Le he preguntado a mi sombra
A ver cómo ando, para reírme
Mientras el llanto, con voz de templo
Rompe en la sala regando el tiempo
Mi sombra dice que reírse
Es ver los llantos como mi llanto
Y me he callado, desesperado
Y escucho entonces
La tierra llora
La era esta pariendo un corazón
No puede más, se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo
Pues se cae el porvenir
La era esta pariendo un corazón
No puede más, se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo
Pues se cae el porvenir
En cualquier selva del mundo
En cualquier calle
Debo dejar la casa y el sillón
La madre vive hasta que muere el sol
Y hay que quemar el cielo
Si es preciso, por vivir
Debo dejar la casa y el sillón
La madre vive hasta que muere el sol
Y hay que quemar el cielo
Si es preciso, por vivir
Por cualquier hombre del mundo
Por cualquier casa
Silvio Rodríguez. La era está pariendo un corazón
Estamos viviendo hechos y circunstancias sociales que dejan ver por su simple producción, la agonía de las ilusiones democráticas en una de sus facetas más negativas, aquella que implicó la venta de esas ilusiones a la entonces juventud en lucha que había protagonizado las acciones de diciembre de 2001 y su resultante: el pasaje de muchos de esos luchadores al ámbito de la institucionalidad y las formas jurídicas que le brindó para su sobrevivencia el kirchnerismo, que llegó al poder formal, al uso de las lapiceras como dice una de sus mentoras, con un porcentaje de votantes minoritario y con abstenciones electorales significativas, de tal entidad como las que hoy utilizan para horadar la victoria electoral del partido gobernante en elecciones locales.
Esto último es una curiosa pero no menos cierta voltereta, que muestra a los vendedores de ilusiones democráticas lanzadas al rescate del Estado y con ello del poder burgués en dificultades de dominación cultural, dando signos de su crítica agonía, respecto de esos mismos fundamentos basados en la presunta refundación de una democracia social con la que decidieron acumular poder desde la nada.
Todo ese recorrido que va desde juntar adhesiones a como se pueda y todo lo que se pueda, utilizar el aparato estatal para esa colecta y sumarle el escenario simbólico de bajar cuadros con los rostros de los represores genocidas de la dictadura militar de la casa de gobierno bastaron para conformar un aparato cultural sometido al mecenazgo del poder estatal, hasta este presente con rencillas internas en la propia cocina de todo ese andamiaje y su fachada, se produce en momentos en que temiendo que suceda lo que ellos, el matrimonio k hizo a la salida de 2001 con el aparato Duhaldista y advirtiendo que hasta sus presuntos acompañantes le corren la mano, como también ellos hicieron, » y puliendo sus aspectos más lesivos en el plano social.
Sin duda este bajarse de la balsa con la que sobrevivieron de manera abstracta durante décadas para reparar en una isla en donde sobrevivir a como fuese, no puede quedar en la denuncia de ese armado , por ser esta reiterada y estéril ya en estos tiempos en que el elenco político de la burguesía ensaya «nuevas construcciones» que no los contienen ni se preparan a recibirlo en esta isla en la que han convertido a la Argentina, que sin duda no se emparenta con Utopía pero que recoge similares herramientas con otro discurso ideologizante que se adopta desde lo inverso a partir de la premisa según la cual “la justicia social es una aberración”.
No es cierto además, que presenciemos una revolución inversa de la mano de la actual gestión de gobierno como remedo de los Jacobinos, porque flaco favor le hacen los actuales órganos intelectuales de la burguesía a aquellos que se encadenaron al proceso histórico por sus esfuerzos revolucionarios hasta dar su propia vida. Pero por fuera de ese factor si se quiere subjetivo, lo significativo es advertir por estos gestores del interés de la clase dominante, que lo anterior no tenía realidad y que ellos solamente corren la cortina de humo para exhibir lo real existente y justificar sus acciones opresivas y ampliatorias de la explotación.
Lo que sí es cierto es que la venta de ilusiones democráticas, como cualquier mercancía, – porque ese discurso plasmo en objetos: libros, radios, revistas, «cartas abiertas», cátedras universitarias, etc. – alcanzó su utilidad marginal, y no acepta ya un plus históricamente realizable. La venta de ilusiones democráticas ha llegado al punto en que su sobrevivencia implica el efecto negativo del cambio en la utilidad total que los que han dejado de ser sus consumidores habituales experimentan hoy al pretender consumir una unidad adicional de esa misma mercancía.
Ese derrotero decadente, implica hoy que todos aquellos que alentaban esperanza de un salto cualitativo en esa situación del que derivaría un desplazamiento hacia la izquierda reformista, se encuentran hoy como el rescatista que en mar embravecido intenta el salvataje de quien se ahoga pero no advierte que este es su desesperación lo hunde junto con él.
Dicho en otros términos la agonía del discurso democratizante se lleva junto a los aparatos culturales del progresismo peronista que buscó amparo en los k y a los reformistas que esperaban ante la adversidad el pasaje a sus filas. El último episodio del interbloque parlamentario “FITU Nacional y Popular”, da cuenta de ese desmadre y explica de por sí cuanto se encontraba yacente en el silencio de su formación por parte de los partidos miembros de ese bloque.
Es cierto que el posmodernismo avanzó sin reparar en armas, en la ofensiva contra el humanismo, incluso contra aquel que fue señalado por Sartre cuando presento al existencialismo como una forma renovada del pensamiento filosófico humanista. Ese avance en la ideología tiene hoy su naturalización aún en la vigencia real de la modernidad capitalista que se expresa de manera descarada en una construccion del valor justicia en las relaciones sociales diverso de la justicia social y centrado en el cálculo utilitarista del sector de la burguesía que se ha alzado del uso de la lapicera con nuevos contenidos necesarios para su reproducción y sobrevivencia.
Es por este motivo que quienes apelen hoy al discurso moralizante en abstracto, con empleo del valor justicia, han de tropezar con la realidad que les impone que aquello que presentan como lo justo no lo es desde que el Estado y su poder lo consideran abolido culturalmente y sustituido por un entramado con base en la conveniencia individual del ejecutante por sobre todo discurso totalizador que considere a la sociedad estructurada en un todo , que debe encontrar soluciones y acciones generalizadas no lesivas .
Nada de esto opera en la existencia y el tenor lesivo para la clase trabajadora y aquellos que han sido desplazados estructuralmente de la producción formal es significativo a riesgo real y concreto de introducirlo en una nueva fase del capital, basada en paradigmas que desconocen la existencia del sujeto, y para ello lo transportan por todas las vías posibles a convertirlo en un objeto sobre el que resulta impertinente preservar valores centrados en su condición de ser humano.
El camino no es el retorno al mercado de ilusiones sino el empedrado sendero de la lucha prolongada por el objetivo estratégico de la emancipación de todo este entramado opresor , destruyendo las relaciones de producción de las que emerge la explotación y su forma institucionalizada el Estado.
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