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UNA MARCHA. UN ESCENARIO APARENTE DE LUCHA. EN LA TRASTIENDA;  LA POBREZA , LA PRECARIEDAD Y LA NIÑEZ-ADOLESCENCIA EN EL ABISMO

Hoy miércoles 2 de octubre de 2024 se desarrollará una importante movilización en defensa de la universidad pública, por presupuesto educativo y en apoyo a todas las luchas de las trabajadoras y los trabajadores. Las responsabilidades en forma mayoritaria por parte de los convocantes se ponen en  el plan de ajuste de Milei y el FMI.

Sin embargo este panorama no trasciende el espacio de las apariencias. Solo se describe el escenario del teatro pero no se profundiza en la trastienda y en las consecuencias que ellas provocan que descolocan al sentido mismo de la convocatoria si se las relacionan.

El proceso educativo abarca necesariamente todo el momento de necesaria formación que impone el desarrollo de la personalidad en cualquier ser humano. Sin embargo, ese camino tiene diversos alcances y formas , conforme a la condición de clase de esa persona y su entorno familiar. Las cifras de la pobreza no alcanzan por sí mismas para desnudar cuanto implican en ese aspecto del fenómeno y su proyección hacia el mundo del mercado de la fuerza de trabajo y su complemento la desocupación, el trabajo informal, la opresión y explotación intensiva y el deterioro creciente del salario real.

(C. Marx, El Capital, Libro I, «Tendencia histórica de la acumulación capitalista») sostiene lo siguiente:

“A la par con la disminución constante del número de magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de la miseria, de la opresión, de la esclavitud, de la degradación y de la explotación; pero aumenta también la indignación de la clase obrera, que constantemente crece en número, se instruye, unifica y organiza por el propio mecanismo del proceso capitalista de producción.”

Lenin por su parte, describe lo siguiente:

Los reformistas burgueses, y tras ellos algunos oportunistas de las filas de la socialdemocracia, afirman que en la sociedad capitalista no se produce pauperización de las masas. La “teoría de la pauperización”, dicen, es errónea: el bienestar de las masas, aunque lentamente, crece; el abismo entre pudientes e indigentes no se profundiza, sino que se cubre. En los últimos tiempos, la falsedad de semejantes afirmaciones aparece ante las masas  de forma cada vez más evidente. La carestía aumenta. El salario de los trabajadores, pese a su lucha mediante huelgas tenaces, crece mucho más lentamente que los gastos que soporta la fuerza de trabajo. Junto a este fenómeno, aumenta con rapidez vertiginosa la riqueza de los capitalistas.

            […]Los productos alimenticios, la ropa, los combustibles, todo en fin, aumentan de precio. El trabajador se empobrece y se ve más pobre y obligado a vivir peor, a alimentarse frugalmente, insuficientemente.

            […]El empobrecimiento relativo de trabajadores, es decir, la reducción del rédito social, es evidente. La parte relativa que espera a los trabajadores en la sociedad capitalista (la cual se enriquece rápidamente) es cada vez más pequeña puesto que de manera rápida se enriquecen los millonarios.

[…]En la sociedad capitalista la riqueza aumenta con rapidez increíble, mientras la masa obrera se empobrece.»

En la Argentina Son 8,6 millones de chicos menores de 18 años, que viven en hogares que no alcanzan el piso mínimo de ingresos monetarios o en entornos de privación de derechos (vivienda, salud, educación, entre otros); la indigencia infantil superó a fines de 2023 el 19% Siete de cada 10 niños viven en la pobreza.

En el mismo sentido, el 36,4% de los trabajadores en relación de dependencia no está registrado en la seguridad social en el segundo trimestre del año, lo que significa que casi 4 de cada 10 trabajadores del país no tienen los derechos laborales básicos como jubilación, obra social y cobertura frente a despidos. O sea, están en la informalidad. Así, lo detalla un informe por el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL),  de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

Finalmente, y para no sospechar de las fuentes, un informe publicado por el Comité de Reino Unido para UNICEF previo a la pandemia denunciaba durante el curso del 2019 la explotación a la que se ven sometidos 180 millones de niños y niñas en el mundo.

Según ese documento de los 352 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años que trabajan en el mundo, 180 millones (1 de cada 12) lo hace en situaciones de explotación, enfrentándose a las peores formas de trabajo infantil. Esto significa que realizan trabajos peligrosos, son sometidos a esclavitud o trabajos forzados, son reclutados por grupos armados, o utilizados para su explotación sexual comercial, o para realizar actividades ilegales.

Los trabajos más habituales donde se advierte presencia de niños se desarrollan en nuestro país, en dos ámbitos diversos. Por un lado, en las actividades rurales, un espacio donde de invisibilidad porque es habitual que no se los considere en su individualidad como trabajadores, sino como parte de una unidad familiar que actúa para terceros, casi siempre a destajo. Esa situación los deja expuestos a los cambios climáticos, además de los riesgos de sufrir accidentes con máquinas o herramientas, o debido al manejo de pesticidas y abonos químicos.

El otro ámbito de presencia importante de trabajo infantil es el doméstico, en especial realizado por las niñas, que lo asumen por ausencia de los adultos (cuidan a sus hermanos más pequeños, limpian, lavan y cocinan) pero también salen a hacerlo en otras viviendas, quedando expuestas a la explotación y al maltrato. No solo las cansa: pueden sufrir golpes, accidentes o quemaduras en la cocina, con la plancha o por situaciones de violencia e intoxicaciones en la manipulación de ciertos artículos de limpieza.

Resta finalmente el más peligroso por su inserción necesaria en el complejo entramado cultural urbano, que es el encarado en la vía pública como la venta ambulante de flores y estampitas en bares, restaurantes y en el transporte público, de lustrabotas, abriendo y/o cerrando las puertas de los autos, y «cuidándolos» mientras están estacionados, de limpiaparabrisas, buscadores de cualquier cosa en los basurales o como cartoneros.

El capitalismo como modelo social, con sus operadores políticos que lo gestionan, ha decidido volcar los costos de la crisis sobre el proletariado, un fenómeno que se advierten en superficie, a través de los despidos masivos y reducción generalizada de salarios.

En paralelo, hay otra tendencia a afectar otra fuente de producción de bienes focalizada en la naturaleza. Esto proyecta mayor depredación de recursos. Volcada esa agresión sobre los trabajadores y sobre el ecosistema, es visible como la manipulación de la crisis –acompañada de la coerción que procura contener todo atisbo de reacción– se generaliza y avanza sin que sean observables signos de una tendencia en sentido inverso, gestada desde la clase trabajadora en sí.

Ese es el contexto por el que estimamos necesario destacar que las perspectivas inmediatas de la niñez son sombrías por el lado donde se las mire. Desde el punto de vista institucional, esta tendencia hacia la degradación social creciente y la desubjetivación ha sido marcada con otro formato discursivo por la UNICEF (Boletín UNICEF para cada niño/ América Latina y el Caribe)

Desandando los eufemismos y abstracciones propias del discurso de este organismo, lo cierto es que revela que la perspectiva que hoy los niños que trabajan, aun cuando no debieran hacerlo, es que de mantenerse será de extensión horaria cada vez más prolongada, y en modalidades que objetivamente pongan en riesgo su desarrollo físico y psíquico, básicamente malogrado por la construcción simbólica dada por los propios dominadores, en torno a un espacio de existencias sin esperanza de un futuro, canjeado por la prevalencia objetiva del aquí y ahora.

Otra tendencia significativa viene marcada por la perspectiva cierta de que muchos niños sean incorporados tempranamente al mercado  laboral informal sobre la objetividad que marca la imposibilidad del presupuesto familiar para asistir a la reproducción de sus necesidades básicas. Si se quiere ejemplificar, estaríamos en el curso de un retorno sin estaciones intermedias a la infancia proletaria de comienzos del siglo XX, que incluso fuera narrada en las páginas de la literatura argentina, sólo que en este caso, sin el instrumento institucional del patronato, que ya ha sido cuidadosamente abolido sin superación programática, por políticas sociales absolutamente vacías de contenido y carente de todo presupuesto económico que las sostengan.

En definitiva, la tendencia real de los procesos histórico-sociales en curso, exceden en mucho las imágenes sobre las que se asienta el discurso dominante. La irrupción del problema de la niñez solo aparece en el discurso crítico de la pretendida oposición y en el del gobierno de una forma coincidente y exclusivamente posicionada sobre si los niños pueden o no salir del aislamiento social impuesto por la pandemia.

Se sigue de ello un desvío ideológico que debe ser denunciado en la misma medida en que se alerta de las proyecciones antihumanas que tiene la tendencia real que marcan las relaciones de producción. La necesidad imperiosa de licuar la plusvalía obtenida del proceso de explotación anterior a la crisis sanitaria, leída en términos de sobreproducción y falta de demanda de bienes, inclina las decisiones sociales y políticas relevantes a sustituir al ejercito de mano de obra de reserva adulta, por la incorporación al mercado de trabajo de manera informal de niños no incluidos por esa categoría económico-sociológica, con la ventaja cuantitativa del descenso del precio a pagar por el despliegue de esa fuerza de trabajo, y la escaza calificación de aptitud laboral que se requieren en tales trabajos.

Poder torcer el rumbo de esa tendencia degradante, forma parte prioritaria del programa estratégico socialista, labor que exige una herramienta insustituible por cualquiera otro modelo de organización que es el partido proletario, entendido como sujeto consciente del desarrollo transicional de las consignas que conforman la política obrera. Es mayúscula la tarea teórica y práctica que demanda el devenir social, como para darse el «lujo» del extravío.

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