Bronca, enojo, enfado, rabia y otros sinónimos, no alcanzan para dar palabra que contenga un estado de ánimo que emerge de una situación que drena injusticia. No se trata de algo que vaya a presentarse en los medios y en las redes como tema convocante. Esos están ocupados con la renuncia de un ministro, su oportunidad, su formato, sus consecuencias. Tampoco hablaran de esto, los centros de poder, los candidatos de globitos, los de sonrisas constantes, los del progresismo que todo lo arregla con una foto, una declaración breve y una marcha de repudio diseñada con mixtura de procesión y carnaval .
A la inversa, en este fenómeno que traemos a cuento solo hablan y por sus actos, los sin voz, los que nunca tienen oportunidad de revertir ese momento en que naturalizado por el resto fueron expulsados de la sociedad donde el fetiche de la mercancía se apodera de la subjetividad de la mayoría y deja para los restantes el prejuicio, la marginalidad material y espiritual combinados todos con el deseo de seguridad para que no se perturbe lo dado con acciones violentas.
El espacio donde todo esto emerge, es el de un régimen político que gobierna por leyes y determinaciones judiciales haciendo reales las abstracciones ideológicas de una clase social que se constituye en sujeto de poder y dominación sobre otra a partir del sitio objetivo que ocupa en la misma por apoderamiento del valor generado por el trabajador o receptor de rentas agrarias o financieras. Ese territorio simbólico dice que el precio de los bienes necesarios para sobrevivir y otros servicios conexos requiere de un ingreso superior a los ciento veinte mil pesos, y que entre esos “costos” el pago de un alquiler lleva un alto porcentaje, extremo que se liga a que el precio de la adquisición o construcción de una vivienda se mie en dólares moneda con respecto a la cual nuestro dinero se devalúa a diario.
Estos grupos humanos mudos, que hablan por sus gestos, sus rostros duros, sus manos ajadas, su mirada al vació como ventanas al interior profundo de sus carencias, solo nos dicen algo: Necesitamos un espacio para levantar mi techo. Claro hace frio, no hay reparo, y el amontonamiento en lo de un amigo, un pariente, un grupo solidario no hace otra cosa que resaltar esa faltante básica. Para los chicos, copa de leche solidaria a las 18hs. por iniciativa de la siempre presente, buena gente, que da una mano y comparte esa mirada en el vacío.
En el fenómeno contingente al que me refiero, el lugar era un yuyal, las cañas, las ratas, la basura arrojada por desaprensivos. El lugar era un ente oficial, “registro de la propiedad”. Ahí la burocracia dice a la consulta que el sitio tiene un dueño. Uno de esos que por efecto de la distribución de la riqueza tiene esa tierra, de sobrante, de yapa, porque alguien la legó.
A ese lugar, llegaron los olvidados de la tierra, no los de Fannon. Estos son de acá a la vuelta, pero olvidados de verdad, no hay ladrillo, no hay cimiento, solo precariedad, solo pasar de un lado al otro. Solo escuchar funcionarios con promesas que no se cumplen y que se repiten todas y cada una de las veces que los sacan de alguna de esas “privilegiadas tierras” donde no hay servicio alguno que haga pensar que lo urbano es también para ellos.
Ahí fue que desmalezaron. Ahí fue que se acabaron las cañas, los bichos, y la basura para que el terreno se aplane, para que se abra una calle donde era un sendero, de tanto ida vuelta para buscar agua a la canilla que queda…tan lejos. También “chapearon” pero en el buen sentido. También fue techo , también fue aunque precario, el hogar. Pero fue ahí también que llegaron las topadoras , para que con gendarmes y otros vigilantes, los intereses del dueño vuelvan a adueñarse de la heredad, como si la edad media traspasara los tiempos e irrumpiera en la “posmodernidad”.
El fenómeno que traigo a cuento es complejo, por eso admite que la apariencia tome otra escena. Es una sala de un edificio predispuesto, dos señores de corbata, uno diciendo que hay delito y otro que no, todo delante de un ungido (no se sabe por quién, pero que sabe para quién debe orgánicamente producir desde su intelecto), que dice el derecho y con ello dice que brinda el servicio estatal de justica, disfrazado de valor justicia .
Es así que el fenómeno que traigo a cuenta ,con el micrófono y la cámara , y los señores de saco y corbata, se olvida de la canilla, la chapa, el frio , y solo prima una ley :la PENAL. Art. 181, usurpación que le dicen y una nueva condición jurídica para los olvidados , que pasan de la condición de necesitados a que se le permita su presencia con un solo fin : ser imputados de un delito y por tales sospechosos de delincuentes, es decir, segmentados candidatos a la sanción por tocar el único DIOS de estas latitudes; LA PROPIEDAD PRIVADA.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Así dice un cantor. Sin embargo y por lo que nos dicen los sucesos relatados y como sucede en otros tantos otros casos de necesidades no atendidas revertidas en amenaza penal, habrá que terminar con esa idea de naturalizar la sociedad de clases, la ley de valor y su consecuencia la explotación, el poder del Estado y su presunta imparcialidad , y avanzar para otro lado, para que dando por tierra este injusto, la tierra sea espacio fertil para dar vida, para dar hogar, condición necesaria e ineludible como la libertad para ser un ser humano .
La verdad que exige remedio, es que no existe el derecho subjetivo a vivienda que nace con el hombre mismo, dentro del modo de producción capitalista y sus sistemas políticos cualquiera fuere el nombre que se le dé. Solo opera una superestructura jurídica que hace centro en la propiedad, porque es precisamente la facultad de apoderarse del valor generado por el trabajo que otro proporciona el cimiento mismo de esa realidad que exige proteger siempre y en todos los casos, a través de la forma jurídica ese acto de apoderamiento primario.
Esa verdad si tiene remedio y esta dada por la superación de la sociedad de clases, y la generación de una nueva sociedad comunitaria con desarrollo de programa socialista superador de la mercancía y la ley de valor. La Verdad posible es la verdad de los trabajadores, objetivamente predispuestos por la misma sociedad capitalista para terminar con sus contradicciones. Si por un momento nos despojamos de las imágenes y los actos que proyectas, todos diseñados en agendas programadas desde el poder burgués, nos alejamos de ser comentaristas estériles de las mismas, esa verdad tendrá voz y cuerpo en el partido de los trabajadores que es necesario desarrollar para lograr el poder obrero socialista.
Es cierto que la mentalidad de cada clase de la sociedad está determinada por las condiciones objetivas que se derivan de la situación económica del país, pero esta determinación no se refleja inmediatamente en la comprensión y conocimiento del fenómeno complejo que exhibe por sus apariencias .
Esto impone como dato constatable que la conciencia de los trabajadores en general este en atraso con respecto a la necesaria tarea a emprender , lo que implica un particular obstáculo para la superación de la situación en sí, pues de ella se valen los reformistas de toda especie para exhibir fetichescamente la posibilidad de las políticas de asignación de derechos subjetivos por el Estado que opera los intereses de la burguesía de conjunto .
Frente a esta constatación y no obstante ello, la defensa estratégica del programa socialista exige que éste exprese las tareas objetivas de la clase obrera antes que el atraso en plano de conocimiento y comprensión de las mismas por lo trabajadores de conjunto , en tanto clase social.
No podemos aplazar ni modificar condiciones objetivas que no dependen de nosotros No podemos garantizar que las masas de explotados resolverán de por sí la crisis capitalistas y sus rostros de miseria , pero si podemos expresar la situación tal cual es ligada a la necesidad ineludible de su superación y esa es la tarea del programa socialista.
El programa y la estrategia socialista , nutre de contenido a la actividad militante de la vanguardia trabajadora por lo que debe constituirse en el instrumento propagandístico que exprese la agudeza de la crisis social de la sociedad capitalista en todas sus expresiones y determine su transformación superadora revolucionaria
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