Siguiendo los acontecimientos que se generan dentro del fenómeno social abierto tras la pandemia y con ella como uno de sus factores desencadenantes , luego de verse que el presidente encierra al pueblo , categoriza a los que sabe posibles nuevas víctimas de un flagelo que no generaron, como imprescindibles, avalando y consintiendo salarios de hambre para esos mismos sujetos necesarios para la viabilidad precaria de la reproducción del capital y luego monta festejos en su residencia y gestiona vacunas de privilegio , es posible hoy, que está próximo a cumplirse un año de gestión de la nueva administración nacida de una farsa electoral hacerse algunas preguntas.
¿El gobierno que articula las diligencias y gestiones pertinentes para someter a la clase trabajadora es tan diferente del pueblo en sí?¿Hay una diferencia sustantiva se sus modelos de existencia, con lo que se verifica en lo cotidiano por fuera de las operaciones mediáticas, que nos transfieren de la condición de seres humanos a la más eficaz y económicamente real de consumidores potenciales de todo fetiche mercantil que encontremos a nuestro paso mientras sobrevivimos a las objetivas condiciones de pobreza en las que se encuentra nuestra clase.
Preguntamos esto también , porque viene al caso advertir por estos días, mientras muchos alentaban el exitismo por fuera de toda realidad y veían en jubilados y estudiantes los posibles sujetos sociales de un cambio de situación , que la realidad también exhibe una suerte de retrato menemista deformado dando cuenta que muchos argentinos viajarán a Brasil para cubrir sus vacaciones y ociosidad y ya hicieron un anticipo relativo observando como Colapinto choca el vehículo que conduce bajo la lluvia, confirmando que para una parte del pueblo es posible retroceder a los viajes a Miami y el deme dos de la década del noventa y que en realidad lo que se padece es una nueva convertibilidad artificiosamente orquestada por el “toto” Caputo, que más temprano que tarde será lo que desea , es decir, ser el nuevo “mingo “ Cavallo del siglo XXI, claro que como él mismo lo comprende tras su sonrisa de dentista, los tiempos no son los mismos, y la vida útil del producto es sustantivamente menor a la del viejo un dólar un peso.
Frente a todo esto, no resulta ocioso advertir que la vida para cualquier ser humano, y en particular para un trabajador, solo da cuenta de las consecuencias necesarias de una existencia en una sociedad de clases como la que denuncia y explica Marx en el Manifiesto Comunista.
El trabajador existe en condiciones de objetiva explotación y sometido a la dominación de otros. Esa manera de estar en el mundo no tiene comienzo individual que sea registrable salvo por una partida de nacimiento que poco dice y solo reconoce un fin biológico en la muerte orgánica.
No obstante, ello, también es advertible por fuera de toda comprensión ideológica que la existencia individual presenta saltos en los que es posible imaginar que recomenzamos nuestro andar a golpes de voluntad, de búsqueda de lucidez en las determinaciones asumidas y un basamento imperceptible pero ínsito en todo espíritu de sobrevivencia de un sentimiento de afecto por lo humano sin que los hombres en sí lo sepan de modo consciente o quieran saberlo.
Aquellos de nosotros trabajadores que con esfuerzo sobrevivimos en esta agonía impuesta de modo compartido en el plano ideológico por dos espacios.
Uno de ellos es la oscura forma de libertad que el gobierno propicia y en la que efectivamente avanza, centrada en la ofensiva sobre el otro si es que ese otro se transforma en un obstáculo para mis intereses utilitaristas e individuales que no son otros que los que desde siglos impone la burguesía en su modelo de opresión social.
El otro, que no lo niega sino que lo combina, es el lugar igualmente opresivo exhibido por el reformismo socialdemócrata, los restos en deriva infinita y pestilente del stalinismo, añadido al populismo progresista malversador de la lucha de la juventud trabajadora de los años 70 del siglo pasado por apropiación infame de sus símbolos y adulteración de sus contenidos programáticos, reposando en náufragos más preocupados por garantizar su cómo existir que por construir un espacio genuino de combate de clase. Cierran el escenario los que desde aquella década hasta hoy , hicieron de las proclamaciones, los diagnósticos de tormentas sociales, las crisis y las traiciones su menú de intervención política para la nada, jamás comprometida con una real estrategia de poder, quienes ocuparon el sitio de los caídos sin otra perspectiva que el bullicio y el conflicto sin capacidad alguna de construcción de poder , habilitados solos para las charlas, seminarios, encuentros y otras yerbas que permiten flotar en lo existente pero nunca llegar ni siquiera a una cabecera de playa.
Significa todo esto, que estamos jodidos quienes mantenemos estructuras de pensamiento y propiciamos haceres que hoy se juzgan “de otros tiempos”, como si liberalismo, social reformismo, stalinismo y derivados fueran engendros nacidos ayer por generación espontánea.
Al menos el pequeño grupo que sostiene estas páginas desde una población del interior de un país capitalista tardío y necesariamente dependiente , transformada en una ciudad de pobres corazones a costa de cierre de industrias, privatizaciones portuarias, y penetración del inmovilismo específico de la versión más renegada de la socialdemocracia que se termina imponiendo a costa de montar el modelo más aberrante de vigilancia y castigo de la mano de la última versión existente del radicalismo más próxima a los fusilamientos de la Patagonia al comienzo de siglo XX que a cualquier ejercicio de las libertades democráticas que promete su régimen pero que aborrece a diario en las calles sobre la población económica sobrante que se ve obligada a “habitarlas”, no estamos aún jodidos , porque nuestro idealismo no es de otro tiempo, sino que se ajusta a estos tiempos y denuncia la opresión y explotación a la que estamos sometidos por encima de cualquier operativo ideológico de coyuntura.
Dicho de otra forma, ni por una incidencia de cantidad ni por la reducida capacidad de acción, nos vemos en la necesidad experimentada por otros de cesar en la esperanza racional de superar esta trágica emergencia de la lucha de clases por la construcción de otra libertad diversa y superadora de la oscuridad en la que avanza el gobierno.
En sentido inverso , y sin que tome las apariencias de un mensaje en la botella lanzada por náufragos , los trabajadores propiciamos la libertad de los trabajadores, la emancipación de nuestra condición de clase y la construcción de una sociedad nueva sin clases sociales antagónicas, por la eliminación de las relaciones sociales de producción que las contienen.
Una sola certeza nos ha dejado el convencimiento racional relativo a que la derrota sufrida en la última oleada significativamente política de la clase trabajadora en nuestro país , es un estadio dentro de un proceso dialéctico y contradictorio y nunca un punto definitivo de llegada que ahoga la protesta , y obstaculiza la transformación revolucionaria de lo existente. El planteo específico e ineludible es no vivir para nosotros mismos, sino trabajar para vivir combatiendo.
El resto, lo que todos los días debemos sobrellevar con el formato ideológico y los símbolos a los que se acude por el aparato dominante , es el testimonio discursivo de una estupefaciente perennidad de las cosas derramada sobre los cada vez menos sujetos , disfrazados de jóvenes emprendedores cultores de lo insolente y necesariamente perecedero , que actúan y perciben como si ese resultado de caducidad que pregonan en los demás no los estuviera esperando a la vuelta de la esquina de su existencia individualista para insolentarlos de igual manera .
Tantas ideas en llamas hechas ceniza por los bomberos intelectuales del sistema, siempre prestos a condenar pero incapaces de toda construcción superadora, nos han impedido una lectura necesaria del sentido de la lucha obrera. Tantas confrontaciones directas , tanta, sangre derramada , tantos despedidos, tantos desocupados, tantas mesas servidas con un solo plato: la impotencia del trabajador sin trabajo, las cárceles y los encarcelados
Todo esto , no puede ganar realidad, sino a base de la mentira la violencia Estatal y el oportunismo individualista aberrantes que habíta con soltura por estas comarcas vestido con los ropajes de ocasión.
No es tiempo de detenerse en semejante crimen buscando interpretar el fenómeno al estilo de las parroquias universitarias o el de los periodistas que se disfrazan de militantes o militantes que confunden la lucha con hacer periodismo.
El crimen social se expande . Hay que detenerlo y avanzar sobre sus causas con organización . La construcción de política de clase y el enfrentamiento directo sin mediadores profesionales, ni mediaciones de la institucionalidad del estado de la burguesía se impone , tanto como la comprensión de que la situación traduce un enfrentamiento clase contra clase .
No tenemos la impresión de gritar en el desierto. Hay posibilidad de fijar un punto, tomar un rumbo que quede inscripto en la sangre y reservado en la conciencia activa de la clase trabajadora a pesar de tanto democratísimo inconducente y tanto cretinismo parlamentario.
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