En los tiempos en que nos toca sobrevivir, todos ellos marcados por el factor común de una ofensiva del poder burgués sobre la clase trabajadora, todo cuanto acontece en la vida cotidiana y exhibe situaciones sociales conflictivas que muchas veces se presentan como impensadas hasta no hace mucho tiempo, exige tener presente una premisa que se extrae de las modificaciones operadas dentro del orden capitalista y su modelo de producción operadas en particular luego de la crisis que se produjo en la primera década del siglo XXI
Una de ellas es la deslocalización de los procesos productivos y la mayor movilidad que asumen los capitales a lo largo del mundo. Este factor es responsable como causa eficiente de una tendencia significativa a la perdida de la homogeneidad en cómo se reproduce el capital, dando paso a la heterogeneidad por combinación de elementos que operan en distintos espacios nacionales que pueden profundizar la dependencia y el atraso de algunas estructuras productivas . Todo esto lleva a una acumula contradicciones que operan de distinta manera dentro de la prevalencia de la globalización del capital.
Todas estas situaciones, por lo demás, están dadas por la implicación subjetiva de los protagonistas de esos fenómenos y las consecuencias que cabe advertir de su desarrollo. Por esta razón es que algunos textos que tienen difusión terminan por concluir lo siguiente: “Con el impacto exponencial de las llamadas inteligencias artificiales estaríamos adentrándonos en un mundo dominado, contradictoriamente, por la ignorancia y por los prejuicios, algo similar al periodo medieval europeo cuando las monarquías y la iglesia católica les imponían a sus súbditos criterios indiscutibles y se les prohibía pensar con cabeza propia. Las inteligencias artificiales -manipuladas por los grandes capitalistas- contribuirán a afianzar dicha «cultura». “
Este pensamiento se puede leer en un texto de la página rebelión en un texto que firma Homar Garces, bajo título “La distopía cognitiva”. El eje conceptual de ese discurso, pese al tiempo transcurrido entre uno y otro con el pensamiento de Aldous Huxley , quien supo sostener que : “Las personas llegarán a amar su opresión , a adorar las tecnologías, que deshacen su capacidad de pensar “, reflexión que se extrae de su novela «Un mundo feliz»
Todo esto, que tiene contundencia y rigurosidad conceptual en plano de opinión, sin embargo no puede por sí tomar el rigor de certeza, en la medida en que absolutiza un aspecto del fenómeno y lo transforma mecánicamente en su causa eficiente, sin tener presente otros factores de aquello que se trae a cuento, que no lo desmerecen pero lo exhiben desde otra perspectiva , que es el propio desarrollo de la relación capital-trabajo, y los procesos inherentes a ella, de acumulación y reproducción del capital.
Desde esa perspectiva inicialmente puede decirse que uno de esos elementos ignorados en la reflexión inicial que reproducimos, es el componente de clase , a partir del cual , al ser silenciado lleva a concluir en que la sociedad es homogénea o es una sola sin resultar permeable a diferenciación alguna en su seno y sin historicidad, es decir, es así y siempre será así , sin reparar en las distintas formas que el ser humano esta en ese componente complejo de relaciones intersubjetivas que se integran en la sociedad civil y que reconocen la institucionalidad estatal por vía de formas jurídicas que no están por fuera de esas relaciones sino que son ellas mismas.
Desde esta perspectiva, lo primero que hay que constatar desde lo real, es que el desarrollo en constante aceleramiento y masificación en los últimos tiempos post pandemia de la Inteligencia Artificial provoca reflexiones que en cierto sentido se orientan hacia los rumbos que marcara Aldous Huxley y deja lugar a advertencias desde diversos sectores, entre ellos desde la comunidad científica, sobre todo por sus posibles consecuencias sobre las tasas de desocupación y desde allí a la subjetividad del trabajador que sería pasible de otros perfiles existenciales .
Por lo demás, el momento económico actual del desenvolvimiento de las relaciones de producción capitalistas, de conjunto, está plagado de una serie de problemas estructurales, tales como el bajo crecimiento de la productividad, altos niveles de deuda y aumento de la desigualdad. Él cree que estos problemas llevan a un estado persistente de bajo crecimiento y baja inversión, dando como resultado una depresión general en la economía global.
Esta descripción de los problemas estructurales, permite afirmar respecto de lo que sucede como un escenario ya descripto en lo que terminó conociéndose como ley de tendencia a la caída o declinación de la tasa de ganancia en una economía capitalista .
Precisamente uno de los diversos factores que concurren a este fenómeno es el de los avances tecnológicos, que se combina con el aumento de la competencia lo que deja abierto un problema social importante, ya que como puede apreciarse hoy como dato de lo emergente en la vida social, los capitalistas son incapaces de generar suficientes ganancias para mantener la reproducción de su sistema de producción.
Sobre esto y poniendo el acento en la faz subjetiva de cuánto les ocurre y producen ,las personas que están obligadas a la venta de su fuerza de trabajo, podrá advertirse que salen a escena como un nuevo fetiche, dispositivos de inteligencia artificial, que en esencia tienen la capacidad ideológica en el plano específico de la producción , de poner al trabajador frente a la automatización de sus trabajos, factor que objetivamente acentúa su alienación con referencia a los objetos que produce y por tal , lo aleja aún más de toda expectativa emancipatoria como sujeto. El ser humano, ubicado socialmente en relaciones capitalistas de producción que determinan su existencia, ve aún más amenazada su libertad, en el mismo momento en que los apologistas de la tecnología se declaran programáticamente a favor de la individualidad utilitarista y conciben la libertad como el espacio de posibilidades que se plantea el individuo en tanto tal solo inhibida u obstaculizada por la presencia en igual sentido de otro ser humano, sin importar incluso la condición de clase de ambos.
Desde aquí, además, no hay que andar mucho para darse cuenta que si la tecnología cumpliera su promesa de mejoramiento de la productividad con la mejor rutinización del trabajo por vía de la incorporación de dispositivos de inteligencia artificial, provocaría una «perturbación significativa» en el mercado laboral, exponiendo al trabajador a más empleos precarios y una desigualdad social en ascenso, todo lo cual suma en forma significativa al proceso de objetivación de su existir .
Con lo que apuntamos, intentamos poner énfasis en la necesaria vinculación que media entre las estructura de relaciones económicas de producción, consumo y comercialización que se da en la sociedad capitalista, con el elemento subjetivo que viene implicado en las mismas y cómo cuanto aparece con la apariencia de un avance tecnológico exige a su vez de una conformación del sujeto que nace de ellas y las influye retroalimentándolas con la configuración creciente del ser humano colocado en esas relaciones , cada vez más en calidad de objeto alienado de su propia existencia.
Es cierto que las máquinas no pueden pensar en cambios potenciales y cualitativos “las máquinas se comportan según las reglas de la lógica formal. A diferencia de los humanos, las máquinas son estructuralmente incapaces de comportarse de acuerdo con las reglas del pensamiento dialéctico. Solo los humanos hacen eso” (Carchedi y Roberts: El capitalismo en el siglo XXI, pág. 167), sin embargo, cuando las personas se objetivan cada vez más desujetivándose por el concurso de las condiciones sociales que le determinan, cuanto generan es que la capacidad de pensar que forma parte de su fuerza de trabajo se degrade en homenaje a la automatización de los procederes. En términos políticos no otra cosa se hace cuando se homogenizan las preguntas y respuestas dentro del llamado comportamiento políticamente “correcto” y se hostiliza en paralelo el pensamiento crítico.
En este punto hay que recordar como lo transmite la historia, que el capitalismo y el progreso de la división del trabajo nos han direccionado ideológicamente a la categoría “individuo” por sobre la de ser humano, y mucho más por sobre la de clase social, que marca una diferencia esencial al puntualizar que no es correcto acudir a esa categoría y si puntualizar desde la objetividad de la ubicación social del sujeto en las relaciones de producción que le preexisten, su pertenencia a las clases socialmente antagónicas enfrentadas, esto es “burgueses y trabajadores “
La ocurrencia de la prevalencia en el discurso y sus significantes en torno a la categoría individuo, lleva día a día a una tendencia creciente de acentuación en las determinaciones de los trabajadores sobre sus intereses privados que llevan implícitos junto a su acentuada perdida de subjetividad , el desarrollo de su desgarramiento, el egoísmo y los antagonismos al propio interior de su clase en sí todos presentes en la sociedad civil, con menoscabo de toda idea de cooperación , solidaridad y en general de atención sobre los intereses generales de la comunidad. En todo caso la “voluntad general” si se la visualiza, se la aprecia como una la mera sumatoria de voluntades individuales
Con todo esto , retornamos a un punto no recorrido por la habitualidad de los aparatos ideológicos pero de plena significación para comprender el presente y actuar tendencialmente hacia lo futuro: Es la gran contradicción del capitalismo, aumentar la productividad del trabajo a través de más máquinas (IA) produce llegado un punto la reducción de la rentabilidad del capital siendo este uno de los factores que en la actualidad conduce a crisis regulares y recurrentes de producción, inversión y empleo, de intensidad y duración crecientes.
Buscamos apoyo para cuanto acabamos de mencionar, incluso para demostrar que no hay nada en lo nuevo que no tenga referencia en lo viejo, en un texto de Marx, contenido en los llamados Grundrisse,
“Los hechos reales, que son disfrazados por el optimismo de los economistas, son estos: los trabajadores, cuando son expulsados del taller por la maquinaria, son arrojados al mercado de trabajo. Su presencia en el mercado de trabajo aumenta el número de fuerzas de trabajo que están a disposición de la explotación capitalista… el efecto de la maquinaria, que ha sido representado como una compensación para la clase obrera, es, por el contrario, un flagelo espantoso (…) Tan pronto como la maquinaria ha liberado una parte de los trabajadores empleados en una determinada rama de la industria, los hombres de reserva también son desviados hacia nuevos canales de empleo y son absorbidos por otras ramas; mientras tanto, las víctimas originales, durante el período de transición, en su mayor parte pasan hambre y perecen”
Todos estos extremos, exigen a la vanguardia de los trabajadores en lucha que doten dentro de su actividad de la propaganda necesaria, para hacer advertible su existencia y los planteos que pueden desde ella emerger desde los propios trabajadores.
En ese sentido, Lenin se ocupó de poner énfasis en señalar (Qué hacer. Cap. III ) que: ……” desde el punto de vista socialdemócrata, y no desde algún otro.. la conciencia de las masas obreras no puede ser una verdadera conciencia de clase si los obreros no aprenden –basándose en hechos y acontecimientos políticos concretos y, además, actuales sin falta – a observar a cada una de las otras clases sociales en todas las manifestaciones de su vida intelectual, moral y política; si no aprenden a hacer un análisis materialista y una apreciación materialista de todos los aspectos de la actividad y la vida de todas las clases, sectores y grupos de la población. Quien orienta la atención, la capacidad de observación y la conciencia de la clase obrera de manera exclusiva –o, aunque sólo sea con preferencia – hacia ella misma, no es un socialdemócrata, pues el conocimiento de la clase obrera por sí misma está ligado de modo indisoluble a la completa claridad no sólo de los conceptos teóricos … o mejor dicho: no tanto de los conceptos teóricos como de las ideas, basadas en la experiencia de la vida política, sobre las relaciones entre todas las clases de la sociedad actual. Por eso es tan nociva y tan reaccionaria, dada su significación práctica, la prédica de nuestros «economistas» de que la lucha económica es el medio que se puede aplicar con más amplitud para incorporar a las masas al movimiento político. Para llegar a ser un socialdemócrata, el obrero debe formarse una idea clara de la naturaleza económica y de la fisonomía social y política del terrateniente y del cura, del dignatario y del campesino, del estudiante y del desclasado, conocer sus lados fuertes y sus puntos flacos; saber orientarse entre los múltiples sofismas y frases en boga, con los que cada clase y cada sector social encubre sus apetitos egoístas y su verdadera «entraña»; saber distinguir qué instituciones y leyes reflejan tales o cuales intereses y cómo lo hacen. Mas esa «idea clara» no se puede encontrar en ningún libro: pueden proporcionarla únicamente las escenas de la vida y las denuncias, mientras los hechos están recientes, de cuanto sucede alrededor nuestro en un momento dado; de lo que todos y cada uno hablan –o, por lo menos, cuchichean – a su manera; de lo que revelan determinados acontecimientos, cifras, sentencias judiciales, etc., etc., etc.”
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