Una debacle económica de dimensiones globales se entrelaza en un mismo fenómeno social con la retracción del nivel de comprensión consciente de sus tareas emancipatorias por parte de los trabajadores, ampliando en el factor subjetivo el señalamiento de la crisis de su dirección política que ya enunciara Trotsky en el tiempo de determinarse hacia la construcción de la IV internacional. Dicho en otros términos estamos ante la conjunción de una traba en la reproducción de las relaciones de producción capitalistas, sin que ante la misma la clase trabajadora en sí, se empeñe por su vanguardia organizada a dar el salto consciente en la comprensión de sus tareas para establecerse por una política obrera autónoma, en clase «para sí» situación a partir de la cual se puede obtener una herramienta apta para entender y transformar lo dado , es decir, la tendencia inversa conforme a la cual puede observarse que la burguesía saca ventajas políticas ligándose a un discurso extremo de sus planteos .
La cuestión simplificada se centra entonces en el dato objetivo según el cual la burguesía se cierra sobre si misma, se instituye más que nunca en su posicionamiento de poder , por vía de ideología reciclada de sus expresiones más extremas de liberalismo económico y la clase trabajadora desconoce en sí su condición , adhiriendo de manera no explicita a la tendencia a la destrucción de las relaciones de trabajo tradicionales , por nuevas formas de explotación que sin embargo se sientan sobre su necesidad de venta de fuerza de trabajo, hoy disfrazadas de empleo ocasional, hogareño , autoemprendimiento, meritocracia, que se proyectan en nociones del valor justicia armadas desde la autopropiedad y la libertad en su visión negativa.
Se dice, sin mucho esfuerzo que en Argentina, la alta inflación y la fuerte caída del nivel de vida han despertado al monstruo Milei. Ese discurso de la impotencia, es el que oscurece ideológicamente la captación de cuanto realmente nos sucede. En primer término esa afirmación no tiene presente el contexto internacional del capital globalizado y de disputa comercial Inter imperialista en el que toma la gestión del poder burgués en nuestro suelo , el actual equipo de operadores políticos que sustituye décadas de discurso y relato armado para sostener en el orden de la clase dominante al alzamiento y rebelión social operado en el 2001. Hay un hilo conductor entre ese armado político, transicionalmente operado por Duhalde y su mafia , pero consolidado con el Kirchnerismo y sus variantes Cristinistas-camporistas, todas versiones del mismo tema musical, con el actual modelo de administración estatal de los intereses de la burguesía de conjunto. Uno es el gestor local, de lo que hoy engañosamente aparece como caído del cielo, cuando en realidad es parido necesariamente por el anterior , que toca a su fin en el mismo acto del parto de este régimen político actual.
Lo dicho explica las complicidades manifiestas o encubiertas de los aparatos políticos e ideológicos K para con el actual régimen y ni hablar del comportamiento específico de quienes tienen la conducción de los organismos de masas de los trabajadores, más preocupados por lograr definir su lugar en el nuevo modelo de dominación política y social que traza la burguesía que por tratar de resistir en la defensa de las relaciones capital -fuerza de trabajo, según el modelo anterior y mantener los índices de participación en la distribución de la riqueza que eran tradicionales en nuestro país desde la irrupción peronista en los mediados del siglo pasado.
Desde otro plano, resulta advertible el giro inverso a lo esperado, que tuvo en el seno de los explotados el discurso de defensa de las identidades y antropológicamente de genero. El acento político en ese elemento emergente como paradigma en una última oleada en este siglo , lejos de alcanzar logros en la superación de esas contradicciones del orden social capitalista , lo que ha hecho es generar en los trabajadores en sí, es la perdida de la comprensión de su identidad como clase y con ella la de sus organizaciones, su imaginario y su conciencia.
lejos de la advertencia de esta fuerte tendencia que deja el espacio político generalizado en un vacío , rápidamente ocupado por las tendencias extremas de los intelectuales orgánicos de la burguesía y sus operadores mediáticos y los enraizados en el Estado . Es así que los «auto titulados la izquierda», han dejado de pensar en términos de clase y actuar en términos de clase , para auto percibirse como elementos necesarios para que la transición del modelo en tiempos de crisis capitalista se haga admitiendo que necesita reformas, tarea en la que viene perdiendo por goleada contra el «gatito mimoso», porque éste los hace responsables de la debacle que quiere timonear , asociándolos con los regímenes de estado Estalinistas, caídos con el muro de Berlín, sus atrocidades y su autoritarismo .
Lo cierto es que el trabajador en sí, la clase trabajadora en sí , deja rastros visibles de su realidad, no como sobras ideológicas sino como aporte objetivo del fenómeno que transcurre en nuestro tiempo . Esos signos son su dispersión por no encontrarse concentrado en grandes centros de producción , su precariedad por la incertidumbre que emana de las formas que adopta el empleo asalariado de las que derivan en el plano de la representación que se hace de todo ello , en confusión , división y un escenario preocupante de sobrevivencia marcado por la competencia entre iguales .
La gravedad de la situacion y su dialéctica, ha puesto a quienes toman la determinación de tomar la militancia como herramienta para no permanecer empantanados en la opción de apoyar acríticamente cualquier proceso de lucha o levantamiento, independientemente de su dirección, programa, sentido y estrategia. Pero ocurre que en ese impulso esta íncita la propia enfermedad, en tanto de todo ello no opera la emergencia significativa de la clase trabajadora, precisamente porque se pone la lucha de calle impulsada por aparatos como prevalente a la propaganda política del programa socialista y la intervención perseverante en las masas de asalariados y desplazados de la producción formal con las herramientas ideológicas del socialismo, marcando el camino específico de que «la emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos» y que su sometimiento encuentra su génesis en la relación capital-fuerza de trabajo, la alienación mercantil y la tendencia a la pauperización generalizada de la clase.
La conciencia de las masas es una fuerza material, eso debe ser entendido e introducido de modo constante por la militancia de vanguardia organizada en los propios trabajadores en sí por vía de la propaganda socialista organizada en torno a esa premisa con el solo objeto de que esa conciencia altere el contenido del relato emergente del discurso burgués formador del sentido común. No se trata de nadar en el economicismo propio de un programa mínimo buscando la justicia del salario y el empleo digno, ese factor es desahuciado por el actual programa de la burguesía. Se trata de sumar a la lucha por lo cotidiano la comprensión consciente de la necesidad de un nuevo orden social, por vía de la construcción de los organismos del poder obrero y el programa emancipatorio de la clase trabajadora.
El 27 de febrero de 1940, León Trotsky escribió un texto al que luego se le dio titulo de «testamento». Ese documento centra por su intensidad la actualidad de las palabras que contiene, que no son para su recitado ritual cual versículo del nuevo testamento, sino para darle la matriz filosófica a la entidad contemporánea de nuestras tareas, cualquiera fuera el sitio que ocupemos, nuestra edad, nuestra determinación sexual, siempre y cuando respetemos nuestra identidad material y objetiva como trabajadores . La mejor forma de dar solución al fenómeno de indefinición de la dirección obrera y revolucionaria internacional y la retracción en plano consciente de nuestras tareas emancipatorias es no perder de vista , en momento alguno , esto que dejó dicho Trotsky:
“Mi presión arterial alta (que sigue aumentando) engaña los que me rodean sobre mi estado de salud real. Me siento activo y en condiciones de trabajar, pero evidentemente se acerca el desenlace. Estas líneas se publicarán después de mi muerte.
No necesito refutar una vez más las calumnias estúpidas y viles de Stalin y sus agentes; en mi honor revolucionario no hay una sola mancha. Nunca entré, directa ni indirectamente, en acuerdos ni negociaciones ocultas con los enemigos de la clase obrera. Miles de adversarios de Stalin fueron víctimas de acusaciones igualmente falsas. Las nuevas generaciones revolucionarias rehabilitarán su honor político y tratarán como se lo merecen a los verdugos del Kremlin.
Agradezco calurosamente a los amigos que me siguieron siendo leales en las horas más difíciles de mi vida. No nombro a ninguno en especial porque no puedo nombrarlos a todos. Sin embargo, creo que se justifica hacer una excepción con mi compañera, Natalia Ivanovna Sedova. El destino me otorgó, además de la felicidad de ser un luchador de causa del socialismo, la felicidad de ser su esposo. Durante los casi cuarenta años que vivimos juntos ella fue siempre una fuente inextinguible de amor, bondad y ternura. Soportó grandes sufrimientos, especialmente en la última etapa de nuestras vidas. Pero en algo me reconforta el hecho de que también conoció días felices.
Fui revolucionario durante mis cuarenta y tres años de vida consciente y durante cuarenta y dos luché bajo las banderas del marxismo. Si tuviera que comenzar todo de nuevo trataría, por supuesto, de evitar tal o cual error, pero en lo fundamental mi vida sería la misma. Moriré siendo un revolucionario proletario, un marxista, un materialista dialéctico y, en consecuencia, un ateo irreconciliable. Mi fe en el futuro comunista de la humanidad no es hoy menos ardiente, aunque sí más firme, que en mi juventud.
Natasha se acerca a la ventana y la abre desde el patio para que entre más aire en mi habitación. Puedo ver la brillante franja de césped verde que se extiende tras el muro, arriba el cielo claro y azul y el sol que brilla en todas partes. La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente. L.Trotsky
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