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TODO PRESO ES POLÍTICO. LA VIOLENCIA ESTATAL  A CIELO ABIERTO. Un ensayo político del intento de construcción del bonapartismo

Hasta este momento, continúan detenidos: Daniel Sica, Patricia Calardo Arredondo, Juan Ignacio Espinetto, Camila Juárez, Nicolás Mayorga, Saya Lyardet, Héctor Mallea, Cristian Darío Ferreira, Juan Pablo Colombo, María de la Paz Cerruti, Ramona Tocaba, Lucía Belén Puglia, Cristian Valiente, Facundo Exequiel Gómez, Gabriel Famulari y Roberto María de la Cruz.

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Si esta cárcel sigue así,
todo preso es político.
Obligados a escapar,
somos presos políticos,
reos de la propiedad,
los esclavos políticos……
¡En esta vieja cultura frita!
Vas apartando a golpes tus dolores
así, vas a ser el más premiado de la morgue.

¡Porque estás hundido en tu propia herida!

Te encanará un robocop sin ley
un crono-rock japolicía hecho en Detroit.

La gente decente es diferente
pero tu belleza empieza a abrirse paso
(Patricio Rey y sus redonditos de ricota).

La clase obrera y el pueblo argentino, en especial aquellos que han debido agruparse al ser excluidos de la economía formal por las políticas de los gobiernos que gestionaron el poder burgués desde el comienzo de esta siglo, han vivido los experiencias que por fuera de sus propias denominaciones que se circunscriben a la cuestión economicista, son esencialmente políticas, en la medida en que todos los casos, de modo experiencial y espontaneo lo que producen en definitiva son distintos grados de confrontación con el Estado en sí, entendido este último como la institucionalidad que ha generado la burguesía con forma jurídica y legitimación del uso de la violencia por detentar su monopolio .
Todos estos conflictos han sido de naturaleza política, aunque con distintas gradaciones por sus implicancias o significaciones y todos ellos, entroncan en la historia de nuestra lucha de clases, definiendo de modo empírico cuestiones relativas al poder que son esenciales para la mejor comprensión de los fenómenos por las masas trabajadoras argentinas.
El último eslabón de estas experiencias que ya se producen en forma de confrontación abierta a partir de las demandas que se cursan al poder burgués y su gobierno y la oposición discernida respecto de los instrumentos jurídicos de los que estos últimos pretenden valerse para asegurar la reproducción del capital y garantizar sus intereses , implicó la ocupación de calles en todo el país y la represión desatada por las agencias represivas siguiendo las direcciones de ese accionar que se le dieron desde las usinas del ministerio de gobierno.
De ese fenómeno específico de agresión violenta del Estado por sus organismos represivo y la reacción defensiva que pudo ensayarse, el poder burgués tomo fuentes para instalar un relato que ideologiza la situación y apela a categorías específicas del derecho penal para caracterizar lo dado, despojándolo de toda relación con la demanda que generaba la presencia de los que luchan, en las calles. Esto es, se instaló por vía de un nuevo discurso el problema del “terrorismo”, los “golpes de Estado” y la sedición contra la república, a sabiendas que desde este encuadre, las posibilidades defensivas en lo jurídico de quienes se encuentran privados de libertad se reducen por encontrarse enmarcados en otras leyes de ese mismo poder represor que se vale de tales circunstancias para considerar grave daño social colectivo lo que en definitiva no es otra cosa que el legítimo uso de la resistencia a los designios arbitrarios de una autoridad opresora.
Por este motivo y analizadas con estas perspectivas las situaciones dadas , corresponde prolongar la lucha del 12 de junio, con la versión de lucha actual que no es otra que la conflictividad por la libertad ambulatoria de los que hoy se encuentran privados de ella, denunciando el carácter del régimen político y los organismos que han instituido un castigo anticipado para los encarcelados, sin siquiera la celebración de un juicio previo, todo lo cual habla del desplazamiento de las formas jurídicas y los actos de gobierno desde el discurso liberal respetuoso de la libertades y garantías de los individuos hacia un régimen que reduce ellas al mínimo e instala un ejercicio del poder con la violencia como elemento central para el actamiento social de sus decisiones y el beneficio de la burguesía explotadora y opresora de conjunto. La cárcel, los tribunales penales, los gases lacrimógenos, las postas de gomas, los equipamientos tecnológicos de agresión que obran en poder de las agencias represivas, son los instrumentos del régimen que avanza hacia la consolidación del bonapartismo , doblegando por la fuerza toda posible resistencia .
Es necesario tomar la iniciativa para lograr las libertades que están en juego, como programa mínimo de toda acción militante pero también detenerse sobre estas experiencias, observar el comportamiento de las clases enfrentadas, y comprender en profundidad las particularidades del camino revolucionario en nuestra sociedad.
Con esos elementos, la joven militancia se ve en la necesidad de extraer las conclusiones que considere adecuadas para guiar sus acciones conforme al contenido objetivo del conflicto social tal como viene dado en la realidad y no en los discursos y relatos que se generan desde todas las usinas aledañas al poder burgués. Es esta, una apremiante responsabilidad de los obreros conscientes, y ella debe llegar a nuestras más amplias masas trabajadoras.
En otras palabras y como en su momento lo supo señalar Mario Roberto Santucho, junto al grito y la organización por la libertad de los detenidos y privados de libertad sin juicio previo , acudiendo a la figura aleatoria y arbitraria de la prisión preventiva, es necesario “aventar la espesa niebla del diversionismo ideológico esparcido por la burguesía y la pequeño-burguesía para ocultar esos aspectos fundamentales, para confundir al pueblo trabajador y desviar su lucha”.
En la sociedad capitalista una minoría privilegiada de explotadores y burócratas ejerce su dominación de
clase sobre la inmensa mayoría del pueblo. Es sabido que en el gobierno se turnan ciertos políticos y ciertos militares, ligados todos de una u otra manera a las grandes empresas, a la oligarquía terrateniente y al imperialismo y ellos mismos grandes empresarios proimperialistas.
La burguesía de conjunto se sirve de dos sistemas principales, el parlamentarismo y el bonapartismo militar. Ambos sistemas utilizan combinadamente el engaño y la fuerza para mantener la hegemonía de la burguesía. Cuando uno de los sistemas se ha desgastado y las masas muestran de mil formas su activo descontento, los capitalistas, oligarcas e imperialistas recurren hábilmente al otro
sistema.
El parlamentarismo es una forma enmascarada de dictadura burguesa. Se basa en la organización de partidos políticos y en el sufragio universal. Aparentemente todo el pueblo elige sus gobernantes. Pero en realidad no es así, porque como todos sabemos las candidaturas son determinadas por el poder del
dinero.
Como decía Lenin*: «Decir una vez cada tantos años que miembro de las clases dominantes han de reprimir y aplastar
al pueblo a través del parlamento; tal es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués»1 . Este carácter fraudulento, engañoso, de toda elección y todo parlamento no quita que la clase obrera deba ingeniarse para dar pasos de avance revolucionario en determinados procesos electorales, no quita que la
clase obrera deba ingeniarse para intentar utilizar el parlamento con fines revolucionarios.
Una política revolucionaria debe saber utilizar todo tipo de armas, incluso aquellas que han sido creadas y son usadas con ventaja por la burguesía como el parlamentarismo, para avanzar en la movilización de masas, para introducir la crisis, la división y la desorientación en las filas enemigas.
Pero un grave error sería creer que a través de elecciones es posible encontrar algún tipo de soluciones a los problemas de fondo de la clase obrera, del pueblo y de nuestra patria. La burguesía pro-imperialista argentina desgraciadamente ha conseguido varias veces despertar esperanzas en nuestro pueblo sobre la posibilidad de producir importantes cambios mediante un proceso electoral.

la otra forma de dictadura burguesa, muy utilizada por los explotadores argentinos, consiste en asentar abiertamente el gobierno sobre las agencias represivas del Estado y sus servicios de inteligencia direccionado por un centro político concentrado en la figura de quien ejerce el espacio del poder ejecutivo respaldado en sus decisiones liminares por el partido judicial con sus jueces y fiscales de todo pelaje.
La gran diferencia históricas, es que en nuestros tiempos se rompe la tendencia de dotar de esa tarea a las fuerzas militares. Lo actual y por eso lo confuso del panorama, emerge de un proceso electoral en el que no hubo proscripciones , donde en definitiva se eligió precisamente quien iba a personificar este necesario tránsito que la burguesía debe hacer desde la democracia formal al bonapartismo liso y llano.
El bonapartismo que ha surgido con tendencia creciente a materializarse en nuestro país ha sido presentado con habilidad como una intervención política destinada a terminar con la política y sus signos de a terminar con la corrupción y la injusticia, solucionar los problemas del pueblo por vía de terminar con los sujetos de esa vieja política y a sanear la vida económico-social de la nación tras un ineludible y doloroso proceso de ajuste económico.
Naturalmente que entre estos dos sistemas no hay una muralla infranqueable, en la medida en que democracia y bonapartismo no son otra coas que formas de dictadura capitalista que se entrecruzan y se combinan y que a veces el paso de una a otra se da en forma gradual. No ocurre esto en el fenómeno actual en tanto el poder burgués está urgido de este segundo formato, al que ha decidido políticamente como la manera que debe tomar cuerpo institucional la explotación y opresión en momentos estructurales de crisis de reproducción del capitalismo a nivel local y mundial, en un orden visiblemente amenazado por guerras y convulsiones sociales.
“La razón fundamental por la que, pese a la enérgica lucha de nuestro pueblo, las clases dominantes no han visto peligrar su dominación política ha sido la ausencia hasta el presente de una opción revolucionaria de poder que permita a las masas una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista”. Este texto resulta el legado de Santucho y los revolucionarios. Ellos con su enseñanza puesta en cuerpo, vida y muerte, golpean a la puerta de los que luchas y no lloran , para reparar en estas directrices estructurales, sin las cuales el humo de los gases seguirá nublando nuestros ojos y bloqueando nuestras ideas.

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