Nuevo Curso

Éramos pocos y apareció Peter Lamelas

La designación de Peter Lamelas como nuevo embajador estadounidense para Argentina llenó la agenda política de la semana que culmina. Este médico y empresario de origen cubano declaró el martes en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense que buscará combatir la “corrupción por parte de los chinos” en todas las provincias de Argentina, pidió apoyar al presidente Javier Milei en las jornadas electorales que se avecinan y asegurarse de que “Cristina Kirchner reciba la justicia que bien merece”.
Por fuera del repudio que este fenómeno y la particular intervención del “embajador designado “produjo en el espectro de la partidocracia argentina en la que se busca incluir el sector que se autorreferencia como “la izquierda”, parece pertinente recordar, analizando el suceso , que “El Imperialismo, fase superior del capitalismo” no se trata de un panfleto. El texto es escrito, al decir de su autor Vladimir Lenin, “con la ayuda de los datos generales irrefutables de la estadística burguesa y de las declaraciones de los sabios burgueses de todos los países”.
En él , Lenin divide a los países entre opresores y oprimidos. Los países opresores, son los imperialistas, las grandes potencias que luchan por el reparto del mundo. Del otro lado, están los oprimidos, aunque destaca diversas formas de dominación. Para esta época eran típicos no sólo los dos grupos fundamentales de países: los que poseen colonias y los países coloniales, sino también las formas variadas de países dependientes políticamente independientes, desde un punto de vista formal, pero, en realidad, envueltos por las redes de dependencia financiera como la deuda externa y diplomática, situación en la que el revolucionario bolchevique ubica a la Argentina de aquella época, que es precisamente la que pondera la actual gestión presidencial y a la que aspira retornar.
No puede dejarse de advertir sin embargo, que desde los aportes de Lenin a la fecha, la configuración de las relaciones de poder en el sistema económico mundial con las expresiones específicas de la llamada globalización capitalista y las principales transformaciones que estas atravesaron durante las últimas décadas tras la caída del Muro de Berlín, pero de ellas no puede concluirse la caducidad de lo indicado por Lenin.
Dicho de otra forma, la categoría analítica imperialismo y el fenómeno al que da nombre, no deja de expresar la actual concentración de la producción y los monopolios” El reparto del mundo entre las asociaciones de capitalistas, «Los bancos y su nuevo papel”. “El capital financiero ,la exportación de capitales y el reparto del mundo entre las grandes potencias”.
No obstante, y dicho de otra forma , hay que constatar que lo cierto es que , con frecuencia con la constante alegación de los cambios tecnológicos y comunicacionales y las nuevas y variadas formas de la utilización por la burguesía de la fuerza de trabajo que contratan o emplean de forma directa o encubierta con lo que se llama fraude laboral , se pretende enviar a los señalamientos hechos en “ el imperialismo fase superior del capitalismo” al cajón de los recuerdos , y en tal sentido resulta imperioso puntualizar aspectos sustanciales de la obra sobre los que las diferencias constatadas en el modo de producir no resultan diferencias esenciales, ni alteran su sustancia, más en cuanto se indica en la mención del texto que hemos hecho al inicio.
La categoría analítica de los fenómenos económico-sociales y políticos sigue asimismo siendo, la pertinente para caracterizar a su vez las relaciones entre los Estados a partir de que es la rivalidad entre estos, lo que da la tónica a ese tipo de vínculos en el momento actual del capitalismo , sobre todo si se tiene presente el desplazamiento del centro de gravedad de la acumulación de capital hacia China en particular.
Insistimos en ese contexto en una premisa: lo que se da en llamar Globalización, no constituye, ni constituyó como fenómeno que pueda recibir ese nombre a un quiebre cualitativo de lo que implica en esencia la rivalidad como elemento componente de las relaciones entre los Estados, el desenvolvimiento creciente de conflictos bélicos de envergadura viene a sostener esta afirmación.
Sin embargo, lo dicho no implica aceptar que se pueda identificar la categoría imperialismo simplificando esos vínculos interestatales existentes, en el fenómeno concreto de la opresión, porque esto desplaza la posibilidad de abarcar las nociones relativas a los choques que se producen en el espacio inter imperialista y por fuera de las relaciones de dependencia que se juzgan solo opresivas.
Dentro de lo que hay que seguir rescatando de la categoría imperialismo y el objeto de lo que ella pretende dar cuenta , es la noción frecuentemente olvidada según la cual a la estructura material de un país dependiente corresponde una superestructura cultural destinada a impedir el conocimiento de esa dependencia y en particular, cual es la específica forma que esa dependencia estructural tiene en nuestras relaciones de producción y las modalidades con la que ella emerge en las reproducciones de la sociedad civil.
No puede dejar de advertirse , como reacción a las intervenciones del “embajador”, que desde las organizaciones que reclaman un lugar en la izquierda del orden político constitucional, que impone el poder burgués, una vez más en la posición de furgón de cola funcional a los intereses del kirchnerismo y los sectores de pequeña y mediana burguesía que este expresa políticamente que tras el consabido repudio emerge el reflote de la tesis que indica que tanto en Argentina como en todo Latinoamérica se requiere realizar una emancipación sólo parcialmente iniciada con las rupturas coloniales del principio del siglo XIX, a tal punto que se buscó masificar la imagen de Lamelas con las indumentarias propias del último virrey previo a la revolución de mayo.
De esta asociación política se conforma una suerte de alianza que oculta que su realización implica un acuerdo en última instancias con consignas de conciliación de clases y afirmación del Estado redistribuidor de la riqueza , que ambas formaciones de conjunto utilizan como contenido de sus demandas para la actual gestión presidencial , “golpeándola como un solo puño”, buscando en todos los casos horadar su legitimidad institucional y la anulación de su significación en el poder , al que se busca dejar vacío de toda construcción, para así ser vencido con facilidad en la próxima confrontación electoral .
Ignora ese esquema que tanto con este gobierno como con los anteriores , sean estos elegidos por el voto o emergentes de un golpe militar genocida nunca un embajador yanqui dejó de ser un sujeto que monitorea la política interna de Argentina para la gestión institucional de su país, pero que esto, precisamente por su permanencia en el tiempo, sea con mayor o menor intensidad, no debe llegar a confundir, con una situación de relación entre ambos Estados propia de un coloniaje , ya que en nuestra estructura económica capitalista dependiente y tardía ,nuestros centros de poder económico , esto es, la burguesía dominante tiene absoluta autonomía de gestión y lo que busca es ratificar el rumbo de ofensiva burguesa sobre la clase trabajadora porque la reproducción de capital en nuestro territorio para continuar reproduciéndose, tiene que tener formato de desarrollo en algunas áreas de producción y caída en el resto por obsoleta e inviable en lo que refiere a la apropiación y generación de valor. En el mismo programa está la caida del salario por incremento de explotación y la defensa de la renta agraria , con formas de trabajo urbano o rural con regulaciones formales que le den legalidad a la explotación informal.

Esta intervención del embajador no implica una alteración significativa en el plano de las formas superestructurales de nuestra sociedad y no implica otra cosa que una operación mediáticamente sostenida para marcar la cancha y avisar lo que sucedería si los programas de gestión que diseña el actual gobierno nacional no reciben apoyo electoral.
Quienes avivan las imágenes de virreyes, y se encolumnan detrás de la defensa de la soberanía desplazando la noción de clases sociales y su lucha confrontativa , olvidan recordar , tal como lo muestra cada conflicto económico de envergadura que han sido reiteradamente nuestros gobiernos quienes aceptaron la prórroga de competencia de nuestro poder judicial en favor de los jueces de Estados Unidos, lo que habla a las claras que no es esa la matriz del infierno sino , las consecuencias emergentes de la crisis capitalista a nivel mundial y las disputas por los centros imperialistas de poder por definir sus espacios de dominio y explotación opresiva con las formas que impone y describe la categoría “imperialismo”
Los trabajadores gracias a las políticas electoraleras del FITU y sus satelitales desde su misma emergencia como organizaciones políticas partidarias , establecieron un trabajo militante que tiene ausente un programa de política autónoma e independiente y carecen hoy de capacidad para enfrentar este diseño de arquitectura política internacional, donde EEUU defiende con creces su patio trasero. Recomiendo volver a ver las experiencias de Chile, Bolivia y Perú, para comprender de que se trata esto que es mucho más complejo que un presunto embajador dislocado y un presidente diletante.
Los trabajadores que venden su fuerza de trabajo, sea en la economía formal o informal, no padecen problemas de soberanía o independencia política, sino las consecuencias de la estructura económica capitalista dependiente y tardía con la que se inserta en el orden capitalista mundial, que exhibe hoy una crisis de reproducción que conduce a acciones políticas que implican en cierta forma un nuevo proceso de acumulación primaria. De allí que quien vive de su trabajo tenga hoy problemas de subsistencia material, pues su salario es la variable del ajuste que se impone el capital para lograr reproducirse dentro de las modalidades que asume bajo la forma que le da vida la institucionalidad estatal burguesa.
Los que se apoyan en “el embajador” para viabilizar esta táctica de asimilación a la pequeña y mediana burguesía nacional por vía de un frente popular en los hechos , y usan el discurso de Lamela para ese objetivo por vía de denostarlo en términos discursivos construyen un imaginario en el que queda fuera el modo en que se produjo el cierre del “ciclo progresista”, omitiendo ponderar que ese agotamiento avanzó a través de las contradicciones características de los procesos de desarrollo mercado-internistas basados en estructuras productivas dinamizadas por la exportación primaria y que en ningún caso se encararon transformaciones profundas de las orientaciones productivas heredadas de la experiencia neoliberal de Menem-Cavallo-De la Rúa. Si así lo hicieran dejarían a luz estos extremos y la inviabilidad de su reiteración a futuro.
La situación de la intervención discursiva del “embajador” puede sin embargo generar una oportunidad para afirmar estratégicamente el objetivo emancipador de la clase obrera, superador por el ejercicio de su poder y su política de clase, de todo orden social que implique explotación y opresión.
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