Nuevo Curso

¿Qué están haciendo ellos?

En Argentina , ya en el último trimestre del 2024, el personal político de la burguesía que ha accedido a la gestión del poder burgués institucionalizado,  incrementa su pretensión de hacer trascender desde un  clima  ideológico reaccionario, las definiciones estructurales de la institucionalización burguesa dotándolas de forma jurídica, de manera tal que  por medio de un régimen político bonapartista  la dominación de clase y la reproducción del capital tomen nueva fuerza cultural hegemónica , naturalizando sus acciones  represivas y  de dominación opresiva en una sociedad de control, vigilancia y castigo punitivo.

Para todo esto, el personal político del poder burgués,  no arremete de modo frontal y directo sobre la clase trabajadora sino que lo hace de modo oblicuo, indirecto,  combinando penetraciones legislativas sobre las condiciones concretas de realización de la relación capital-trabajo, con negociaciones con los dirigentes a cargo de la gestión de las organizaciones sindicales obreras de masas, haciendo eje para ello en la preservación de todo cuanto tiene que ver con el funcionamiento de las obras sociales de esos sindicatos y la desregulación del vinculo laboral, en forma tal que con el tiempo, las propias formas materiales que se diseñan para la labor vayan atomizando a la clase trabajadora en sí, convirtiéndola en una simple sumatoria de individuos aislados y dispersos , sin objetivos vínculos solidarios entre sí.

 Frente a esto, al instilarse la actual administración del por formal y ya antes, en el desarrollo de la farsa electoral que llevó al poder formal al actual personal político en gestión aparecieron nuevamente voces que hablaban de un golpe de Estado económico o de “fascismo incipiente “para referirse a ese proceso y llamando a la resistencia.

 Estas puntualizaciones desde el inicio mostraron su carácter funcional a su interés primario de preservación de la república burguesa con forma democrática, para lo cual dotaron a sus acciones políticas de aparato partidista, de lucha por la lucha misma de alta dosis de impresionismo superficiales, finalmente tributario del más rancio reformismo oportunista y su deriva en el cretinismo parlamentario

Dicho en otros términos, en este contexto y con todo ese tipo de visiones impresionistas  mediadas por  la exaltación operativa del luchismo ,  se oculta ideológicamente  lo real y concreto según la objetividad de los sucesos políticos mismos y en particular se omite  la advertencia a la clase trabajadora en sí, del carácter del bonapartista de la forma concreta que asume la gestión del gobierno burgués en este momento de la lucha de clases marcado por la crisis que tiene el capital en su  proceso de reproducción que le obliga a intentar un nuevo momento de acumulación primitiva.

Los rasgos bonapartistas de un régimen se analizan desde los elementos fundantes de esa particular modalidad política del  orden social capitalista dentro de nuestra específica estructura productiva.

Estamos frente a una gestión de  gobierno donde  los operadores de esa intervención,  se imponen o buscan imponerse de modo  autoritario sobre la base de describir una situación excepcional de crisis a la que acuden presurosos, con el fin de superarla para beneficio fundacional de una nueva etapa de acumulación y reproducción capitalista, con un “árbitro” o un jefe, que busca operativamente, mediática y propagandísticamente esos objetivos  para lo cual cuenta con el apoyo de un sector de la burguesía nacional directamente ligada al capital financiero , y  la presencia de la vicepresidenta que  remite de conjunto,  a un apoyo del aparato militar que le presta asentimiento para que se habilite la impunidad de los militares que participaron de las prácticas genocidas desenvueltas desde el Estado en la década del 70 del siglo pasado y reclama por un reposicionamiento dirigencial del ejército en la determinación de las decisiones que se adopten en materia de seguridad del orden establecido y su alineamiento con las tendencias bélicas internacionales expresadas ya en los diversos conflictos armados que se suceden en distintas regiones del planeta.

 En todos los casos lo que adquiere centralidad es la idea no disimulada, de mostrar a la población que la gestión de gobierno se sostiene a través  de intervenciones desde arriba empujadas por estrictos intereses de la burguesía puestas ideológicamente  de manifiesto, como combate a situaciones de la sociedad civil donde imperan privilegios a los que se les dota de la aptitud de ser factores componentes de las causas que han hecho detonar una crisis sin precedentes en las relaciones intersubjetivas que le dan contenido específico a esa misma sociedad.

 En eso se asienta la formación de la imagen del titular del ejecutivo con carácter de emisario mitológico, llamado a poner orden en ese desorden.

 Lo novedoso de esta épica se asienta en la señal de alerta que exhibe respecto del agotamiento del orden social que desarrollara el peronismo en todas sus variantes, el radicalismo, en el basto período que va de 1945 hasta la fecha y la emergencia por negación de todo lo anterior a la que se aditan reminiscencias de un orden conservador dibujado como mejor al que se pretende volver de manera mejorada. Es ese el emblema motivacional de esta presunta epopeya que estaría protagonizando el Napoleón argentino, con su hermana y sus perros.

Haciendo una apretada síntesis, puede decirse que lo que se pone en juego es, la consolidación de un nuevo orden burgués aplastando todo atisbo de ilusiones democráticas, confinando al parlamento a un mero rol testimonial, para lo cual se fuerzan vetos que muestran una artificiosa capacidad de gestión del ejecutivo , quien se enfrenta a los conflictos sociales como quién juega partidos de ligas menores como si se tratara de un crack de envergadura, eligiendo como rivales a situaciones que no ponen en juego los fundamentos mismos del orden capitalista sino que se centran en espacios superestructurales donde los sujetos activos en el conflicto no  tienen aptitud de incidir en esa relación de explotación que implica el vínculo entre capital y fuerza de trabajo donde se genera el valor apropiado por la burguesía. Lo que no se dice , es que se trata de un ídolo con pies de barro , ya que se asienta sobre la crisis misma del modelo social y cualquier variante que incremente esa objetividad tiene la aptitud de llevarlo puesto.

La comprensión del agotamiento de las relaciones capitalistas para dar satisfacción digna de las demandas de la clase trabajadora y la población económicamente sobrante es la que anida la perspectiva de la posibilidad de una tendencia al cambio social desde la clase trabajadora, el peligro revolucionario potencial que se procura conjurar antes de que tome cuerpo definitivo, está en los atisbos mismos de la propia naciente de este régimen político bonapartista.

 Por eso, y por los compromisos asumidos con organismos internacionales de crédito, la actual gestión de gobierno maniobra entre las clases en pugna, indicando claramente a la burguesía de conjunto , que es capaz de gestarle el orden necesario para sus negocios y en particular al capital financiero internacional que honrará la deuda.

 En referencia a los trabadores busca persuadirle de la posibilidad de controlar el proceso inflacionario y el desarrollo de emprendimientos capitalistas donde mejor vender su fuerza de trabajo.

En definitiva, la función de arbitraje entre las clases que ensaya la actual gestión de gobierno,  tiene fundamento y finalidad en la  preservación del orden burgués mediante la posibilidad de facilitarle a la clase dominante ,  las condiciones de hacerse con  beneficios significativos ,  a través de la preservación del agronegocio  y la realización de la renta diferencial para sus propietarios  y para el resto, la ilusión de un dominio de las variables económicas donde poder desarrollar toda industria lícita o vender en condiciones dignas la fuerza de trabajo .

Debe quedar en claro que ,no se trata de camarillas de operadores integrantes del personal político de la burguesía  que maniobran sobre otras camarillas ante la mirada pasiva de  la clase trabajadora en sí. Lo que existe son   maniobras sobre la relación de fuerza entre las clases visiblemente enfrentadas , para dominar ese choque en forma tal que se revitalicen las formas específicas de reproducción del capital en nuestra sociedad.

Todo esto ocurre por múltiples razones entre las cuales se cuenta , la crisis de dirección de la clase trabajadora en lucha a través de su vanguardia, y su claudicación frente a las administraciones sobrevinientes a la rebelión de 2001 , que se desenvuelve en el marco de una crisis significativa y prolongada del capitalismo global con especificidades en nuestra estructura productiva,  que ha permitido que en el contexto de la lucha de clases se generasen estas circunstancias y las condiciones que permiten a un personaje fabricado en laboratorio  represente en las apariencias el papel de héroe, ante el cual de modo pasivo las masas trabajadores prestan un precario asentimiento frente a la amenaza cierta de la preservación de su fuente de trabajo como consecuencia de las reconvenciones de intensificación de la explotación y extracción de  mayor cuota de plus valor que sufre.

Para que todo esto tome cuerpo ha devenido definitivamente necesario que el partido de los trabajadores, mute su discurso exhibiéndose no como partido de clase sino como partido de izquierda del régimen explotador y opresor , convertido en apéndice del pequeñoburgués democrático.

Dicho de otra forma, el hecho de que los trabajadores en sí,  no  se dieran desde su vanguardia una política de clase autónoma de las demás, y careciera de una organización política para ordenar la intervención concreta de su vanguardia  hace que hoy no tenga  la fuerza suficiente  para erigirse como alternativa de poder frente al advenimiento de un nuevo personal político en la gestión del poder burgués institucionalizado.

En definitiva, la política del poder burgués ha mutado de modo tal que sus actores políticos dejaron de exhibir y proyectar el paradigma de la  defensa de la democracia y el voto universal, a constituirse en fortalecedores  hasta el absurdo del Ejecutivo que aspira a gobernar sin mucha oposición, con un fuerte brazo policial.

En definitiva, la actual gestión del poder político burgués solo se propone asumir la coyuntura objetivamente adversa marcada por ingentes dificultades para la reproducción del capital y mostrarle a la burguesía de conjunto el peligro de la revolución social, que para aventarlo requiere de una intervención autoritaria sobre la clase trabajadora disfrazada de legitimidad a través del empleo de la forma jurídica.

Históricamente la burguesía defendió su régimen como el más democratico de todas las formas políticas posibles. El sufragio universal, las libertades democráticas, el parlamento, en última instancia, la República Liberal son trofeos que la burguesía muestra cada vez que puede, no obstante no son para nada las únicas formas de dominación burguesa. El siglo XX mostró que la tendencia a fenómenos bonapartistas, y la propia emergencia del fascismo, es una tendencia inscrita en la dominación burguesa actual.

Estamos frente a un régimen en el cual la clase económicamente dominante, aunque cuenta con los medios necesarios para gobernar con métodos democráticos, advertida de sus falencias y -para preservar su propiedad, impone desde su poder,  la gestión del gobierno por un aparato , por un «salvador» que se habilita moralmente frente a los “desaciertos de las gestiones anteriores sostenidas por ilusiones democráticas volcadas sistemáticamente sobre las masas Este tipo de situación se crea cuando las contradicciones de clase se vuelven particularmente agudas y  el objetivo del bonapartismo es prevenir las explosiones que se desarrollan desde las crisis del capitalismo 

El estado de ánimo de los trabajadores, exige de la mayor determinación y la mayor actividad de la vanguardia enfocados sobre la descripción del régimen de gestión del poder burgués formal con el que objetivamente se enfrenta día a día. No es la incitación permanente a la lucha por la lucha misma o la centralización de contradicciones secundarias como esenciales, lo que resulta adecuado a esa naturaleza del régimen de explotación y opresión donde nos desenvolvemos. No alcanza con que la vanguardia militante constate el descontento en las masas si a la vez no es capaz por sí y por su organización política como partido de dirigir ese descontento hacia los canales correctos y pertinentes del proceso revolucionario. La actual pasividad de las masas de la clase trabajadora en sí es resultado de causas múltiples, pero esa multiplicidad no puede ocultar que lo dado, expresa una vacilación y una indecisión al interior de ellas mismas, en un momento en que muchos de los métodos reformistas y oportunistas las han decepcionado, pero todavía no han encontrado nuevas expresiones y herramientas que las encolumnen hacia la construcción del poder obrero y el programa socialista.

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