El problema de !as relaciones que necesariamente han de darse y se dan entre la tradición ideológica desenvuelta por las organizaciones políticas que se definen por dar voz al sector de vanguardia instalado entre aquellos que se reconocen dentro de nuestra sociedad de clases como trabajadores y la política concreta y materializada por esa vanguardia en el hoy nos lleva a la necesidad de plantear, frente a quienes llaman a desconocerla y darla por caduca, a destacar la enorme importancia de la tradición teórica y práctica de lo hecho por esas organizaciones muchas de las cuales fueron atravesadas por las practicas genocidas descargadas sobre esa misma vanguardia obrera , para lo cual es necesario afirmar que en ningún caso, puede admitirse como premisa lo inverso, esto es, la ruptura de nuestra filiación ideológica dentro del hoy.
Sin embargo esa tradición exige una suerte de beneficio de inventario para su aceptación, y la particular oposición a todo de cuanto lo compone que se nutra en las estructuras básicas de la socialdemocracia alemana, seno materno del reformismo.
En la tradición a la que hacemos referencia, la socialdemocracia se basa en la adaptación del partido al régimen parlamentario y en el objetivo centrado en el crecimiento ininterrumpido de la organización, de su prensa y de sus finanzas. En ella se da una forma del hacer militante hoy reflejada en todos y cada uno de los actos que exhibe el FITU donde en el día a día, cada día derivaba naturalmente del precedente y, también naturalmente, prepara el siguiente.
En este automatismo se formó toda la generación que adquirió llave en mano el discurso de la revolución democrática y la construcción del hacer político bajo el amparo de ilusiones democráticas demandables al Estado sin importar que esa institucionalidad con forma de república democrática fuese el órgano por el cual transcurría la política de clase de la burguesía dominante.
Es esta tradición la que toma cuerpo en el hoy desde los partidos de la izquierda del régimen y que habilita la crítica de otros grupos que avanza al punto de desconocer la tradición ideológica del marxismo en sí misma. Sin perjuicio de ello es que estamos frente a una tradición automática, desprovista de espíritu crítico, conservadora, que mas temprano que tarde , por el agobio al militante termina ahogando toda determinación de la voluntad revolucionaria.
Estos despliegues que se cristalizan en los grupos burocráticos que controlan los aparatos organizativos de estos partidos políticos, más allá de las banderas que desempolvan en cada aniversario o acto conmemorativo, obligan a un nuevo curso de acción militante que se torna imperioso por la dimensión que toman los acontecimientos expresivos de la lucha de clases. Nuevo curso supone entonces cambiar de táctica y emprender la lucha por las masas antes de recomenzar la lucha directa por el poder obrero, que ha sido abandonada por estos grupos organizados.
En ese contexto, los que abominan de lo hecho y lo exhiben como muestra de lo caduco, han montado esas pretensiones de pura negación adjudicando falsamente a Trotsky esta forma de actuación del FITU y sus colaterales, y ocultan que la matriz de esos proyectos frustrados de militancia se inserta en la tierra fértil para los intereses de la burguesía que representa el reformismo y la socialdemocracia.
El nuevo curso de la militancia que propiciamos implica básicamente la lucha para ganarse a las masas bajo la consigna del frente único, con propaganda marxista fundada en las categorías analíticas y los aportes intelectuales de Marx y Lenin y los señalamientos defensivos de esa tradición del saber y la práctica que fueron generados por Trotsky en su lucha contra el Stalinismo .
Estamos sobreviviendo en épocas de incremento acentuado de la explotación y la opresión por parte de la burguesía dominante, no sólo en Argentina bajo la dictadura legal de un grupo de extrema derecha liberal y conservadora, sino en distintos lugares de la tierra, en los que los pueblos son saqueados, bombardeados, expulsados de sus territorios, ahogados en el mar, cercados.
Por todo esto se hace necesario advertir, que todas las grandes rutas que nos llevan a la angustia permanente por lo que a diario nos sucede fuera de la agenda que el poder burgués confecciona por todos los medios bajo su dominio, conducen al orden social capitalista, a las relaciones sociales de producción que le nutren y a la producción generalizada de mercancías .
El orden social capitalista implica una sociedad de clases opuestas de manera antagónica por la diversidad de intereses que nace por la escasez que una de ellas padece en razón del dominio cultural y político que la otra ejerce para reproducirse en el tiempo en idéntica condición material.
Tal como lo indica Sartre en Crítica de la razón dialéctica, Tomo II: 22 las luchas no son puros accidentes de la historia humana ,”representan la manera misma en que los hombres viven la escasez en su movimiento perpetuo para superarla”. Mientras no se haya logrado que la abundancia sea el nuevo rasgo que determine las relaciones de los hombres con el universo, los desplazamientos de la escasez (del producto, de la herramienta, del conocimiento, etc.) serán vividos como el contenido específico de las luchas, que por tales implican el desarrollo de la violencia.
La lucha es siempre por poner en acto el programa socialista en la lucha con tácticas de construcción de poder para desarrollar un nuevo orden social , en el que el trabajo muerto convertido en capital no sea la pesadilla cotidiana de los que constituimos el comunitario trabajo vivo.
Dicho de otra forma, la lucha no es por hacer mejor el orden capitalista sino por un mundo donde la vida humana y la naturaleza no sean mercancías ni objetos de consumo, en donde la riqueza que todos los trabajadores producimos sea compartida y no apropiada por una franja cada vez más pequeña de la población en el planeta; un mundo en el que los saberes se procreen, se acompañen, se difundan y nos liberen de conjunto de la explotación y la opresión.
Hoy los resultados electorales vistos como simple provisión de datos estadísticos en el contexto de reiteradas farsas muestran no solo por la profusa abstención al voto sino por los procedimientos utilizados durante lo precedente, que las expresiones reformistas de la izquierda del régimen naufragan como efecto de su política aparatista y meramente parlamentarista.
Se hace necesaria una militancia concreta con un específico propósito que es estabilizar su influencia sobre las masas trabajadoras del programa y las ideas del socialismo como única expresión genuina y consecuente de anticapitalismo por vía de la propaganda sistemática y el empleo de la táctica del frente único en los frentes de lucha.
Esto último implica a la vez la centralidad de plantear decididamente en la agitación, la acción, la organización y la técnica, el problema de la toma del poder que no puede seguir siendo visto, como una suerte de “ya veremos cuando llegue el momento” . El capital se desenvuelve en contexto de una guerra de clases que pasa por diversos estadios.
Los trabajadores a través de su vanguardia no pueden desconocer ese contexto . Cada acción en plan de lucha implica la búsqueda de una posición más favorable y avanzada en la contienda por su emancipación de la explotación y la opresión.
Nuevo Curso