
Según han advertido los autores, es probable que Karl Marx no quisiera que se publicara una biografía suya y mucho menos en varios volúmenes. En una ocasión comentó a Wilhelm Blos de Hamburgo: «La popularidad no me interesa lo más mínimo, como demuestra el hecho de que, debido a la renuencia que me inspira el culto a la personalidad, hiciera caso omiso de las diversas maniobras de reconocimiento y respeto con las que me importunaron en diversos países en tiempos de la Internacional [se refiere a la Internacional Socialista, 1864-1876, M. H.]. Nunca les respondí, exceptuando algún varapalo que di aquí o allá» (carta del 10 de noviembre de 1877, MEW, 34: 308)…..«Por ejemplo, los encargados de la enciclopedia Meyers Konversationslexikon hace tiempo me pidieron por escrito mi biografía. No se la he entregado, ni siquiera he contestado a su carta».
Karl Marx, carta del 26 de octubre de 1868 a Ludwig Kugelmann (MEW, 32: 573). (cit. Michael Heinrich “Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna”
Eduardo Grüner en su trabajo “Trotsky un hombre de estilo” publicado en Página 12 el 23 de agosto de 2012, introduce sobre el particular el siguiente relato:
“ En uno de los films de la estupenda Tetralogía del Poder de Alexander Sokurov, Stalin visita a un Lenin ya casi agonizante en su dacha, y le entrega un bastón con el puño exquisitamente labrado, que le envía de regalo el Comité Central. Compungido (cínicamente, hay que entender: al ascendente Stalin no se le puede escapar la simbología de regalarle un bastón al declinante Lenin), le informa que se había pensado inscribir en él una dedicatoria: al más grande hombre de la URSS, padre del socialismo, héroe titánico de la revolución, cosas por el (deplorable) estilo. El problema es que una decisión tan importante (¿?) requiere el voto unánime de todos los miembros del Comité y ha habido un voto en contra. Lenin lo interrumpe sin vacilar: “Ya me imagino: Trotsky”. La tragedia que ya ha empezado a atravesar a la Revolución Rusa está plenamente condensada en este episodio –sea verídico o imaginario–: poco tiempo después Lenin estará muerto, Trotsky será un paria, Stalin transformará el gobierno de los soviets en su personal dictadura burocrática y sanguinaria. La anécdota también pinta de cuerpo entero una posición política e intelectual de Lev Davidovitch Bronstein (a) Trotsky: los liderazgos son respetables y necesarios, pero la causa revolucionaria, llevada adelante por las masas en su conjunto, no puede ni debe reducirse al culto de la personalidad, así la “personalidad” sea el mismísimo Lenin. Cuando eso termina triunfando, se puede decir que ya está casi todo perdido. Las personas sin duda existen: no hay dos hombres que sean iguales, los “estilos” (políticos, literarios, lo que fuere) de los líderes pueden hacer mucha diferencia en la historia. Pero la diferencia es en la historia: los individuos y las masas la hacen, en condiciones que no pueden elegir –para hacer una cita canónica–. Tampoco pudo elegirlas Trotsky. Pero sí eligió no traicionar la parte de la historia de la que había sido un protagonista central. Y no traicionarse a sí mismo, ni siquiera –y quizá sobre todo– en el “estilo”.
Mas cercano en el tiempo, y de manera más generalizada , Jon E. Illescas Martínez (Jon Juanma) , sostiene que: “Suele ocurrir en muchas ocasiones que los partidos de izquierda cuando tienen un dirigente o «líder» con importante apoyo popular son muy dados a caer en el culto a la personalidad y repetir patrones propios de la derecha. El culto a la personalidad es una forma de alienación de responsabilidades, de inmadurez ética y política.
Es en este módulo donde cabe incluir el afán del reformismo argentino autodeterminado “somos la izquierda”, por poder posicionar con afán electoral la figura de la abogada Myriam Bregman y como en este esquema casi obsesivo la situación se desliza en la militancia interna hacia el culto de la personalidad, en forma tal que al parecer la Dra. Bregman es una especie de solución química multiuso que puede aplicarse a cualquier conflicto que emerge en la sociedad de clases que desenvuelve el orden social capitalista. Es así que lejos de convertirse en una pregonera del pueblo, la eterna candidata aparece buscando pantalla en donde se le presente esa oportunidad, o donde su organización la geste , sea por medios propios creados al efecto o directamente comprando espacios.
La cosa no se circunscribe a un uso de la persona , que por si mismo resultaría condenable sino que se manifiesta en extensiones preocupantes de divulgación de sus haceres cotidianos, al punto de que la abogada, avisa, desde hace varios días que ella estará presente en la marcha de la fecha, en la misma forma en que comenta que los domingos sale a dar vueltas en bicicleta .
La cuestión es que lejos de que el hecho que marca el conflicto social , se visualice, lo que se busca siempre y en todo momento es que se vea que Myriam Bregman estuvo presente, y desde ahí , sostener la legitimidad del reclamo y la ficción de que su presencia potencia el conflicto e inclina la balanza en favor de los que protagonizan esa lucha. Lo cierto es que es difícil saber cual es el posicionamiento del PTS y por extensión del FITU. Todos si llegan a conocer que “estuvo presente la abogada , y dijo tal cosa”.
Es esta una práctica oportunista muy difundida en el Morenismo, que nació para proteger los posible virajes de la organización colocando visible a un militante , para luego en su caso, decir que fue la opinión de ese militante y no del partido en sí. Sucedió en el tiempo con Coral, y de manera muy intensa con Luis Zamora en forma tal que este último optó finalmente por renegar de toda concepción de partido y retornó al horizontalismo con Autodeterminación y Libertad.
Lo cierto es que , esta tendencia a posicionar la personalidad de un sujeto como garante de certeza de cuanto ese sujeto pregona , lleva consigo en forma subyacente la creencia inmotivada respecto a que se puede hablar de libertad, igualdad y fraternidad sin atacar las bases del sistema que las niega por su propia naturaleza. En ese compromiso táctico con objetivos reformistas del orden burgués, esta la premisa que lleva a la necesidad de contar con alguien a quien rendirle una larvada vocación de fe dogmática en sus dichos, que nubla el entendimiento y la producción colectiva de quienes creen estar militando por la revolución social.
Este germen de una tendencia al culto de la personalidad impulsada desde la organización partidaria donde se desenvuelve M Bregman , tiene una causa fuente, extraña a otros procesos políticos tradicionales centrada en la notoria y reiterada copia de los modelos comunicativos de los partidos de los partidos tradicionales del orden burgués y de sus nuevos emergentes , incluída la libertad avanza , extremo que se hace notorio en la profusión de carteles llamando al voto que solo exhiben el rostro del candidato siendo que a la par este tiene muy pocas posibilidades de de ser votados en cargos ejecutivos como ocurrió en la última farsa electoral del 2023.
Dicho de otra manera, si se quiere intervenir electoralmente con fines de propaganda socialista, porque deviene prevalente la foto y no la explicación paciente del programa socialista. Solo cuenta en sentido inverso, hacer visible a la candidata y para ello, antes aún de ser candidata ya se monta sobre ella una suerte de mito que la posiciona en el templo de los dioses griegos , adjudicándole capacidades y potencias que de ningún modo son individuales sino propias de la clase trabajadora en contexto de lucha de clases.
El problema revela un nuevo factor gestado en este siglo en que transcurrimos que es la debilidad formativa de la militancia gestada a partir del abandono de la construcción organizativa de un partido de cuadros sustituída por un partido de masas de formato socialdemócrata contenido dentro de los límites que le impone el orden jurídico legal de la burguesía .
Lo preocupante de esta tendencia a conformar un culto a la personalidad, es la manera en que se desenvuelve con mayor justeza la división de trabajo al interior de toda la organización político partidaria, donde se percibe una escisión entre «ejecutar» acciones y generarlas intelectualmente de manera colectiva » que desde luego favorece al aparato partidario y su burocracia en tanto se aseguran un no cuestionamiento de sus definiciones ideológicas por vía del seguimiento con fe religiosa a la figura de la Dra. Bregman que “todo lo puede”
Necesitamos conformar una vanguardia militante desde la clase trabajadora capaz de dejar el rol de meros ejecutores y repetidores de consignas nacidas en todos los casos de una usina de intelectuales
.La Izquierda necesita que no haya nadie imprescindible y que los revolucionarios no se asienten en el poder porque confunden su vida, su persona, con los procesos. No es sano para la persona en cuestión y mucho menos para los militantes: a la primera la aleja paulatinamente de la realidad haciéndole creerse con «poderes especiales» de por vida, como una especie de ser mitológico o semi-Dios; mientras que a los segundos los deja vendidos a la voluntad de la primera. Se llega a una personificación de los procesos de cambio que pone en juego el sacrificio y el esfuerzo de muchos militantes
Finalmente y nuevamente citando a Jon E. Illescas Martínez (Jon Juanma) , llamamos la atención de la militancia para alertar que “el culto a la personalidad también funciona psíquicamente como un modo de enajenación de responsabilidades por parte de los activistas, en primer lugar la de pensar por uno mismo. Siempre es más sencillo que nos den hechas las opiniones, que nos las sirvan como puré y así nos ahorremos el esfuerzo de masticar. Pero en esta vida, la energía no desaparece, sino que se transforma. Y si no queremos hacer esfuerzos pagaremos las consecuencias. Vivir en sí mismo es un esfuerzo energético y un triunfo de la vida sobre la muerte siempre latente. No esforzarnos es sinónimo de morir en vida. Un activista que quiere caminar hacia el Socialismo pero no quiere pensar es, un muerto viviente y su organización una secta cristalizada en derredor de un sujeto, al que se le termina rindiendo culto.
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