Novedades
{"ticker_effect":"slide-v","autoplay":"true","speed":3000,"font_style":"normal"}

Nuevo Curso

LO VIEJO CON   DISFRAZ LINGUISTICO. LA EMULACIÓN DE LAS HORMIGAS Y EL CENTRISMO.

Con la proximidad del tratamiento de la ley bases en el senado, se publican y difunden textos propagandísticos de organizaciones que emulando  comportamientos de hormigas ,  de manera alborotada y tumultuosa, llamándose a sí mismos Marabunta, y sin salir del reino animal ,  llaman  “El miércoles 12 de junio a movilizarnos en todo el país contra la Ley Bases.”

En esa actividad y en forma coincidente, exigen  la convocatoria a un Paro General para garantizar la movilización del conjunto de les trabajadores y demostrar que no hay consenso para que seamos les trabajadores ocupades, desocupades y jubilades quienes suframos los recortes, el ajuste y el hambre para que los mismos de siempre se enriquezcan a costa nuestra.”

De este hacer y decir  es necesario el rescate como paradigma de lo que implica la afirmación relativa a la crisis del factor subjetivo en las filas de quienes exteriorizan voluntad determinante hacia el cambio social y salen de la cotidianeidad existencial  buscando ser la brújula indicadora del camino para todos los que luchan.

Son un ejemplo de la crisis y de la deriva intelectual y por eso corresponde resaltarlos para dejar evidencia de su operatoria, históricamente desmentida por la lucha de clases.

Este tipo de organizaciones que hablan un idioma diverso de lo cotidiano, señalando que existen JUBILADES, cuando quienes se encuentran en situación de percibir una remuneración, lo hacen respecto de un haber “jubilatorio” por aportar en su momento a una caja de “JUBILACIONES” y son por lo tanto JUBILADOS . Lo contrario implica la posibilidad de que además existan personas que tienen identificación como JUBILADES  y lejos de incluir estarían separando.

Estas organizaciones tienen el particular significante de confundir actualización conceptual con cambios de significantes relativos a la designación de lo ya existente y que no ha cambiado. Habrá que las mutaciones por las formas no se diferencian en sí de las variaciones sustanciales y concretas que operan en el fenómeno a designar.

 Lo propio sucede, en el afán de ser distintos, a la hora de dar cuenta desde dónde emiten el discurso, siempre marcados por ese condicionante de lo distinto y nuevo, porque lo dado es obsoleto aún cuando las relaciones entre capital -trabajo sigan existiendo y la propiedad privada de los medios de producción siga rigiendo la existencia social de los individuos.

Lo cierto es que nos topamos con este documento hecho público por diversos medios y allí está una lista de organizaciones , apareciendo como un fenómeno diverso de una clase y mucho menos de sus estructuras de mínima organización como tal , desde el mero amontonamiento que ni siquiera conjuga un solo lenguaje con el trabajador en sí, EXIGIENDO a quienes se han apoderado de las organizaciones de trabajadores dominando sus espacios de gestión con funcionalidad orgánica hacia los intereses de la burguesía, que decidan una medida de fuerza.¿ Piensan acaso estas organizaciones que están en una situación concreta que les permitan tener esa posición dominante desde donde exigir ?

Se les escapa a quienes integran estas organizaciones identificadas con los modos de las hormigas que no han sido los trabajadores organizados en esos sindicatos quienes de manera coordinada y por sus propios métodos han determinado ese mandato y mucho menos quienes le exigen a esos burócratas que llamen a un paro general.

Tal vez el amontonamiento inorgánico , sin defensa  ni construcción del programa estratégico de los trabajadores ligado pura y exclusivamente a su emancipación como clase social explotada que se contiene en esta táctica  , no les permita ver que la concreción de una huelga no es un hecho aislado sino una resultante de circunstancias objetivas de la vida social, y de la labor política al  interior de la clase trabajadora en sus propias organizaciones y en ninguna forma como la decisión de un grupo autoproclamado que hace de la ilusión democrática igual uso que el que adoptan todos quienes integran el personal político de la clase social dominante.

Cúal es la legitimación política y social de la que se vale Marabunta y quienes le siguen en ese esquema militante para adoptar la posición de la exigencia? ¿Desde qué lugar y por la validación de quién este tipo de organizaciones se valen de estos recursos?

 Son preguntas sin respuesta pero si sirven para explicar por qué estamos como estamos y como desde la real rebelión del 2001 muchos se creen habilitados a intentar replicarla sin que estén determinadas las condiciones para ello, mucho más cuando esas mismas  organizaciones  hace  poco más de 6 meses llamaban a votar  y en segunda vuelta lo hacían propiciando la lógica del mal menor a concurrir a las urnas y votar a Massa. Muchas de ellas incluso pusieron fiscales para ese candidato.

Si nos detenemos en este extremo y pedimos el auxilio intelectual a León Trotsky , la ocasión nos facilita recordar algunas determinaciones conceptuales como las que define el revolucionario ruso en el siguiente texto:

Para un marxista, los conceptos políticos no se definen por sus características formales sino por su contenido de clases, enfocado desde un punto de vista ideológico y metodológico. Las tres tendencias del movimiento obrero contemporáneo – reformismo, comunismo y centrismo – derivan inexorablemente de la situación objetiva del proletariado bajo el régimen imperialista de la burguesía….Con el reformismo tenemos, en un tipo social único, el producto de los sedimentos de tres clases diferentes. La relación entre las mismas es la siguiente: el gran burgués da órdenes al pequeño burgués y éste fustiga a los obreros. El hecho de saber si el gran burgués permite a Tho­mas que vaya a visitarlo – entrando por la puerta de servicio – a su casa, a su banco o a su ministerio, o si, por el contrario, le da participación en su riqueza y en sus ideas es un factor que, aunque secundario, no care­ce de importancia. La etapa imperialista de la evolu­ción, que agrava constantemente las contradicciones, frecuentemente obliga a la burguesía a transformar a los principales grupos reformistas en verdaderos acti­vistas de sus monopolios y maniobras gubernamenta­les. Esta es la característica del nuevo – y mucho ma­yor – grado de dependencia de los reformistas respecto de la burguesía imperialista y le da un sello mucho más particular a su psicología y a su política, haciéndolos aptos para tomar directamente el timón de los asuntos del estado burgués.

A esta capa superior de “reformistas” es a quienes menos se aplica la frase “no tienen nada que perder sino sus cadenas”. Todo lo contrario: para todos estos primeros ministros, ministros, intendentes, diputados y líderes sindicales, la revolución socialista significaría la expropiación de sus posiciones privilegiadas. Estos cancerberos del capital no protegen únicamente la propiedad en general, sino principalmente su propie­dad. Son los enemigos encarnizados de la revolución de liberación del proletariado.

Contra el reformismo, una política revolucionaria y proletaria (comunista marxista) entraña para nosotros un sistema de lucha ideológica y metodológica que apunta primero al derrocamiento revolucionario del es­tado burgués con el método de unir al proletariado bajo el signo de la dictadura y reorganizar después la socie­dad de manera socialista.

Sólo la minoría más avanzada – el sector más consciente y audaz de la clase obrera – puede tomar la ini­ciativa del cumplimiento de esta tarea, minoría que – basándose en un programa claramente definido y científicamente elaborado, poseedora de una gran ex­periencia de lucha obrera – concentra en torno a sí a una mayoría siempre creciente del proletariado con la perspectiva de hacer la revolución socialista. Mientras dure el capitalismo, que le impone ideas perniciosas al proletariado, no puede esperarse que desaparezcan las diferencias entre el partido – producto de la selección ideológica – y la clase – producto automático del pro­ceso de producción -. Sólo después de la victoria del proletariado – caracterizada por un auténtico reanima­miento económico y cultural de las masas, es decir, por el proceso de liquidación de las clases – el partido podrá disolverse poco a poco en las masas trabajadoras hasta que, igual que el estado, desaparecerá. Sólo los charlatanes o los mandarines de sectas estériles pueden hablar de revolución proletaria y a la vez negar el papel de la vanguardia comunista.

Así, las dos corrientes fundamentales de la clase obrera mundial son el socialimperialismo por un lado y el comunismo revolucionario por el otro. Entre estos dos polos hay una serie de corrientes y agrupaciones de transición que cambian constantemente de ropaje y se encuentran siempre en estado de transformación y desplazamiento: a veces se desplazan del reformismo al comunismo, otras del comunismo al reformismo. Estas corrientes centristas no tienen, y su naturaleza no les permite tener, una base social bien definida. Mientras el comunismo es el abanderado de la clase obrera y el reformismo representa los intereses de la cúpula privilegiada de la misma, el centrismo refleja el proceso transicional en el seno del proletariado, las distintas oleadas dentro de sus distintas capas y las dificultades que estorban el avance hacia posiciones revolucionarias definitivas.

Precisamente por eso las organizaciones centristas de masas jamás son estables ni viables.

Es cierto que siempre habrá en la clase obrera una capa de centristas crónicos, que no quieren seguir con el reformismo hasta las ultimas consecuencias pero que son orgánicamente incapaces de convertirse en revolucionarios…. Por su parte, las masas jamás permanecen mucho tiempo en esta etapa transicional: se unen coyunturalmente a los centristas y luego avanzan para unirse a los comunistas o vuelven a los reformistas, salvo que caigan, por un tiempo, en la indiferencia.

Así fue cómo el ala izquierda del Partido Socialista francés se convirtió en un partido comunista, abando­nando a sus dirigentes centristas en el camino. El Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, en cambio, desapareció, y sus militantes fueron todos a parar al comunismo o a la socialdemocracia.

De la misma manera, la Internacional “Dos y Media” desapareció de la faz de la tierra.

Se puede observar el mismo fenómeno en el terreno del sindicalismo: la “independencia” centrista de los sindicatos británicos que se afiliaron a Amsterdam se transformó en el amsterdamismo más “amarillo” con la política traidora del momento de la huelga general.

Pero la desaparición de las organizaciones que citamos mas arriba a modo de ejemplo no significa, de ningún modo, que el centrismo haya dicho su última palabra, como afirma la burocracia comunista, cuya propia ideología es muy afín a la del centrismo. Ciertas organizaciones o corrientes de masas bien definidas quedaron reducidas a la nada en la posguerra inme­diata, cuando la movilización obrera europea cayó en reflujo. El agravamiento actual de la crisis mundial y la incuestionable radicalización de las masas provocaron inexorablemente el surgimiento de nuevas tendencias centristas en el seno de la socialdemocracia, los sindi­catos y las masas no organizadas.

No es de descartar que las nuevas corrientes centristas vuelvan a hacer surgir a algunos viejos diri­gentes centristas. Pero, nuevamente, no será por mucho tiempo. Los políticos centristas del movimiento obrero se parecen mucho a la gallina que empolla huevos de pato y luego se lamenta amargamente a la orilla del lago: ¡qué desvergonzados son estos niños que abandonan a su gallina “autónoma” para nadar en las aguas del reformismo o del comunismo!…… Existe una sola corriente en la clase obrera capaz de transformar a los sindicatos en organis­mos de las masas y dotarlos de una auténtica dirección revolucionaria, y es la que estudia cada problema desde todos los ángulos, cuya sangre y médula están imbuidas de la comprensión marxista de la relación entre la clase y su vanguardia revolucionaria. En esta cuestión fundamental no cabe la menor concesión o silencio.

       Aquí, más que en ningún otro terreno, se necesita claridad. (¿Qué es el centrismo?28 de mayo de 1930-León Trotsky)

Los que se creen en lugar adecuado como para convocar sin que nadie le haya dado ese sitio , ni se les haya demostrado por elementos objetivo que lo tienen, deben reflexionar sobre las razones por las que ladran a la luna y se autojustifican en el sencillo de autoproclamarse legitimados para tal acto y para pretender fijar una agenda que solo puede establecer la clase trabajadora.

Sin duda es imperiosa en lo concreto, dar a la lucha obrera la emergencia del proyecto de ley bases ,  repudiar su contenido e indicar la nulidad aún en el propio entorno jurídico burgués del DNU, pero con eso no alcanza si todo se reduce a exigirle a la CGT y CTa que llamen a un paro con movilización . Ese es un ejercicio inerte  y puramente autosatisfactivo si a la par y como no sucede , no se exhibe un programa de lucha ligado esencialmente a la construcción del poder obrero  y el programa socialista  que en ningún caso es un menú de reclamos al propio poder de la clase dominante , a la que se ubica como protagonista y sujeto pasivo de sus demandas, con lo cual se la valida como sujeto y se la despoja en la consideración general de su carácter de factor necesario para la explotación de la clase trabajadora.

Todos los que agotan su militancia en la mera convocatoria escudados en una exigencia a las centrales sindicales invocando representaciones que solo existen en su afiebrado imaginario no explican en ningún caso cual es el camino que proponen y hasta que destino conduce esa ruta. No hacerlo permite cuestionarlos y marcar sus límites.

NUEVO CURSO