“No se puede pinchar con alfileres
lo que debería destruirse a mazazos.”
(Karl Marx, 25 de enero de 1843)
Una organización política que se gesta desde la vanguardia militante y de manera consciente encara las significativas tareas que el enfrentamiento de clases cotidiano impone a su propio existir esta siempre y en todos los casos obligada a demostrar el acierto de sus planteos por la eficacia en las acciones que protagoniza respecto del problema del poder, cuestión que es demasiado importante como para eludirla como hace gran parte de las organizaciones existentes y demasiado urgente como para postergarla como de modo abierto o encubierto sugieren algunas otras.
Desde las redes sociales puede verse lo que produce el aparato publicitario de la Dra. Miriyam Bregman, desde el PTS integrante del FITU. Ese sitio con habitualidad, nos dice donde esta la Dra. Que hace la doctora en su esfuerzo corporizado en abogadil militancia de proteger a humillados y ofendidos, cual si fuera un Alfredo Palacios con aparato partidario del siglo XXI. Lo último es la difusión de su viaje a Europa , con profusión de fotos con militantes de esas tierras y los actos que con perfiles presuntamente “internacionalistas” se proyectan desde esas latitudes. Mucha foto, letra gran, postales todas que se inscribe en la tentativa de informar los perfiles de una gran tarea .
La difusión de estas situaciones por las redes son las que revelan el nivel de disociación de lo concreto y banalización de la realidad en el que se encuentra este grupo político transformado en empresa líder del reformismo argentino. Su acercamiento político con este formato publicitario a otras experiencias de igual tenor le exhiben contaminado por todo un bagaje de expresiones propias de lo que otrora fuera posmodernidad y hoy ya se encuentra instalado como cultura dominante en una suerte de fase superior de la modernidad. Mucha imagen, mucha foto, cero comprensión de lo que implica la ofensiva capitalista sobre los trabajadores y las seguridades que exige la lucha que se declama pero que no se incorpora existencialmente pues se vive y actúa como si nada. Mañana hay un aniversario
En 1965 se fundó el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en Argentina, a partir de la fusión de dos agrupaciones: el Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP) y Palabra Obrera (PO). La fundación ocurrió el 25 de mayo de 1965 en Buenos Aires. Mañana se cumplen 60 años. Gran parte de ellos fueron desaparecidos o víctimas del genocidio descargado sobre la vanguardia obrera . Cuesta ver una continuidad de aquello, en el hoy. Cuesta ver a la dirección de una comisión interna reflejada en este “llegamos”. Lo que sí se aprecia es la distancia abismal que separa la humildad y la condición de cuadro revolucionario y esta exhibición constante de narcisismo y culto de la personalidad que autonomiza a la candidata permanente de los trabajadores por las solas circunstancia de su existencia diversa. Santucho y Moreno, a pesar de todas sus diferencias , viajaron como revolucionarios profesionales, por el mundo por el propio internacionalismo que predicaban , pero siempre la reserva y la necesidad imperiosa de esos traslados presidían sus acciones. Subir estas publicidades indicadora de sujeto siempre en campaña electoral , destiñen la existencia y dejan un mensaje claro : No es por ahí. Y este ahí marca un problema político de significación relevante.
Es curioso que la mujer de los viajes y las fotografías, su organización no reivindique esa fundación política esencial para la historia de la lucha de clases en Argentina, siendo que ese encuentro político de dos emprendimientos disímiles pero unidos en la voluntad de luchar le dio entidad nacional al nuevo agrupamiento y que es el punto de inicio de un desarrollo que culmina con un importante sector del palabra obrera derivando en el PST y más tarde naufragando en el MAS del que se desprenden gran parte de los partidos del FITU y en particular PTS de la doctora Bregman. Este negar el origen y la propia historia tiene que ver con el oportunismo político, que muestra lo que quiere y oculta lo relevante.
Sin embargo, este 24 de mayo también se cumplen 50 años de un hecho político en Córdoba que tuvieron a mueres como las protagonistas esenciales : la fuga de 26 presas políticas de la cárcel del Buen Pastor.
En una operación perfectamente organizada y ejecutada casi totalmente desde el exterior, lograron fugarse las reclusas del asilo-cárcel que funcionaba en el barrio Nueva Córdoba. Gran parte de ellas estaban acusadas de actividad en el partido revolucionario de los trabajadores.
Producto de la conformación del discurso de sentido común y el triunfo de la discontinuidad sobre los entrelazamientos históricos de los distintos estadios o momentos de la lucha de clases, hoy solo se recuerda, si se lo hace , por el hecho policial de la evasión y su encuadre penal o por la factura de lo realizado , sumando en algunos caso una evocación al coraje de la compañeras involucradas. Sin embargo, también por eso de hacer uso de la oportunidad, tras establecer la discontinuidad, lo que se oculta es que la recuperación de la libertad de las militantes solo estaba presidida por una vertiente conceptual e ideológica que es la que se pretende borrar de la mente de todo militante actual con circo y mucha imagen en celular . Es la premisa de que la fuga era una tarea militante para volver a la lucha. Nunca las evasiones o intentos de evasiones estuvieron marcados por propósitos individuales de desembarazarse de los trastornos propios del encierro carcelario, que aunque estuvieran presentes cedían ante el mandato guevarista y revolucionario de volver de manera urgente y pertinente a la lucha .
Por eso esta fuga , no tiene la significación del sentido común propio de esta etapa superior de la modernidad que ha naturalizado las pautas criticas que le hiciera la posmodernidad . No es un hecho policial, no es un relato novelesco. No implica una imagen de una película ni una epopeya cinematográfica propia de una serie de Neflix , sino una escuela de lucha revolucionaria y un modelo de la subjetividad que requiere todo proceso revolucionario para ser tal , que impone al ser humano el desarrollo especifico para construir desde su entendimiento y su hacer una determinación de cambio social , por un nuevo orden socialista a través del poder obrero .
Todo cambio social incipiente o desarrollado, que esté en el programa político de toda acción de lucha de trabajadores dentro del conflicto que plantea objetivamente una sociedad de clases como lo es el capitalismo, no puede tener viabilidad ni desarrollo eficiente si se despoja de toda consideración subjetiva sobre la necesidad de creación voluntaria de un nuevo hombre. Esto es así porque toda lucha de objetivos revolucionarios en la que no se busque el hombre nuevo, las relaciones humanas quedan atrapadas y desfiguradas por las pautas de la vieja sociedad que se proclama discursivamente demoler.
La construcción consciente, voluntaria en cada militante que protagoniza hoy , en el estadio específico que toma la lucha de clases que lleva a un posible enfrentamiento abierto de clase contra clase , es necesaria e imprescindible, en la medido en que a cuanto aludimos con el concepto hombre nuevo viene a plantear una verticalidad según la cual hasta que no se concrete esa presencia efectiva del hombre en sus acciones y entre las estructuras relacionales y organizativas el desarrollo de la lucha está en riesgo de no superar lo existente y fracasar.
La construcción del hombre nuevo estaba en la médula del anterior proceso revolucionario que hemos vivido como trabajadores durante la primera década de los años 70 y aún en la lucha defensiva contra la dictadura cívico-militar genocida que gestionó desde el estado y grupos de tareas el aparato estatal del poder burgués.
La derrota cultural vivida en la operación política que impuso en los 80 la transición de retorno a la forma de dominación institucional que implica por definición constitucional la república burguesa y sus mecanismos de selección de operadores políticos en la gestión estatal por vía de representación política eleccionaria tuvo su mejor expresión en el abandono de ese paradigma en quienes protagonizaban la lucha misma en ese espacio temporal. Es así que sin el intento del cambio del hombre en el hombre mismo que lucha por adversidades sociales que le impone el capital, la nueva sociedad solo quedó en proyecto discursivo a futuro y se contentó con la apuesta a la concesión de ilusiones democráticas en un régimen de democracia formal que devino desde entonces intocable y pasible de defensa a ultranza por propios y extraños al proyecto socialista de la anterior década. El derrotero en el tiempo, de las marchas del 24 de marzo, solo muestra esa mutación ideológica del sentido final de la acción militante en nuestros tiempos. El cambio institucional, sin el cabio del hombre por su determinación voluntaria hacia otro modelo de orden social, termina por destruir el proceso de cambio imponiendo reversiones del tipo de la que estamos sufriendo una vez que la apariencia democrática se desmorona y muestra su verdadero rostro de forma facilitadora del consenso social para el servilismo, la opresión y la explotación específicas del capitalismo.
Esa es, la diferencia que debe ser resaltada en los jóvenes trabajadores que solo tuvieron referencias orales distorsiva de cuanto estaba implicado en el plano subjetivo dentro del proceso revolucionario abierto en nuestro país, con distintos ritmos de lucha durante las décadas del 60 y primer mitad del 70 del siglo pasado, para que se tome cabal conocimiento , que las banderas libertarias a las que pudo correr a abrazarse en parte por engaño ideológico y en parte por desesperación frente a la presencia de un abismo social cada vez más cercano que lo impulsa irremediablemente al vacío existencial , le dan cuenta de un hombre alienado, enajenado de los bienes que produce y a los que rinde culto fetichesco que opera por sí mismo y al margen de las relaciones sociales contenidas en la estructura social en que se encuentra dominada por la relación capital- fuerza de trabajo.
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