Nuevo Curso

FACTOR SUBJETIVO Y LA CRISIS DE DIRECCIÓN POLÍTICA

“Las invenciones y los nuevos progresos técnicos no conducen a un acrecentamiento de la riqueza material. Las crisis de coyuntura, en las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera del Estado y mina los sistemas monetarios vacilantes. Los gobiernos, tanto democráticos como fascistas, van de una quiebra a la otra.…….La burguesía misma no ve una salida…….Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria La crisis histórica de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria. León Trotsky. Documento “ (la agonía del capitalismo , escrito para la fundación de la IV Internacional»)
Pablo Grillo, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel son gritos que testimonian la vigencia del poder represivo del orden burgués y muestran por qué Darío Santillán y Maximiliano Kosteki no pueden ser objeto de un mero recuerdo sino como víctimas de un orden represor que con las acciones que tuvieron como víctimas a los primeros dejó rastros ineludible de su actuación funcional a los intereses del poder burgués. Todos ellos y a su manera son los señaladores de la lucha de clases y el carácter bélico que puede asumir la misma. Esa constatación es la que impide una acción simbólica de recuerdo, vacía de contenido y despojada de la búsqueda de un real aprendizaje de lo sucedido.
Hay en nuestros tiempos una militancia evocativa. Una suerte de segmentación intencionada de hechos, que se contabilizan y se actualizan sin el menor balance en torno de los mismos y con la única demanda de “justicia” para quienes los cometieron . Se vio con mayor presencia a la hora de instalar las polémicas que se sucedieron con relación a la condena de la ex vicepresidenta , la evocación del homicidio de Mariano Ferreyra y ocurre hoy 26 de junio, con relación al asesinato de Kosteki y Santillán, también conocido como Masacre de Avellaneda, en las inmediaciones de la estación de tren local.
El paso del tiempo, tal como ocurriera con las desapariciones forzadas y las muertes producidas en contexto del genocidio desarrollado sobre la vanguardia obrera en la década del setenta , relativiza el sentido de justicia que se impone en todas las demandas que se cursan a cada evocación de los sucesos que implican la violencia estatal desplegada sobre los cuerpos de explotados y oprimidos.
Si primigeniamente el valor justicia puede ser leído como un elemental deseo de respuesta a lo acaecido, y reacción a “explicaciones” desde el aparato represivo que solo pudieron caer ante la evidencia de una imagen, el transcurso de más de dos décadas le introduce a la masacre en sí, otro perfil en donde debe señalarse el uso oportunista de esas acciones represivas y la presencia en clave electoral de personas que posan para la foto de rigor y hacen el discurso ritual, abstracto y vacío donde en el mejor de los casos se pide que no se olvide lo sucedido.
Sin perjuicio de ello, mucho de los que se fotografía han omitido decir que los caídos no tenían asimilación política con sus organizaciones al momento de los hechos y asimismo , muchos de los que por entonces luchaban a la par , luego fueron cooptados por un gobierno del mismo signo político del que gestionaba el Estado en ocasión de los asesinatos.
Luego esos mismos personajes han participado en contiendas electorales con quienes tienen las responsabilidad política nunca declarada por esas muertes y en ningún caso han señalado en esas ocasiones ese elemento, como si no viniera al caso mencionarlo, de la misma manera.
Pero más allá de esto , es importante advertir que por encima del dolor de la muerte , las acciones políticas de los caídos no tienen hoy en cuanto a sus formas y programas de intervención , referencia trascendente en la realidad e incluso muchos de los que se forjaron en esa metodología hoy componen parte de la burocracia piquetera que está próxima a ser enjuiciada, no precisamente por luchar.
Lo cierto es que cuando hoy se evoca un año más sin la presencia física de los caídos, no se menciona el derrotero de esa lucha que les quitó la vida y donde se sitúan hoy sus demandas y sus proyectos de militancia, siendo que gestiona las acciones gubernamentales un sector de la burguesía absolutamente hostil a los mismos y se cuentan entre sus ministros artífices de la situación política vigente al tiempo de la masacre de Avellaneda.
Lo sucedido indica que los cultores de la horizontalidad, la autogestión y la construcción de poder por fuera del Estado, prácticamente han dado las hurras y se retiran de la escena vistiendo otros atuendos y quienes se llaman sin que los llamen a ocupar ese sitio , caminando puentes y evocando a los caídos solo atisban a marcar otro camino militante diverso de todo aquello.
Hoy gran parte de los trabajadores luchan por no ser desplazados de sus labores y se defienden contra todo tipo de ataques de la burguesía en cuanto a sus condiciones de trabajo. La llamada población sobrante se incrementa a cada acto de gobierno que le cierras sus puertas de acceso a la economía formal y vacía las posibilidades de rentabilidad desde emprendimientos informales, por ser esas situaciones ajenas a la reproducción crítica del capital.
El tiempo ha dejado ver con dolor, sufrimiento y carencias , las consecuencias de la ausencia de un partido revolucionario de la clase trabajadora y la versatilidad de la burguesía para reposicionarse con ventaja en la realidad agobiante.
Hay un camino no transitado, necesario para tener presente a los caídos en aquella estación de trenes , que es el de la organización de la vanguardia de la clase en su propio partido para gestar desde su seno , una política de clase autónoma y el desarrollo de un intenso plan estratégico de agitación y propaganda para marcar la necesidad de la revolución social emancipatoria y construir el poder obrero.
Las acciones represivas del Estado o bandas para-estatales no cesan , ni se extinguen por el reclamo de justicia , sino con la derrota del poder burgués que las organiza, financia y gestiona. Solo la victoria e instalación del poder obrero y su dictadura proletaria evita la reproducción de esos actos de violencia. Toda demanda democrática solo puede tomar cuerpo en manos de la clase trabajadora en el poder , que la desarrolla y la encamina de manera permanente hacia la revolución socialista y su nuevo orden social.

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