La espontaneidad, es un fenómeno multilateral en el que los elementos que son propios e indicadores de la existencia y presencia de una «dirección consciente» están minimizados en el suceso en sí, o directamente dan referencias objetivas de ser inexistentes, son simplemente difíciles de identificar.
Por eso es característico de los grupos poblacionales que no han llegado a la situación concreta de poder hacer consciente las implicancias de su condición de clase explotada y oprimida en el plano de su entendimiento de los sucesos cotidianos y permanecen en estadio de clase para sí y por ello no se identifican como trabajadores ni se asocian a tarea emancipatoria alguna. Es el famoso_”no soy clase media” o mejor aún “yo trabajo por mi cuenta” “soy autónomo e independiente”
Existe, en ese espacio subjetivo una elaboración intelectual sedimentaria y construida por la clase dominante, la burguesía, de sentido común, marcado por la concepción del mundo tradicional de esa clase dominante que es adquirida sin beneficio de inventario y de manera acrítica por ese sector, que numerariamente es relevante , cuya mayor expresión de posicionamiento social es expresarse mediante el voto cada dos o cuatro años, instancia que abordan como una carga y toman determinación en el momento calendario específico, generalmente amalgamándose al que piensan que va a ganar , extremo que le van dictando los medios de comunicación y la propaganda partidaria, hoy mejorada por la incidencia específica de los sitios de internet.
estos modos de concebir lo existente, contrariamente a lo que se piense, tienen una raíz de mensaje transmitido de generación en generación, que en Argentina fue ocupado desde la emergencia peronista por lo que fue el movimiento social que se proyecto bajo formato electoral partidario como partido peronista, luego ampliado a frente justicialista de liberación nacional, FREJULI, luego frente para la victoria y finalmente todos por la patria. Esa narración que pudo asumir diversos relatos nunca dejó de lado lo esencial que fue el acuerdo de clases y una concertación organizada de la sociedad , con estamentos medios modeladores de ese ser social, como los sindicatos y las asociaciones empresarias.
La actual gestión de gobierno, poniendo uno de su pies sobre la tendencia abierta por el Menemismo al que cuesta ya en el tiempo, muchísimo esfuerzo para emparentarlo con el peronismo , de la mano del resultado electoral y de coincidencia fundantes dentro de la clase dominante concentradas en la destrucción de la forma jurídica dada por el peronismo a la relación capital fuerza de trabajo, categorizada como contrato de trabajo, impulsa como tendencia concurrente el empleo de la violencia de clase sobre un extremo de ese vínculo, la clase trabajadora.
Sin embargo conocedora que la violencia sirve pero no da permanencia, lo que adiciona es la búsqueda de la derrota política del aparato peronista más férreamente ligado a esa institucionalidad jurídica y por efecto de ello mismo, la eliminación del relato socialista, a sabiendas que este nunca en términos históricos a podido en nuestro país , diseñarse con perfil autónomo de clase , ni mucho menos organizarse políticamente como tal
El gobierno da palos a quien se le acerque cuestionando o queriendo hacer uso de la negociación que es o fue el instrumento por antonomasia del peronismo. Los operadores del aparato de intelectuales orgánicos solo tienen un propósito que no ocultan, transformarlos, educándolos, en una mentalidad que rompe definitivamente con el sentido común para generar luego de la derrota violenta un nuevo consenso basado en la servidumbre que acepta quien la prefiere a fenecer.
Entre estos últimos se cuela el diletantismo oportunista de algunos grupos políticos gestores de intereses de ciertos grupos económicos y socialmente burgueses que no tienen prevalencia a la hora de imponer por sí repartos y obligaciones desde el poder Estatal .
Están en ese conjunto amorfo, los Pichetto; Los radicales de diverso pelaje , los partidos provinciales, la Federación Agraria, los que regentean las universidades desde los aparatos institucionales de esa estructura y desde allí en gran medida definen los futuros operadores del poder burgués, etc.
Todos estos últimos tienen una ventaja con referencia a los manotazos de ahogados del peronismo k, no tienen ningún determinante programático que les condicione en sus arbitrarias, utilitaristas y pragmáticas decisiones todas coloreadas con el mas aberrante oportunismo y es todo ese conjunto de caracterizaciones el que les permite ver un fin de época y la dificultad de permanecer en lo nuevo.
Lo cierto entonces, es que no pueden desde la realidad auspiciarse ninguna iniciativa política liberadora de la opresión y explotación que impone el orden capitalista, centrando en la falsa conciencia de esperanzarse en el culto cuasi-religioso de la espontaneidad de las masas trabajadoras y la espera paciente de lo que vendrá.
El espacio de la falsa conciencia en torno del fenómeno comprensivo del conflicto social, emerge con evidencia si se extiende el pensamiento propiciador de la centralidad de los factores espontáneos en la lucha de clases, más aún cuando la misma se desenvuelve en situaciones de crisis de reproducción del capital, por la sola existencia de los grupos propiciadores de tal esquema conceptual. Dicho de otra forma: El hecho de que existan corrientes y grupos que sostienen la espontaneidad como método demuestra indirectamente que en todo movimiento «espontáneo» hay un elemento primitivo de dirección consciente, que busca orientar el conflicto hacia el parecer de los “espontáneos” y priorizarlos dentro de su propia disciplina y planteos tácticos-estratégicos.
Si se dice por ejemplo, que la espontaneidad de los sucesos del 2001 es la marca de aquella rebelión , se esta haciendo referencia a que la táctica de estos grupos espontaneístas les dio centralidad, esto a pesar de que el tiempo luego hizo que ese elemento redundara en fracaso y lejos de que las masas en luchas fueran “cooptadas” con se afirma, lo que sucedió es que finalmente los “espontaneistas mostraron su rostro”, que en todos los casos implica la presencia de una estructura organizada que concentró a las mayorías de esa población en lucha.
Esto deja abierta la cuestión en su planteo objetivo que se concentra en el interrogante relativo a cuál es el camino o cuales son las vías idóneas para el cambio social y políticamente revolucionario en vía al socialismo entendido como nueva sociedad construida sobre otro tipo de relaciones sociales productivas que desalojen a la relación capital-trabajo y el derecho de propiedad privada sobre los medios de producción.
Lo cierto es que los últimos cincuenta años de la historia de lucha de clases en Argentina, derrotada la experiencia primaria de organización de un partido revolucionario de los trabajadores y el empleo de múltiples tácticas de luchas en post del objetivo de una revolución, la caída forzada y no programada de la gestión de poder formal por el partido militar, generada por la lucha de resistencia del movimiento obrero, con dirección sindical a manos de los que se hicieron de ese rol con métodos burocráticos , acompañada por la lucha por las libertades democráticas encarnadas en la consigna de “aparición con vida “ asumida por madres y familiares de detenidos desaparecidos , terminaron tomando cuerpo en el formato democratizante impuesto por la gestión Alfonsín-Menem y la reforma constitucional de 1994, Pacto de Olivos mediante.
Ese formato es el que finalmente se demostró apto para superar la “rebeldía espontanea del 2001” y el que prevaleció aún hasta hoy, bien que exhibiendo como en la actualidad, signos inequívocos de su agonía, dejando abierta la problemática de la relación masas, partido y labor sindical.
Que la situación se da objetivamente en estos términos, lo deja ver la recurrente caída en una suerte de cuello de botella en la que terminan todos aquellos que se exhiben públicamente con la camiseta de “los que luchan y los que siempre están”, pese a que en realidad no sepan muy bien por qué luchan y para qué están . En todos los casos esas intervenciones terminan reclamando a la dirección de CTAs y CGT la convocatoria a una huelga general, ignorando en todos los casos que esas conducciones no tienen en sus condiciones estructurales en miras a la huelga general como medida de lucha de acción directa con propósito político, ni como táctica de combate de los trabajadores formales y sindicalizados, herramienta que han canjeado por la conciliación de clases y las paritarias.
Se omite dejar en claro hasta hoy que la apelación a la huelga política de masas como herramienta revolucionaria , no se dirige contra un capitallista individual sino contra el gobierno y que de ser así, entre las condiciones necesarias para su éxito, el espontaneísmo de las masas no puede emerger sin la existencia en esa actividad con perfin y vocación dirigencial de la organización política de la clase obrera, con sus específicos extremos programáticos en vía al socialismo, que no significa otra cosa que la toma del poder político por la clase trabajadora conducida por su vanguardia consciente y por ende, constituida en clase “para sí”
Otro dato básico, también apreciable desde la objetividad de los elementos que componen el conflicto social en su actual estadio, es que esos mismos que golpean a las puertas de las organizaciones sindicales reclamando una huelga, como comodín para todos y cada uno de los ribetes que toma la agenda del poder burgues, en realidad no aparee omo una alternativa drástica al parlamentarismo, sino, como un complemento o auxilio al mismo, más aún cuando no nos encontramos en un año calendario. Incluso las intervenciones en las bancas de la Cámara de Diputados, más parecen ensayos para ser tomadas como genuinas grabaciones de los futuros spots publicitarios de campaña, que herramientas efectivas para la lucha aquí y ahora.
La lucha puramente económica por ser tal y por los sujetos que en marcos formales y legales la encarnan no afecta la condición de la burguesía como clase dominante. Su prevalencia con esos formatos, no da a la clase trabajadora la experiencia en una confrontación de poder sino solamente una medición de la acción en los marcos constitucionales impuestos por la burguesía de conjunto.
Los trabajadores que espontáneamente afrontan la lucha no lo hacen de un modo conscientemente determinado por la superación de su situación de sujeto explotado por el dueño de medios de producción que les ha comprado y empleado su fuerza de trabajo, para la producción generalizada de mercancías.
Por todo esto, las tareas de agitación y propaganda deben centrar su desarrollo e intervención, en destacar, siempre y en todo momento que la acción requiere de organización política autónoma de la clase trabajadora y de un programa que se determine por los objetivos emancipatorios de esa clase. Esto descarta toda iniciativa que haga apología de la espontaneidad como elemento exclusivo de todo proceso de cambio social, en tanto la espontaneidad de un movimiento desenvuelto en la sociedad expresa su determinación total y su definición por las leyes económicas y la conflictividad económica por el salario o las condiciones de materialización de la fuerza de trabajo. El espontaneísmo y más precisamente su culto ideologízado como panacea, es uno de los factores que nos han llevado en el mejor de los casos a la ilusión de una suerte de resolución del conflicto social por vía de un cambio “orgánico” impuesto por la clase trabajadora en sí, conjuntamente con sectores de esa misma clase que han sido desplazados de la economía formal de manera estructural.
La apología del espontaneísmo, el fetichismo trazado en torno de los hechos históricamente producidos en 2001, por el tiempo que lleva esa rebelíon hasta el presente , han llevado a que se pensara en que la constante agudización de las luchas produciría acciones espontaneas de masas de igual o mayor tenor, y a que en el curso de las cuales se impondría una dirección con claridad acerca de metas revolucionarias y propósitos conscientemente emancipadores de la explotación y la opresión.
Es ese el camino que llega a su fin por la simple sumatoria de fracasos. No son los jubilados “insurgentes” en el marco de insurrección alguna, ni las organizaciones sociales movilizadas por pan y trabajo , los sujetos sociales del cambio superador de las relaciones capitalista . No son todos ellos la expresión inconsciente de esos propósitos, que subyacen en los que se movilizan y ocupan espacios de lucha de calle u ocupación pacífica de las mismas. No se trata para la vanguardia militante de hacer consciente lo inconsciente, sino a la inversa. La tarea es la construcción de una organización capaz de luchar contra el Estado burgués centralizado y finalmente someterlo.
Nuevo Curso.
Apariencia