El gobierno del poder burgués en el espacio de la gestión política del Estado es hoy la imagen desordenada de Javier Milei y la presencia real y prevalente de y su escudero Santiago Bausili desde el banco central.
La primera enseñanza que queda corroborada como evidencia es que toda la maquinaria electoral desenvuelta a lo largo del 2023 solo tuvo por misión poner en escena la ficción de la representación política por empleo del voto poblacional y hacer una primera selección para la determinación del personal político encargado de la gestión del interés burgués. En definitiva, lejos de la realidad está aquello que en la “venerada “constitución nacional estatuye a partir de la premisa de que el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes, ya que de todo lo votado, termina a cargo del timón de este proyecto una tríada de funcionarios no electos abierta y desembozadamente representantes del poder económico de la burguesía.
En las últimas horas asistimos a una reformulación del gabinete, acumulación de atribuciones en favor de Caputo y con este el anuncio del retiro del proyecto que tiene dictamen de comisiones en el parlamento, de unos cien artículos.
Sin embargo, aún con ese significativo recorte, el proyecto de ley mantiene el artículo que establece la delegación de atribuciones legislativas en manos del presidente, por lo que, de aprobarse la norma, el espacio político que gestiona el ejecutivo se apodera de toda la capacidad política y la violencia del poder burgués, modificando en los hechos los presupuestos de la república, avanzando en la forma bonapartista.
Todo esto opera frente a la evidencia de que Milei ve que su legitimación formal por consenso poblacional se ha demostrado absolutamente cuestionada en los hechos por la clase trabajadora movilizada pese a amenazas reiteradas de sanciones y la pretensión de imponerle un protocolo a la lucha.
El Ejecutivo está desarrollando una maniobra, cerrándose sobre sí mismo y evitando el espacio de los negocios políticos con diversos frente en búsqueda de lograr mantener el centro de la escena y la iniciativa desatando un nuevo giro ascendente de su crisis al ver empantanado su programa de gobierno y constatar que la burguesía esta marcando fisuras y conflictos de intereses a su interior que en el momento de su ascenso al poder se encontraban simplemente latente y no obstaculizaban sino que acompañaban en un todo su administración.
La estafa a la clase trabajadora. si se ligan las decisiones judiciales con las últimas determinaciones de Milei-Caputo es pretender ponerla ante las apariencias de un retroceso en lo decidido y la mantención de un status jurídico cuando en realidad lo que se hace es avanzar en la sanción de la ley que le da facultades extraordinarias para luego desde esa posición ganada ametrallar con los mismos proyectos que ahora dice retirar..
Milei sólo quiere superpoderes L.as facultades delegadas, es para lo que queda de su gestión , la madre de todas las batallas
A la par queda claro que los límites a esta operación del poder burgués no los ponen ni los legisladores ni los jueces , ni incluso los dirigentes de las organizaciones sindicales sino la clase trabajadora movilizada con huelgas, asambleas, piquetes ocupando el lugar claro de caudillo de la política obrera, para superar de esa forma en su propio seno el juego de los reformismos y centrismos oportunistas en manos de organizaciones que buscan incesantemente conformar un frente popular a la cola de los restos del populismo progresista pese a sus responsabilidades en lo que constituye la realidad y las gestiones de los Fernández y Massa.
Está claro que la clase trabajadora, los explotados y oprimidos han puesto un límite a la ofensiva burguesa y en ese avance se han dejado ver conflictos internos que ubican a los operadores políticos gestores de sus intereses en un proceso complejo y dialéctico por el que se ensaya una retirada pero esta se dispone en el propósito final de seguir avanzando sobre los explotados por ser estos a quienes se les ha adjudicado programáticamente el rol de sujeto social que debe ser desposeído para superar la crisis del capital. .
Sin dejar de avanzar la burguesía se tropezó con los límites que le marcó la lucha de calle el pasado 24 de enero. Los trabajadores como clase en sí, desde sus organizaciones naturales, los sectores más humildes, afectados por los brutales aumentos en el transporte, la luz, el gas y el supermercado, sin aumentos salariales y con multiplicación de los despidos hicieron oír su clara oposición al modelo que busca expresarse con forma jurídica de ley para habilitar la prevalencia del Estado sobre la clase trabajadora.
Nada de todo esto puede verse solamente poniendo la mirada en el fenómeno nacional de manera exclusiva. Debe comprenderse de modo permanente que esto que nos toca padecer como trabajadores no es otra cosa que una forma aparente en la que se manifiesta en modo nacional, una crisis internacional del capital globalizado, que no se detiene. Debe advertirse según los escenarios que se describen por los propios efectores del capitalismo en la última cumbre de Davos, que la economía de Estados Unidos crecerá sólo el 1 por ciento en 2024, la de Alemania cayó 0,3 por ciento en 2023, pero su industria manufacturera se contrajo a una tasa interanual de 6-7 por ciento y tanto la economía francesa como la británica se volvieron negativas en el último trimestre de 2023; lo mismo ocurre con Japón y Canadá, en tanto que Países Bajos, Suecia, Austria y Noruega entraron en recesión.
Este escenario general hace que la crisis política local deba enfrentar una realidad en la que la estructura productiva capitalista atrasada y dependiente no alcanza a encontrar la forma por la cual permitir un mayor rendimiento del trabajo, que no implique un incremento de la explotación de los trabajadores y la opresión general de los que no son dueños de los medios de producción.
Gobiernan las corporaciones, con la máscara de Milei desfasada por la perdida vertiginosa del presunto consenso social electoral.
Federico Sturzenegger y Luis Caputo y su escudero Santiago Bausili desde el banco central utilizan el Estado para concentrar aun más la economía en manos de los más poderosos, potenciando sus ganancias. El libre mercado no existe, la competencia no existe, vivimos la época de los monopolios y lo que se presenta como desregulación es un paso para promover la mayor concentración y dominio, sin límite para un puñado de empresas.
La situación no puede plantear un impasse hasta el día martes donde se anuncia el tratamiento en el recinto del dictamen de mayoría , ahora seriamente averiado por los propios que lo permitieron , por oscuras maniobras intimidatorias y de las otras sobre los que le prestaron en definitiva su acuerdo.
La situación es grave. La ofensiva capitalista no ha de detenerse en sus propósitos como nunca lo ha hecho en el curso del proceso abierto desde las huelgas de junio-julio de 1975, sea con prácticas genocidas, sea con formatos de respeto a derechos y garantías, haciéndolo con medidas de similares facturas a las que hoy están en la palestra. Los trabajadores debemos redoblar nuestra presencia en la disputa pública, buscando acaudillar el descontento social generalizado contra el programa de gobierno que exhibe la burguesía que no es otro que más hambre y miseria.
No son las “fuerzas del cielo” las que gobiernan, son las corporaciones más poderosas las que dictaron los textos del Decreto y la Ley Ómnibus. El poder burgués formal da muestra de su crisis política. Los trabajadores en frente único debemos enfrentar esta situación, con organización, asambleas, piquetes y huelga, que no son otra cosa que los históricos métodos de nuestra clase en búsqueda de la construcción del poder obrero y sus organismos de democracia obrera, con programa socialista.
NUEVO CURSO