Engels utilizó la expresión “cretinismo parlamentario” en Revolución y contrarrevolución en Alemania, para referirse a la actuación de la izquierda en la Asamblea de Frankfurt. Escribe: “desde el mismo comienzo de su carrera legislativa [la izquierda] ha estado más contagiada que cualquier otra minoría de la Asamblea de la incurable enfermedad denominada cretinismo parlamentario, afección que imbuye a sus desgraciadas víctimas la solemne convicción de que todo el mundo, toda su historia, todo su porvenir se rige y determina por una mayoría de votos emitidos en esa singular institución representativa que tiene el honor de contarlos entre sus miembros y que cuanto sucede extramuros de su sede: las guerras, las revoluciones, la construcción de ferrocarriles, la colonización de continentes enteros, los descubrimientos de oro en California, los canales de América Central, los ejércitos rusos y cualquier otra cosa más que pueda pretender a influir algo en los destinos de la humanidad no es nada en comparación con los inconmensurables sucesos que dependen de la solución de cada problema importante, cualquiera que sea, de los que ocupa justamente en esos momentos la atención de su honorable Cámara” (aquí).
A su vez Marx, en El 18 brumario de Luis Bonaparte, hizo referencia a “aquella peculiar enfermedad que desde 1848 viene haciendo estragos en todo el continente, el cretinismo parlamentario, enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del rudo mundo exterior… (p. 8
Puede decirse que existe un basamento teórico compartido desde quienes se ocupan de relevar los indicadores económicos de la estructura productiva basada en la relación capital-fuerza de trabajo la propiedad privada de los medios de producción, el extractivismo y la renta agraria , que las contradicciones y crisis del orden social capitalista, son tendencialmente, cada vez más agudas o generalizadas.
Sin embargo, debe advertirse en el mismo sentido en que se acompaña la anterior afirmación, que el capitalismo no es un orden social que contemple precisamente por la dominación cultural que impone la burguesía y en particular por su condición de excluyente gestadora del contenido del discurso de sentido común que se expande a través de las relaciones intersubjetivas en el seno de la sociedad civil, desembocar, por causas meramente económicas, en un estadio final de estancamiento como el que se manifiesta de manera parcial en Argentina y desde allí, habilitar su superación por otro modelo de ordenamiento social , que supere los propios fundamentos objetivos de la actual sociedad de vigilancia y castigo con formato legal que impone el poder burgués.
Esto es así, en la medida en que la experiencia histórica demuestra, en particular por lo sucedido a partir de la post 2da. guerra mundial, que no existen crisis económicas permanentes, o sin salida, más aún cuando el Estado cuenta con una tecnología bélica inusitada en manos de las agencias de su aparato represivo, y se habilita por formas jurídicas a su empleo indiscriminado. Por lo tanto, si la clase trabajadora no acaba con el modo de producción capitalista, éste a través del control político que le permite el Estado constituido por el poder burgués, puede encontrar la forma de recomponer la acumulación manteniendo la hegemonía de la burguesía como clase. tomada en su totalidad, más allá de los choques que pueden operarse a su interior, y con ello prolongará su sistema de explotación y opresión .
Este es el proyecto y el intento que monta como arquitectura política, la actual gestión de gobierno en Argentina. Lo hace con las maneras y las formas que su propia impronta de apariencia le impone a partir de que ha sido ese formato el que le puso electoralmente en el lugar que ocupa. Está en el mismo cuadro de apariencias su propia negación, en la medida que la exuberancia de modos, más temprano que tarde le pasa facturas políticas, que le llevan irremediablemente a una confrontación política con múltiples expresiones parlamentarias o no, de sector que anidan al interior de la burguesía, lo que de un modo u otro le resta consenso social.
No obstante, debe quedar en claro por los signos que emergen de las condiciones en que se manifiesta la lucha de clases en el país, no dan cuenta de una situación de deterioro de la gestión que amenace su continuidad. Es decir, más allá de los datos experenciales que hemos indicado anteriormente, lo que queda claro por los trazos con forma jurídica que se han diseñado en este tiempo de gestión , es que hay una suerte de red ideológica de contención colocada en base al consenso que existe en todos los protagonistas de la escena nacional , de no poner en riesgo el orden social en sí, y en particular la superestructura jurídica con la que se perfila este período de la historia de nuestro pueblo.
A pesar de las implicancias que tiene este elemento del fenómeno social de conjunto, tampoco hay que dejar de ver y tener presente que todo esto ocurre en un marco mundial, de guerra comercial y abierto enfrentamiento bélico sostenido por distintos intereses imperiales y sus respectivos Estados que abre la posibilidad de la extensión de la guerra nuevamente en plano mundial con las consecuencias que la misma puede traer en forma adicional para la situación de los trabajadores y la lucha de clases en Argentina
. Todo este escenario que exhibe lo real y existente es un espacio favorable para una tendencia a la confrontación clase contra clase, sin embargo lo que se puede constatar es que dentro de la clase trabajadora en sí, más allá del esfuerzo cotidiano que pueden desarrollar los embrionarios grupos políticos afiliados al luchismo político, por programa economicista mínimo, opera, tal vez por la alta incidencia de este obrar militante ,el desmoronamiento en la comprensión consciente de la tarea de emancipación social que les incumbe a los trabajadores por situarse en condiciones de explotación y opresión impuesta por el orden social capitalista .
Este elemento de la realidad, es el que ha permitido en los hechos que la pauperización de explotados y oprimidos sea creciente y el poder burgués ensaye cuanto estime necesario primero por forma jurídica y luego por empleo simple de la violencia directa por sus agencias represivas , para mantener su dominio de clase. Estamos por decirlo de algún modo, frente a concepciones de la lucha restringidas a la crítica moral de lo que acontece desde el poder burgués y sus operadores . Hay una apelación genérica a la justicia, muchas vece amparada por un análisis ideológico adquirido de la pequeña burguesía en torno a la inconstitucionalidad de los actos de poder dominante , omitiendo considerar que es esa misma Constitución o ley suprema la que instaura con forma jurídica los mecanismos institucionales del poder dominante , fundamentando sus procederes con el plano de su simple legalidad.
Los populistas de todo pelaje han sido refutados y superados en términos ideológicos de construcción del discurso dominante. El relato abstracto emergente de las estrategias de declaración de derechos subjetivos asimilables a una suerte de derecho “natural” que tiene el ser humano por su simple condición de tal ha dado muestra en plano de realidad de su agotamiento y es precisamente el luchismo aparatista con programa economicista el que pretende hacerlo retornar al mundo de los vivos, dejando ver de todas las formas posibles que no hay que pensar en revoluciones políticas
La lectura posible que habilita el sentido de lo que se concreta en militancia , es la inversa, esto es, que la versión más radicalizada del capitalismo ha salido de las sombras y en el espacio de poder que ocupa en plano formal, puja con sus instrumentos porque el sol ilumine sus ideas y les dé grado de certeza en el convencimiento de los explotados y oprimidos, sin perjuicio de lo cual en forma combinada aceita y pone en práctica sectorizada el poder de las agencias de represión , siendo esto lo que explica la puja en el seno del poder formal por establecer que sector del personal político de la burguesía gestiona los aparatos de inteligencia y servicios de información y maneja su presupuesto.
La deducción práctica que se sigue del uso oportunista que auspicia el luchismo economicista de la militancia, se concentra dentro de este esquema : a los trabajadores y a los excluidos de la producción formal, en situación estructural de desempleo solo la lucha económica, a los burgueses liberales, y a la pequeño burguesía la lucha política». Es un escarceo a la derecha. O, en vez de la revolución política.
Es absolutamente necesario advertir que ese modo de operar desde la militancia ha caído en un pantano, que termina en el inmovilismo por frustración en los hechos y la verificación de que sus planteos específicos puestos en plano de consignas dirigidas hacia las masas, no tienen desarrollo positivo posible, ayudando solamente a la confusión ideológica que desorienta en la necesaria tarea de construcción de una organización política generadora de los contenidos concretos que debe asumir la política autónoma de la clase trabajadora en post de su objetivo emancipatorio.
En este contexto, la lucha contra el kautskismo encubierto por la fachada de un presunto Trotskismo que remite a las claudicaciones ideológicas que estos grupos exhiben después de Yalta , no es para quienes se integran en la vanguardia militante de la clase trabajadora, un problema parcial, sino un problema general y fundamental de nuestro tiempo .
La cuestión central que debe ser analizada, es la comprensión de la localización intelectual de esta suerte de matriz del infierno para los que luchan , desplegada desde el momento que las hoy organizaciones políticas que colectan menos del 3 por ciento de los votos en procesos electorales farsescos que ellas mismas alentaron y propagandizaron por la vía del “mangueo sin programa socialista “de esos votos en la propia clase trabajadora y sectores de la pequeña burguesía , esta dada en presentar de manera reformista unas reivindicaciones siempre coyunturales a la agenda que diseña el poder burgués con sus medidas de gobierno , en un momento que sólo pueden ser presentadas revolucionariamente.
Dicho en otros términos, el luchismo sin programa político, concentrado exclusivamente en reivindicaciones economicista de programa mínimo y defensa de libertades-garantías democráticas las orienta, hacia el capitalismo pacífico propio de una situación de estabilidad del régimen dada por la reproducción pacífica y consentida de la relación capital-fuerza de trabajo que no se verifica en los hechos por las crisis recurrentes y cada vez más agudas del modelo , en vez de orientarlas hacia, hacia le revolución social que brilla por su ausencia en todos sus discursos y acciones.
Por fuera de las acciones militantes cotidianas, que no pueden dar la espalda a los conflictos sectoriales y en particular al desempleo que opera casi como descarga de efectos implicados en los contenidos de las acciones de gobierno del poder burgués, es preciso que se tome idea clara de la necesidad de un nuevo curso en el lenguaje, y las practicas de lucha orientadas a la formación de un partido de trabajadores con programa socialista. Solo desde la reconstrucción de una dirección política revolucionaria es posible pensar en la realidad de una nueva generación revolucionaria, cuya conciencia política se radicalice bajo la presión de los acontecimientos.
Dicho en otras palabras, la propaganda socialista militante, necesita de todos nosotros, empezar retomando experiencias históricas desenvueltas en las décadas del 60 y setenta del siglo pasado, para el aprendizaje en plano de consciencia , del imperativo de marchar hacia el socialismo construido desde los órganos específicos del poder obrero y su tarea de emancipación social y política de las calamidades de la sociedad de explotación y opresión montada por el orden capitalista.
Nuevo Curso