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CERTEZA, SIGNIFICADO Y LA AUTOEVIDENCIA DEL SOCIALISMO EN CADA TRABAJADOR

«Las utopías no sirven para nada y las políticas de izquierda han fracasado», se atrevió a decir un tal Fito Páez. Por supuesto, como lo hizo en el exterior, lo dicho tuvo mayor repercusión. Mucho indignado haciendo fila para lanzar epítetos contra el músico. Enseguida el formato cultural de hegemonía. Fotos del pasado, un piano en situación de “intimidad-publicidad” con políticos del orden burgués que por entonces gerenciaban la vida cotidiana de todos nosotros y hasta alguno se acordó de sus orígenes en Rosario.
Todo esto, como de costumbre con lógica futbolera, como si se tratase de un hincha de Rosario Central que ha decidido decir que NOB juega buen fútbol, pero si se mira bien , el elemental lenguaje de la fidelidad y su negación , es el que prima como común denominador .
En esto último el progresismo y la versión local de la “izquierda del régimen que impone el orden burgués ejerciendo el poder “ hacen uso y abuso. Cada vez que hay que tomar cuenta de dichos y haceres de personajes lo que se saca del envoltorio es una cuestionable versión de la moral , que divide en probos y réprobos, como si los comisarios políticos aún existieran y su presencia fuera legitimada por la abstracción manipulada de un sujeto colectivo que impone ese proceder de señalamiento con el dedo.
Tal vez, sea ese el fracaso del que habla Paez y en ese caso no le faltaría razón , si solo se limitara a señalar un aspecto del fenómeno social que nos tiene bajo la conducción de nuestra existencia por el binomio técnico formado por el presidente y su ministro de economía, ya que se acerca bastante a lo cierto apuntar que toda una militancia de décadas compro desde el utilitarismo la idea según la cual con políticas desde el poder burgués en el Estado construido y desarrollado por esa clase , se puede acceder a una vida digna signada con prevalencia por los ingredientes imprescindibles de lo humano.
Pero a Paez se le ocurrió ir más allá y además de esto de la frustración que impone la creencias en las políticas de Estado y las declaraciones de derechos subjetivos, individuales o colectivos , le antepuso como sentencia y en imperativo “las utopías no sirven para nada”
Con esto último, la situación se torna más compleja, porque el pianista rosarino combina un criterio utilitarista , reflejo del paradigma de lo justo o aceptable en el actual formato de sociedad de clases que impone el orden capitalista en crisis de reproducción, centrado en el “sirve o no sirve” para descalificar de manera inmediata a “las utopías”
La contundencia de esa afirmación no impide advertir su inexactitud en el plano del conocimiento. Esto es, lo que se dice es contundente, pero carece de rigor , en tanto la categoría “sirve” es antagónica con la idea misma de utopía, pues en ningún caso puede decirse que sirva o no sirva algo que no tiene realización, es decir, algo debe plasmarse para abrir luego el juicio de valor sobre su utilidad o inutilidad. El término “utopía” es una palabra tomada del griego y usada por Tomás Moro por primera vez en 1516, quien llamó a su obra Utopía. Proviene del griego ou («no») y topos («lugar»), por lo que significa “no lugar” o “lugar inexistente”. Si se tiene presente esa etimología lo afirmado por el pianista, suena como una nota musical en falso o disonante.
Más allá de la etimología del término, se puede avanzar en el apuntamiento de la falsa construcción de lo verdadero que esboza el musico de la ciudad de pobres corazones , recordando además que por utopía el Diccionario de la lengua española desarrolla dos posibles significante : en primer lugar, utopía como «plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización» donde el juicio de utilidad queda absolutamente desplazado y en segundo lugar, como una «representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano», con lo cual de operarse, nadie bien nacido podría cuestionar su deseable existencia por” la utilidad”, ya que esta está contenida en la propia definición, esto es, una sociedad perfecta e idealizada.
Pero a la hora de avanzar en el reproche moral sobre la actitud de Paez, que tan gratuitamente vuelcan ,los que se creen legitimados para levantar el dedo porque siempre se ponen la misma remera, me parece necesario recordar que “el fito” supo escribir y pasear por todos los escenarios, a la hora en que el muro de la burocracia Stalista se hacia escombros en los cuerpos y las mentes de sus apologistas y lo propio hacían sus regímenes de “irrealidad socialista”, trasladando a muchos de sus gestores a la lisa y perversa condición de capitalistas , lo siguiente:
“Me gusta estar al lado del camino
Fumando el humo mientras todo pasa
Me gusta abrir los ojos y estar vivo
Tener que vérmelas con la resaca
Entonces navegar se hace preciso
En barcos que se estrellen en la nada
Vivir atormentado de sentido
Creo que esta sí es la parte más pesada
En tiempos donde nadie escucha a nadie
En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos
Habrá que declararse incompetente
En todas las materias del mercado
Habrá que declararse un inocente
O habrá que ser abyecto y desalmado
Yo ya no pertenezco a ningún ismo
Me considero vivo y enterrado
Yo puse las canciones en tu walkman
El tiempo a mí me puso en otro lado ( Al lado del Camino)

Esto sucede cuando se escriben canciones que todos repiten mecánicamente, como ocurría por entonces con recitales multitudinarios y hoy ya se naturaliza por cualquier expresión de la cultura.
«… Ya no pertenezco a ningún ISMO» dijo y dice Páez . El tipo avisó que se enganchaba siempre con el poder. Como la cultura K se gestó y desarrollo en base al mecenazgo estatal, cuando todo ese aparato se derrumba, cuanto sucede es que los ratones se bajan del barco que en realidad demostró ser una balsa.
En este punto, el caso toma relevancia porque más allá de la noticia y los signos de superficie, deja ver algo significativo para todo joven trabajador que asuma su realidad en el espacio de la militancia por otro orden social, ya que si queremos dar cuenta que nuestros procederes y anhelos tienen por detrás las consecuencias de aplicar en lo existente la dialéctica como método de conocimiento , esa dialéctica tiene que abandonar todo atisbo de una fatalidad metafísica que en sí mismo la niega como herramienta de acercamiento a la posibilidad de certeza, y concentrarse en el individuo en tanto trabajador , porque no existe ni certeza, ni significado que no parta de la comprensión que el ser humano emprende y construye para sí.
Comprender no es opinar lo que hoy parece ser y mañana otra. No lo es, porque implique una “traición “ sino que cuanto le parece a cada uno de nosotros se inscribe en una totalidad nacida de una multiplicidad de experiencias, existencias, prácticas que asumen quienes viven de ofrecer en el mercado laboral su fuerza de trabajo para sobrevivir.
Son esas totalidades conceptuales las que permiten comprender las individualidades y los cambios, porque cuando estos se operan en el conjunto, la expresión del individuo no hace otra cosa que reflejarlas. Ese el lugar de los Páez, que no son otros que aquellos que advertidos de que las situaciones mutan, corren a parapetarse de la nueva totalidad emergente. No otra cosa ha hecho muchos trabajadores, desempleados y jubilados en las últimas farsas electorales desarrolladas en el país.
Dicho de otra forma, el criterio de inteligibilidad de cuanto sucede y generamos no puede ser el que señala un artista destacado o un líder político burgués pretendiendo haber comprendido “lo que sucede”, sino el que nosotros como trabajadores podemos comprender y construir, y es precisamente en esa tarea incluida en la propaganda y la agitación en la que no alcanzamos a hacer pie.
La exigencia de comprender lo contingente y cambiante es siempre hecha por individuos que persiguen sus propios fines y eso y no otra cosa es lo que ha hecho Páez y hay que aprender de esta experiencia aprovechando su difusión mediática. Es una demostración palmaria que la construcción intelectual de la existencia es una exigencia del sujeto y no del objeto, donde las emergencias del cambio social emergen como imperativo y no como utopía, en tanto la revolución es un hoy que receptando el pasado, de materializarse , proyecta el futuro.
El criterio de inteligibilidad es la auto-evidencia que nos formamos de todo cuanto acontece y nos sucede y nunca la emergencia de una opinión construida por el otro que nos induce al seguimiento de sus intereses que echan raíces en el orden social de la burguesía.
Lo cierto es que lo sucedido en estas circunstancias del musico rosarino, no hace otra cosa que demostrar, y por eso es necesario acudir al ejemplo, que hay gente que cuando uno le habla de socialismo te responde ¿eso en donde se da? Otros afirman: Es una utopía. Otros afirman que «las fuerzas productivas no han dejado de crecer» hay capitalismo para rato. Yo solamente digo . Un sistema que tira estos datos, Que produce estas y otras atroces realidades , solo puede tener sobrevida a costo de generarlas. Sin dudas esto se da en el capitalismo. Esto no es una abstracción , un no lugar. Esto da cuenta de carencias , faltantes y no de desarrollo humano. ¿Es esto preferible al programa estratégico de una sociedad sin clases o será que solo voy a reflexionar cuando esté dentro del número , engrosándolo?
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