Nuevo Curso

EL FIN DEL I.N.A.D.I . UN GIRO SIGNIFICATIVO EN LA DOMINACIÓN BURGUESA

En esta semana que se encuentra en curso, se produjo formalmente el cierre definitivo del Instituto Nacional Contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (INADI) mediante la publicación en el Boletín Oficial de un decreto que dispuso su extinción como organismo. Esto sucede luego de meses de recortes presupuestarios y despidos masivos que desarticularon por completo políticas promotoras de inclusión, derechos e igualdad para los sectores más vulnerados de nuestra sociedad.

 Una de las cuestiones fundamentales que la ideología del poder burgués dominante incrusta en la formación del sentido común de las masas trabajadoras es la equivalencia entre las personas como sujetos abstractos de derechos, que con forma jurídica se expresa a través del principio de igualdad ante la ley.

Esto significa en reducidas cuentas la instalación como verdad no sujeta a cuestionamiento y basamento de otros discursos correlacionados, que los seres humanos considerados como personas desde las declaraciones jurídicas, son a la vez equiparadas por una sola condición política equivalente, que es la situación de ciudadano.

Nótese que en la mayoría del patrimonio discursivo de la cooperativa electoral parlamentarista FITU y sus satelitales, no reniega sino que sostiene por reproducción ficcional este embuste de etiqueta, en la medida en que lejos de generar propaganda política desde la clase trabajadora, lo hace prioritariamente desde el sentido común gestado desde la ciudadanía e indiferenciando a quienes se dirigen por la compulsión a la captación del voto que les impone su necesidad de construir poder formal desde el acceso a las bancas donde aspiran a extender su condición de izquierda del régimen instalando aún en siglo XXI la necesidad de una revolución democrática en nuestra sociedad, leída como etapa previa y necesaria a cualquier otro tipo de planteo de poder orientado a la construcción de una nueva sociedad, con nuevas relaciones de producción por vía del poder obrero y su dictadura de clase.

Con esto, la ideología dominante que ha consolidado la burguesía desde su poder institucionalmente consolidado en el Estado  bajo forma republicana y forma de gobierno con esquemas de democracia formal indirecta , donde el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes previamente electos, apela a la idea de ciudadanía admitiendo sobre esta esencia abstracta cualquier adjetivación , pero   ocultando el posicionamiento desigual de las personas en las sociedades de clases y las relaciones de producción que las contienen.

Puntualmente y tras la escena de la “ciudadanía” se oculta la premisa que ha dejado desarrollada Carlos Marx, diciendo que, en la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.

Ese rol del mito ciudadano que se emparenta con la venta continua y permanente de ilusiones democráticas, necesita para su sobrevivencia hacer pensar y convencer respecto de un extremo fundamental, que es la falsa conciencia y representación falsa de lo verdadero contenida en la afirmación de que la tenencia de dinero como expresión de riqueza, produce de por sí más riqueza y por ende más dinero. Eso equipara en la valoración social a quienes lo detenta sin aludir a la forma en cómo se hacen del dinero y cual es el empleo que le dan. La única relación de poder Estatal sobre el dinero en manos de los particulares que lo detentan es la tributaria, que por tal es parcializada y fácilmente de evasión en la medida en que el control del poder Estatal corresponde a esa misma clase social y los operadores políticos seleccionados obran en función de tales premisas.

 Es por esta razón que el «fetichismo de la mercancía», aparece en paralelo con otro fenómeno de igual sentido, que impregna toda la sociedad moderna, que es la «mistificación del dinero y este a su vez se encubre por utilización institucional de la categoría abstracta ciudadanía que hace las veces de puente necesario para la formulación del principio jurídico de igualdad ante la ley, actor instrumental y funcional de la nivelación abstracta entre los seres humanos que requiere el orden social capitalista.

Las cosas, según Marx, presentan características sociales propias del orden de sociedad capitalista, que obligan a considerarlas como mercancías. En cuanto tales y por así serlo, las mercancías no solo nos ocultan las relaciones sociales de producción, sino que las organizan al tratarse del nexo con las personas que requiere de unas mercancías especial que es el dinero. Por lo tanto, las cosas representan en todos los casos el producto del trabajo social.

Sin embargo, como señala Mandal, el fetichismo de la mercancía no ha de entenderse únicamente como una prisión que utiliza la ideología para encarcelar en una construcción falsa de conciencia a las personas, quienes creen enfrentase a meros objetos cuando en realidad se encuentran frente a relaciones sociales de producción capitalistas constitutivas de la sociedad de clases en la que nos desenvolvemos que es a la vez el teatro del conflicto social entre ellas.

Desde este último posicionamiento, el dinero es, en definitiva, una creación social., que surge desde las mismas contradicciones que encierra la mercancía en cuanto unidad inmediata de valor de cambio en tanto encarnación del trabajo social abstracto.

La expresión “el dios dinero” se basa en extractos de un capítulo de la obra” Manuscritos económicos y filosóficos” donde se remarca el poder de esa particular mercancías.

Es necesario frente al fenómeno descripto , la emergencia desde la vanguardia de la clase trabajadora la emergencia de una herramienta crítica y comunicativa para cuestionar el desenfreno consumista promovido por las economías de mercado, que no puede ser solamente negacionista e impugnadora sino que requiere fundamentalmente de la instalación como paradigma de la necesidad de un nuevo orden social sostenido por nuevas relaciones de producción diversas de la contenida en la que surge del vínculo entre el capital y la fuerza de trabajo.

No basta el simple ataque formal contenido en un discurso, hacia mentes entumecidas por el poderío del dinero abarcadas por la categoría política de “ciudadano”, donde toma cuerpo el espíritu de la igualdad ante la ley y su aparente nivelación del todo, en el contexto de los desarrollos contemporáneos, donde la propagación de la avaricia a escala global casi ha conducido a la muerte de los bienes comunes.

Ciudadanía remite a la palabra nivelación, que, a su vez, reputa una abstracción, no pasible de encontrar realidad sino por la democracia formal.

 Nivelar es un algo que lo abarca todo, pero es nada. Desde 1983 se produce una mutación paradigmática donde la multitud, ocupa el lugar de prevalencia en busca de ilusiones democráticas que requieren del concepto de ciudadanía social y Estado social de derecho. Ambos hoy han sido remitidos al estadio de la caducidad social por efecto de la crisis capitalista en sus dificultades significativas de reproducción

La  agonía de la nivelación de la multitud , por vía del principio de igualdad ante la ley y la idea de ciudadanía en una estructura política democrática y parlamentaria , es el punto radical del cambio social impuesto desde el poder burgués por la actual gestión de gobierno , Comprender ese fenómeno en todos sus componentes materiales y ver en el mismo la consecuencia necesaria de una reformulación de la relación capital -fuerza de trabajo y la prevalencia del capital financiero en nuestra existencia como trabajadores . Es en este contexto que el gobierno se dice el actor de la lucha contra el Estado y simboliza su empeño con el uso de una motosierra. Es esa falsa conciencia de lo real, fogoneada desde el alfonsinismo hasta el presente la que ha perdido entidad. Apostar a las diferencias y la exaltación por la equiparación abstracta en la forma jurídica, es hoy un trabajo estéril en términos políticos si no se conecta esa diferenciación a la posición objetiva de clase en la que se desempeña cada ser humano y no se proyecta como su superación la destrucción de toda sociedad de clases y el poder Estatal en que la dominación de una sobre otra se explica por la legalidad del uso de la violencia que esa institucionalidad le otorga.

La totalidad de las apariencias que dominan la conciencia cotidiana espontánea de los trabajadores es lo que debe ser vencido y su superación corporizada en el plano de conciencia de la vanguardia de clase. Es ese el sentido estricto y actual que pone como imperativo la construcción clasista de la realidad, exhibiéndola a las masas como la vía socialista necesaria para la superación de las penurias emergentes de la explotación capitalista.

El fetichismo de la mercancía y la mistificación del dinero como generador por sí mismo de riqueza son artífices ideales de la construcción de la actual concepción de la realidad abstractamente apuntalada en la relación política mando -obediencia por la figuración abstracta de la noción de ciudadanía y la pretensión de una igualación social que emerge del discurso reformista corporizado en la izquierda del régimen.

L a denuncia de estos fenómenos pone en acto la vigencia de la lucha política obrera, por la construcción necesaria de las herramientas propias del programa socialista, que hoy de manera inversa resulta denostado por el poder burgués específico, anclado en el gobierno y el parlamento y omitido por los grupos organizados que ocupan el lugar de la izquierda del régimen.

Estas dimensiones de la intervención ideológica de la clase dominante son las que necesitan ser publicitadas en la propaganda política de la vanguardia de los trabajadores a través de la difusión de las premisas fundacionales del programa socialista y su operatividad por vía de la actividad militante y dirigente de una organización política revolucionaria que cuestione los basamentos mismos del orden social emergente del poder burgués para su superación.

Nuevo Curso