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LAS HORMIGAS CULTIVAN LA TEORÍA DEL CONFLICTO SOCIAL

Hay una continuidad histórica que existe entre la teoría del conflicto social y el pensamiento posmoderno que se hace que se entrelacen por la idea del posible consenso entre los colectivos sociales enfrentados.

Desde este este tipo de planteo ideológico, se marca que necesariamente hay separación entre teoría del conflicto social y el pensamiento marxista que si bien inicialmente pudo dar lugar a confusiones , donde a lo largo del tiempo la discontinuidad entre una y otra se manifiesta en la simple observación de sus consecuencias.

Una de esas consecuencias o efectos, es la existencia en la vanguardia de un grupo que identifica bajo el nombre Marabunta. Este agrupamiento celebra su incorporación al Secretariado Unificado de la IV Internacional y dice que lucha por evitar la dispersión y el aislamiento y construir una alternativa política de izquierda ecosocialista y transfeminista.
Sin embargo, no es ese el objetivo histórico del intento de fundación de la IV internacional por Trotsky y quienes le acompañaban por el mundo en forma aislada y marginal para luchar en esa coyuntura por la defensa del marxismo ante la agonía por estrangulamiento Stalinista de la III internacional
Esto explica porque que se celebra con bombos y platillos, el ingreso argentino al Secretariado Unificado , ya que es evidente que esa organización ha hecho histórico abandono de las tesis de Trotsky desde su emergencia tras la segunda guerra mundial.
Es curioso que este mismo anuncio, diga en paralelo que Marabunta, se propone “profundizar el camino de intervención unitaria en Vientos del Pueblo – Frente por el Poder Popular, incluyendo la articulación de la herramienta”….cuando son significativas las enseñanzas de Trotsky viables en contextos como el actual , fustigando ese tipo de formaciones que acuden a la idea de pueblo para disimular un acuerdo de sectores de clase despojado del perfil de toda política autónoma de los trabajadores, desdibujado desde el inicio por la equiparación del conflicto de clases con las demandas por diversidades e identidades por empleo de pretensiones jurídicas.
Finalmente , haciendo gala de un oportunismo propio de la organización a la que celebran haber sido admitidos, sostiene Marabunta que ratifica
su apoyo electoral al FITU a¿ en cualquier comisio donde participe . En ese sentido se sostiene :
«Hacer campañas activas con perfil propio es un aporte a esa intervención de izquierda. También nos fortalece como organización y espacio político. Discutir con el posibilismo instalado en el sentido común implica construir una alternativa política que hoy en día la representa el FITU. Es una orientación que asumimos aún considerando las diferencias que tenemos con ese frente y con algunas de las orientaciones que asumen distintos partidos. También a pesar de las tensiones que nos genera respecto de nuestra propia política, a nivel general y en algunos espacios sectoriales”.
La pregunta inmediata a esta “explicación” es ¿ si hay tensiones y diversidad de políticas, porque es necesario apoyar a quienes generan esas tensiones y las defienden cotidianamente con su política de aparatos?
Mas allá de esto, lo curioso es que el total de las organizaciones político-partidarias que integran la cooperativa electoral FITU, son todas históricamente nacidas en repudio a la política, táctica y estrategia del SU en el intento de reconstrucción de la IV Internacional tras la segunda guerra mundial. Es más , justifican su existencia y hoy construyen cooperativas y micro-aparatos en gran parte del mundo fundando distintos sellos, desconociendo la existencia de un Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional.

Pero volviendo al eje conceptual que pretendemos exponer, centrado en la penetración de la teoría del conflicto social y su enlace cultural con los paradigmas de la posmodernidad constituida en concreto como etapa superior del orden social capitalista en crisis y su distanciamiento reaccionario frente a las categorías conceptuales que emplea Marx en su producción intelectual , es necesario decir que en la actual visualización y empleo practico de estos grupos, el conflicto social es la energía creadora e impulsora de todo cambio y por ese motivo es temido únicamente por una sociedad en la que se pueda advertir “que está débilmente integrada en sus elementos constitutivos” y ese factor le es representado como tal al grupo o sector burgués que ejerce el dominio político de la institucionalidad estatal. Por eso, la táctica cotidiana de esta militancia es corroer la estabilidad institucional que pueda haber logrado la gestión de gobierno que ocupe el poder formal en interés del poder burgués real. Vale decir, se milita para debilitar un orden fijando el límite en ese objetivo y no para superarlo.
En este sentido, es preciso recordar que una sociedad está debilmente integrada cuando existe en ella , con evidencia, una falta de cohesión social, igualdad y oportunidades bajo la forma jurídica de igualdad ante la ley, para todos sus miembros, desde las cuales se producen fuertes divisiones o desigualdades entre los grupos sociales que la integran , al interior de sus clases y entre las clases entre sí.
Por el contrario, si la sociedad esta “bien integrada” o integrada a secas en sus componentes constitutivos , el conflicto solo representa un proceso de ajuste donde el sistema no deja de ser siempre el mismo.
De este desglose en categorías, se sigue como necesaria consecuencia que , un conflicto social en un contexto de sociedad bien integrada, es un mecanismo de evolución social, en donde se introducen cambios
cuantitativos dentro de las relaciones de poder, pero sin afectar la cualidad sistémica.
En ese contexto el conflicto social no conlleva la idea de transformación social y menos aún es sinónima “de guerra o de guerra civil prolongada y es allí donde cualquier emparentamiento con las categorías conceptuales de Marx se desdibujan por completo , en la medida en que el llamado debilitamiento social pasa a constituirse en una abstracción diseñada por el entendimiento pero no referenciada desde su materialidad.
Dicho de otra manera, la referencia a una sociedad integrada, excluye de sus comprensión las categorías centradas en la lucha de clases de Marx , que quedan relegadas a una subordinada referencia frente a la situación que se describe en relación de sociedades con débil integración y todo se reduce finalmente a conseguir que estas evolucionen dentro del orden social en crisis hacia su mejor integración.
Así, y teniendo presente lo dicho, el conflicto y el consenso se constituyen en las dos caras de una sociedad que se pretende, en su esencia, inmutable. Por ello, tanto el conflicto social, como el consenso se definen como los subprocesos de un ajuste social que permite al sistema su continuación en el tiempo.
Conflicto y consenso son dos elementos de una misma sociedad que fortalecen el statu quo. Muta la forma en su caso, pero en ninguno hay un cambio en el desarrollo del contenido sustancial del modelo social.
Es aquí donde hay que ubicar el problema cuando se aborda un posicionamiento crítico de lo dado por tantos años de militancia en quienes dicen reconocer su fuente programática en las categorías analíticas diseñadas por Marx en sus textos en vista del tipo de sociedad en donde nos desenvolvemos y el fracaso de sus premisas fundadoras .
En esto hay que advertir que, en todos los casos los haceres y los posicionamientos de esto que hoy de manera oportunista se ubica genéricamente como “la izquierda», se hacen desde la asimilación teórica del conflicto social como motorizador y generador de esa práctica militantista de aparato, sin advertir que la idea de conflicto no es el eje de los análisis marxistas precisamente por lo explicado al comienzo , es decir, solo habría que esperar que el contraste rompiera con el encadenamiento conflicto-continuidad, consenso, por debilitamiento de los entrecruzamientos de los elementos sociales para fundar los razonamientos en Marx. De lo contrario, en una sociedad integrada, las posibilidades del consenso anulan la confrontación y se abre espacio a instancias de mediación diversas por el vértice con toda posibilidad de lucha que implique el enfrentamiento abierto clase contra clase.
Por esta confusión es que la militancia navega conducida por direcciones reformistas que se alejan de Marx, en una suerte de mar revuelto, donde la conflictividad social cotidiana es siempre confundida con una instancia propiciatoria de un salto cualitativo en las coordenadas del orden social, que impulsan objetivamente a su superación. Es lo que recurrentemente se cuestiona como la alegación permanente de que la revolución está a la vuelta de la esquina, vuelta que no se termina de dar al menos por los años ya transcurridos , como los que contabiliza el Morenismo en la creación del Prt, fusionándose con Frente Indoamericano de Santucho , o los lúcidos habitantes de la facultad de sociología de la Uba en 1988 con la fracción que le imponen al Movimiento al Socialismo también gestado por Moreno.
Hay que aclarar que este fenómeno no es exclusivo, de esa corriente de pensamiento , también ocurre lo propio en los derivados del Lambertismo -Altamirismo y ahora , en otros grupos menores de frágil existencia en el tiempo por Ernest Mandel y Daniel Bensaid . Pero es en Moreno a partir de su alejamiento de los ejes de defensa del marxismo diseñados por Trotsky en soledad y en el exilio frente al embate de la burocracia que se apoderó del poder desplazando a los soviets y los organismos de democracia, el que profundiza la confusión, apremiado por sostener el aparato político organizativo que desarrolla desde ese error , que lo constriñe al imperativo de crecer en cantidad y revisar lo que permita ser revisado para seguir sobreviviendo.
Tal vez la expresión más acabada de este derrotero sea el FITU, en particular porque tiene el extraño privilegio de unir cooperativamente a todos estos grupos.
La teoría marxista y su praxis necesaria y pertinente , no está contenida en los aportes de las ideas que emergen del conflicto social y su permanencia en la discontinuidad superada por consenso social. Los señalamientos de Marx por el contrario constituyen una teoría del movimiento, no solo en tanto explicación de este, sino en cuanto resultado de la propia praxis sin que esto último derive en una sobredimensión del factor subjetivo , que tome cuerpo en un determinismo voluntarista , tal como erróneamente se le atribuye por sus detractores a los aportes teóricos de Trotsky y en mayor medida de Ernesto Guevara.
En este sentido debe decirse que en las construcciones y formulación de sus categorías analíticas Marx , las nociones de equilibrio y desequilibrio social, propias de la teoría del conflicto social, no existen. Lo que sí existe es la tensión de tendencias e intereses contrapuestos que se generan producto de las contradicciones del orden social capitalista y su modo específico de producción que conllevan de modo necesario el imperativo de su superación como totalidad histórica y no de la simple superación de contradicciones sociales específicas o diversas por si mismas y en ese solo aspecto, dentro de un modelo que permanece.
En definitiva, advertidos de que las contradicciones entre las clases significativas que indicó el Manifiesto Comunista permanecen es estadios que no superan los enfrentamientos propios de un programa economicista mínimo propio de la acción sindical, las dirigencias de estos agrupamientos han pergeñado innumerables atajos para permanecer en esa lógica sin desarrollar las tendencias existentes en su interior para desembocar en un salto cualitativo superador que implique avanzar hacia instancias militares por el poder.
La adhesión en los hechos a las abstracciones reaccionarias propias de la teoría del conflicto social y el emparentamiento de esta con los diseños filosóficos de los cultores filosóficos del posmodernismo devenido en estadio superior de la cultura capitalista , es lo que ha depositado a todo esto que lleva más de sesenta años en un callejón sin salida con estancamiento en el reformismo en su versión de cretinismo parlamentario.
Es por este motivo no desarrollado por los cultores cíclicos de Trotsky , que la práctica militante de la vanguardia necesita hacerse de esa confusión y desde sus elementos constitutivos superarla mediante un nuevo curso de acción práctica, que reivindique la práctica sindical pero no quede atrapado en ella y sus propias contradicciones , por vía del diseño de una política autónoma de clase y la conformación de un partido revolucionario de los trabajadores que tenga la labor de conducir este complejo proceso de recuperar lo andado y desde su estadio más elevado generar su transformación superadora .
Lo contrario es el abandono de la estrategia revolucionaria disfrazando ese abandono de nuevas lecturas de Marx, estancados en el juego del lenguaje sobre las prácticas concretas, solo concentradas en un luchismo callejero que por su regularidad no sorprende a quien se pretende identificar como el recipiendario de la queja.
Más aún, quien exhibe éxito en la tarea militar y política es el Estado, quien se prepara con rigor para ella y desplaza acciones dentro de la propia acción para reducirla en sus límites para menguar sus fuerzas. Todo los participantes repudian por ejemplo , la presencia de infiltrados pero no da cuenta de cuales fueron las medidas para evitar con regularidad caer en sus efectos. Lo propio en lo relativo a la preparación de la acción que luce por su espontaneísmo o por sus elementos más aparatesco pero no por su eficiencia con el objetivo planteado. Salvo que lo deseado sea ir para ser reprimidos y luego hacer del llanto la mayor expresión de debilidad.
La rutina y la regularidad de las acciones circunscriptas a la protesta en el vacío como lo constituyen las presencias callejeras sin objetivo, en símil con las acciones de tribuna en una cancha, razón por la cual ha dejado de ser curioso que miembros de una barra sean invitados a unirse en una ocupación callejera , no dejan ni han dejado rastros de aptitud suficiente como para desarrollar una fuerza política.
Lo propio ocurre con las intervenciones electorales con diseño similar a la campaña de un político seleccionado del personal funcional a los intereses de la burguesía, mucha foto, mucho lenguaje por imágenes , cero difusión del programa socialista y de las acciones necesarias para la construcción del poder obrero, en ningún caso abren la posibilidad de superar un estadio básico de lucha de clases para trascender de un modo superador al enfrentamiento directo clase contra clase .

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