NUEVO CURSO
En el actual escenario de lucha de clases en nuestro país, es necesario clarificar las tareas y las tácticas que la clase trabajadora tiene ante sí.
La cuestión de cómo enmarcar la lucha por reformas bajo el capitalismo con la necesidad de ir más allá y luchar por el socialismo, es relevante. En ese sentido, la lucha por reformas debe servir para hacer consciente a la clase obrera de su papel y de su poder en la sociedad, a fin de elevar su horizonte hacia la necesidad de la colectivización de los medios de producción para alcanzar el socialismo.
En ese marco, hay que distinguir las luchas parciales solo se hacen pertinentes cuando desarrollan, o tienen el potencial de desplegar, un contenido estratégicamente socialista y llevan a la necesidad de construir el poder obrero, de aquéllas que, en principio, no cuestionan las bases del régimen capitalista; o bien formulan simplemente reivindicaciones generales.
Es sobre la ausencia en el tiempo de la opción por las primeras la que crea las condiciones para el agotamiento histórico del FITU en la medida en que nacido para vencer obstáculos relativos a la intervención electoral y como convergencia militante para dar un nuevo ciclo hacia la construcción de la vanguardia trabajadora como clase en sí. Finalmente, esa herramienta, la electoral depositó a sus organizaciones y demás colaterales a ella, en el sistema constitucional-parlamentario desde donde terminó aceptando el statu quo del orden social capitalista, al que se ha terminado integrando, y en el que solo se propone hacerle unos pocos remiendos, centrando el objetivo estratégico en sostener ese esquema constitucional.
Un segundo factor está en el contexto general de avanzar hacia conformar otra herramienta política de expresión de la clase trabajadora , está en la necesidad de que ese nuevo entramado de la militancia , se encuentre ligado también a la tarea de la lucha por las democráticas aportando el perfil específico de la clase obrera (por sexo, género, etnia, nacionalidad, etc.), para evitar el fomento de la división dentro de nuestra clase insistiendo , en la necesidad de la independencia política del proletariado.
Todo esto implica necesariamente embarcarse en una campaña valiente de oposición a las políticas socialdemócratas y reformistas, que basan su acción en tratar de conseguir reformas parciales a través de las instituciones burguesas (parlamentos, consejos municipales, etc.) como un fin en sí mismo sin cuestionar la dominación de clase que la burguesía expresa a través de su Estado republicano y su forma de gobierno democrática.
En la fase actual de crisis orgánica del sistema capitalista, no hay espacio para reformas significativa y duraderas para la clase obrera, y eso anula en su raíz la razón de ser del reformismo. Sólo en la transformación socialista de orden social capitalista, con la propiedad colectiva de los medios de producción bajo el poder obrero, la humanidad puede encontrar una solución a los problemas irresolubles que ha creado el capitalismo en su fase actual de crisis estructural.
La lucha ideológica al interior de la clase trabajadora también abarca la necesidad de delimitar la organización de vanguardia de las teorías y prácticas “movimientistas”, de tipo “asambleario”, que consideran la “lucha” un fin en sí mismo sin ningún horizonte político de transformación global, meramente localista, que desvincula sus luchas parciales de una lucha más amplia contra el sistema, y que no traen aparejadas la construcción de un movimiento político ni la elevación del nivel de conciencia de sus participantes, orientados hacia la transformación del capitalismo.
Corresponde entender las luchas circunscriptas a demandas sociales mínimas como parte inseparable de una lucha más amplia por el socialismo. Sin embargo, estamos entrando en un período complejo donde hay una certeza de cambio cualitativo de las relaciones sociales que deja atrás la posibilidad de paz social y estabilidad con dominio hegemónico de la burguesía a través de su Estado, que habla a las claras de la búsqueda de un nuevo consenso sobre la base de la derrota de los trabajadores. Ese escenario es el que abre la confrontación directa de clase contra clase, sin posibilidad de mediación alguna y obligatoria definición por uno u otro polo de los sectores sociales intermedios que abre a la vez oportunidades revolucionarias.
Esto significa que existen las condiciones para el desarrollo de una tendencia para que la vanguardia de los trabajadores incorpore programáticamente que es la clase obrera la que debe destruir de raíz la república burguesa y construir uno nuevo, basado en los organismos de poder obrero, los soviets. Asimismo, debe operar la disolución del Ejército, y las agencias represivas.
La clase capitalista no es una entidad abstracta: son personas de carne y hueso que tienen intereses muy poderosos en los beneficios y privilegios que obtienen de la explotación obrera y la extracción de plusvalía y que, llegado el caso disponen de un aparato de represión: policía, jueces, ejército, leyes, que no dudan en usar si ven sus intereses amenazados.
Dicho en otras palabras existe la posibilidad cierta con forma de tendencia de abordar hacia la vanguardia de los trabajadores gestada en la lucha económica la necesidad de entender y emprender la tarea de construcción del socialismo, como proyecto histórico para la construcción de una sociedad sin clases, vía para la superación del capitalismo y todas sus formas de explotación y opresión, por vía del poder obrero, la sustitución de la república burguesa y la instalación de la dictadura del proletariado.
Los escritos de Marx, Engels y Lenin sobre la revolución proletaria y el Estado enseñan que el marxismo jamás propugnó “tomar” el Estado burgués, sino destruirlo, como explicamos en el artículo anterior. De hecho, esa fue la principal conclusión que Marx y Engels sacaron de la experiencia de la Comuna de París de 1871.
Marx escribe en una carta a Ludwig Kugelman , en abril de 1871
«Si te fijas en el último capítulo de mi ’18 Brumario’, verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como se venía haciendo hasta ahora, sino romperla, y esta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente. En esto, precisamente, consiste la tentativa de nuestros heroicos camaradas de París»
El socialismo se justifica ante la historia porque ofrece a la humanidad un nivel de desarrollo de la productividad del trabajo, de desarrollo cultural, moral, tecnológico y humano, en un entorno saludable y armónico con el medio ambiente, muy superior al que pueda existir en los países capitalistas más desarrollados. Pero, será necesaria una sociedad de transición, del capitalismo al comunismo, que termine de asentar las bases para el establecimiento de dicha sociedad comunista mundial de superabundancia y de plena fraternidad humana. En dicho período de transición resulta necesario disponer todavía de organismos especiales de control, planificación, división de tareas y previsión, a través de los cuales la clase trabajadora podrá regular y acelerar ese paso-