Si a una persona se le invitara a comer un helado y luego de su aceptación se le sirviera un plato de sopa, la primera reacción del invitado sería afirmar que fue estafado. Algo de eso sucede sin embargo con el socialismo y quienes confunden helado con sopa , se animan a reproducir la escena buscando otros incautos invitados, por que han advertido de que incluso quien fue víctima del primer convite no advierte a los restantes del embuste en cuestión. No hay momento en que la gestión de gobierne no deje intencionalmente de afirmar el fracaso del “Comunismo” y adosarle su carácter de régimen asesino, propiciando que a sus eventuales adherentes se les encorsete en el estereotipo del “zurdo de mierda”.
Dada esta situación que solo requiere su simple verificación, la realidad nos impone una pausa aprovechando el domingo, para detenernos en el fenómeno en sí.
Nuestra actualidad, nuestro cotidiano existir, ese que por la rutina mecanizada se percibe como una gigantesca nada y que sin embargo muestra todo como posible , es el escenario de un entrecruzamiento aparente al que algunos confundidos por esas sombras le dio el nombre de “batalla cultural” con lo que solo denotaron al fin que no conocían ni conocen el sentido estricto del término.
Aparentes enfrentamientos o e choques derivados de la reproducción cotidiana de una cultura hecha por seres humanos contenidos dentro de relaciones intersubjetivas marcadas en primera o ultima instancia por la producción de mercancías dejan ver sin embargo el embuste de etiqueta que hay en la alución a semejante “batalla” donde se hace la apología de conflictos parciales, que negando una totalidad preexistente ubican a los “contrincantes” en distintos lugares de modo tal que los que un día son los enemigos a vencer, mañana son los compañeros de ruta en otra “gesta”.
Por la perspectiva ausente de comprender la sociedad como un todo marcado por un enfrentamiento primario entre clases , lo cierto es que no confronta con lo existente y sus efectos más generales, se exhibe como confrontativo , trasgresor o como se lo quiera llamar y lo que tiene que ver con el objetivo elemento contradictorio , se lo oculta ideología mediante. La resultante es ,un orden desordenado, que durante siglos habilito su realización mostrándose como lo real, permanente e inmutable y que hoy aporta elementos de su agonía mortal ocultando una estructura social que pone en riesgo de reproducción a la humanidad misma.
La parte significativa de este proceso que implica una gran estafa piramidal en tanto todos ponen y pocos llevan, es que aún cuando en los aparentes enfrentamientos mediatizados se cotejan modelos de existir dentro de los cuales se incluye el no modelo y la anarquía de los propietarios, ellos no son diversos en sustancia en tanto todos y cada uno implican la reproducción de la relación capital – trabajo por diversas formas.
Dicho de otra forma, todos los vínculos sociales intersubjetivos, puede determinar adversidades , pero el gran ausente es el adversario real que es el socialismo y la clase trabajadora en un emprendimiento hecho consciente de la necesidad de emancipación superadora de todo lo materialmente existente ,advertida de que la continuidad forzadas de esas relaciones donde radica la explotación del hombre por el hombre conduce de modo necesario hacia la barbarie por la expansión de la pobreza y la generación de conflictos bélicos a lo largo del planeta en disputas abiertas por esa vía , de los mercados existentes.
Lo dado en sentido histórico se perfila para los trabajadores como un proceso no lineal de prefiguración y puesta en marcha de una acción de transformación y autoemancipación en el cual los individuos, libremente asociados, toman en sus manos la producción de su vida.
En ese contexto el tema del Estado ha sido, particularmente, uno de los componentes que han tomado los intelectuales liberales para asegurar que no hay espacio para otro orden social que no sea aquel que impone por consenso o por la fuerza el hambre y la pobreza y deposita a la humanidad en una crisis marcada por el belicismo y la acentuación del proceso de cosificación del ser humano, contenido dentro de relaciones que implican explotación y opresión.
En esa perspectiva y aunque en el plano de las apariencias algunos siguen manejando íconos de la contracultura que supo generar el socialismo en gran parte del siglo XXI se ha instalado de manera ideológica que el sujeto revolucionario solo emerge o se constituye en situaciones excepcionales donde las contradicciones y crisis propias del capitalismo se vuelven insostenibles , esto previo agregar de manera reiterada que esas condiciones no se verifican.
Por fuera de esto la cuestión que cobra esencialidad de manera combinada es la que sitúa la conquista del poder político como tarea específica de ese sujeto social.
Ahora bien ese proceso , esa «revolución» , de principio a fin descansa en el sujeto social determinado objetivamente a ella, pero le impone al sujeto construir espacios de dominación cultural que hagan del programa socialista la meta de las mayorías de esa clase en un pasaje consciente al status de “clase para sí. Es ese , el principio medular de la lucha de clases y la acción política que le impone un discurso propio de clase a los propios trabajadores . Las tareas organizativas de clase y la construcción de su partido son factores adyacentes a esa meta.
Los hechos de este último semestre, los fracasos del luchismo reformista movilizando para caminar las calles mientras en los poderes del Estado se consolida la ofensiva contra los trabajadores , imponen el agrupamiento de los trabajadores en torno a un programa socialista y la organización de un partido político desde donde la vanguardia obrera reconstituya su política obrera hacia la consolidación de una herramienta útil de poder en orden a su emancipación de toda relación capitalista de explotación y opresión social. Es la tarea fundamental de toda acción política. Cuesta advertir ese proyecto en quienes luchan en la medida en que sus comportamientos estén ligados en todos los casos a políticas de aparato sobre lo minoritario que implican conflictos específicos protagonizados por colectivos que no se nutren de la clase trabajadora en sí, como puede suceder con la situación de los beneficiarios de haberes previsionales o la de la asignación presupuestaria acordada a las universidades nacionales.
El capitalismo, no cae por sí mismo, en el peor de los casos se supervive en un escenario de barbarie. Esta presencia significativa del factor subjetivo, y la precisión en torno al proletariado de su condición de sujeto encargado de la emancipación de toda relación de explotación y opresión exige trabajadores centrados sobre el acuerdo consciente en relación a la superación del orden capitalista. Esa nueva confluencia superadora de las brechas abiertas tras la experiencia de las décadas del 70 se inscribe bajo la crisis de dirección que exhibe la clase trabajadora que no puede permanecer a riesgo de la continuidad de prevalencia burguesa en la contienda de clases.
Nuevo Curso