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EL ESTADO Y EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA

Uno de los gobiernos que salió abiertamente a dar apoyo al gobierno nacional respecto de sus iniciativas políticas y el formato jurídico que estiman debe darse a las mismas es el gobierno de Santa Fe , cuyo gobernador llegó a ocupar ese sitio al amparo de toda la progresía que durante décadas vivió de rodillas a la burguesía ligada al negocio del campo y el comercio exterior agroexportador. Para ello basta recordar las formas jurídicas dadas a las fumigaciones con agrotóxicos y la radicación y gestión de los puertos sobre la vía fluvial que aporta el Paraná.

Sin embargo, la sintonía fina con los afanes del gobierno nacional, marcadamente dominado por el problema financiero que le genera el endeudamiento creciente y el sometimiento a los dictados de organismos internacionales del capital financiero , encuentra su mayor expresión en el perfil violento que adoptan para su política criminal y la tendencia creciente a la criminalización de toda la vida social ,  para que la conflictividad sea controlada y regulada por el derecho penal a partir de la instalación de la categoría “delito” como un elemento natural de la sociedad civil cuya represión justifica que el Estado descargue su violencia sobre los sectores más vulnerables de la sociedad , en particular sobre quienes han sido desplazados de la economía formal, y el amparo también legal del valor gestado desde esa propia economía informal a la que se busca ilegalizar por sus actores pero aprovechar por quienes se hacen de los bienes y el valor emergente de la misma. Es fácil allanar una vivienda precaria en un barrio. También es fácil  proteger a empresas en quiebra, permitir la habilitación de locales comerciales, facilitar operaciones comerciales fraudulentas, coexistir con los reducidores de mercadería que no tienen origen certero, etc.

De esa afinidad entre el gobierno provincial y el ministerio de seguridad de la nación , nacida en otros tiempos del hoy gobernador donde participaba de la miniserie que culminó con la detención de los “temibles hnos Lanatta” en suelo santafecino, de la que luego se probó que gran parte de sus capítulos fueron construidos por guionistas , se sigue esa comprensión del fenómeno abarcado por el conflicto social desde los paradigmas del delito y la forma jurídica que le da encubrimiento. También ambos son devotos junto al presidente de las técnicas de control social ensayadas desde tiempo por el Estado de Israel sobre el pueblo palestino al que oprime y somete , para lo cual periódicamente tienen estadías de “capacitación” en el propio Jerusalem y otros territorios de un estado genocida.

Muchas veces se dijo en su momento, que la célebre película “la batalla de Argelia” había servido para mostrar como las fuerzas de seguridad francesas fueron la fuente donde abrevaron los militares genocidas del 70 en nuestro país. Hoy es claro que en lo que se refiere a las técnicas policíacas y de seguridad que corporizan una sociedad de vigilancia, las recetas y los haceres reciben capacitación , logística y por supuesto venta de pertrechos , desde un Estado declaradamente genocida que avala su saber en las técnicas de control opresivo del pueblo palestino en su propio suelo.

El gobierno provincial pasa a diario videos mostrando como rompe paredes y “termina “ con el crimen organizado por vía de topadoras y se siente orgulloso de ellos, no encontrando mejor justificativo para lo que hace “ que el presunto dolor de las víctimas”,  llanto de cocodrilo que encuentra analogía con el discurso de la vicepresidenta al justificar su voto positivo al proyecto de ley bases y el otorgamiento de facultades delegadas desde el parlamento al ejecutivo.

Nótese en tal sentido que la vicepresidente se refirió en la ocasión  a esos argentinos que sufren, que esperan, que no quieren ver a sus hijos irse del país, para esos argentinos que merecen recuperar el orgullo de ser argentinos y pensando en todo por Argentina “  y para hacerlo apeló a “los enfrentamientos que hubo en las inmediaciones del Congreso durante el debate de la iniciativa y dijo que este miércoles se vieron “dos argentinas, una violenta, que incendia un auto, que arroja piedras y que debate el ejercicio de la democracia, y otra Argentina, la de los trabajadores que están esperando con profundo dolor y sacrificio que se respete la votación que en noviembre del año pasado eligió un cambio, que eligió que en Argentina realmente se barajara, se diera de nuevo y se cambiará una situación que se perpetuó en el dolor por muchos años.

Estamos sin lugar a dudas en clave de un mismo guionista que no hace otra cosa que justificar violencia y la transformación del escenario político -social en un espacio de dominio exclusivo de una política criminal exclusivamente centrada en la punibilidad, que se desenvuelve en paralelo a la acumulación de capital que materializan las clases dominantes de nuestro país, y el capital financiero.

De la misma manera en que nuevamente como en su momento lo hiciera Martinez de Hoz, se festejan los despidos en el espacio del empleo público ,el Ministerio de Justicia y Seguridad provincial, a través de la Policía de Investigaciones (PDI), presentó un informe con indicadores de las políticas criminales que desenvuelve afirmando pon “honor” que en los primeros seis meses de gestión, entre la Dirección Operativa de Investigación, la Dirección de Inteligencia Criminal Estratégica y la Agencia de Investigación de Trata de Personas y Violencia de Género registraron 10.289 investigaciones del fuero provincial y 351 del fuero nacional. En ese marco, realizaron un total de 2.141 allanamientos y 814 requisas en toda la provincia; se detuvieron a 2.286 personas mayores y 119 menores de edad.

Nótese entonces que los méritos gubernamentales se miden desde la mirada del espacio carcelario, como si toda la sociedad fuera efectivamente una cárcel sin rejas pero de idéntica opresión . Esta exaltación de la excepción como regla invierte la lógica constitucional de la república y la exhibe con su verdadero rostro de dictadura de clase.

Esto último aclara también que no es un exceso lo que puede propiciarse en una represión de una situación de dominación de calle  por manifestantes, sino una arista más de una política criminal que se orienta a reforzar el carácter de sociedad de control y vigilancia en el formato de las relaciones sociales que se plasman en la actualidad y formatean nuestra sobrevivencia.

Sin embargo también debe decirse  que el vanagloreo por hacer lo violento desde el poder  no abarca solamente a quienes operan por el intereses de la burguesía sino que el fenómeno  también tiene  mayor desarrollo en los sectores de opinión crecientemente seguidor de esta forma de hacer violento desde el Estado con alta incidencia en  los sectores desplazados o perjudicados de modo directo o indirecto, por la reproducción capitalista,  persuadidos todos de que el enemigo esta en el estigmatizado con la norma penal y que toda la razón de sus males obedece a la presencia activa de los que “violan las normas”

Hegel encuentra en las figuras del señor y el siervo el inicio mismo de la cultura humana, esto en el plano de la especulación intelectual y no como acontecimiento históricamente verificable. Es decir, en esa dialéctica relacional de plano especulativo, que explica las relaciones prácticas de los hombres, por lo que no quedan meramente en la abstracción sino que tiene  implicancias existenciales en el contexto de los individuos que conforman la sociedad civil.

De esa manera, lo que resulta es una lucha marcada por un contradictorio que no llega a su fin, es decir, a la destrucción del otro, sino a su herida sensible, pero manteniendo la disposición constante del oprimido en  la contienda.

Se da así  la paradoja en la cual, a pesar de la contienda de las conciencias, es imposible e insostenible que una destruya a la otra, ya que, en la destrucción de la rival, la conciencia vencedora queda en soledad. Imagine por un momento el lector que lo que dice el ministro de seguridad fuese cierto y que su gestión diera resultados, ese punto existoso implicaría su propia desaparición, pues para que habría que dar seguridad, cuando esta llega producto de su gestión .Es decir, el propio represor  “triunfante” advierte que su triunfo real le quita su propio ser pues no habría sujeto a reprimir a futuro.

Ocurre entonces, una contradicción ya que es preciso conservar vivo aquello que se trataba de eliminar, pero al mismo tiempo se debe sostener esta lucha de la eliminación del otro  como necesaria e imprescindible.

La dialéctica del señor y el siervo, que no es otra cosa que la dialéctica de la historia de las relaciones humanas, define la mayoría de los vínculos entre los hombres  afirmando que se dan en términos de dominación y sumisión.

En ese contexto queda claro que las relaciones prácticas de los individuos con sus semejantes se envuelven en una tensión constante a raíz de la necesidad de buscar de modo permanente el reconocimiento mutuo con el otro.

Es significativa la necesidad del reconocimiento y el valor que posee “el otro” tanto en sí mismo, para adquirir precisamente la condición de sujeto, como en relación al sujeto que lo reconoce. Es una dialéctica de la aspiración humana, porque la misma se orienta a la búsqueda en sí, de ese reconocimiento mutuo fundante.

Por esa misma razón, la lucha que se sostiene entre conciencias contrapuestas y que conforma esa dialéctica “señor – siervo” no culmina en la muerte. Es decir, tiene implicancias significativas, determina situaciones, pero nunca implica la eliminación de alguno de los extremos de esa contradicción porque si así fuera, desaparecería como modelo del entendimiento cultural humano en la sociedad civil.

Cada autoconciencia que concurre a la relación social con otro, asegura la libertad del sujeto en la medida que reconoce a otra autoconciencia como libre y la acepta como su idéntica, como persona, como individuo independiente. De esta  manera es posible decir , que la desaparición de la violencia estatal por vía de la instalación de institutos jurídicos que limiten su existir , se define como improbable e inconducente y por esa razón, tal justificación debe ser negada por vía de la impugnación del Estado institucionalizador del poder burgués que debe ser superado por un orden social diverso que libere al hombre de esta alienación.

El término reconocimiento mutuo, designa una relación recíproca entre individuos, en la cual cada sujeto ve al otro como igual. Es el reconocimiento la garantía de la individualidad, pues sólo se es sujeto en la medida que exista otro igual que reconozca tal condición. Ese orden de situación y esa predisposición del sujeto deviene imposible dentro del orden burgués capitalista y por ende , su realización impone el imperativo de su superación .

Este entramado conceptual lleva a un espacio de evaluación que muchas veces no se tiene presente cuando se analiza porqué los sectores marginales de la sociedad, los oprimidos y en alguna medida los explotados, junto a los sectores medios empobrecidos de la sociedad traducen un asentimiento pasivo hacia sus propios verdugos en el proceso social de reproducción del capital.

Todos estos sectores, han quedado atrapados en esa dialéctica del reconocimiento por el amo del sirviente, buscando de modo consciente o inconsciente ser admitidos o receptados por los sectores económicos medio-altos y la burguesía en plano cultural, para lo cual se tranforman en voceros justificantes por consenso de un orden penalmente represivo, y económicamente explotador,  aún cuando la recepción no fuera de reconocimiento mutuo sino de construcción de la dialéctica fundacional amo-esclavo. Es decir, los sectores medios bajos, amenazados por la caída social en la pobreza, ideológicamente se identifica con los paradigmas culturales de sus dominadores aceptando primero por una inicial violencia y luego por consenso su rol servil que les mantiene vivo en el orden social existente.

Esta morfología de lo social no niega sino confirma la presencia constante, permanente y en diversos estadios de la lucha de clases. La acción militante de propaganda, no puede desconocer esa dialéctica constitutiva de lo subjetivo y su proyección hacia la definición concreta de la opresión. Por ese motivo su intervención hacia la clase trabajadora debe dejar en claro la necesidad de ruptura superadora de esa relación vital amo -esclavo, promoviendo por oposición la necesidad del reconocimiento mutuo de los bandos antagónicos. Ese instrumento, ese objetivo, es fundamento condicionante del paso de clase en sí a clase para sí respecto de la clase trabajadora.

La clase obrera debe enfrentar esa identificación de gran parte de los oprimidos con la visión y conformación que tiene que tener el orden social que difunden los burgueses opresores por los medios profusos que obran en su poder. Es necesario ser precisos a la hora de indicar  la gravitación necesaria del vasallaje inconsciente que se impone por vía de las herramientas ideológicas de formación de falsa conciencia, atacando sus bases materiales. No hay posibilidad de negociar, de acordar, de conciliar con esos sectores opresores que, deben ser desconocidos como eventuales aliados, combatidos y derrotados con los métodos de acción directa de masas, expropiando los grandes medios de producción, desconociendo toda la deuda externa.

No hay otro camino que confiar en nuestras propias fuerzas, que implica aceptación y uso de nuestros métodos de lucha y organización, en nuestra propia política obrera y la necesaria dirección obrera, que es la única clase que no tiene ninguna atadura con la gran propiedad y por ende está llamada a su emancipación por propias manos.

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