UNA PELÍCULA OLVIDADA Y LA REALIDAD ARGENTINA.

Un espantapájaros está relacionado con la vulnerabilidad del sujeto y su desamparo.  Se usa esta figura de modo simbólico porque los espantapájaros se encuentran solos en los campos, expuestos a los elementos, lo que simboliza la fragilidad de la vida

espantapajaros película 1973 de mubi.com

El espantapájaros frentista reformista. La cooperativa electoral amenazada por sus propias carencias. Los cuervos capitalistas se ríen

El espantapájaros, es una película extraordinaria sumergida en el olvido por su escasa repercusión al tiempo de ser exhibida pese a que en ella laboran dos grandes actores como  Al Pacino, y  Gene Hackman. Fue      exhibida en 1973

Es, una de esas películas que parece habitar en un perenne olvido, pero la emergencia de la actual gestión de gobierno de poder burgués le vuelve a dar paso, a partir de la constatación del estado de las clases en lucha sin mediaciones al efecto por parte de terceros.

No obstante, y casi contradictoriamente, gano  prestigio al ser galardonada con la Palma de Oro.

El espantapájaros es un apunte de ideas  a través de la experiencia de dos personas que toman cuerpo de la nada, en una carretera poco transitada del Medio Oeste de los Estados Unidos donde se  encuentran por casualidad , Son dos vagabundos. Uno Max es  un exconvicto  El otro es Lión , que por oposición impresiona a la presencia del otro dando muestras de ninguna prevención e ingenuidad por ese encuentro ocasional .  Dice ser un marinero recién desembarcado en un puerto que nunca se muestra. Su carácter positivo justifica, además, un acercamiento humorístico a la existencia en la que transcurre

 La inicial emergencia de los personajes los muestran como seres anónimos que no dejan indicios de las posibilidades a desarrollarse en la narración de la historia.

Max acaba de salir de la cárcel, lleva gruesas ropas que parecen climáticamente no necesarias, pero son utilizadas por el director ilustran su actitud defensiva   ante el otro, en particular hacia una sociedad contaminada por la profusión de mercancías y la competencia por el prestigio de manera constante

Es un instante de silencio en el que nada parece ocurrir. La simple visión de la carretera, de sus curvas extendiéndose por la pantalla a medida que el camión al que terminan ascendiendo ambos haciendo dedo, se desplaza sobre la ruta, es el marco en donde se sostienen los ejes del relato que cuenta Lion sobre aquel espantapájaros de colores imprecisos pero sólidos, puesto en un sembrado, al que los cuervos detectan en sus apariencias, pero deciden sostenerlo en su función porque les cae en simpatía.

Lion intenta convertir cada escena en un espectáculo musical a partir de la nada, literalmente de la nada que los dos recorren en su trayecto.

Lion también cae en esa empatía amistosa con su acompañante sorpresivo y terminan entre ambos abrazándose a la idea de un negocio como una asimilación directa de la quimera emprendedora del individuo en el capitalismo. Es la imagen de un camino hacia adelante que consigue construir un camino hacia atrás ceñido a, un pasado de estereotipos sociales que les abarcan pero que a la vez le han desplazado a cada uno, a su manera, hacia la marginalidad en la que existen buscando una salida con perfil utópico.

Entre uno y otro sujeto protagonista del relato hay un paralelismo en sintonía con las vías que recorren los trenes de carga a los que abordan como polizontes. Sin embargo, les sobrevuela el pesimismo y la violencia naturalizada en la estructura productiva por la que ocurre su existir.

Por fuera de la representación puesta en relato del espantapájaros, hay en todo el desarrollo de la película una esencial reminiscencia del quijote, aunque la comparación cede al tiempo de la dificultad epistemológica de poder ubicar a Max-expresidiario en la figura del Hidalgo de la Mancha, pero a la vez la inocencia de Lion no se aparta del lugar del escudero

En ese sentido es vital comprender que ambos irrumpen en la película y no la construyen sino desde fuera. Llegan como caídos del cielo y no desde la realidad del industrialismo norteamericano que choca con sus esperanzas, sembrando a cada paso, decaimiento y la frustración dejando a la vista la angustia pertinaz que el orden capitalista aún en su máxima expresión de sociedad desarrollada siembra sobre el ser humano. El espantapájaros cumple su tarea por permiso de los cuervos, pero los cuervos siguen ahí para romper cuando sea necesario con ese transitorio contrato no escrito.

La referencia y el recuerdo puesto en esta verdadera obra de arte, tiene que ver con la pregunta acuciante que nos deja nuestra realidad de explotación y opresión tras un año de derrotas políticas a manos de la versión más cruda de la acción de la burguesía y su institucionalidad sobre las masas trabajadoras. ¿No estaremos todos en el rol del espantapájaros? ¿No incurrimos en la versión equívoca de pensar que evitamos a los cuervos, cuando son estos quienes nos toleran por la excentricidad de los actos militantes, pero están dispuestos, llegado el momento a terminar su tarea depredadora?

El final del film se emparenta con la tragedia y la ruptura del pacto. Estamos en tiempo de evitar que ocurra lo propio en nuestra existencia. Ese cometido exige organización y propaganda del programa socialista y el desarrollo de herramientas de lucha acorde con la demanda realmente existente de un nuevo orden social generador de un nuevo hombre sin explotados ni explotadores.

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