Nuevo Curso

NO HAY “BELLEZA” EN LAS CALLES”. SOLO EXISTE DOLOR, MISERIA , EXPLOTACIÓN Y OPRESIÓN

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Desde la objetividad del desfinanciamiento de las universidades públicas por parte de quienes tienen la gestión de gobierno en Argentina, pareciera haberse abierto, por la acción estudiantil, a partir de lo que en los hechos se instaló como simple negación de lo dado y por ende de su propia afirmación, una suerte de sentencia en torno a la posibilidad histórica del tiempo circular. Eso es lo que hace que se trate de entender la realidad y sus fenómenos en contexto de lucha de clase desde un preconcepto que se elabora evocando papeles que en otros momentos de la historia hayan jugado los estudiantes con sentido de lucha y repudio al orden social establecido.

Para no confundir a nadie asumiendo un rol que nunca han tenido, los cultores del exitismo militante y el luchismo no han dejado de señalar la vigencia de una cita relativa a un texto elaborado sin duda alguna en otro contexto.

Apelando a un pretendido reverdecer de “la belleza en las calles”, citando a Daniel Bensaid, se estima aplicable a los hechos que nos acontecen el siguiente elemento ideológico:

Un espectro vuelve a cernirse sobre el mundo capitalista, el de los ‘grupúsculos’. En los Estados Unidos, en el Japón, en Europa occidental, hace unos diez años nacen nuevas vanguardias jóvenes, cuya acción contrasta violentamente con la unción de los partidos obreros tradicionales, partidos ya establecidos, convertidos en instituciones respetables y respetadas, que se pliegan a los ritmos parlamentarios de la democracia burguesa. En cambio, los ‘grupúsculos’ no tienen rótulos conocidos. Nacidos de la socialdemocracia o de los partidos estalinianos, todavía forman parte del mundo ignorado que la prensa descubre al azar de las manifestaciones al mismo tiempo que descifra sus siglas” (Bensaïd y Weber, Mayo 68: un ensayo general, ediciones Era, México, 1969).

Esta cuestión no es nueva, esta incluso contenida en toda la lógica setentista que de manera sesgada y arbitraria pretendió usufrutuar el Kirchnerismo a partir de la operación comunicacional y simbólica contenida en el descuelgue de los retratos de los genocidas que ocuparon la presidencia durante la dictadura cívico-militar.

No hubo entonces, ni hay ahora enología posible respecto de hechos protagonizados por la joven vanguardia en aquellos precisos momentos de la historia de la lucha de clases en el mundo, con la realidad de la existencia actual y su uso no puede ser otra cosa que una ideologización forzada que más temprano que tarde, deja ver su fracaso frente a la realidad.

Así planteada la cuestión , es imperioso no acompañar este tipo de planteos, porque nunca desde una premisa falsa se arriba a un juicio próximo a lo cierto, en tanto en el planteo mismo está el defecto que invalida la conclusión.

El problema del sujeto revolucionario, su carácter , no es nuevo, pero por lo indicado más arriba su presencia no abandona las caracterizaciones y las prácticas políticas que muchas veces remiten a frustraciones y planteos militante que solo concurren a mantener y reproducir lo dado, que en el caso argentino, tiene absoluta gravedad si se tienen presentes los registros de pobreza e indigencia que se presentan en la población.

La pregunta por el sujeto necesario de la transformación y superación del orden capitalista y sus relaciones de producción parte de la constatación del carácter revolucionario de la superación del conflicto social y de la posición que ocupa el trabajo y quienes lo generan en el modo de producción dominante en nuestro país.

En ese sentido, hay que decir en primer orden que es a partir de  “La cuestión” judía donde Marx sitúa en el terreno de la sociedad civil el problema de la emancipación humana de toda alienación  La sociedad civil es el lugar donde debe asentarse la actividad revolucionaria, en contraposición con las revoluciones políticas parciales, que se dan en el terreno institucional del Estado y los derechos políticos.

Por otro lado, la caracterización del proletariado dada en la Introducción a la crítica de la filosofía del derecho, se  centra en resaltar dos elementos esenciales: En primer orden, La constitución del hombre trabajador en  condición de clase enajenada precisamente por ese factor unificador en todos aquellos que sobreviven a fuerza de vender su fuerza de trabajo y entrar en el proceso productivo de mercancías generando valor que es apropiado en forma privada por un tercero bajo la forma jurídica del derecho a la propiedad que tiene soporte protector en la constitución del Estado a ese fin para lo que sus organismos se dotan del poder de imperio que detentan en forma monopólica .

El segundo elemento, es destacar la posición objetiva y subjetiva del proletariado como   portador de la revolución total, puesto que es de su condición que emerge la tarea emancipatoria de la explotación y la opresión.

Dicho en otros términos, es de la matriz del pensamiento y practica que propone Marx que  el trabajo entendido como formación cultural, del hombre,  el que otorga la característica diferencial al proletariado que lo encarna como poseedor de la capacidad para laborar,  en relación a la burguesía y aquello que lo constituye como clase internacional llamada a dar fin a esa situación relacional de la que emerge su alienación, con contexto de explotación y opresión.

Es por la situación de trabajo que la realización del sujeto político revolucionario funcione como correlato del paso de “la alienación a la praxis emancipatoria

En este sentido debe advertirse que es en “la cuestión judía” donde  Marx deja en claro que  la revolución debe ser llevada a cabo en el terreno práctico, en el terreno de la sociedad civil, donde la  emancipación opera en el espacio de  lo real y práctica porque la hace el  hombre mismo sin mediación estatal.

La ausencia en el proceso emancipatorio concreto de toda instancia de mediación estatal en la sociedad civil, es precisamente lo que hace que la noción jurídica de las formas legales que regulan la existencia quede carezca de relevancia para esa labor en tanto lo jurídico remite necesariamente a la potestad de imperio del Estado y reclama de este su intervención necesaria.

 No es la asignación de derechos subjetivos a los individuos previamente declarados personas en sentido jurídico, el instrumento por el cual el sujeto obtiene su emancipación de las condiciones de existencia que le imponen relaciones sociales de producción constructoras de vínculos de explotación y opresión que se traduce en su alienación de los objetos que él mismo crea.

De esta manera, el sujeto que necesariamente debe llevar a cabo la

acción revolucionaria son los  trabajadores, individuos reales situados en el plano material de la sociedad civil, es decir, en el espacio de la necesidad y del trabajo, en contraposición con “los ciudadanos” a los que remite como personas o sujetos abstractos de derecho, la república burguesa y la forma política democracia .

En ningún caso las mediaciones o intersecciones que pueda imponer el Estado en las estructuras y efectos de las relaciones de producción que se materializan en la sociedad civil pueden asumir un contenido “liberador” de la cosificación impuesta por una sociedad de producción generalizada de mercancías, en tanto el Estado no goza de la condición de ente neutral al conflicto de clases yacente en los vínculos intersubjetivos , sino que opera como un órgano político de ejecución y garantía de los intereses de la burguesía en tanto clase dominante.

Dicho de otra forma , son los sujetos reales no los abstractos abarcados por la categoría “ciudadanos”, en quienes se ubica el imperativo de transformación del orden social dominante con destino emancipatorio a partir de la superación de los paradigmas de una sociedad de clases.

La vanguardia en lucha de los trabajadores necesitan advertir que los ciudadanos tantas veces mentados por el poder burgués son una figura ideal que emana de la sociedad burguesa y en ningún caso la mayor o menor cuota de “ciudadanía” otorgada desde el poder de la clase dominante por declaración de derechos individuales  subjetivos cubre la superación de las causas de la alienación del proletariado bajo los alcances y efectos de la relación de producción primaria capital-trabajo.

Para la propaganda socialista es  menester recuperar el ser genérico del hombre superando toda abstracción que imponga su ficticio desdoblamiento  y  abarcarlo en sí mismo por  su identificación con el trabajador  y las fuerzas sociales de los individuos reales.

Que la república burguesa y las ilusiones democráticas sembradas en la sociedad por las operaciones montadas políticamente por la burguesía dominante , acude a un desdoblamiento del hombre , y con ello a la figura profana del “ciudadano”.

 Esa disposición ideológica de formación de falsa conciencia es el soporte para imponer toda la estructura institucional del poder burgués por vía de las formas jurídicas, que no liberan sino que mantienen a quienes hacen de la venta de su fuerza de trabajo la manera posible de su sobrevivencia en condiciones de explotación reproductiva del capital.

Desde la propaganda socialista debe tomar cuerpo esta cuestión esencial que impone un llamamiento a superar la filosofía en plano especulativo de las tendencias reformistas bajo el paraguas del progresismo, realizándola. Es necesario el pasaje al acto, dejar de lado el proceder especulativo y abstracto de la crítica centrada en la forma jurídica y el Estado de Derecho asignador de derechos subjetivos hacia quienes previamente considere personas, para sumergirse en la acción propiamente dicha.

 El poder material de la burguesía desde el cual esta impone u hegemonía cultural,  debe ser derrocado por el poder material efectivizado por el poder obrero, pero esa clase no se hace de esa posibilidad histórica si no acompaña su hacer con su correspondencia con el programa socialista en tanto, “también la teoría se convierte en un poder material cuando toma cuerpo en la clase trabajadora.

Para que una revolución sea total, para que la emancipación sea universal, es necesario que la revolución de un pueblo y la emancipación de una clase especial de la sociedad civil (que llevará adelante el proceso revolucionario e instaurará su dominación) coincidan, y para esto es menester que una clase valga por toda la sociedad.

 Una clase vale por toda la sociedad cuando condensa en sí misma todos los defectos de la última, cuando “resume en sí la repulsa general”: de ese modo, al reunir en sí misma todas las deficiencias de la sociedad in toto, su liberación y emancipación va a ser también la autoliberación general. El sujeto revolucionario será la clase de la sociedad civil que siente la necesidad y la obligación de a llevar a cabo la emancipación general por su misma “situación inmediata”, por la “necesidad material” y el “peso de las mismas cadenas” que la empujan a la acción revolucionaria (Marx, •   Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843).

Esta clase que tiene cifrada en sí misma la disolución total de la sociedad, que no puede emanciparse a sí misma sin emancipar a su vez a todas las demás esferas de la sociedad, es el proletariado, que, al representar la pérdida total del hombre por su cosificación alienante en relación con la producción generalizada de mercancías, va a significar en su acción emancipatoria la recuperación total del hombre.

Es este el eje que debe dar el presente , en toda acción política militante con determinación voluntaria de la hacia la transformación del orden social capitalista. La perdida de esa perspectiva es la que nos lleva a las reiteradas e infructuosas tentativas reformistas de ubicar al estado en otro sitio diverso del que se estableció en el Manifiesto Comunista, es decir,”…el gobierno del Estado Moderno  no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa»

En el mismo sentido Lenin específicamente ha puntualizado que cuando aludimos al Estado nos estamos refiriendo a una construcción histórico-social proyectada por la burguesía para encubrir la violencia mediante el derecho. Aunque tiene la particularidad de presentarse ante la sociedad como neutro y necesario para la conciliación de intereses, y fruto de la voluntad general de los ciudadanos, oculta su realidad histórica como aparato de dominación.

El Estado dentro del orden social capitalista en ningún caso opera de mediador y compensador de las relaciones sociales y sus desigualdades en el seno de la sociedad civil.

 Por el contrario, por vía de la forma jurídica y en particular por las constituciones que las burguesía dicta, opera  una ficción opresora cubierta de legalidad, que restringe el ejercicio del poder de las clases explotadas y oprimidas, evitando su autonomía y la concreción de su propio proyecto de sociedad.

 El sujeto social que corporiza la negación de esa ficción es el proletariado en tanto conjunto de hombres ligados al trabajo en una sociedad de producción generalizada de mercancías que los ubican como objeto despojado de toda subjetividad por vía de la alienación a la que queda sometido respecto de las mercancías.

No deja de ser significativo que este planteo este contenido en esencia dentro del Manifiesto Comunista, factor que no tienen presente quienes se distancian del mismo para obtener las conclusiones que tributan en el Estado funciones de superación de las contradicciones del capital como lo plantean los reformistas abiertos o encubiertos.

En ese sentido debe advertirse que la principal función de un manifiesto, cualquiera que fuese, es llamar a la lucha. Marx llama a los comunistas a la lucha para decirle que ella pasa por la acción revolucionaria superadora del orden social capitalista y su institucionalidad desde la exhibición de las situaciones de barbarie que implica la reproducción social de ese orden que se sostiene sobre la explotación y la opresión.

La historia de los hombres se constituye, se forma y está dirigida necesariamente , internamente , dialécticamente hacia la resolución de los conflictos de clase. Por ello es el proletariado quien debe construir su poder, y dese él, disolver el estado burgués y poner en marcha una nueva sociedad desde otras relaciones de producción diversas de la emergente de la relación capital-trabajo.

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