saber, sin la elevación del poder estatal por encima de la sociedad debido a una extrema agudización de la lucha de clases, el fascismo deviene imposible. Pero lo esencial es lo inverso a la identificación mecánica porque fundamentalmente el bonapartismo de la época de la declinación imperialista, es cualitativamente diferente del de la época de auge de la burguesía y es precisamente este el fenómeno político en que nos encontramos . Luego diferenciamos  hay que diferenciar al  bonapartismo  como prólogo de un régimen fascista y no como este último régimen consolidado y actuando con allanamientos a locales públicos.

En la época de la declinación del imperialismo tantas veces negadas con planillas Excel y citas de números de políticos que se dedican a la economía por esos mismos que hoy se apresuran a correr con su comunicado en mano y a esperar que se los cite a un medio para hablar de su comunicado y no del hecho

 Lo central para no darle el nombre de acción fascista a lo que no se inscribe como una manifestación de ese tipo de régimen político, es que en ese caso al imperialismo se le hace indispensable movilizar a la pequeña burguesía y aplastar al proletariado con su peso, situación que no se verifica en nuestra realidad. Por el contrario, gran parte de los sectores medios bajos ven afectados sus intereses por las medidas del gobierno y su caracterización del problema no esta puesta en los trabajadores como enemigos y responsables sino en “aquellos que no trabajan”

Lo que denuncia la situación concreta del registro judicial de un local público , es precisamente lo inverso, de aquello que habilita el fascismo.

El gobierno  es capaz de cumplir esta tarea de amenaza represiva sobro quienes intermedian entre el Estado y la población desplazada de la economía formal y la producción  y lo hace evidente para que sea bien leído el mensaje de que su voluntad política y razón de ser es constituirse en un Bonaparte, porque advierte que  la clase trabajadora en sí, por crisis de dirección  revela al menos por el momento  su incapacidad para plantearse como finalidad estratégica la construcción de poder obrero y socialista.

La gestión de gobierno legalizada por el acto electoral en clave de farza realizado el año pasado, -segunda vuelta mediante- por designio de la burguesía de conjunto y los grupos económicos que despliegan políticas imperiales sobre la estructura productiva nacional han advertido con justeza que la ley del valor, el mercado ya no son  capaces de regular por sí mismas  las relaciones económicas y sociales en el espacio cotidiano de la sociedad civil . La intervención estatal se convierte en una necesidad absoluta y es el aparato gubernamental arribado al poder constitucionalmente formal el que se perfila para esa labor concreta y se dispone a dar lucha a todo residuo republicanista.

En la democracia burguesa según el formato que se procuró establecer al menos también en el plano de las apariencias con liderazgos fuertes como el de Alfonsín , Menem o Néstor Kirchner  existió una relación entre lucha de clases, acción directa y “totalización política” por la vía del voto y la representación parlamentaria.  Ese esquema fue adquirido y reproducido llave en mano y sin siquiera beneficio de inventario por la “izquierda del régimen” Por eso mismo, y por consecuencia necesaria de ello, se desenvolvió  en forma extrema la imposición de las mediaciones políticas entre las relaciones sociales convivenciales de la sociedad civil y el Estado, rol para el que como decimos, se anotaron de las mil variadas maneras las organizaciones que casi que  mutaron sus propias determinantes para afectarse de lleno a esa mediación , que incluso encontró amparo en aquello de que el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes.

Todo esto es lo que ha cedido y precipitado en gran medida en este nuevo tiempo, impelido en su velocidad por la crisis de reproducción que exhibe el capitalismo. En nuestro país el proceso real al que aludimos se exhibio acudiendo a la figura del “Estado de Emergencia” y su correlato en las facultades de excepción para el presidente que busca terminar con los mediadores y las mediaciones, sean estas políticas o sociales para colocarse “disfrazado de león” por encima de ellas y subordinarlas . Es esa la idea clara y distinta con la que emerge su definición al periodismo como un hombre que viene a terminar con el Estado. Lo que no aclara es que lo que tiene que terminar por agotar y esa es la centralidad de su función es el ya viejo estado del consenso político entre los distintos estamentos de la institutucionalidad jurídica y social, esto es, partidos de oposición  ,  entidades intermedias y las organizaciones de masas de los trabajadores conducidas por la burocracia que las domina.

Esto lo describe con claridad Luis Bruschtein en el periódico para el que trabaja, y lo hace de la siguiente manera, que transcribimos con el solo objeto de dejar en claro el concepto :

Tres días después del Ni Una Menos el gobierno desmanteló la subsecretaría contra la Violencia de Género; cuatro días antes del Día del Periodista, el gobierno denunció a dos periodistas, y el jueves Javier Milei reconoció públicamente que pidió facultades especiales para destruir al Estado. Ni la violencia contra las mujeres ni la libertad de prensa le interesan a este gobierno, pero reconocer que su objetivo es destruir el Estado

 En definitiva, nos encontramos en una puja política del gobierno con los enclaves de operadores políticos enraizados en el rol de mediación que luchan por permanecer en su puesto donde se define en los hechos, el pasaje de la democracia burguesa al bonapartismo, que pone en el centro al ejecutivo nacional y le rodea de la institucionlidad estructurada en torno a los aparatos de violencia estatal legitimada, lo que explica el alineamiento acrítico de Bulrich con la táctica y estrategia en  desarrollo y en igual sentido una parte de la burocracia, fuerzas armadas, policía, gobierno por decreto, leyes de emergencia, protocolos de seguridad, agravamiento de las penas, extensión de delitos baja de edad de punibilidad , penalización de los conflictos sociales , etcétera.

Esto que describimos, que incluye necesariamente restricciones concretas  y segmentadas de libertades democráticas individuales o colectivas y sus garantías no es fascismo porque este como hemos dicho  ya significa una situación de derrota de la clase trabajadora y eso no ha sucedido porque la clase trabajadora en sí viene dando signos claros de lucha que no es puramente defensiva.  

En una entrevista que cita el periotidata Bruschtein, el titular del ejecutivo se apresura a dejar todo esto que hemos venido desarrollando de manera explícita para que como dice el tema musical “quien quiera oír que oiga”. Lo transcribimos para exhortar al trabajador en sí, al que lucha cotidianamente por su existencia y a la militancia que haciendo consciente esa lucha llena las calles o realiza un paro , que tome adecuado registro y alcance de estas premisa que deja el presidente .

En la entrevista que se conoció el jueves en la publicación The Free Press, de California, la periodista le preguntó a Milei si no pensaba en lo que sienten las personas que tienen hambre y no tienen qué comer. El Presidente dijo varias frases, como “hay que terminar el mito del paraíso”. O sea que solamente en el paraíso la gente no se muere de hambre….. Pero después arrancó con el Lamborghini. La mujer le preguntó por la gente que tiene hambre y no por lo que piensa el dueño de un Lamborghini. Pero Milei agarró por ahí para explicar la relatividad de los sentimientos. “Si tienes un Lamborghini y estás rodeado de pobres, seguramente serás feliz, pero si tienes un Lamborghini junto a otras 15 o veinte que también tienen Lamborghinis, no sé si estarías tan feliz”…. Para Milei, la felicidad está en la desgracia de los demás. El animal que puede arruinar cualquier fiesta también puede arruinar cualquier vida…..

Lo necesario no es acudir a su simple negación que es el proyecto de la pequeña burguesía que continúa en el esquema K o lo que quede de él, que se reduce a la oposición a esa estrategia contraponiendo el modelo de democracia formal que es el camino reformista oportunista a la nada misma . Lo imperioso es retomar la construcción de la organización partidaria necesaria para la estrategia revolucionaria emancipadora de la clase trabajadora constructora de nueva sociedad, nuevas relaciones sociales diversas y superadoras de las capitalista y organismos de poder obrero.

Muchas  veces se cae en la trampa de quedarse con Ernesto Guevara como un icono de lo irrealizable y para eso se acude a la derrota militar que sufriera. Tal vez, quienes así dedicaron años de sus vida a denostarlo, puedan ahora que el presidente a dicho la verdad burguesa, lamborghini  mediante , acudir a su superación dialéctica con la palabra del Che explicando que al tiempo en que escribe,

“ La institucionalidad de la Revolución todavía no se ha logrado. Buscamos algo nuevo que permita la perfecta identificación entre el Gobierno y la comunidad en su conjunto, ajustada a las condiciones peculiares de la construcción del socialismo y huyendo al máximo de los lugares comunes de la democracia burguesa, trasplantados a la sociedad en formación…..” “Lo difícil de entender, para quien no viva la experiencia de la revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes.

En el capitalismo se pueden ver algunos fenómenos de este tipo cuando aparecen políticos capaces de lograr la movilización popular, pero si no se trata de un auténtico movimiento social, en cuyo caso no es plenamente lícito hablar de capitalismo, el movimiento vivirá lo que la vida de quien lo impulse o hasta el fin de las ilusiones populares, impuesto por el rigor de la sociedad capitalista. En esta, el hombre está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente, escapa al dominio de la comprensión. El ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical que le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de la vida, va modelando su camino y su destino.

Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo sin que este se percate. Solo ve la amplitud de un horizonte que aparece infinito. Así lo presenta la propaganda capitalista que pretende extraer del caso Rockefeller —verídico o no—, una lección sobre las posibilidades de éxito. La miseria que es necesario acumular para que surja un ejemplo así y la suma de ruindades que conlleva una fortuna de esa magnitud, no aparecen en el cuadro y no siempre es posible a las fuerzas populares aclarar estos conceptos….” (Ernesto Guevara  El socialismo y el hombre…. Año 1965)

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