Nuevo Curso

Muerte televisada.

Si hay que buscar un momento de la historia donde fijar un mojon de inicio de la cultura de la imagen, eso es prácticamente imposible porque los experimentos fueron variados hasta que esta sociedad de las apariencias donde vivimos comenzó a tomar paradójicamente realidad.

Sin embargo, la muerte de Juan Domingo Perón puede ubicarse dentro del período de sospecha de ese punto de largada. Todo lo relativo al fallecimiento, es decir su descenlace, las esequias e incluso los avatares de su sepelio están rodeados como reflejo siniestro de lo que fue su vida cambiante , de importante oscuridad.

Lo cierto es que un 1 de julio, no se sabe si realmente fue esa la fecha de la muerte, la noticia del deceso vino televisada, envasada, guionada desde los labios de Isabelita, que para no desentonar no se llamaba así, y nunca se difundió porque se hacía llamar así.

Todo opero en un contexto de música sacra, que acercó ese genero a la población doliente por varios días, siendo la base y lo único que por un medio de comunicación blanco y negro , se pudo receptar en esos días. Solo hubo ruptura del concepto centrado en el llanto y la escenificación de un país quebrado por una muerte, para dar a la pantalla la escena deportiva de nuestro seleccionado de futbol jugando sin chances en el mundial frente a la que también luego fallecería Alemania Oriental.El interes por ver el partido, no pudo superar el dolor de la desaparición de Perón, pero hay que recordar que por entonces jugaban con nosotros y no existía el respeto comercial que hoy tiene la mercancía  Messi -Argentina para la multinacional FIFA. Eran tiempos de centralismo Holandés y Aleman . Todo desde el hoy , tiene un fuerte olor a naftalina, y a estudio de la superficie de marte, para  nuestros jóvenes.

El formato de exhibición de la muerte de Perón, distorcinada y vendida como relato a sus seguidores y adversarios tuvo un momento liminar para exhibir a un Ricardo Balbín por el siempre acomodaticio   partido Radical en un discurso de despedida, que inauguraba el período de la corrección política , hablando de adversario y amistades, con lo que sepultó por hipócrita dos conceptos llevados a valores por aquella sociedad. Después de esto , empoderado como suplente que ingresa a la cancha reemplazando a un lesionado, este despreciable sujeto, cambió el rostro, mostro sus dientes y en días posteriores trató de terminar la tarea de exterminiio que había iniciado el cuerpo que ocupaba el cajón y adhirió con fervor al somatén del peronismo a sus jóvenes que dejaban de ser la más maravillosa música, para convertirse de ahí y para el resto de los días en chiquilines imberbes . guerrilla industrial, a los que había que liquidar .

La preservación desesperada de Perón como imagen viviente puso de manifiesto cuanto se podía hacer desde un medio de comunicación y abrió las  puertas a la profundización de la tarea liquidatoria, anunciando a la vez el fin del fordismo y la sociedad industrial disciplinadora que “el general” presuntuosmanete había llamado comunidad organizada

La mediación entre las llamadas fuerzas del capital y del trabajo llegaba a su fin de la mano del fusil del ejercito argentino y los grupos parapoliciales generados desde el peronismo.

La nacida sociedad de la imagen pudo servir pese a sus carácter rudimentario a sucesivas versiones peronistas sin Perón , gestadas a cada demand de las urnas y necesidades del poder burgués para mantener esta sociedad opresiva y explotadora.

En las facultades de ciencias sociales y las agencias cuturales del reformismo academicista se aportó a la escena ponderando la realidad de uno , dos , tres y cuatro relatos peronistas que funcionalmente concurrieron a mantener vivo el formato, con bombo y marchita pero a denunciar en todos los casos con las palabras que resutaren mas convenientes que todo eso significaba la extensión de una agonía que terminó emparentándose e identificándose lisa y llanamente con la agonía del orden social capitalista que lo tuvo por décadas como el partido del poder burgués Estatal.

Hoy puede verse cumpliendo tareas de gobernador con camiseta peronista de bombo y marchita  a un sujeto que supo ser considerado como un profundo conocedor estudiantil de los  Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política de Marx, que pueden presentarse como una suerte de  recopilación de anotaciones de Karl Marx escritas entre finales de septiembre de 1857 y noviembre de 1858 congregando un ensayo de crític a la economía política de aquel tiempo en las que Marx desarrolló los fundamentos y detalles de su teoría del valor. Es esa imagen la que sale a la cancha nuevamente con bombo y marchita para dar cuenta con el manual Keynesiano aggiornado, que el capital agoniza y que su más importante defensor nacional yace sin capacidad alguna de revertir su deceso político.

A los que albergan esperanzas en frentes políticos populares con este relato de los guardianes de la tumba de Perón, habrá que recordarles que la sociedad de la imagen no ha cerrado un período de nuestra existencia y se empeña en ubicar al peronismo en la escena, pero la realidad da cuenta de nuevas generaciones de trabajadores que ignoran y por ende no desean comunidad organizada alguna, pues han comprendido experencialmente que la sociedad es de clase y que no puede armonizarse el capital con la fuerza de trabajo. Por el momento el sustituto ideológico es el individualismo, el utilitarismo mercantil, pero la tendencia a la reorganización y desarrollo de una política de clase autónoma del poder puja por emerger desde las condiciones objetivas que generan las contradicciones capitalistas  y no por un lugar en la imagen de Isabelita llorando a moco tendido.

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