Nuevo Curso

Señales que marcan el rumbo

Nos toca nuevamente enfrentamos al 19 de julio , agregando con dolor un año más sobre aquel trágico de 1976. Como siempre, que nos vemos en esta situación aparece Benedetti describiendo su pesar con el asesinato al Che Guevara y sus formas poéticas nos abrazan con igual sentimiento por los caídos aquel día en Villa Martelli. Por eso , como el escritor uruguayo,
” Así estamos
consternados
rabiosos
aunque esas muertes sea
uno de los absurdos previsibles
da vergüenza mirar.
Y más vergüenza sentimos mirando desde el hoy, cuando los militantes corren a ponerse delante de la cámara que fuese o de su propio teléfono para documentar presencias o publicitar estar , sin explicar que beneficio trae estar.
Mas vergüenza sentimos cuando después de tanta muerte, tanta vida entregada por el socialismo, hoy ocurre que se sale a la calle a “gritar que se reconozcan derechos o se los declare” dos acciones que les corresponden a los que hoy se sientan en las funciones del mismo Estado que ese 19 de julio subió las escaleras y se presento exhibiendo su violencia.
Mas vergüenza da pensar que en los días que siguieron y tras el de la operación gaviota, lenta pero persistentemente se empezó a sembrar la idea luego fecundada de “nunca más pueblo en arma”, de confundir al PRT con un grupo foquista y a sus propios militantes en columnas que gritaban “Alende no se vende” . Es decir, de las armas, a los votos, de los votos a las indemnizaciones, y muchos aplaudiendo el informe “nunca más” de la CONADEP, con su teoría de los dos demonios, los discursos pagando derecho de admisión en PC, la defensa de la democracia, y el Estado de Derecho.
Vergüenza de los emergentes de los días y años que siguieron desde aquel 19 de julio, las carencias de los que debían dar cuenta de una escuela de estrategia revolucionaria y la multilateralidad de los cuadros .
Vergüenza de que aún hoy haya quienes se dicen sucesores, gasten saliva contando historias como guapos de arrabales diseñados por Borges o estrategas de juegos de mesa que dejaron la política revolucionaria a manos de impostores de todo pelaje.
Vergüenza que no exista ni siquiera de propias filas una explicación de lo sucedido. Vergüenza del estado de sospecha permanente entre sí, por infiltrados reales o debilidades personales.
Desde aquel momento hasta hoy, afrontamos la necesidad de decir presente para que el olvido no se constituya en el viento mortal que desde Venezuela 3145, tercer piso “A”, de Villa Martelli borre los últimos vestigios de la impunidad por aquella masacre siendo que el cuerpo de Mario Roberto Santucho no ha sido reintegrado a los familiares y se desconoce su destino final. Pero el tiempo recorrido hace que ese requerimiento primario no pueda centrare en el simple recuerdo y pilas de libros contando historias o renegando de lo hecho con criterio liquidacionista .
Ya no es posible que el 19 de julio sea simple nostalgia, pérdida y dolor por los caídos y remembranza de un tiempo que paso, porque sí paso se bloquea la posibilidad de emprender con igual vigor que en aquel entonces la tarea inconclusa, hoy mucho más difícil que nunca en la historia de la lucha de clases nacional.
El desafió es no dejar subir al escenario de la vida, la rutina del recuerdo. El objetivo es no cosificar y dar por agotado un proceso de lucha, y lo proponemos a partir de haber comprendido tras mucho embuste y macaneo, que se trata de una lucha prolongada de la clase trabajadora. Una lucha en las que las busquedas de ayer lo siguen siendo hoy con mayor premura por la magnitud que ha adoptado la represión y la táctica defensiva-ofensiva desplegada por el poder burgués en rescate de la continuidad de la reproducción del capital que se ve amenazada por sus propias contradicciones.
Los que se convocaron en el cuarto y quinto congreso del PRT , no desconocían las enseñanzas y el pasado de la lucha obrera en nuestro suelo, pero construyeron con creatividad las herramientas de la continuidad de esa lucha.
Es eso lo que corresponde, desde la autoridad moral que tienen esos compañeros caídos en el intento y de sus propios desarrollos narrados no simplemente desde textos de propaganda , sino con su cuerpo y su forma de vida cotidiana y convivencial. Tal vez sea ese lugar, el de la autoridad del ejemplo el que perfecciona la partida justo en el momento en que las vidas no son vidas sino actos desesperados de sobrevivencia, marcados por el más crudo individualismo utilitarista, mostrando otro formato opuesto por el vértice a esta transformación del hombre en cosa, dominada por el fetiche de la mercancía.
La pretensión y la lucha por el cambio social revolucionario requiere de una presencia existencial concreta en la realidad de las relaciones sociales que exige que estas se enmarquen dentro de un grado significación relevante de la conciencia colectiva impregnada por su transformación que nace del encadenamiento de los acontecimientos que protagonizan los trabajadores.
La otrora pregonada eternidad de la dominación capitalista , encuentra serios reparos en el plano de su misma reproducción y por sus propias contradicciones objetivas ,pero el contenido de las resistencias sociales desplegadas, parece significar que ellas resisten pero se estabilizan en ese momento de la acción, y en ningún caso obran en relación con el objetivo emancipatorio que es inherente a la propia clase trabajadores , en tanto, «la emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos y ello significa no otra cosa que, las acciones liberadoras de la explotación y la opresión social , no puede ser impuesta desde arriba, es decir, desde las estructuras del Estado burgués, ni realizada por otros sujetos diversos de los trabajadores , sino que debe ser un proceso liderado y llevado a cabo por los propios trabajadores.
La revolución política que en Francia consolido a la burguesía como clase dominante y su orden social con forma jurídica de República, nunca fue proclamada en virtud de un voto legal realizado dentro de las formas constitucionales sino por la voluntad de un pueblo sublevado y en lucha armada contra la legalidad existente que justificaba el orden feudal .
En igual forma, luego el joven proletariado y el pueblo de Paris en la Comuna , ensayaron y dieron sus vidas por la primer revolución socialista y sus proclamas dando cuenta de la necesaria emancipación de clases y destrucción del orden burgués marca el camino, que nada tiene que ver con los acuerdos en las mesas del patrón sino en la destrucción progresiva de las relaciones de producción capitalista.
Ese ejemplo luego puesto en acto con la revolución de octubre dejó la necesidad de ubicarnos en un bando diverso al burgués y confrontado con él, para lograr su eliminación como orden social
La república burguesa y su democracia formal por representación que rige institucionalmente nuestra existencia a través de constituciones y leyes vigentes, oculta su génesis violenta en la revolución francesa, y todos los actos represivos sobre los trabajadores desde entonces, todos constitutivos de una dictadura de clase que solo se sostiene con violencia sobre los cuerpos.

El gobierno que ejecuta la gestión formal del orden social capitalista, por vía ideológica quiere persuadirnos desde nuestra inestabilidad en las tareas de sobrevivencia, de sus determinaciones e imponernos un modelo social que desconoce las clases sociales con sus intereses específicos y contradictorios.
Estar en un bando, estar en las filas de los que se enfrentan a este ataque, tal como los caídos en junio del 1976 , es estar con la camiseta del explotado y oprimido consciente de su situación y de la necesidad de su emancipación , por un cambio social y la abolición de la dominación burguesa, es decir , ser partidario de la revolución que en primer lugar, significa ruptura.
Quien no acepta esta ruptura con el orden establecido, con la sociedad capitalista, no puede ser, ni proclamarse partidario de una inexpresiva y frustrante vía democrática parlamentaria y necesariamente , está en otro bando .
El relato histórico, atravesado por dosis de mito, memoria y mimesis, nos dice que durante décadas, los más grandes escritores, los más grandes artistas se unieron al movimiento obrero para gestar revoluciones. En cambio , desde muchos años la mayor responsabilidad de quien tiene acceso a la palabra pública es alertar contra toda irrupción social violenta.
Todo intento de transformación radical es totalitario, Terrorista o del siglo pasado, “vencido por la historia” La idea de otra sociedad, a sus ojos vista, se ha convertido en algo casi imposible de pensar y con ello lo necesario es, la adaptación al mundo en que vivimos o en el mejor de los casos, el anhelo de retorno al contrato social como el mejor futuro posible.
Esta suerte de fobia a las revoluciones y su corolario, la legitimación del conservadurismo, habilitas expresiones tales como aquellas que indican que “a la izquierda del populismo burgués claudicante, se gesta una opción de lucha , que solo buscan establecer falsa conciencia, alegando que , fuera de la democracia liberal sólo se encuentran variantes totalitarias
Sin embargo, como lo acredita el relato histórico de los alcances concretos de la operación militar que terminó con la vida de la mayoría del comité central del PRT, los representantes y dirigentes de la sociedad política burguesa en todo momento en que sienten y advierte, que sus principios esenciales están muy gravemente amenazados, salen ellos mismos de su propia legalidad, y cometen las mayores aberraciones sobre el género humano.

El sufragio universal, ahora invocado para descalificar a las demás formas de intervención colectiva (como las huelgas, los cortes de rutas, los piquetes, las asambleas populares) se ha vuelto el eje estratégico de toda acción política, es esa su punzante pedagogía de la sumisión.
En América Latina la orientación política es dotar al trabajador en tanto clase social de la posibilidad de seleccionar su propia dirección y organización para emprender una tarea programáticamente socialista y transformadora que es , al mismo tiempo democrática y social. No hay otra opción de lucha que clase contra clase con la dirección de oprimidos y explotados por parte de la vanguardia de la clase trabajadora
La revolución como objetivo militante en tanto desbaratamiento del poder burgués suponen para su concreción al mismo tiempo, una masa descontenta dispuesta a actuar, un Estado cuya legitimidad y autoridad se encuentren cuestionadas por una fracción de sus partidarios habituales, y la preexistencia de ideas radicales de cuestionamiento del orden social, con tradición en el relato que extremadamente minoritario al inicio permite sin embargo que puedan unirse todos aquellos cuyas viejas creencias o lealtades resultaron disueltas .
El trabajo militante de agitación y propaganda exige que se centre en la formación y desarrollo en los trabajadores de lo que caracteriza la conciencia revolucionaria, en la convicción de que las quejas sólo pueden ser satisfechas por la transformación de las instituciones existentes y por el establecimiento de otra organización social. Esto equivale a decir que esta conciencia no aparece de manera espontánea, sin una movilización política y una efervescencia intelectual previas y en eso se inscribe la necesidad del relato revolucionario en nuestros días sin el cual deviene imposible avanzar hacia estadios superiores .

Dicho en otras palabras, los relatos básicos que sostienen de manera fundamental los esfuerzos conscientes de los trabajadores y oprimidos guardan relación necesaria con los relatos que la mayoría acepta sobre las luchas e injusticias pasadas. Son formas que se adoptan para darle sentido al pasado, explicar el presente e imaginar y posibilitar el futuro.
Por eso es imperativo que se ubique específicamente el rol que juegan los relatos que dan cuenta de la dialéctica que asume el cambio social , en su pasado y presente en tanto estos generan una apertura de las conductas y las evaluaciones que llevan consigo las personas dentro de las concepciones establecidas respecto de cómo funciona el mundo y cual es el sentido de lo que puede o no hacerse, tanto más en nuestro presente donde la demanda de los movimientos sociales y los trabajadores es antes que nada defensiva, ya que, en general, quienes se movilizan y luchan , pretenden restablecer un contrato social que juzgan que ha sido violado por los patrones, los propietarios de tierras, los banqueros, los gobernantes. Pan, trabajo, una vivienda, estudios, un proyecto de vida, la representación de una existencia despejada de sus aspectos más dolorosos de la sociedad de El Capital, pero no una sociedad superadora de las contradicciones capitalistas y las instituciones del Estado burgués
Es hora de agregar a la conmemoración nuestra cuota consciente de lucha . El enemigo de entonces y de hoy es el Estado que institucionaliza con formas jurídicas y monopolio de la violencia al poder burgués . La democracia parlamentaria con la que hoy se viste, no es un orden superador de las contradicciones de aquella dictadura que se cobró la vida de los caídos el 19 de julio y de todos los que resultaron víctimas en todas las operaciones represivas que implicaron el desenvolvimiento de prácticas genocidas

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