En Córdoba y mientras los instrumentos informativos que operan en nuestra sociedad ocupan sus espacios con las incidencias de la denuncia por violencia contra su persona realizada por la que fuera compañera del ex presidente saliente tras cumplir su período de mandato el 10 de diciembre de 2023, indicando a este como el sujeto activo de esos presuntos comportamientos y a la vez se expandían en paralelo las respuestas de género relativas al “derecho” que tiene una persona a ser golpeada con autorización legal por otra en un ring, en el contexto de juegos olímpicos que otorgará medalla y dinero a quien fuese más y mejor golpeador, fue asesinada Susana Beatriz Montoya, quien en su momento fue esposa del secuestrado y desaparecido en 1979 Ricardo Fermín Albareda por órdenes de Benjamín Menéndez, todo lo cual remitió su deceso al recuerdo de aquella circunstancia trágica.
Hacía meses que Susana Beatriz Montoya y su familia venían recibiendo amenazas de muerte, que permite pensar que esas promesas de daño futuro, pasaron al acto con las circunstancias relativas a su asesinato
Todo esto ocurre, cuando las características del régimen político que con personal electo, asume el gobierno de la sociedad en gestión directa y funcional del interés de la burguesía dominante tienen directa relación con los obstáculos que el orden impuesto por el capital tiene para generar con simple consenso popular sus mecanismos de acumulación y reproducción.
Es esa crisis que tiene carácter específico en nuestro país, pero que responde a un agotamiento de ese modo de producción mundializado ,que deja ver la existencia creciente de guerras comerciales y acciones bélicas en diversas zonas del mapa mundial por los estados, la que impone un nuevo modelo de intervención que exhibe a la democracia como lo que es, es decir, un modelo de dictadura de clase impuesto por los efecto de lograr el voto en elecciones farsescas periódicamente impuestas a la población por dispositivos legales .
Ese dispositivo vacío y hueco, tantas veces exaltado y distorsionado ideológicamente como valor intocable, dada la diferencia que dice con tener con referencia a las prácticas genocidas desarrolladas por los regímenes de facto y militarizados, no hace otra cosa que mostrar su realidad sin eufemismos ni venta de ilusiones democráticas. El propio titular del ejecutivo dice que ha llegado para “destruir el Estado” , que puesto en criollo significa no otra cosa que un “adios a las formas políticas “ y la utilización del empleo abierto de la violencia en todas sus manifestaciones contando con la legalidad del régimen otorgada por el sistema jurídico que se desenvuelve abiertamente hacia el dominio hegemónico de la burguesía dominante sin intervención legitimante de las masas reducidas solamente al rol pasivo de victima y espectador de esas acciones.
El capitalismo en descomposición muestra que la única respuesta a su supervivencia es aumentar los niveles de explotación que sólo pueden realizarse ajustando la visibilidad del poder en sus manifestaciones más violentas y recuperando la intervención directa de las agencias represivas del Estado.
El asesinato de Susana Montoya es una expresión de ese uso selectivo de la violencia sea esta motorizada directamente por personal de las agencias represivas del Estado o de quienes por fuera de esa institucionalidad igualmente se sirven de ella dejando de ser mano de obra desocupada como tristemente se las supo identificar en nuestra historia más reciente, por los propios operadores de la política burguesa..
En este contexto social donde el capital y su sujeto, la burguesía se defiende atacando y como esas “actividades criminales” como cualquier acción de poder de clase requiere de una instrumentación material que reconoce vilmente una relación de costos, es que desde la gestión del ejecutivo se han recuperado los fondos reservados de la SIDE
En este contexto es necesario construir y sostener la herramienta de unidad de la clase trabajadora en sí que es el frente único de los trabajadores , tarea organizativa que implica en igual momento que la vanguardia se organice en iun partido de clase, genere política obrera y programa de acción para oponerse a las acciones concretas del enemigo de clase y presentar como alternativa el programa socialista de construcción de un nuevo orden social por acción del poder obrero
La ubicación de la investigación de las incidencias causales específica que derivaron en la muerte violenta de Susana Beatriz Montoya dentro de las estructuras y actividades procesales del poder judicial predispuesto constitucionalmente por la burguesía abriga la tendencia creciente a considerar con rigor racional que esta institucionalidad cerrará filas con el empleo de su larga y dilatada trayectoria de enturbiar, lentificar y oscurecer lo dado , para que el esclarecimiento del caso resulte posible y eficiente para imponer las responsabilidades que de el se derivan para los autores materiales , como ya ocurriera en los casos de Julio Lopez, Rafael Nahuel, Santiago Maldonado , Facundo Molares y todas las demás personas que han sido asesinadas o desaparecidas en democracia durante los últimos cuarenta y un años.
Desde el primer momento de la intervención del Estado en el hecho se dice que Susana Beatriz Montoya quien tenía 74 años fue hallada sin vida el viernes en su casa sin que la puerta de ingreso estuviese forzada y haciendo constar que había pintadas de inscripciones amenazantes con lápiz labial.
Es a partir de esas inscripciones que la investigación del deceso se orienta hoy a imputar al hijo de Montoya por similitudes de su personalidad escrituraria con los mentados mensajes amenazantes y otros indicios que según el fiscal actuante resultarían contundentes. De ser así , habría que advertir que todo el sistema ,de investigación de delitos de la provincia de Córdoba ha denunciado su ineficacia, y no ha evitado una muerte , ya que la primer leyenda amenazante se remonta al mes de diciembre pasado y si es verdad que el texto habría sido hecho por el hijo de Montoya, lo cierto es que con la celeridad de esa prueba, el mismo debió ser imputado en aquel entonces, pero como lo muestran los hechos nada de eso sucedió por aquellos días.
El informe preliminar de la autopsia sobre el cuerpo de Susana Beatriz Montoya, asesinada en su casa de Córdoba, determinó que el traumatismo de cráneo, provocado por un fuerte golpe en la cabeza, combinado con una asfixia mecánica por estrangulamiento, fueron las causas de su fallecimiento.
Dadas así las cosas, las circunstancias del caso no dejan de advertir sobre la fragilidad con la que la militancia mecánica y rutinaria maneja estos hechos, y la forma en los que los visibiliza y sobre todo las maneras en que en lo cotidiano establecen sus vínculos y sus actividades, que no se compadecen en ningún caso con la naturaleza del régimen de gobierno y la dominación de clase a la que estamos sometidos. La cultura de la imagen, la búsqueda afanosa de votos para mantener bancas parlamentarias donde desenvolver su cretinismo, ciegan en la premura por encontrar relaciones que habiliten ese tipo de discursos oportunistas.
Este es un Estado donde el poder burgués concentrado mantiene detenidos por movilizarse en manifestaciones callejeras sin mayor fundamentación para sostener esas prisiones preventivas. Es un aparato institucional que a días de las elecciones de 2023 se ocupó de televisar la muerte en vía publica a manos de fuerzas de represión de Facundo Molares: un Estado que a años de la muerte de Maldonado ha ordenado retrotraer todo lo realizado por su aparato judicial a fojas cero. Finalmente es el mismo aparato que fue incapaz de recuperar a un niño de cinco años y capaz de enturbiar su investigación manejando el trágico suceso como un hecho consumado abandonando en la realidad su búsqueda, etc.
La denuncia política del hecho que deriva en la muerte de Moreyra , tiene su raíz en esas circunstancias de impunidad cotidiana en la que nos desenvolvemos y en la advertencia de cuan frágil es la existencia de los vulnerables sociales en este sistema de opresión y explotación.
Nuevo Curso