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Marx, la vanguardia trabajadora y el DIAMAT

El 5 de mayo de 1823, nacía en Treveris Carlos Marx. Si bien supo decir en el Manifiesto Comunista allá por 1848, que el comunismo era ,aún en su incipiente desarrollo orgánico , un fantasma que recorría Europa, puede decirse que hoy con esa misma orientación , «el espectro de Marx aún ronda en la existencia de las clases que se enfrentan desde la imposición histórica del orden social capitalista, en dialéctica de opuestos , tal vez como prueba de que efectivamente su trabajo intelectual contenido en El Capital significó y resignifica hoy como el misil más terrible lanzado a la cabeza de la burguesía , para lo que basta reparar en nuestra existencia en situaciones de miseria y peligro real incluso, para la continuidad misma del planeta.
En gran medida esa prevalencia en el tiempo de las categorías que Marx expone con método específico derivado de la dialéctica hegeliana, es imprescindible en tanto herramienta inestimable para entender los procesos reales del cambio, el movimiento y la contradicción que tienen de base los fenómenos sociales.
Desde Marx en adelante, y pese a esfuerzos supinos de sus rotativos detractores, ha quedado sentado que, para comprender el estado presente de algo, hay que advertir que siempre es resultado de un proceso y a la vez parte integrante del mismo en permanente definición transitoria de la puja de contrarios.
Es en gran medida por ello, que Marx a sus doscientos años sigue siendo quien insufló a la teoría del conocimiento el avance resultado de la construcción y empleo de ese método y sus correcciones, en tanto herramienta intelectual necesaria para advertir las contradicciones inherentes al capitalismo, advirtiendo de manera enfática que ellas están ya presentes en su forma básica: en la mercancía resultante de la producción generalizada.

Hasta el uso de ese método por Marx, la ciencia oficial podía, a lo sumo, describir los ciclos de la economía capitalista, pero de ningún modo poner de manifiesto la tendencia resultante hacia su decadencia
Los propagandistas del capitalismo han hecho, hasta hoy , múltiples y variados esfuerzos por enterrar a Marx junto con el derrumbe del » stalinismo asimilándolo arbitrariamente con este. Pese a todo la descripción que hace Lenin desde la aplicación específica del métodos y las categorías que emplea Marx a la realidad de su contexto histórico en el sentido de que protagonizamos existencialmente una época de guerras y revoluciones , afirmación de la que hoy, la realidad da signos relativos a estimarla como una premisa que no admite refutación si se tiene presente el rearme de los Estados y la expansión de la industria armamenticia, y se las liga a las prácticas con formato imperial de saqueos de recursos que se centran desde los grupos monopólicos amparados por la institucionalidad y violencia de esos mismos Estados. En definitiva, el año 2025 se está convirtiendo en un año decisivo. Lo que antes parecía fijo y estable ahora se está desmoronando y en constante cambio y esa dialéctica no puede ser comprendida sino con el empleo del cuerpo teórico-práctico del marxismo en su desarrollo histórico que va incluso más allá de los textos de Marx.
En ese sentido, advertimos desde lo real y general a lo particular, que acudir a la caída del stalinismo y sus variantes para dar cuenta del derrumbe de Marx en todas sus implicancias metodológicas como lo hace la propaganda oficial por todas las vías , incluso por los discursos académicos que se gestan desde cierta progresía, es desconocer que es el propio Carlos Marx, desde El Manifiesto del Partido Comunista quien señaló que, el socialismo no podía triunfar en solo país y para ello publicaba el manifiesto a fin de que se concertara en el polo de la clase trabajadora, la organización política en plano internacional.
En las décadas posteriores, muchos intelectuales, incluidos los de izquierda, anunciaron que vivíamos en una era «posmarxista». Sin embargo, desde el cambio de milenio, el marxismo ha cobrado nueva relevancia ante la creciente desigualdad y la turbulencia económica.
En nuestro tiempo existencial donde el orden social capitalista, da signos inequívocos de profunda crisis y genera cada vez con mas frecuencia , espacios de barbarie , los politólogos y economistas tienden a reubicar a Marx y su método con sus categorías específicas, como espacio teórico para comprender los desafíos que enfrenta el desarrollo del capital . La militancia trabajadora y socialista debe hacer al mismo tiempo de esa comprensión del fenómeno el elemento fundante de su superación revolucionaria.
Se sigue de todo esto, el imperativo de puntualizar a la vanguardia trabajadora su deber de intervenir en sentido revolucionario desde una posición de independencia política y con un partido político propio. Por eso, esto es hoy la consigna prioritaria para la militancia que desarrolla la vanguardia obrera y socialista. Esa premisa ya estaba instalada en el cuerpo teórico de Marx y se opone por el vértice, a la deriva sin rumbo de ningún “ismo” tal como lo pretenden mercantilizar y traficar algunos círculos de intelectuales argentinos.
En Marx también están dadas las bases fundacionales para alegar la pertinencia teórica del carácter permanente de la revolución , tesis que luego toma cuerpo y desarrollo en los escritos de Trotsky quien reconociendo esa génesis , se ocupa de puntualizar expresamente esa base fundacional que en todos los casos parte de la constatación histórica de que la burguesía no puede agotar las transformaciones que están en sus constitución política como clase dominante por vía revolucionaria en el siglo XIX y esas tareas deben ser desarrolladas por los trabajadores, el propio sujeto social que el desarrollo del capital como relación social ha hecho emerger concretando el pasaje de la revolución burguesa a la proletaria.
Una aproximación situacional de estas perspectivas teóricas de clase, a nuestro tiempo necesita dar cuenta de la profundización de la tendencia hacia ese objetivo estratégico emancipador del ser humano a manos de la clase trabajadora que como dirección de ese fenómeno social requiere hoy de armas teóricas, todas las cuales no pueden desconocer al marxismo en su proceso dialéctico de formulación y reformulación permanente y acorde con la materialidad que construye el conflicto de clases en nuestro tiempo.
Jean-Paul Sartre en su tiempo histórico advirtió esta demanda de dar prevalencia a Marx a la hora de afrontar el problema específico del conocimiento de los fenómenos que operan en la realidad, pero advirtiendo de un obstáculo esencial gestado por su reducción mecanicista instalada desde el poder de un estado y lo que se consideró como su ciencia oficial ,la del materialismo dialéctico estalinista o “diamat” desde la que Marx había sido caricaturizado con el efecto necesario de su perdida de rumbo y esterilidad a partir de la ausencia de todo tipo de respuesta convincente en torno al problema fundamental que plantea en todo momento de nuestra existencia, la relación entre la acción humana y el ámbito de restricciones estructurales condensado en la relación social capital , en el que debe operar
La reducción mecanicista del Stalinismo, condensando lo humano en la visión economicista de “fuerza de trabajo” en permanente oferta olvidando que todo ser humano esta histórica y socialmente condicionado a partir de las determinaciones de clase con las que se enfrenta y desarrolla como tal.
Es necesario señalar como advertencia de aquello que no contemplado los que reducen a Marx y lo traducen en un economista , que la difusión de este mecanicismo implica como lo demuestran los hechos históricos la alienación de la libertad subjetiva, condicionada en modo absoluto por la estructura de relaciones sociales productivas y el mercado de la fuerza de trabajo . La praxis como combinación permanente entre lo teorico y lo actuado con mutua interinfluencia entre ambos es el camino que hace posible la emancipación política y social de los trabajadores constituidos como tales en fuerza social. Es ese un momento de solidaridad intersubjetiva no alienada que resulta desconocido cualquier visión política que ubique a Marx exclusivamente en el análisis de la estructura productiva y su desenvolvimiento.
La joven vanguardia no puede dejar de tener presente, por resultar ello vital para su propia existencia política autónoma que existe un intercambio constante, en el que las posibilidades de la acción humana en el presente existencial se articulan en relación con el contexto social y sus determinantes históricos, mientras que la acción humana, a su vez, actúa sobre el contexto social y lo modifica. Ese posicionamiento frente a los fenómenos sociales desde un sujeto colectivo constituído en clase actualiza a Marx y lo despoja de toda posibilidad de ser nuevamente cooptado por el esquematismo propiciado históricamente por el stalinismo.
Marx no puede ser pasible de un juicio de caducidad teórica, desde el momento en que pone en juego en nuestra propia realidad, el método político que evita el esquematismo histórico derivado de la mala interpretación por absolutización que el stalinismo instaló a partir del prólogo a la Contribución a la Critica Económica del propio Marx y entrevé saltos en la historia a partir de advertir en ella la lucha de clases entre burgueses y proletarios y los esfuerzos emancipatorios que condicionan a estos últimos para acabar con su condición social.
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