Nuevo Curso

“La mujer de Tchaikovsky” y nuestra realidad social decadente

Muchas veces el arte , en particular el cine, por su necesidad de ajuste a lo real, cuando se trata de un relato de época, tiene que afrontar la explicación en imágenes de un contexto histórico que le permite al espectador comprensiones colaterales de situaciones que tienen utilidad para comprender lo que implican los anacronismos ideológicamente usados por los formadores de opinión en el espacio de la intelectualidad que resulta finalmente orgánica al poder burgués dominante.

En ese sentido, la pintura que expone el director deja ver una historia en la historia de la clase trabajadora en la Rusia Zarista de fin de la segunda mitad del siglo XIX, y en discurso aclara que por entonces las mujeres no votaban, (tampoco lo hacían los varones por tratarse de un régimen autocrático, pero eso no se aclara) y solo figuraban en los pasaportes de sus maridos. De la misma manera, se hace eje en la tesis de la homosexualidad encubierta del músico, como factor central en el drama de la persona con la que este contrajo matrimonio, con lo que ambos extremos se exponen como herramientas de comprensión de lo real partiendo del discurso de las diferencias. Con esmero se borra el particular momento político de la época, los extremos de la lucha de clases , ni los crímenes del Zar.

Así las cosas todo parece reducirse al drama de la opresión de una mujer , que sin embargo por sus particular estructura   subjetiva, oprime la existencia del artista, enfrentándose incluso a quienes le piden de las más diversas maneras que rompa un vínculo cuyos perfiles y construcción siempre fue objetivamente deficitario.

En ‘La mujer de Tchaikovsky’, una boda y un funeral se antojan la misma cosa, pues lo visible es el amargo sin sentido que albergan tantas miserias como las que existen en Moscú a finales del siglo XIX y la decadencia de una clase dominante sumergida en la impotencia frente a la demanda de una transformación revolucionaria de esa sociedad. Sin embargo queda claro que si algo no hubo en ese vínculo forzado del que dan cuenta los protagonistas del relato,  es una experiencia entre dos personas, sostenida en el amor. El retrato de la situación y la tragedia puesta en clave romántica por  el director Kirill Serebrennikov pinta una estampa sombría  ajena al contexto social  centrada en las dificultades que la salud mental de un ser humano aparejan para quien la padece y su contexto afectivo, si es que en verdad esa deriva de lo humano puede verse presente en esta relación que pinta el film.

Debe quedar en claro que lo narrado no puede ser nunca , la historia del compositor ruso en paralelo a la  de su esposa, Antonina Miliukova,como lo hace la película dejando ver al pasar que ésta es  condenada a la infamia por estorbar al genio  de Tchaikovski y su incapacidad por  aceptar el rechazo de este.

Sin embargo, el director  Serebrennikov despliega una puesta en escena tan sobria como contundente  para dar cuenta que algo está podrido, decadente y sin miras de encontrar  la posibilidad material y real de ser reestructurado. Es la dominación cultural del zarismo la que subyace en cada una de las escenas con sus miserias y frustraciones propia de la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.

Contra eso que subyace es que los bolcheviques ya desde el comienzo del siglo XX entrante, encararon la acción necesaria, que no fue otra que la acción revolucionaria, tal como lo deja traducir Lenin en “que hacer” y “ A que herencia renunciamos”. Es en este punto donde lo que parece un drama generado por un vínculo nocivamente construido , no es otra cosa que la fotografía de una época de agonía mortal de una cultura y un régimen dominante que demanda soluciones superadoras donde la violencia no puede ser ajena en su realización, lo que explica la presencia de escenas de marcado rigor y al fuego como elemento expiatorio de todo eso que es ya barbarie intolerable.

El rol protagónico de Alyona Mikhailova que deja ver su  rabia, vergüenza y deseos frustrados no hace otra cosa que mostrar como la protagonista se ve acechada por fantasmas individuales y colectivos. Es sintomático y plausible como el genio creador a manos del director y su equipo de trabajo, elige la presencia de una infatigable mosca presente en muchas de las escenas con su estorbo sobre los hechos,  como lúcido reflejo de una sociedad decadente : al fin y al cabo, las moscas aparecen cuando algo está podrido.

Por fuera de anacronismos ideologizados que buscan encontrar en la historia de estas dos personas , matices de divergencias intersubjetivas, mientras acuden contradictoriamente al romanticismo de principios del siglo XIX en Francia, Alemania e Inglaterra, por lo que termina siendo una expresión errática de .ese  movimiento cultural . Una manifestaciones del romanticismo, aunque no se autodenomine necesariamente románticas.

En este sentido, y sin un uso de exegeta biblico del texto, tengo presente que en  “los Fundamentos de la crítica de economía política [Grundrisse],  Carlos Marx dice que : “La crítica romántica del capitalismo va a seguir acompañando al capitalismo como su sombra, hasta que llegue el día bendito en que se acabe con el capitalismo”. Ese es el sentido que se puede advertir en la película que comentamos , es decir , una crítica, una protesta, un rechazo a un orden social dado, que no alcanza a superarlo en sus bases materiales .

La premisa económica de la revolución proletaria ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le sea dado alcanzar balo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer. Las nuevas invenciones y los nuevos progresos técnicos no conducen a un acrecentamiento de la riqueza material. Las crisis de coyuntura, en las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera del Estado y mina los sistemas monetarios vacilantes. (León Trotsky. La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional)

Los románticos sólo son parte del rechazo del capitalismo por la nostalgia de un pasado real o imaginario. A partir de ahí se van a marcar dos corrientes dentro del romanticismo. Una que quiere volver al pasado, que es regresiva, pasadista, y en algunos casos reaccionaria. Y hay otra corriente del romanticismo, que considera que la vuelta al pasado es imposible, es una ilusión, tan imposible como el sentimiento de pretendido amor que deja traducir con toda su existencia la  protagonista personificando a Antonina Miliukova, la mujer de Tchaikovsky.

FICHA TÉCNICA Dirección: Kirill Serebrennikov Reparto: Alyona Mikhailova, Odin Lund Biron, Miron Fedorov, Nikita Elenev País: Rusia Año: 2022 Fecha de estreno: 21–4-2023 Género: Drama Guion: Kirill Serebrennikov

Nuevo Curso