Durante el curso del presente año , tiempo que prácticamente coincide con la emergencia de un nuevo elenco de operadores políticos en la gestión formal del poder burgués a través del Estado y su institucionalidad, se produjo en paralelo, el consabido viraje de las restantes fuerzas políticas en años no electorales, circunstancia que les hace poner énfasis en lo que anteriormente habían abandonado diciendo claramente que no estaban dadas las condiciones para las confrontaciones directas y de calle con el capital, razón por la cual se concentraron en demandas democráticas de asignaciones de derechos para sectores específicos del todo social, que en ningún caso avanzaron a su efectiva concreción alcanzando en lo mejor de los casos declaraciones abstractas de derechos que el propio Estado luego se encargó por sus órganos intelectuales e institucionales en dejar en letra muerta.
Lo propio ha ocurrido en este tiempo, donde los hechos transcurrieron con los aparatos partidarios ubicando su militancia en el exitismo y el luchismo permanente a partir de considerar a la gestión de gobierno con fuerte tendencia a la fascistización de la sociedad, escenario que ya habían dejado planteado en ocasión de la segunda vuelta electoral cuando encolumnaron su militancia hacia el apoyo abierto o encubierto a la candidatura de Sergio Massa.
En todos los casos hay una consideración implícita de la clase trabajadora como un elemento que opera en localización externa al aparato partidario y embarcada solo en luchas sindicales, en plano equiparable a otros grupos sociales a los que se le asigna similar incidencia y aptitudes transformadoras en el conflicto social.
Este enfoque, esa practica política, que hace omisión absoluta por la lucha ideológica programática y deja a la organización política como un simple aparato abierto a la captación de votos en ocasión que se presente la nueva farsa electoral , programada para el 2025.
En este derrotero, que insistimos no es nuevo como práctica, pero es mayormente significativo cuando se trata de encontrar las razones del fracaso y la deriva que se padece en la cuestión específica del poder por los que se presentan como luchadores hubo hitos significativos como la exaltación exacerbadas de estudiantes disputando junto con toda la institución universitaria mayores cuotas de presupuesto, señalando la amenaza de cierre de la universidad o de jubilados pidiendo se les aplique un ajuste de asignaciones que los deja sumergidos de igual manera en la pobreza y la indigencia , sin reconocer el vuelo corto de esos planteos en cuanto se refiere a la impugnación superadora del orden social capitalista.
En toda esta objetividad, subyace una cuestión de necesaria consideración para poder acceder al conocimiento del actual fenómeno social, que está marcada por el problema específico de la prevalencia de la ley social de la lucha de clases, y sus repercusiones en lo que remite a la conformación por los trabajadores de conciencia de clase.
En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx deja una referencia clara que sirve de guía para comprender la crisis de acumulación de elementos positivos en el plano del factor subjetivo dentro del proceso histórico revolucionario que se abre a partir de que es el propio capital el que crea sus sepultureros.
Una consecuencia ulterior a esa constatación objetiva que deja plasmada para los trabajadores del mundo el Manifiesto Comunista es el ulterior trazo de la historia, que tras la reversión de la revolución bolchevique por el Stalinismo , es advertida por Trotsky al puntualizar la crisis abierta en la construcción y desenvolvimiento de la dirección política de esa clase social nacida de las propias estructura de la relación capital-fuerza de trabajo, que en la actualidad toma ribetes significativos .
Por vía del “Manifiesto” Marx deja dicho que en la evolución del proletariado como sujeto social del cambio se produce un proceso dialéctico que implica el pasaje superador de los trabajadores de clase “en sí” en clase “para sí”.
Desde entonces tomando ese documento como punto de partida y guía que se entrelaza en sus aspectos vitales con el documento que busca dar fundación a la IV Internacional, se tiene en claro que las nociones de “en sí” y “para sí” reflejan las diversas fases de maduración del proletariado, hacia el crecimiento de su autoconciencia como una fuerza política independiente y autónoma por sus objetivos socialmente emancipatorios.
Todo esto implica necesariamente que ese devenir contradictorio y conflictivo que en gran parte se expresa en la práctica de lucha de los trabajadores se presente atravesado por una mediación necesaria que se reúne en la forma conceptual que identifica la consciencia de clase, que no es otra cosa que la comprensión consciente del posicionamiento social que el trabajador tiene en cuanto tal y el proceso de identidad que hace individualmente cada sujeto reconociéndose en el otro como él , no como un sujeto interpelante sino como un factor más de su constitución individual como sujeto consciente atrapado existencialmente en su supervivencia por una relación de opresión que lleva las impronta de la dialéctica amo -esclavo y desde allí, asume la responsabilidad de sus haceres.
Una noción prioritaria sobre la cuestión es comprender que estamos también en este extremo subjetivo frente a un proceso de corte dialéctico y por tanto histórico, ya que el trajín en la delimitación teórica y práctica que el trabajador ha hecho en la historia es el estadio necesario para que este se encuentre en condiciones objetivas de poder adquirir conciencia de sus intereses y advertir a ellos, como irreconciliablemente contrapuestos a los del capital.
Se cuenta en ese camino y solo a título de ejemplo el movimiento ludista en Inglaterra, cuando los obreros, indignados por la cruel explotación, destrozaban la maquinaria sin saber distinguir entre la maquinaria como tal y su aplicación capitalista como instrumento de explotación, con todo lo cual estaba exhibiendo su incipiente conformación como clase en sí. En definitiva el proletariado no llegó a adquirir de golpe su conciencia de clase, lo que en sí mismo que la constitución en sí de una clase social no es un fenómeno de irrupción sino de acumulación de prácticas cotidianas dentro de la sociedad civil, más allá de la posición objetiva del individuo en las relaciones de producción capitalista. Tampoco, al tratarse de un proceso dialéctico, su desenvolvimiento en ningún caso es lineal y unidimensional en la medida que también la historia da cuenta de situaciones generalizadas de reacción que logran transitoriamente romper con esa composición de lugar que se da el trabajador al identificarse como tal y perteneciente a una masa de seres humanos que resultan iguales por sus haceres y su posicionamiento en el conjunto social.
En Miseria de la Filosofía Marx dentro de ese orden de ideas puntualiza que:
En un comienzo, las condiciones económicas habían transformado la masa del país entrabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común,intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no una clase para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase. Pero la lucha de clases es una lucha política de clases (p. 218)
A partir de esto, lo que adquiere centralidad no es ,la referencia puntual y estática de la presencia de clases en el orden social capitalista, sino el proceso de construcción de la conciencia de clases desde el particular y objetivo conflicto intersubjetivo que contiene en sí mismo la relación social capital.
Dicho de otra manera, lo significativo es describir los mecanismos por medio de los cuales una clase, la clase trabajadora, toma conciencia de sus intereses y actúa en contra de los intereses de otra clase, la burguesía.
En otras palabras, lo significativo es advertir que la presencia o ausencia de conciencia de clase determina las posibilidades que tenía una clase social de convertirse en una fuerza social real del cambio y la transformación de un orden social en crisis. En El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Marx (1978 [1852]) afirmó, por ejemplo, cómo los campesinos franceses de mediados del siglo XIX estaban imposibilitados de convertirse en una clase para sí en virtud de las dificultades que tenían los miembros de dicha clase (lo campesinos individuales) para generar una conciencia de clase común.
En reflejo de un proceso continuado de utilización por el poder burgués a través de su institucionalidad estatal de prácticas genocidas y de represión social en general, cualquiera hayan sido las formas de gobierno , en nuestro país, el proceso de construcción de consciencia generalizada de clase en los trabajadores sufre distintos niveles de reacción que impiden su desenvolvimiento de una manera dialéctica que supere la mera negación .
El poder burgués dominante tomando las aportaciones de sus intelectuales orgánicos, en nuestro país ha logrado atenuar en grado sumo esta relevancia que tiene , poner en el eje de toda acción militante la comprensión de que toda actividad agitativa y propagandística tiene como elemento constitutivo la formación de la conciencia de clase en los sujetos que hacen las veces de receptores y vehículos de esa propaganda
Sin embargo, esta supuesta falta de relevancia de la clase social y el proceso de construcción de la consciencia de pertenecer a esa clase que se induce desde toda la actividad ideológica de la burguesía contrastado y contrasta en la , con los altos y persistentes niveles de desigualdad social que se abren en nuestra sociedad con índices de pobreza e indigencia próximos a una situación de barbarie.
En ese sentido es fundamental advertir que la conciencia de clase en tanto características de la subjetividad de las personas que son el resultado del proceso a través del cual ellas, en tanto miembros de una clase social, construyen su identidad de clase y toman conciencia de sus intereses de clases, delimita los intereses que le son específicos en una tarea emancipatoria de los que concurren a configurar aquellos propios de la clase dominante.
Es significativo advertir, aún en la propia militancia de lucha que la transición del proletariado a la fase siguiente, superior, de su autoconciencia de clase, desde la objetividad de pertenecer en sí a esa situación social , se realiza sobre la base del desarrollo del propio capitalismo, es decir, con el incremento del proletariado, su organización, su cohesión, su experiencia de la lucha de clases. De la lucha contra capitalistas individuales, sus patronos directos, los trabajadores han pasar a la lucha contra la clase de los capitalistas en general y contra su Estado. El crecimiento de la autoconciencia del proletariado se efectúa en el proceso de la lucha práctica contra los capitalistas y halla su expresión máxima en la organización del partido político de esa clase y en las practicas sindicales clasistas en el seno de las masas trabajadoras
De esta forma es importante dejar en claro en los compañeros que asumen tareas militantes de agitación y propaganda desde sus lugares de trabajo y en la conflictividad cotidiana que los conceptos de “en sí” y “para sí” relativos a su clase social dan referencia de , distintos grados y calidades de la formación y establecimiento en el sujeto de conciencia de sí mismo, como trabajador y de los objetivos emancipatorios que nacen para esa condición , como fuerza política independiente con intereses irreconciliablemente opuestos al capital.
El objetivo del poder burgués en orden a la reproducción social del capital es hacer del trabajador en tanto clase en sí un reproductor del orden social. Ese propósito colisiona con la comprensión consciente de ese mismo trabajador de la situación de alienación y pauperización tendencial creciente en que lo coloca el capitalismo.
Un espacio deseado por el poder burgués ,es aquel donde el obrero va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, es aquel que solo aprieta botones pero no se organiza, aquel donde el trabajador esta a disposición “full time” para que la empresa le haga hacer horas extras, cambiar o rotar los turnos, es aquel que acepta la suspensión “si bajó el trabajo” y en el caso de despido que agarre su indemnización mansamente y continúe por la vida en ese mecanismo hasta la jubilación donde pierde su condición de trabajador y pasa a ser un ser humano degradado a sobrevivir atado a un subsidio a la vejez.
Es ese paradigma el que está en crisis de manera objetiva por la propia crisis que afrontan las relaciones sociales de producción que le imponen al orden burgués la gestión de una nueva acumulación originaria y su reproducción bajo otras formas jurídicas previo sometimiento del trabajador individual por la amenaza del despido y el despliegue de violencia si se genera resistencia.
Lo real y por fuera de todo exitismo hoy luchista y mañana electoralista, es que el trabajador está en una condición de pauperización creciente que emerge de las determinaciones políticas del poder burgués y de relaciones intersubjetivas en la sociedad civil que la configuran como una sociedad decadente, opresora y explotadora a partir de su división en clases sociales polarizadas y antagónicas.
. El trabajador como clase no da señales organizativas ni ideológicas de existir con el propósito de romper con esas estructuras y marcos que la burguesía supo imponer durante muchos años y es por ello que todavía se siguen repitiendo las formas o en las luchas puramente economicista que le imponen un techo a su hipotético desacuerdo puesto en acto.
La objetividad de la crisis capitalista, las guerras extendiéndose por el planeta y la amenaza del empleo en ellas de armas nucleares , las caídas de los regímenes políticos y su concentración en dispositivos ideológicos ajenos centrados en el individualismo utilitarista , alejan la posibilidad de que las relaciones de producción capitalista no se constituyan en una traba significativa para el desenvolvimiento social por consenso, transformando a la violencia Estatal en el ser de toda ley emergente de esa institucionalidad burguesa. Es esa situación en sí, la que autoriza a tomar un nuevo rumbo en la militancia, retornando a los programas políticos históricos de la clase trabajadora y a su comprensión consciente por la masa de obreros, formales o no formalizados, siendo ese clasismo y su programa socialista el camino de superación de todo este escenario de barbarie donde nos toca sobrevivir con pobreza material y cultural, que amenaza nuestra propia existencia como seres humanos.
Los trabajadores, desde su vanguardia en tareas de agitación y propaganda necesitan comprender básicamente que por su simple existencia como tal conforman una clase social que está llamada a destruir la sociedad de la explotación y la opresión y construir la sociedad socialista camino a etapas superiores de igualdad y diversos principios de justicia del que sostienen las relaciones sociales de producción capitalista. No es por magia ni encantamientos que los trabajadores en sí, tienen esa capacidad, sino por su papel fundamental en la producción, es decir en el núcleo central de toda sociedad que es su estructura económica, por eso el llamamiento constante en modo propagandístico a la construcción del programa socialista por vía del poder obrero y sus organismos específicos diversos de los de la república burguesa, es la tarea necesaria del momento.
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