La expansión del aparato carcelario y el poder psiquiátrico. Otro escenario de la barbarie capitalista. El camino temporal y existencial que va de la consigna “ De la imaginación al poder” al imperativo del salto del muro trazado por la cultura carcelaria y el poder psiquiátrico. El socialismo como emancipación humana
Los tiempos que corren y los hechos desencadenados en el presente siglo XXI tanto desde lo internacional como en el orden interno, de algún modo todo el mundo vive en una fantasía. En ese género toma cuerpo especial una modalidad, que es la fantasía lúdica a la que muchos serios periodistas y propaganda pagadas por las propias agencias de juego, fustigan llamando a la cordura y la seriedad y el respeto por los límites bajo el lema, jugar no esta mal pero reconociendo límites, niños, menores abstenerse por aún no haber alcanzado la madurez.
Pero lo cierto es que, tanto para adultos como para jóvenes, comprar un juego de lotería, el que fuera, y cualquiera fuese su nombre, todas las semanas, ir al casino, entrar en las máquinas, apostar a un tiro en el palo o un resultado x en un partido de fútbol, es vivir de fantasía . Como vive el que cree en su emprendimiento, en el mérito, en el ascenso social por vía de un título universitario a como sea, con un cuerpo tallado por los dioses, y otros escenarios del imaginario.
Sin embargo, eso que sucede en específico con el juego de apuestas, tiene una diferencia con otras fantasías ya que , la sociedad de conjunto, a las opciones fantasiosas señaladas en último término, las considera culturalmente normales , posibles , deseable o al menos tolerables con reglamentaciones advertido el poder burgués que ellas mismas a la vez, se constituye en un instrumento de reproducción del capital en tanto termina siendo de una u otra manera generadora de una mercancía, porque “la riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un «enorme cúmulo de mercancías», y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza”. ( El Capital Tomo I capítulo 1).
En ese orden de ideas es también necesario y pertinente destacar que, siguiendo la misma fuente teórica, el dinero que está en el centro de todo este desenvolvimiento humano como mercancía específica, se termina por constituir en la expresión sintética del poder, en tanto termina siendo la condición de existencia estructural del conjunto de individuos en un contexto social.
Sin embargo, tal como lo dice Ricardo Melogno, “la fantasía “normal” tiene siempre un muro, una traba que impide cruzar al otro lado donde esta precisamente el destino de esa fantasía “. Y si hay otro lado eso alude a fantasías no toleradas por el orden capitalista, pero como tales también tienen su función en la reproducción de ese sistema social , en tanto habilitan la función esencialmente represiva del poder estatal y la institucionalidad por la forma jurídica que le da cuerpo.
Muchos son los que cruzan ese muro, tal vez por diversos impulsos, pero en particular porque han asimilado y adquirido de modo consciente un mito, que es aquel que les remite al concepto de la libertad como posibilidad de hacer lo que se desea que se detiene con el solo límite que marca la presencia del otro que opera en idéntico formato, ya que la desobediencia a ese mandato normativo e impuesto desde fuera del sujeto significa que el encuentro de ambos sujetos “libres” sea equiparable al de dos trenes que transitan por la misma vía con direcciones inversas donde la colisión frontal es inevitable.
Lo cierto, es que el problema central se presenta bajo el interrogante de saber quién es el que coloca ese muro no visible pero real, que impide cruzar al otro lado, desde que posicionamiento lo hace y quién le dota de ese poder sobre los demás.
Lo característico del orden social capitalista donde existimos es que implica un sistema social donde el hombre produce valor que toma cuerpo en las mercancías .Esto significa que el capital entendido como relación social, como articulación mediación dinámica de las vinculaciones subjetivas entre los seres humanos , implica por sí mismo la generación de clases sociales objetivamente existentes , ya que el valor se manifiesta como producto no de una persona en particular sino de una determina situación de un colectivo de seres humanos agentes directos de la producción de ese valor.
Precisamente, es en el problema esencial del necesario salto sobre el muro, donde juega la condición de clase de las personas y el conflicto en sí por las contradicciones desde las que ellas nacen y las que genera su presencia continua ,en tanto como también lo indica Marx el proceso de reproducción social incluye, como función característica de la existencia humana concreta, una organización particular del conjunto de relaciones interindividuales de convivencia. Es decir, implica una clasificación de los individuos sociales según su intervención tanto en la actividad laboral como en la de disfrute; implica por tanto una definición de las relaciones de propiedad, una distribución del objeto de la riqueza social —medios de producción y bienes para el disfrute— entre los distintos miembros del sujeto social global.
Lo que distingue al modo de reproducción social capitalista es el hecho de que sólo en él esta organización de las relaciones de convivencia deja de ser un orden puesto por la formación «natural» de la estructura y se establece como una fuente autónoma de determinación —de sobredeterminación— de la figura concreta de la sociedad. (Los Grundrisse)
Las relaciones de producción/consumo aparecen aquí como una entidad realmente exterior al sujeto, dotada de capacidad formadora. Enajenándose de la vida en que se constituye la «forma natural» de la sociedad, se vuelven sobre ella y la obligan a deformar su actualización de la estructura del proceso de reproducción social.
Dicho esto, y volviendo a la figura simbólica del muro, lo expuesto nos habilita a decir que la manifestación misma de la vida social es potencial lucha por poner en acto ese salto sobre el límite. Cada acción social, cualquiera sea esta, es afirmación de direccionalidad, es por tanto una acción de lucha, de disputa , de puja de materialización de ese antagonismo innato a la idea de la libertad negativa que proclama el capitalismo, subyacente hoy en el plano de las apariencias por el discurso político del plantel de operadores que se ocupa de reproducir los intereses de la burguesía de conjunto desde el gobierno.
Por todo esto es posible decir que cualquier acción humana en los vínculos intersubjetivos que se trazan en la vida cotidiana, implique una lucha con el orden previo existente a esa acción específica.
Hay que aclarar, y por eso acudimos a la noción de clase social, que ese conflicto , ese choque necesario del desarrollo teórico de una idea abstracta de realidad que no contempla en sí mismo el conflicto sino que lo reprime habilitando una acción de poder estatal para así establecer el equilibrio, no es una lucha de individuo a individuo producto de antagonismo individual , sino que – como hemos puntualizado señalando el aporte de Marx- , nace de las condiciones de existencia de esos individuos y estas condiciones relativamente homogéneas para grupos determinados , que se diferencian y distancias de otras condiciones , también internamente semejantes, que terminan por tener el efecto de una relativa homogenización de la existencia para los individuos en esos grupos comprendidos.
Finalmente, y siguiendo ese desarrollo, para la formación social capitalista los sujetos que entran en conflicto según esos agrupamientos que impone la misma existencia son en términos de lectura general y a la vez tendencial, burguesía y proletariado.
Los dos grandes diques de contención que la modernidad prefiguró para que todo salto con espacio para la fantasía y la imaginación liberadora de las relaciones de explotación y opresión que se establecen sobre una clase social por vía individual o asociada son el encierro carcelario, la ciencia criminal , el derecho penal y de ejecución de la pena tomado como un solo bloque y el empoderamiento del discurso médico psiquíatrico y sus instituciones de encierro sanitario por el otro por vía de la psiquiatría forense.
En ese esquema represivo para quien intentó trascender el muro simbólico trazado a la existencia alienada por el poder dominante, queda computar el régimen disciplinario propio de la cárcel y sus coyunturas muchas de ellas asimilables a la de la internación psiquiátrica.
Todo esto es la amenaza que pende sobre los trabajadores cotidianamente en modo potencial o parcialmente puesto en acto con la lluvia de medicación con propósito sedatorio a la que los sectores medios acceden con profusión o de los ansiolíticos. todo coordenado en un mercado que se desata coordinadamente por laboratorios y empresas médicas. El resultado es un achatamiento de la existencia próximo a la nada y a la dependencia sojuzgarte y continua a los objetos. Es este el lado oscuro de la decadencia capitalista que tiene el rostro de la barbarie disfrazado de belleza configurada por deseos artificiales que no incluyen al otro sino como competidor o enemigo a vencer con tácticas o maniobras de coyuntura en la estrategia de mantenerlo en supuesto consenso con lo dado.
No hay otro camino que la ruptura por la base con todo este caos ordenado por la optimización de la tasa de ganancia a costa del deterioro de lo humano o su amenaza creciente.
Nuevo Curso
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