La estabilidad es el problema central del ordenamiento político institucional . El rol que la ideología juega en referencia a ese objetivo es de carácter significativo, por lo que se traduce en el contenido esencial de la actividad político-cultural de la burguesía y sus operadores.
Nuestra existencia abrazada por escenarios de barbarie y miseria creciente obliga seriamente a la vanguardia de la clase trabajadora a precisar y luego propagandizar, cuál es el origen del actual Estado nacional y cuál es el papel que cumple en este momento de la lucha de clases.
Habrá que advertir en esa tarea que la actual institucionalidad burguesa , surge como un instrumento de dominación para mitigar el conflicto que emerge de las contradicciones sociales empleando la forma jurídica por vía del dictado de una constitución nacional, y el conjunto de leyes que en su consecuencia se dicten.
En tiempos de crisis por obstáculos significativos en el proceso de reproducción del capital, la burguesía se ve obligada a intensificar la explotación de la clase trabajadora en sí y en forma conjunta legitimar la opresión social que ejerce sobre los sectores poblacionales que han sido desplazado al espacio de la economía informal de mera subsistencia .
En este sentido, si partimos de la premisa de que el Estado nacional y sus provincias, son un producto de la sociedad capitalista y esta da signos de agonía, la simple constatación de que esa sociedad se ha enredado en una contradicción indisoluble consigo misma, y se ha dividido en antagonismos inconciliables da cuenta a la vez que se ha tornado incapaz de superarlos, salvo a fuerza de descargar la violencia legalizada de su imperio legislativo sobre los cuerpos de trabajadores intensificando la explotación y fortaleciendo todos los canales de opresión.
Dentro de esos canales o vías de opresión , quienes operan la gestión de gobierno en función de los intereses de la burguesía de conjunto más allá de sus necesarias confrontaciones entre sectores internos de esa clase procuran sostener su gestión dentro de los límites del “orden”, razón por la cual echan mano con furor de la resignificación de contenidos ideológicos que ya operaron en el pasado. En ese sentido cuando acuden a construcciones intelectuales de la economía política cuya experiencia material ha demostrado su fracaso en otros períodos históricos, llámese escuela de Austria o como se lo quiera denominar, lo hacen en escenarios de supuesta cientificidad y recurriendo a lugares comunes de ese tipo de discurso que ni siquiera en los foros internacionales o los centros de reunión de los burgueses tienen aceptación conceptual.
En el mismo plano de experiencias teatrales y mediáticas, en el espacio de reportajes dados a los amigos , y con igual objetivo, es que se acude a gestar un relato que no surge de la nada sino de la captación parcial de los fenómenos sociales y su extensión como factores generales que permiten conclusiones “para todos”.
En referencia a esto, ya hace mucho tiempo, Trotsky supo decir que :
La democracia y la moral «universal» no son las únicas víctimas del imperialismo. La tercera es el sentido común, «innato en todos los hombres». Esta forma inferior de la inteligencia, es necesaria en cualquier condición, y bajo ciertas circunstancias es también la adecuada. El capital fundamental del sentido común se ha forjado con las conclusiones elementales extraídas de la experiencia humana: no metas el dedo al fuego, , no molestes a los perros bravos… etc., etc.. En un medio social estable, el sentido común resulta suficiente para practicar el comercio, cuidar a los enfermos, escribir artículos, dirigir un sindicato, votar en el parlamento, fundar una familia y multiplicarse. Pero cuando el sentido común trata de escapar a sus límites naturales, para intervenir en el terreno de generalizaciones más complejas, se revela que sólo es el conglomerado de los prejuicios de una clase social y de una época determinada. Ya la simple crisis del capitalismo lo demuestra; más ante catástrofes como la revolución, la contrarrevolución y la guerra, el sentido común sólo es un imbécil a secas. Para conocer las conmociones catastróficas del curso «normal» de las cosas, se precisan facultades más altas de la inteligencia, cuya expresión filosófica ha sido dada, hasta ahora, por el materialismo dialéctico”. Su moral y la nuestra – El «sentido común» (1938)
Abonando esto, advertimos que desde La Crítica de la filosofía del Estado de Hegel y los Manuscritos económico filosóficos y, posteriormente, de los Fundamentos de la crítica de la economía política (los Grundrisse…), que constituyen un puente manifiesto entre las obras de juventud y El Capital , nace la posibilidad de una apreciación que no queda encerrada en la simple reducción de los niveles político e ideológico al nivel económico y que incluye un desarrollo meditado y coherente de temas como el Estado, la alienación, la falsa conciencia y es a ella a la que acudimos para denunciar los trazos ideológicos y la práctica política en actos concretos de la actual gestión de gobierno.
Los mecanismos retóricos de hipocresía utilizados en el dispositivo teórico de agitación y propaganda puesto en cancha todos los días por vía de la imposición social de su agenda dejan ver , la persistencia en la construcción del relato que se adjudica al sentido común y darle a este la ratificación consensuada de dos premisas falsas que permiten sostener las desigualdades en la posición original o punto de partida, acudiendo al mito de una argentina que fue próspera , y la necesidad de reflotar esa perspectiva sobre la base de una noción de igualdad que permite desigualdades económicas y sociales injustificadas.
En definitiva, hipocresía por parte de quienes, proclamándose defensores del individuo y la libertad acaban justificando sus decisiones o deseos no igualitarios y buscando naturalizar que las condiciones objetivas de existencia no son iguales para todos y mucho menos, que aspiren a un orden donde los derechos son de todos los que habitan suelo argentino.
Siguiendo este orden de ideas, y ubicándonos dentro del primer espacio del fraude discursivo, ya hemos dicho que las afirmaciones relativas a las mieles de la fundación del estado nacional y su supuesto progreso, no tienen referencia histórica objetiva que las constantes , sin perjuicio de lo cual , lo relevante es que desde el momento en que los principios inscriptos en los documentos fundacionales fueron trasladados a las Constituciones y a las leyes, pudo verificarse cómo ellos quedaron degradados o, directamente, fueron silenciados.
La igualdad formal de los sujetos que por la ley han adquirido personalidad , permite desigualdades económicas y sociales que resultan justificadas por el aparente juego individual de la libertad y sus repartos necesariamente asimétricos de las riquezas.
La separación que la burguesía impone frente a la crisis, por vía de su personal político, no es otra que la diferenciación entre los seres humanos concretos y el ciudadano, siendo esta discriminación entre uno y otro la que habilita el orden social no-igualitario como lo único fácticamente posible.
El segundo momento de esta representación falsa de lo verdadero que apunta tendencialmente a lograr prevalencia en la formación del sentido común , es la apariencia de lucha contra el Estado, que en realidad implica la apelación a otro Estado, que no se diferencia del impugnado en su rol de fuerza, surgida de la sociedad, pero que se coloca por encima y se divorcia más y más de ella para ser instrumento institucional y jurídico de la dominación burguesa y su ejercicio de poder con legitimación legal del uso de la violencia por vía de sus agencias preconstituidas y la sanción penal.
En definitiva, los mecanismos de retórica y acción política, tal como fueron arquitectónicamente trazados desde el poder burgués real, tomando noticia de los fenómenos sociales que operaban por la base de las relaciones intersubjetivas cotidianas dando cuenta del desplome del relato nacional y popular con su adherencia al progresismo latinoamericano y de todo cuanto pudiera traer reminiscencias de aquel “que se vayan todos “ “piquete y cacerola la lucha es una sola “ y fundamentalmente del agotamiento de las teorías equivalentes al tipo juego de dos demonios o grieta insalvable, se fueron lanzando de modo tendencial hasta constituirse en el relato prevalente en estos momentos donde todo es revisable y operable porque todo no tiene un único sentido. Esto se ve con claridad con la adulteración de la objetiva presencia en nuestra sociedad de la violencia por razones de género o de la certera referencia histórica a prácticas genocidas en nuestra sociedad durante la década del 70 en el siglo pasado.
Lo que esta por fuera de dudas, y esto por simple observación y registro de datos económicos y de conflictividad social , es que lo que el discurso quiere colocar detrás del telón del espacio social y político es lo que existe es que se declara la apariencia de igualdad y la realidad responde con desigualdad”
La burguesía con sus leyes y proyectos de leyes decantados desde una oficina a la que llama ministerio , con un operador servil a su cargo , amparado en la legitimidad del poder formal se orienta a gestar en realidad el imaginario de un trabajador puramente pasivo que se limita a proveer sin mayor conflictividad su fuerza de trabajo tal y como se le indique , atrapado en paralelo en la condición pasiva de ciudadano , por bajo el enrejado que le traza la noción de que la persona puede efectivamente empeñarse hasta conseguir las cualidades del sujeto pleno de derechos activo, que se asocia a la idea de “carreras abiertas a los talentos”
Dicho en otros términos, estamos en presencia de una operación del poder burgués solamente orientada a “justificar la desigualdad”, aceptando, naturalizando las asimetrías sociales” mediante el recurso a la “utilidad común” alegando que ellas son por ahora inevitables para poder solucionar el cuadro crítico heredado.
El programa político de la inversión revolucionaria que la burguesía de conjunto propone desde su dominio del poder jurídico institucional es la síntesis de un conjunto de leyes y operaciones políticas en favor de la autopropiedad y, sólo en forma derivada, a favor de una versión muy empobrecida de la libertad entendida como libertad negativa. Definitivamente, era este el valor de uso de la motosierra que tanto anduvo en manos de su candidato electo.
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