En la última semana transcurrida, tomo centralidad un hecho público. El personal de una de las agencias represivas del Estado, haciendo concreto su rol de instrumento orgánico de una sociedad de clases sostenida en una política criminal ordenada en torno a la necesidad de vigilancia y castigo sobre la población puso en acto esa premisa sin que los círculos intelectuales, académicos de esa misma sociedad hayan tenido que llamar a una charla sobre las tesis de M F o especular sobre el sentido de la alternancia entre un régimen democrático inclusivo o excluyente , ni se tampoco se vieron obligados a posicionarse en cuanto que si la forma de su discurso “pensante” debe o no ser con lenguaje “inclusivo”.
Lo concreto fue, – y luego lo medios que buscan vender espacios y mercancía periodística del día , igual que como lo hace un joven obligado a usar un disfraz de chico sonriente en una empresa de comida chatarra y “rápida” – que esos miembros de una agencia represiva del poder burgués a los que algunos partidos del FITU , sueñan con sindicalizar , desalojó con gases lacrimógenos y palazos la protesta de un grupo de jubilados que como otros miércoles volvieron a manifestarse porque no les alcanza para vivir y en rechazo al entonces inminente veto de Javier Milei a la ley de movilidad del haber jubilatorio .
El hecho en sí es repudiable como lo es cualquier acción represiva de las fuerzas que monopolizan el uso de la violencia legitimado por su incorporación al Estado y la normativa jurídica de conjunto que habilita tal despliegue. También es cierto que ese personal es tan parte de ese Estado, como lo son los miembros del parlamento, entre los que se cuentan los diputados que dicen autorreferencialmente ser “la izquierda”.
Eso ocurre en la parte orgánica de la estructura estatal, pero en el plano de los hechos, también es cierto que la violencia no solo se expresa con aerosoles con gas pimienta, escudos y palos. También tiene manifestación en un aspecto central que es la producción del hambre y la pobreza que las consecuencias objetivas del desenvolvimiento cotidiano de la relación capital-fuerza de trabajo genera.
Este último extremo del problema, que no ha sido filmado y repudiado, es el absurdo de sostener con cuerpos cansados y vidas largamente transitadas por la explotación laboral y la opresión de clase , en la calle y con riesgo -luego concretado- de ser abusados de manera violenta por las agencias represivas del poder burgués, una norma jurídica en formación que consolida esa pobreza y miseria otorgando una modificación del haber jubilatorio que es miserable.
Dicho de otra forma, los que protestan y los que ahora con lágrimas de cocodrilos dicen acompañarlos, solo fijan el punto en lo represivo y consienten la opresión que significa, también en los hechos, un aporte adicional dinerario de ese haber que de operarse no modifica , sino que profundiza las consecuencias de su escasez en torno de la capacidad o aptitud que tiene ese dinero para que quien lo detenta pueda ir al mercado a buscar satisfacer de manera precaria sus necesidades, tal como se lo aconseja ideológicamente por otros operadores de saco y corbata, el poder burgués que ahora lo golpea.
Lo propio ocurre con la acción efectiva de vetar la norma por parte de la gestión de gobierno. Ese acto que está previsto como facultad del poder ejecutivo,en la Constitución Nacional, a la que tanto recurren como fundamento de sus pretensiones los parlamentarios del FITU , paso a ser la materia de la impugnación propagandística de los cultores del cretinismo parlamentario, con lo que se deja ver como consecuencia del planteo que de ser atendido significaría la promulgación del ajuste legal, paupérrimo y nuevo instrumento normativo de la legitimación del hambre y la miseria de los acreedores a una jubilación digna.
La vida de Brian una película de Terry Jones, que remite en su producción y exhibición en salas, a 1979, traza en significativa ironía, una demostración artística de cuanto puede describirse de lo ocurrido en esta violencia Estatal semana de. En apretada síntesis el film narra una historia que se posiciona en el relato bíblico en el tiempo de Cristo en Jerusalén. En paralelo, Brian es el personaje que habiendo nacido en Belén el mismo día que Jesús, parece ser el Mesías y en un derrotero no consciente se ve puesto como líder de un movimiento religioso que le depara igual tratamiento represivo que el sufrido por el hijo de Dios, según el relato bíblico. Es así que el juego irónico del lenguaje cinematográfico permite exhibir su vida marcada por su castrante madre, sus nuevos amigos del Frente Popular de Judea y su novia feminista. Estos dos últimos debaten en forma constante, y ante la crucifixión de Brian , solo atinan a llevarle un comunicado de repudio bajo su cruz y manifestarle su adhesión. Algo de eso es lo que a título de tragicomedia hemos podido ver en los días subsiguientes. Vale decir, la muestra de la impotencia programática del reformismo y el oportunismo galopante , sumado a la reproducción del fetiche de la ley y la supremacía de lo jurídico a la hora del conflicto de clases sin mediaciones y de modo directo. A eso se suma la pretensión de usar de manera mecánica, todo lo que anda dando vueltas para ponerse en la foto delante del paisaje. Es decir, una rosca más de la sustitución constante de los que dicen llorar respecto de los que luchan. Del autodesignado representante y su próximamente silenciado mandante. No otra cosa, que la materialización de la premisa propia del régimen democrático burgués, según la cual: el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes.
La condición de un sector de la población que se encuentra fuera del proceso productivo en sí, está lejos de encontrar solución en una ley, como no puede una ley establecer condiciones materiales dignas de existencia para cualquier persona que formule su vida a través de la venta de su fuerza de trabajo cuando la relación estructural que contiene esa situación , muestra signos de agotamiento, y fuerte tendencias críticas . El haber previsional es una consecuencia del sistema de reparto que las determina en razón de los aportes de los sujetos activos formalizados como trabajadores en la producción. Si esos salarios han sido insuficientes durante las últimas décadas en particular, y a su vez, tropiezan con la constante depreciación monetaria y giros inflacionarios significativos, lejos está el sistema jubilatorio de poder solucionar la condición de las personas a las que abarca, por sí mismo. Es el orden impuesto por la sociedad de clases en el capitalismo el que genera la situación desesperada de esta parte de la población y es allí a donde hay que apuntar en la crítica social. Para esto hace falta una organización política de clase, con una política obrera autónoma de toda otra clase social, con propósito de poder y superación de la dominación capitalista. Las soluciones no están en las leyes, ni en los parlamentos . Las causas del problema no están centradas en la distribución de la riqueza sino en la fase de producción de las mercancías y la vigencia de la ley del valor. Mostrando un jubilado golpeado, manifestando el repudio de la acción que derivó en ese resultado, solo estamos diciendo que el paciente tiene fiebre, pero ignoramos las causas si no denunciamos y luchamos contra la institucionalidad estatal del poder burgués y la explotación opresiva que trae consigo la relación social capital-fuerza de trabajo.
Cuando la actual gestión de gobierno, accedió a la gestión de los intereses de la burguesía por vía del poder formal, expandió profusamente la tesis de que existió una Argentina, rica y poderosa, dando por referencia a Juan Bautista Alberdi y su libro “ Bases y puntos de partida para la organización política de la república Argentina”. Sin embargo este señalamiento selectivo del poder, omitió considerar que en igual contexto histórico de formación del Estado nacional Sarmiento escribía lo siguiente:
“El que muere en esas ejecuciones del capataz, no deja derecho a ningún reclamo, considerándose legítima la autoridad que lo ha asesinado. Así es como en la vida argentina empieza a establecerse el predominio de la fuerza brutal, la preponderancia del más fuerte, la autoridad sin límites y sin responsabilidad de los que mandan, la justicia administrada sin formas y sin debates “ (Facundo o Civilización y barbarie en las pampas argentinas )
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