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Camilo Torres Restrepo. El católico que no es revolucionario vive en pecado mortal” 

Donde cayó Camilo
Nació una cruz
Pero no de madera
Sino de luz

Lo mataron cuando iba
Por su fusil
Camilo Torres muere
Para vivir

Cuentan que tras la bala
Se oyó una voz
Era Dios que gritaba
«Revolución»

A revisar la sotana
Mi general
Que en la guerrilla cabe
Un sacristán

Lo clavaron con balas
En una cruz
Lo llamaron bandido
Como a Jesús

Lo clavaron con balas
En una cruz
Lo llamaron bandido
Como a Jesús

Y cuando ellos bajaron
Por su fusil
Se encontraron que el pueblo
Tiene cien mil

Cien mil Camilos prontos
A combatir
Camilo Torres muere
Para vivir

(Víctor Jara)

Se cumple mañana sábado 15 de febrero , un nuevo aniversario desde que, en aquel día de 1966, perdiera la vida en combate Camilo Torres.

Vivimos tiempos diversos de aquellas circunstancias dramáticas, pero, sin embargo, hay un factor común determinado por el agotamiento del orden social capitalista bajo forma de república democrática dado por la verificación cotidiana respecto de una cuestión esencial, y es aquella por la cual ese sistema , ya no da cuenta satisfactoria de sus propios paradigmas fundacionales en contexto de libertad, igualdad y vínculos sociales fraternales con los que emergió de manera revolucionaria a fines del mil setecientos para expandirse mundialmente.

Por eso acudimos a Camilo Torres para presentarlo como símbolo necesario de las determinaciones que hoy nos son imperiosas y el futuro próximo debemos adoptar.

Camilo Torres , es hoy, como muchos de los que en su tiempo formaron parte de aquellos que no regresaron, que desaparecieron, , político que reclama por su querida presencia.

Pensamos que eso es así, porque siendo cura, y sociólogo, no se preocupó, como hoy lo hacen algunas reformistas, por hacer pública su alegría porque había conseguido una cátedra universitaria . Torres sabía y lo expresaba con el ejemplo que cuando siendo parte de su pueblo , grandes porcentajes de trabajadores, subocupados y despedidos transitan la vida por debajo de la línea de pobreza, no tenían lugar logros personales del sistema , sino que buscando amparo en la legítima defensa social, tomo como única determinación de voluntad posible en la lucha de clases optó porque tomara forma armada.

Desde un punto de vista político Torres, anticipó una posibilidad para una época que hoy la vuelve a exhibir con perfiles sustanciales semejantes aunque las apariencias y la ideología dominante pugnen por lo contrario . Ya en los momentos de su vida militante, Camilo estaba ahí detrás del derecho a la desobediencia – pueblo en armas y estaba detrás de todo un movimiento argentino, que luego se van a llamar Los Curas del Tercer Mundo que también tendrán sus mártires e idéntica opción.Por eso hubo muertos entre esos curas, y Camilo que era la imagen del compromiso político hasta el límite, corrió la misma suerte.

Los trabajadores jóvenes hoy necesitan que desde su vanguardia se de cuenta de ese ejemplo, se le tenga presente y se propagandice por ellos ese compromiso en la determinación para despejar la hojarasca y tirar por la borda a los Grabois, los “curas villeros siglo XXI y también a los curas laicos nacidos de los reformistas del FITU y sus satelitales, con su apología de la diosa LEY , y la mediación del Estado con forma jurídica de república democrática que han institucionalizado junto a la burguesía, hoy temerosa por su agotamiento como elemento funcional a su dominación cultural.

Hoy es imperioso conformar en la vanguardia al revolucionario, porque no basta con ser un trabajador en sí mismo, por situación objetiva en las relaciones sociales de producción, porque eso resulta insuficiente en sí mismo, ya que esto requiere además de una combinación estructural en el sujeto que lo ubique en la condición de revolucionario.

La lucha de clases exige revolucionarios. Para ser tal en su acabado sentido en Camilo Torres hay un faro que ilumina nuestras brumosas costas en mar embravecido ,en la exaltación simbólica de su decisión y la ubicación del compromiso por sobre la especulación utilitarista individual concentrada en la búsqueda permanente de la ventaja .

Esto último es así porque “…los sucesos históricos no pueden considerarse como una cadena de aventuras ocurridas al azar ni engarzarse en el hilo de una moral preconcebida sino que deben someterse al criterio de las leyes sociales que los gobiernan “ ( Víctor Serge) y precisamente son ellas hoy, las que imponen estas determinaciones subjetivas que están ausentes en los que en lo cotidiano sufren la explotación y la opresión capitalista.

 La ideología dominante, en particular la que produce el Vaticano argentino, impone borrón y cuenta nueva con respecto a Camilo Torres . Sin embargo, las realidades no operan por las conclusiones que derivan de la falsa conciencia.   En el mejor de los casos, se da vuelta la página, pero el gran libro de la experiencia humana para bien o para mal, continúa organizando la vida en general y es precisamente esa experiencia la que dice que se aprende también y en gran medida,  de las experiencias fracasadas .

La sociedad que desarrolla el orden social capitalista y su institucionalidad, no tiene márgenes, ni límites que puedan establecerse con precisión porque sencillamente ellos no existen. Solo tiene el ser la reproducción social y extensiva de la mercancía. Los egoísmos concientes que postulan tanto los reformistas parlamentarios alentando diversidades que contraponen de modo ideológico a quienes pertenecen objetivamente a una misma clase social, el culto de lo legal, coinciden en última instancia y de modo paradójico en una fusión deseada por el poder, entre los vencidos por el sistema y los portadores del individualismo burgués más feroz, el que propicia la existencia del hombre en lucha darwiniana reguladora de todas las relaciones intersubjetivas trazadas en la sociedad civil , la jungla social en la batalla del Uno contra todos que propicia una verdadera explosión de desesperación y angustia cotidiana.

Camilo Torres, el Che, 30.000 detenidos desaparecidos nos gritan- impulsando a recoger sus banderas- , que este mundo es inaceptable en sí: inaceptable la suerte que nos reserva. Estamos errando el camino si nos limitamos a la búsqueda de “algo” posible dentro del orden social capitalista y su república democrática.

En nuestro país el parlamento en su versión más putrefacta de cretinismo parlamentario, no da muestra de tener la capacidad de superar las contradicciones de clase y de asegurar la marcha pacífica de los acontecimientos. El conflicto da señales objetivas que debe ser resuelto por la clase trabajadora por otras vías.

La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.……Cuando en una sociedad estalla la revolución, luchan unas clases contra otras, y, sin embargo, es de una innegable evidencia que las modificaciones por las bases económicas de la sociedad y el sustrato social de las clases desde que comienza hasta que acaba no bastan, ni mucho menos, para explicar el curso de una revolución que en unos pocos meses derriba instituciones seculares y crea otras nuevas, para volver en seguida a derrumbarlas. La dinámica de los acontecimientos revolucionarios se halla directamente informada por los rápidos tensos y violentos cambios que sufre la sicología de las clases formadas antes de la revolución…..Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de cada clase tiene un programa político, programa que, sin embargo, necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas. El proceso político fundamental de una revolución consiste precisamente en que esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la crisis social en que las masas se orientan de un modo activo por el método de las aproximaciones sucesivas…..” (León Trotsky. Prólogo a “historia de la revolución rusa)

Ellos, los otros, los soberbios y engreídos, los que aspiran con pasión a situaciones de dominio en donde le fuese posible, se enamoraron de sus flores mercantiles, y no de sus raíces, y en otoño no supieron qué hacer. Nosotros trabajadores crecemos con dificultad, siempre en adversidad, siempre desde el pie, y solo nos enamoramos de la posibilidad concreta de vivir en otra sociedad, sin explotadores ni explotados.

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