En el contexto de lograr establecer las tareas necesarias e imperiosas para la superación revolucionaria del orden capitalista se encuentra aquella que implica la construcción de una organización revolucionaria de la vanguardia militante , contenida en la elaboración y desenvolvimiento de un programa socialista acorde con ese objetivo estratégico, hay que advertir que el conjunto de la obra de Marx que tomamos como referencia conceptual y práctica , debe ser entendida de esa manera, es decir, como unidad-diversa que se plasma entre estudios que se ocupan genéticamente de algunos aspectos del conocimiento y la ontología del ser social hasta 1845 y las contribuciones enunciadas principalmente en los manuscritos económicos de 1857-1858 (conocidos como “Grundrisse”) y de 1861-1863 que resultan esenciales para la enunciación de lo luego construido en “El Capital”.
Nos concentramos dentro de esa perspectiva porque entendemos que segmentar el conjunto de la obra impide una explicación, histórica real de la teoría social de Marx, pero fundamentalmente, porque lo pertinente al objetivo del empleo del conocimiento de los fenómenos sociales como herramienta en el hacer transformador de lo existente, es el rescate de la categoría analítica marxiana de la totalidad, enfrentada al complejo entramado social, expresado en la multiplicidad de fenómenos que operan en existencia relacional de los seres humanos en la producción de su existencia que está repleto de mediaciones, de particularidades reconstruidas a partir de la propia dinámica de lo real existente y precisamente de esa lectura de la representación abstracta, construida intelectualmente de esa totalidad.
La noción de totalidad implica necesariamente que la ontología en Marx es impensable sin la aprehensión de su teoría social en su totalidad porque ese cuerpo teórico y práctico, alude siempre que se refiere al sujeto , a un determinado tipo de ser y no a cualquier idea de sujeto, es decir, un ser social, históricamente constituido a partir de determinadas condiciones sociohistóricas que le son dadas y en cuya génesis no tuvo relación directa.
En el cuerpo teórico del conjunto de las categorías estructuradas por Marx dentro del marco de una totalidad, no se puede tener acercamiento con porcentajes signficativos de certeza de lo verdaderamente existente si no es por el dominio pleno de tres pilares indisociables:
• la teoría del valor-trabajo,
• la dialéctica materialista y
• la perspectiva de la revolución del orden burgués (como referencia objetiva y posible – paralela a cualquier tipo de idealismo sostenido desde un inmovilismo del sujeto histórico).
Aunque esas tres dimensiones tienen cada una sus particularidades, y por ello no pueden ser equiparadas en su significación relativa con el fenómeno en sí , cualquier iniciativa que proponga la fragmentación, desconoce la totalidad social y es ella y no las particularidades las que generan la visión ontológica del sujeto en una sociedad de clase como la que está implicada en el orden social capitalista.
La explicación de cada uno de estos tres elementos exige su análisis como parte de una totalidad impensable sin un tratamiento de las otras dos dimensiones. Lo contrario, es decir, el desconocimiento de este trípode al que aludimos por vía de la segmentación es lo que lleva a las experiencias erráticas del siglo pasado que se concentraron finalmente en un reduccionismo economicista impuesto sobre las tesis de Marx y a la identificación de su dialéctica como una simple relación mecánica reducida al manejo abstracto y por ende arbitrario de lo que se expone como tesis, antítesis y síntesis.
Después de más de 150 años, tomamos y caemos en la cuenta de un imperativo de faz intelectual ,que impone un regreso a Marx y la lectura de sus textos de primera mano, despojados de toda mediación interpretativa de algún excegeta contemporáneo de nuestra sobrevivencia en la barbarie capitalista. Esa advertencia que impone el retorno sin anacronismos requiere una actividad intelectual de construcción de las herramientas filosóficas que todo cambio social genera en el plano de las ideas y que hoy se hayan presas tras los barrotes ideológicos de las ideologías post- que le presentan restricciones, visiones parciales y caducidades artificiosas .
Esto no es una actividad humana intelectual puramente especulativa. Su desenvolvimiento es imperioso, sencillamente por que es necesario a toda lucha social transformadora emprendida por la vanguardia de la clase trabajadora en su interés específico, que no es otro que la superación de las relaciones de explotación y opresión que impone el capital por sus propias relaciones de producción .
Volviendo sobre la noción de “totalidad”, ella misma deja ver que el método que emplea Marx requiere acudir y desarrollar la teoría del valor trabajo y la perspectiva de la revolución como posibilidad histórico-objetiva. Sin esa perspectiva , carece de sentido cuanto se proponga y desarrolle , a la vez que asume las dotes de una adulteración o representación falsa de lo verdadero por vía del expediente de la cita profusa de Marx como criterio probatorio de la presunta verdad de lo que se pregone en la acción política La perspectiva ontológica, relativa a la comprensión de la categoría analítica ser social ,permite acercarse a la complejidad de fenómenos que operan en la vida real desde los propios seres reales y no abstractos , desde su producción y reproducción material y espiritual como seres sociales de “carne y hueso”, concretamente existentes.
Precisamente en el escenario actual la construcción ideologizada del existir, produce lo metodológicamente inverso, es decir, no estimula el tratamiento de lo real a partir del punto de vista de la totalidad, leída en tanto, unidad contradictoria que se compone en un único proceso material-intelectual.
La ideología dominante transforma en sentido común todo lo contrario, es decir, el tratamiento inmediato, fenoménico de lo real por sus apariencias y desde estructuras conceptuales previamente diseñadas en abstracto .
Por esta advertencia metodológica es que se puede constatar que la acción intelectual de conocer reconoce un movimiento material situado más allá de las mentes pensantes, de la abstracción filosófica orientada por la subjetividad . Dicho de otra forma, el movimiento es lo real, la racionalidad esta contenida en esa realidad y busca dar cuenta de ella y su cambiante estructura.
Hay, por eso, una clara distinción entre lo que dentro del acceso a lo real proporciona la dimensión ontológica (contenida en la propia realidad) y la dimensión gnoseológica que implica la producción de conocimientos acerca de esa realidad.
En ese sentido , la categoría analítica de “la totalidad concreta” que construye Marx, hace referencia a una forma de comprender la realidad como un todo dinámico, interconectado y en constante transformación, superando las apariencias superficiales y fragmentadas de los fenómenos.
La Totalidad, entendida como la nota esencial y distintiva del método que desarrolla Marx , hace que este no se comprometa con la “cosa tal como la indica de la lógica” ni con la apariencia de la cosa en sí, como ella se presenta inmediatamente a los ojos del ser, en la medida en que la razón no crea lo real, sino que lo persigue en su movimiento, reproduciéndolo mentalmente como “lógica de la cosa.
La realidad en si, a su vez, no se revela
naturalmente, sensiblemente, inmediatamente, pues carece de desconstrucción
impensable sin la razón crítica, proyectando previamente (teleológicamente e
intencionalmente) acciones posibles, reales, sobre el mundo material. Por tanto, los
hombres poseen un papel activo (aunque relativo) en la construcción de la realidad, ya que ayudan a construir su propia historia, al mismo tiempo que son igualmente tejidos por ella, limitados por las condiciones materiales impuestas por determinada
historicidad. No hacen historia como desean, sino como pueden hacerla, tejiéndola en un proceso altamente complejo y repleto de múltiples mediaciones y contradicciones.
Es en ese proceso material-intelectual que se forman las consciencias, se hacen las
luchas materiales por intereses de clases sociales reales, se establecen las ideologías(como generalizaciones parciales de lo real), se reconstruyen mediaciones y alternativas objetivas (también influenciadas por situaciones casuales, generadas por casualidad – no provocadas por los hombres), que permiten mantener o transformar la realidad orientada conscientemente por diversas perspectivas vinculadas a la existencia real de las clases en lucha.
Avanzamos tentativamente en todo este desarrollo que sin duda nos excede por su complejidad y la ausencia de limites precisos preconcebidos para poder abarcar todo cuanto implica la propia definición del hombre y su situación en las relaciones sociales.
Sin embargo en los elementos esenciales descriptos y dando a la definición marxista de esta problemática , el carácter de herramienta , advertimos que su empleo puede dar cuenta del apego a ese desarrollo y a esa línea de razonamiento que imponen las categorías marxistas ,que traduce el desarrollo que Trotsky hizo con la afirmación en tanto premisa y conclusión a la vez, en 1938 cuando señaló que:
“La premisa económica de la revolución proletaria ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le sea dado alcanzar balo el capitalismo….La economía, el Estado, la política de la burguesía y sus relaciones internacionales están profundamente afectadas por la crisis social que caracteriza la situación prerrevolucionaria de la sociedad. El principal obstáculo en el camino de la transformación de la situación pre-revolucionaria en revolucionaria consiste en el carácter oportunista de la dirección proletaria, su cobardía pequeño-burguesa y la traidora conexión que mantiene con ella en su agonía….Las charlatanerías de toda especie según las cuales las condiciones históricas no estarían todavía “ maduras ” para el socialismo no son sino el producto de la ignorancia o de un engaño consciente. Las condiciones objetivas de la revolución proletaria están maduras. Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, de su vanguardia revolucionaria La crisis histórica de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria.
Es ese determinado ser social implicado por objetividad de su existir en la tarea específica de su emancipación el que define el lugar en el mundo de la clase trabajadora y la pertinencia de la visión teleológica que le impone su accionar transformador.
Por eso, la condición de lo humano se define en el terreno específico de la realidad y sus condicionantes que operan en la faz consciente del sujeto, pero a la vez la particularidad de la situación históricamente considerada , ubica a ese mismo sujeto como portador de fuerza de trabajo en factor decisivo a la hora de desarrollar las tareas de la etapa prerrevolucionaria y conducirla hacia el enfrentamiento abierto clase contra clase.
La reivindicación del sujeto como elemento relevante en la transformación social , desplaza toda construcción de lo humano solamente y exclusivamente a partir de tareas democrático burguesas en la medida en que todas ellas solo han de poderse desenvolver por vía de la lucha por el socialismo y en ningún caso por la reforma del capitalismo .
La perspectiva de la democracia obrera surge precisamente de la revolución democrático burguesa, pero lo hace no después de la realización de la revolución democrática sino trocándola en revolución socialista encargada en su desarrollo de dar cuenta de las demandas democráticas que no pueden ser cumplidas por la dictadura de clase que impone el orden capitalista y el poder burgués