Un cuento en sí mismo , sea su relato de calidad literario o no, es en todos los casos o representa para el lector, una aparición, una manifestación o fenómeno a partir del cual se revela un asunto importante que excede el relato de forma tal que uno cree que la narración termina siendo una simple escusa para lograr que el lector se detenga en algo puntual que sí se quiere expresar.
Todo cuento implica ,según dicen que decía, Ernest Hemingway, un pozo con mucha agua que debe ser regularmente controlado para que no se seque y es lo que pasa con “Pajaros en la boca” que en todo momento amenaza con un desborde que sin embargo si ocurre , lo hace solo con la contribución interpretativa del lector.
Esto último sucede, y en eso redunda la riqueza de lo narrado, porque la autora ha podido fusionar el esquema clásico en donde lo narrado se ponen en marcha de golpe desde el mismo inicio o en su desarrollo del relato para terminar elípticamente dejando su recorrido muchos vacíos a llenar o no por el lector pero sin dejar de tener cierta fidelidad al realismo y a la existencia ordinaria de los actores del cuento se involucra como recurso necesario la apelación a cierta fantasía .
Por eso, desde lo cotidiano, la autora describe casi sin solución de continuidad y como constitutiva de la “normalidad misma”, una atmósfera oscura que pese a todo no se desliga de ese “realismo”. Dicho de otra manera, lo fantástico no linda con lo cotidiano sino que lo constituye, exhibiendo de ese modo y casi sin proponérselo mucho de lo que nos sucede a diario en esta sobrevivencia en contexto de la consagración de una tendencia a la barbarie y pauperización de la existencia que trae consigo el orden social capitalista.
“Pájaros en la boca plantea como nuestra propia realidad, situaciones adversas y confusas donde a veces se puede escapar y en otras solo aceptar trágicamente lo que nos depara lo que aún se sigue llamando vida, en este contexto social decadente.
“Pájaros en la boca” permite que el lector explore con mayor profundidad la degradación de las relaciones familiares y presenta de manera explícita las situaciones que alteran una posible normalidad cotidiana, generando con verosimilitud y realismo una situación tensa y oscura.
El sentido de nuestro rescate de esta publicación, lo hemos puesto en lo ilustrativo que para nosotros representa de lo que básicamente esta ocurriendo en gran parte de la clase trabajadora frente a los efectos concretos de todo cuanto se diseña y hace desde el poder burgués. Se ha abierto en la sociedad y en particular sobre los trabajadores, una preocupante adaptación a la búsqueda afanosa del valor “tranquilidad” que lleva a quien todos los días vende su fuerza de trabajo, a no tratar de alterar la anormalidad en el que están inmersos y en gran medida a meterse “pájaros en la boca”. Todos y cada uno, miran y se asombran inicialmente con lo que se informan, para terminar llevando “cajas de cartón” a su vida.
En este sector francamente creciente de la clase en sí, gran parte de los trabajadores tiene la voluntad de transgredir la conducta grotesca de quienes se desempeñan como agentes gestores del poder burgués. Solo son tristes acompañantes de una situación inicialmente ofensiva que procuran transformar en normal.
La familia, lejos de ser un espacio de convergencia y unión, empieza a funcionar como un espacio de desconfiguración de lo intolerable en normalidad. Nuevo Curso
Samanta Schweblin es autora de este cuento . Ganadora de muchos premios como el premio Casa de las Américas (2008), el Premio Juan Rulfo (2012) , el premio de Narrativa Breve Ribera del Duero (2014) y finalista del Premio Booker Internacional (2017), entre otros, representa una de las máximas exponentes de la narrativa argentina e hispanoamericana de los últimos años junto a, Pola Oloixarac Ariana Harwicz, y Martín Kohan.