En el día de ayer, viernes 26 de junio se congregaron miles de trabajadores en Plaza de tomando como referencia convocante al sindicato de los obreros del neumático, es decir, a los trabajadores de Fate, Bridgestone y Pirelli (Sutna) ,ocasión en la que quienes concurrimos nos manifestamos contra los despidos y la flexibilización laboral, que toman cuerpo específico en la realidad marcada por una ofensiva de la patronal, signada por la constatación de que ,el capitalismo en su etapa de descomposición definitiva no solo no puede garantizar los derechos que consagra la Constitución sino que se consolida desde instrumentos institucionales del Estado que instrumenta su poder, para eliminarlos completamente.
En ese contexto, los instrumentos legales que emplea el poder burgués, vienen a garantizar mejores condiciones de explotación para los capitalistas, la entrega de las empresas y recursos del país. Desde la llamada ley base, se opera sobre la relación productiva fundante entre capital y fuerza de trabajo, con la cual tanto empresarios, como el gobierno en su rol de patronal, buscan tener garantizado condiciones laborales y salariales a la baja, además de la libertad para despedir sin costos.
Sin embargo, lo sucedido en el día de ayer , deja a los concurrentes sumidos en un espacio abierto sin definición en tanto todas las intervenciones de los oradores, abogaron porque las centrales sindicales convocaran a un nuevo paro nacional, reconociendo su debilidad para impulsarlo por sus propias fuerzas y para dar nueva viabilidad a lo planteado como diagnóstico social sensiblemente concentrado en los despidos y la expulsión de masas de trabajadores a la vulnerabilidad propia de la población económicamente sobrante.
La desocupación según se puede ver incluso en cifras oficiales, ascendió al 7,7% en el primer trimestre ya que el registro anterior marcaba como guarismo el 5,7%. Ese frio número en porcentajes no dice mucho si no es que se lo relaciona con otro que mide esos porcentajes, afirmando que el desempleo, afecta a 1,7 millones de personas en todo el país, a los que debe sumarse a aquellos trabajadores “subocupados” o en situación de informalidad o trabajo ocasional, que según el Indec son un 10,2%.
Estos cálculos reflejan muy parcialmente el problema de la desocupación porque se calculan sobre una población económicamente activa de 14,2 millones de personas sobre un universo de 29,6 millones (48%), esto quiere decir que más de la mitad no buscan trabajo, mostrando una desocupación crónica, estructural, que viene creciendo desde hace muchos años y se agrava en estos últimos meses.
De los 13,1 millones de trabajadores ocupados 9,8 millones son asalariados y del resto la mayoría son “cuentapropistas”. La gran mayoría de los monotributistas son trabajadores precarizados, sin cobertura médica.
Más allá del rigor de estos datos, lo cierto es que con lo actuado por los operadores gubernamentales del poder burgués la tendencia es a su agravamiento en el segundo semestre del año si se tiene presente además los cierres crecientes de empresas.
En el primer semestre del año se han sumado más de 300.000 nuevos trabajadores desocupados. En los primeros 4 meses del año se cerraron 340.000 cuentas bancarias donde se acreditan los sueldos.
A la desocupación y subocupación hay que sumar decenas de miles de trabajadores suspendidos por la fuerte caída de la producción. Y la nueva tanda de trabajadores del Estado que están siendo despedidos como parte del ajuste.
La desocupación se ha convertido en el principal problema para la mayoría, aún más que la inflación.
Como reflejo necesario de esta objetividad, se conocen cifras que dan cuenta que en el primer trimestre de 2024 la pobreza afectó al 55,5% de la población, mientras que la indigencia aumentó al 17,5%.
En ese mismo orden de ideas, si tomamos como referencia el costo de la canasta familiar, que incluye el costo de los alquileres y otros rubros no incluidos dentro de la canasta básica, los guarismos proporcionados crecen y se proyectan hacia el segundo semestre del año con tendencia a su incremento, desnudando un escenario de miseria cultural próximos a una existencia de pura sobrevivencia.
“La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional” es el título que se le dio a un programa de acción votado en el congreso fundacional de la Cuarta Internacional en septiembre de 1938, elaborado principalmente por León Trotski.
Una de sus tesis constitutivas afirma que:
” La premisa económica de la revolución proletaria ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le sea dado alcanzar balo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer. Las nuevas invenciones y los nuevos progresos técnicos no conducen a un acrecentamiento de la riqueza material. Las crisis de coyuntura, en las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera del Estado y mina los sistemas monetarios vacilantes. Los gobiernos, tanto democráticos como fascistas, van de una quiebra a la otra.
La burguesía misma no ve una salida. En los países en que se vio obligada a hacer su última postura sobre la carta del fascismo marcha ahora con los ojos vendados hacia la catástrofe económica y militar. En los países históricamente privilegiados, vale decir, aquellos en que pueden aún permitirse el lujo de la democracia a cuenta de la acumulación nacional anterior (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos) todos los partidos tradicionales del capital se encuentran en un estado de confusión que raya, por momentos, con la parálisis de la voluntad…”
Esta afirmación gira en torno de una caracterización de la época de la publicación de ese documento (1938), que como puede apreciarse de la lectura de lo transcripto reconoce semejanzas objetivas con el presente, pero a la vez permite identificar ambos momentos alrededor de una indicación analítica determinante: “La situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado”
Sin embargo, siendo la labor que marca el conocimiento con certeza del fenómeno que se verifica en el conflicto social actual, del que da cuenta la movilización de la víspera, necesariamente basada en cuanto acontece en el conflicto social abarcado por la ley histórica de lucha de clases , lo pertinente no es concebir los fenómenos sociales emergentes y su realidad, bajo la forma de objeto o de contemplación, sino añadir a ella cuanto determina la experiencia práctica que remite a la incidencia sustantiva en todo lo dado del factor subjetivo, que esta contenido expresamente en el problema de la dirección de quienes toman la tarea de la militancia política transformadora y superadora del orden social capitalista.
La convocatoria a plaza de mayo dejó ver, pese a los límites que hemos puntualizado, que, sin embargo, la clase obrera, como actor social pugna por su vanguardia asumir un rol protagónico, que además verifica la participación de un sector de su juventud con posiciones más radicalizada que pugnaba por el cambio social de manera espontanea y por la significación de su participación en búsqueda de solución para sus acuciantes problemas.
De esta manera es que corresponde detenerse en la puntualización de la vigencia de dicha tesis, en tanto significa un imperativo militante para el activo humano que encarna la construcción de la vanguardia de los trabajadores, por la particular situación que expone, en ese plano de la lucha de clases en Argentina.
La puntualización de la crisis de dirección en la lucha sostenida en un contexto de crisis de reproducción del orden social capitalista , se dirige significativamente a señalar como objetivo, un cambio de paradigma en las concepciones, tanto sobre las formas organizativas de las estructuras políticas revolucionarias como también, en los esquemas de movilizaciones imperantes, que por su desenvolvimiento específico en lo que lleva del año, están mostrando un tope del que no se advierte la forma de su superación , objetivo que no puede ser logrado exclusivamente con un planteo a la dirigencia que ocupa los sindicatos y organizaciones obreras de masas a la convocatoria a un nuevo paro nacional.
Hay en este sentido la exhibición constatable de las carencias que tiene hoy el discurso peronista en las propias bases de las organizaciones sindicales, bien que oprimidas por los mecanismos burocráticos que despliegan sus dirigencias, que también se nutren del temor fundado hacia la posibilidad de caer en desempleo.
Todo este contexto marca como prioritario el debate en las bases de la vanguardia militante , por fuera del aparato dirigente tanto de las organizaciones sindicales, las organizaciones sociales que se han dado en la población económicamente sobrante y los aparatos de los partidos del FITU y sus satelitales respecto de la forma de establecer relación entre una estructura política de vanguardia con respecto a las masas y el debate en torno al sujeto revolucionario que afronta de modo relevante la
tarea y el objetivo de la transformación social, que incluye necesariamente una definición sobre la violencia política, teniendo presente la violencia cotidiana que el orden capitalista y su institucionalidad descarga sobre las masas.
La lucha por el poder obrero y por el socialismo es inseparable de la lucha contra el populismo y el reformismo, siendo ese objetivo lo que destaca la tarea de propaganda centrada en la necesidad histórica de superación del orden social impuesto por la burguesía dominante.
En el mismo sentido, para establecer las bases de una estrategia de poder, es fundamental que ese debate necesario en función de las acciones futuras desde las ya realizadas, hay considerar las condiciones que abarcan la situación económica, política y militar de conjunto: en el mundo, y en el país.
En ese mismo plano es importante advertir una cuestión necesaria emergente de la experiencia recorrida en particular desde 1982 a la fecha centrada en la tesis según la cual las masas de trabajadores explotados y oprimidos espontáneamente se orientarían hacia el socialismo y construcción del poder obrero aceptando en esa tendencia el liderazgo de algún partido político preconstituido con un programa o un frente de partidos armado con fines electorales y obtención de cargos parlamentarios en el Estado.
Es cierto que la actual coyuntura coloca a los sindicatos como elementos principalísimos de aglutinamiento, pero eso no desmiente la necesidad de construcción política de una organización revolucionaria que ocupe el papel fundamental de motor y dirección de la revolución. La historia de la lucha de clases exhibe con exceso el error de considerar a cada fábrica una trinchera y cada lucha sindical, economicista como una instancia decisiva excluyente en el desarrollo de la lucha de clases. Lo cierto por su objetividad es que, el trabajo sindical en un puñado de fábricas, aunque resulten de la mayor concentración obrera en el mejor de los casos, no que permite a un pequeño partido autoproclamado y con eje en la preservación de su estructura aparatista, encaramarse por sobre las masas trabajadores. Las organizaciones sindicales de masas (CGT- CTAs) son relevantes en todo el país, pero sus conducciones dirigenciales burocratizadas obstruyen esa pretensión.
Centrar los esfuerzos en las organizaciones sindicales, y en particular en las estructuras fabriles es tarea necesaria e ineludible, especialmente en las grandes fábricas, para no hacer de la huelga general una proclama y un recurso retórico, pero hoy no resulta suficiente atento la incidencia que tiene la forma de prestación de la fuerza de trabajo en el mercado. De la necesidad de intervención en las comisiones internas y cuerpos de delegados y asambleas no corresponde hacer un fetiche sino un espacio de apropiación de lo real y de comprensión del nivel de maduración de esa vanguardia obrera natural.
Cada conflicto sindical y por ende puramente economicista por ese nivel de pretensiones no puede transformarse en el escenario de una batalla a todo o nada toda vez que las posibilidades del éxito de esa lucha son limitadas en tanto no se extienda a otros sectores de la clase en sí y no engarce con demandas políticas generales de cuestionamiento del orden social capitalista.
La propaganda y la agitación revolucionaria no centrada en el carácter autoproclamatoria de cualquier organización sino en el objetivo estratégico de construcción del poder obrero y desde esa institucionalidad el socialismo entendido como nuevo orden social son esenciales
La actitud de todos los sectores que componen la clase obrera en sí, por su objetiva situación en las relaciones de producción capitalista, hacia la lucha de clases está determinada por la ideología dominante en ellos. Si esa ideología como se da hasta la actualidad, se reconoce en expresiones que implican conciliación de clases con sectores de la burguesía, cuanto sucede es que la militancia se ven más tarde o más temprano, limitadas, embretados por el chaleco de fuerza de esa ideología y su existencia reducida a un furgón de cola de aquella.
Es imperativo, dar con franqueza la lucha ideológica en favor del programa socialista en todos los frentes de movilización que se generen desde la clase trabajadora en sí y no desde los que se pretenden imponer desde fuera por la elucubración de algún dirigente encaramado en los aparatos de la cooperativa electoral FITU y sus satelitales.
La crisis de dirección revolucionaria, es la razón fundamental por la que pese a la lucha de la vanguardia obrera abierta a convocatorias como la de la víspera, no se conmueve en esencia las acciones de los operadores políticos de las clases es la ausencia hasta el presente de una opción revolucionaria de poder que construya con la clase trabajadora en sí, hacia donde dirige sus esfuerzos, de una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista.
El imperialismo, el capital financiero continua sometiendo a la clase trabajadora al saqueo y la explotación en sociedad con la burguesía local y sus gobiernos. La forma jurídica del poder burgués es la democracia republicana donde el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes electos en procesos electorales farsescos.
Todo esto es posible en gran medida por la complicidad directa de la burocracia política, sindical y social centrada en un relato peronista que se agotó y fue derrotado en el curso del operativo electoral del 2023
Ninguna política de corte economicista y sindical, con objetivos parlamentarista y prácticas de cretinismo parlamentario destinada a la acumulación electoral, es el camino a una construcción superadora en favor de la clase obrera, del conflicto social.
Estas constataciones reclaman en sentido inverso el planteo de lucha y organización por el poder obrero y el socialismo y la construcción de un nuevo orden social.
NUEVO CURSO