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LA LIBERTAD COMO EMBLEMA REACCIONARIO

La palabra crisis es una expresión lingüística con una multiplicidad de significados. Sin embargo, todos ellos dan la impronta de un cuadro situacional que revela una dificultad en algo o alguien que con anterioridad no la presentaban, es decir , es siempre un cuadro situacional que impone una definición sobre lo que está en esa condición, partiendo del concepto de su transitoriedad, es decir, de la imposibilidad de perdurabilidad de lo dado, sea por retroceso al posicionamiento anterior o a la inversa, hacia uno nuevo que supera los componentes de lo crítico. Se puede hablar en ese sentido, de que hay dos posiciones básicas posibles frente a lo que está en crisis. Una es la reacción, otra la revolución.

Visto este contexto en términos generales, lo cierto es que lo crítico más allá de su objetividad, es una situación real que repercute en lo subjetivo. Nadie puede permanecer ajeno a un condicionamiento que le viene impuesto por un contexto social relacional que se presenta con elementos materiales demostrativos de una situación que impone definiciones y muestra malestar en su reiteración consciente o inconsciente.

Las relaciones sociales que se dan en un contexto de capitalismo tardío y dependiente en nuestra argentinidad, que son evidentemente relaciones de clase propia de ese orden social, tienen fenómenos que la exteriorizan de forma objetiva y notoria, todos los cuales, en tanto puedan trasladarse a un producto mercantil, adquieren trascendencia en los mercados donde se materializan las relaciones sociales de intercambio desigual que impone el capitalismo.

Sin embargo, hay otras que escapan a esa notoriedad, pero que de alguna manera, por su cotidianeidad y naturalización resultan sumamente lesivas a la hora de pretender, como decíamos al principio, superar con  sentido positivo esa propiedad de transitoriedad que presenta toda crisis.

En términos materiales lo que ocurren en sentido genérico en nuestro país es que todos , cualquiera fuera la clase social donde nos posicionamos , actuamos en contexto de relaciones capitalistas, que han comenzado a dar muestras de haber entrado en una crisis, es decir, ya no pueden reproducirse al infinito sino que tienen trabas reales para ser tal cual eran. Lo cierto es entonces, que la manera en como existíamos, con sus marcos culturales que definen lo valorativamente positivo y fijan con tipos penales lo prohibido, ya no juegan sin dificultad en su rol de contenedor funcional de los comportamientos individuales, y fracasan a la hora de su generalización por consenso, que es en definitiva lo que gravita para la presencia dominante de la burguesía como clase y de sus específicos intereses que la sitúan como una clase explotadora y opresiva.

Como esas relaciones han entrado en crisis y por ende el consenso no es generalizado , la estructura fundante de una sociedad de vigilancia y castigo se muestra más rígida, porque se siente amenazada por los sujetos que pujan por salir de ese contexto, como lo está hoy la represa de Salto Grande con la crecida impetuosa del río Uruguay.

Consciente de esa situación el poder burgués , no de manera maquiavélica como muchas veces se hace fuerza por exhibir , sino por su propia condición de ser un poder opresor y explotador busca salir de “la crisis” de modo reaccionario, es decir, describiendo lo dado, aceptando la imposibilidad material de su continuidad, pero optando por una salida ideológica anterior a la crisis, es decir ya existente en el tiempo previo a la crisis, y busca apelar a definiciones conceptuales que necesita imponer por vía estatal a la sociedad civil para que todo parezca que cambia, que revoluciona cuando en realidad si cambia, pero en sentido de reacción .

El poder burgués apela entonces a rescatar la idea de libertad individual prevalente por sobre todo otro paradigma,  al punto que el partido de gobierno corporiza un colectivo que señala en su nombre que “la libertad avanza”.

Esta premisa es en sí misma y despojada de construcciones ideológicas adversas a las que exhibe el partido del gobierno burgués, reaccionaria en tanto nos retrotrae a una situación declarativa propia del 1789 precisamente cuando un aspecto sustantivo del fenómeno propio de nuestra crisis social es la obstrucción de ese modelo de orden social para encontrar viabilidad en su reconstrucción consensuada y naturalizada.

Desde aquel entonces y hasta hoy , cuando se lo pretende exhibir como la herramienta paradigmática de la salida de la crisis y se la disfraza de revolucionaria, es que, lo que se denomina libertad  intenta responder a la idea de autonomía del sujeto  y se compadece con el deseo o anhelo de cada uno de gobernarse por sí mismo o de participar en el proceso social generalizado en forma tal que le permita manejarse sin apego a imperativos o imposiciones externas que le condicionen .

Así vista la libertad de la que hace apología el partido gobernante que no resulta cuestionada por cualquiera de las otras expresiones de otros sectores internos de la burguesía , se conforma en un estado idealizado en el cual nos deberíamos posicionar para considerarnos habilitados y aptos  en el existir novedoso del siglo XXI, que nos libra a nuestra suerte con ventajas y dificultades de las que tenemos responsabilidad por ser simplemente hombres y mujeres que están en el mundo , sin advertencia del rol o posicionamiento que tenemos en ese pretendido orden social .

Sin embargo, esa exaltación de la libertad trae de la mano una forma o manera de estar en el mundo que no puede percibirse como cualquier forma, sino como aquella que no se percibe infractora de lo que es prohibido y conocido como prohibición por cada sujeto en sí, nuevamente sin diferenciar como inciden de manera diversas esas prohibiciones según cual fuese la condición de clase de cada sujeto.

Es así que la exaltada libertad, presenta y contiene en sí misma, una faz negativa de la pretendida habilitación individual que el poder burgués nos hace para determinar nuestras acciones y modelar nuestro existir.

Esa faz negativa de las posibilidades y apelaciones, que el poder burgués hace a fin de reaccionar ante la crisis de reproducción naturalizada del capital , que pade el orden social capitalista, se constituye en el paradigma que exalta una situación idealizada  según la cual cada uno de nosotros , de manera indiferenciada, gozamos por vía de la forma jurídica LEY, de la habilitación para hacer y determinarnos en acciones concretas, cuando otros no interfieren en nuestras posibilidades .

Ser libre supone entonces, un espacio individual, eximido de toda interferencia  y siendo ésta de contenido social en la medida en la que son los otros, quienes la plantean como obstáculo por su propia razón de existir, requiere de la protección estatal frente a esa coacción restrictiva que todo otro individuo o corporación pretenda imponer.

Es ese rol de protección de la libertad así entendida como concepto, el que justifica y da sentido  a los poderes estatales de la república burguesa que son los que en definitiva , por vía del derecho en tanto norma jurídica actúan indeterminadamente y para cualquier sujeto indiferenciad las que ejecutan esa potestad, reducida entonces a un sistema de reparto social de posibilidades y prohibiciones que tienen como receptor al sujeto individual .

 En definitiva: La defensa de la libertad, hoy exhibida como la herramienta prioritaria para la superación de una situación de crisis, ideologizada como revolucionaria , cuando en realidad resulta reaccionaria, consiste en el fin negativo de dotar al Estado, institucionalidad del poder burgués, de la potestad de prevenir con normas jurídicas la interferencia de los demás.

 Detengámonos por un minuto en el énfasis puesto en la llamada ley bases , para advertir como es precisamente ese instrumento el que habilita la libertad para hacer y deshacer de la burguesía en perjuicio de su adversario de clase, los trabajadores que quedan sometidos a sus dictados.

La actualidad de la existencia de los trabajadore es de aquellas en las que todo lo que normalmente parece constituir una razón para vivir se desvanece. No existe un ámbito de la vida pública o privada  que no esté envenenada por las condiciones en las que vivimos. El trabajo no dignifica, sino que se emparenta necesariamente al  sentimiento humillante y angustioso de poder acceder a mercancías que dominan al trabajador en sí, que lucha materialmente , sólo por el hecho de disfrutar, sencillamente, de un puesto de trabajo naturalizado como privilegio que como tal excluye necesariamente a  muchos otros  seres humanos que concurren a ofrecer infructuosamente su fuerza de trabajo.

Los burgueses medios o pequeños han perdido la ingenua creencia en un progreso económico ilimitado que les hacía imaginar que tenían una misión. En relación la exaltación que otrora y actualmente se hace de manera casi desesperada al progreso técnico ha quebrado en términos de los indicadores de realidad, ya que, en lugar de bienestar, lo único que  aportan a las masas es la miseria física y moral en la que nos debatimos . La paradoja es que la técnica y ciencia salvadora, solo encuentra sus posibilidades en lo inverso a la vida, la industria de guerra o en el escenario bélico previo a darles una posible viabilidad por la captura violenta de mercados nacidos de la propia destrucción.

Libertad, igualdad, fraternidad son los paradigmas de la revolución democrática que puso en acto la burguesía como clase para hacerse del poder y estructurar sus Estados desde 1789.

 Ese intento formal también pretendió tomar forma discursiva en la política argentina a la salida del régimen de dictadura cívico militar impuesto desde 1976.

 Sin embargo y más allá de los signos del agotamiento de su función paradigmática, lo cierto desde el comienzo de su desarrollo es su carácter ideológico, en tanto no hay sociedad que esté más alejada de esos ideales que la que los puso a la consideración de la humanidad, la sociedad capitalista. Por ella, estamos ahora, en un mundo donde reinan la esclavitud asalariada, la división en clases y la lucha más feroz

Este es el marco de situación, que nos invita a la reflexión, más allá de la manera en que final y contingentemente se desarrollen ulteriormente los acontecimientos ligados a la gestión del poder burgués por “ La libertad Avanza”

Los tres pilares de la República, libertad, igualdad, y fraternidad se normativizan en la Constitución Nacional y son sus objetivos declarados para fundamentar su existencia.

 Esto último significa no otra cosa que lo que , conceptualmente se entiende como objetivo deseable, es decir, que la sociedad en donde nos desenvolvemos, nos confiera la condición de seres libres e iguales y nos permita relacionamos con vínculos de hermandad.

Sin embargo, este no es el dato de la realidad  que impone lo inverso, su agotamiento, y es ese agotamiento el que transforma en reaccionaria y no revolucionaria la apelación recurrente a la libertad como herramienta de cambio de lo que ya no logra consenso, particularmente expresado en el último tramo histórico de la lucha de clases por el modelo Kirchnerista al que hoy mecánicamente se le emparenta con un sistema de corrupción y saqueo político de los trabajadores, respetuoso sin embargo de los intereses de la burguesía.

En sentido inverso, un paradigma que contiene todos los futuros imaginables y nunca está tan cargada de esperanza como en las situaciones desesperadas  y críticas es el socialismo que define otro concepto de libertad, pero que previamente se asocia con una acción política necesaria que es nuevamente la revolución. Es decir, la libertad para el trabajador nunca ha de llegar por vía de una reacción a lo dado que lo oprime y explota, apelando a lo viejo e incumplido, sino por la opción novedosa y destructiva de lo existente, no por su simple negación o impugnación sino como superación.

 Por lo dicho, objetivamente estamos en condiciones materiales de revolucionar la sociedad, pero los trabajadores tropiezan con la falta de una dirección política de su clase que los oriente programática y estratégicamente en tal sentido. En pleno desarrollo objetivo de condiciones revolucionarias el movimiento de los que lucha tropieza con un enemigo interno encarnado en las opciones oportunistas del reformismo que hacen que el movimiento real decaiga  con el régimen que aspira a destruir.

Todos los días de nuestra actual condición de existencia como explotados y oprimidos reproducimos los elementos objetivos de una sociedad decadente, que nos oprime con vigilancia y castigos punitivos , sin que en plano consciente podamos tener cabal comprensión de ese fenómeno. Es necesario avanzar sobre la centralidad que adquiere tomar comprensión de la inviabilidad del actual régimen social y lo imperioso de la transformación revolucionaria, para lo cual necesitamos como trabajadores armarnos de una intelectualidad orgánica expresada en nuestro partido de clase , que debe emerger y sin el cual las posibilidades de superación de lo dado, se reducen de manera considerable al mero espontaneísmo que resulta un fenómeno incapaz por sí mismo de dar cuenta de los imperativos del momento y solo resulta apto para una lucha economicista que ya no tiene cabida por sí misma en las posiciones tácticas que exige la vía socialista de construcción de los organismos de poder obrero.

NUEVO CURSO.