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Existe una forma de representarse la existencia que pregonan quienes la adoptan de manera discursiva asignándole validez y legitimidad, que consiste en postular la llegada de un reino milenario de paz y prosperidad, guiado por un líder mesiánico, antes del fin del mundo. Este reino, que dura mil años, es seguido por la resurrección general, el juicio final y el fin de los tiempos.
Esa sería una de las tantas respuestas del hombre a la pregunta por establecer el sentido de la vida humana y su rol en el desarrollo de la existencia. Desde que fuera enunciado ese planteo, por su reiteración dogmática y propalación , se terminó identificando todo este proceder con el nombre “milenarismo”.
Sin perjuicio de ello, lo que lleva del presente siglo y ya desde la última década del siglo XX, deja ver en forma mayoritaria el desarrollo de la tendencia en las significantes del sentido común impuesto y consensuado en la sociedad civil por acción de la clase dominante sobre explotados y oprimidos, de una suerte de milenarismo inverso, es decir, un posicionamiento ideológico-practico bajo la prevalencia de propagar la idea central de que no hay espacio para pensar el futuro y que todo es hoy, sin mayor proyección sobr lo que vendrá y el para qué, sobre todo desde el sentido de la existencia del ser humano en el mundo.
En paralelo a esta centralidad del no futuro, no finalidad, y el todo es hoy, se ubica la noción de caducidad, que opera como instrumento de esa construcción en la medida en que implica la sentencia que se vuelca sobre lo real, para señalar la transitoriedad de lo existente y la imposibilidad de un discurso ordenador de la existencia con proyección de futuro .
Dicho de otra forma, todo es el hoy y según lo emergente. Esa sería la premisa con la cual se dispone que algo que existe caduque. De ello se sigue la aceptación voluntaria y consciente que todo intento de explicación de lo existente puede perder su vigencia o relevancia en la sociedad así como la obtuvo.
Se opera del modo señalando cuando se impone la idea que marca el fin de la ideología, del arte o de las clases sociales, Se declara caduco el leninismo, la social democracia , Estado del bienestar, y se niega La afirmación según la cual «la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”.
En todos los casos debe advertirse que, no estamos ante la originalidad histórica de esta nueva construcción del pensamiento que nace de nuevas formas en la que se establece la relación capital-trabajo, sino de un tercer momento del desarrollo y reproducción del capital que implica una fase del capitalismo más desarrollada pero a la vez con componentes que le marcan su continuidad como modo de producción , por lo que necesariamente y de manera contradictoria, todo este milenarismo inverso implica , una toma de postura política sobre la naturaleza del capitalismo multinacional actual y resulta funcional a su continuidad, en tanto todo este fenómeno de reacción conocido como posmodernismo , ya se ha integrado en la producción de mercancías en general en nuestros días, y por ende , se ha institucionalizado e incorporado a la cultura oficial del orden social capitalista y su sociedad de vigilancia y castigo punitivo.
Es en este espacio descriptivo de los componentes del fenómeno donde resulta atinado ubicar y apelar a la metáfora que utiliza Marx en el prólogo a “ Contribución a la crítica de la economía política” en su real dimensión.
En este sentido, Marx parte de una concepción dialéctica de la estructura social que descubre en cada nivel, esfera o estructura, un conjunto de relaciones complejas que se dan dentro de un todo organizado
Dice Marx:
“El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella…”
Así siguiendo esa figura se puede tener claro el lugar que ocupa el posmodernismo en el sistema económico del capitalismo avanzado y, advertir cual es la génesis y desarrollo de esa transformación de la esfera misma de la cultura en la sociedad contemporánea, en el afán de que la prevalencia de la estructura productiva con su crisis no termine con la dominación cultural de la burguesía sobre el resto del cuerpo social.
De esta forma, si tenemos presente lo indicado desde el inicio, la cita cobre una dimensión significativa, en tanto, en toda estructura social, la base material formada por la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción determina en última instancia el movimiento y la dirección de las demás estructuras. Pero a su vez, las demás estructuras influyen entre sí y condicionan parcialmente el movimiento y el carácter de la base. Esta dialéctica social se reproduce en todos los niveles.
lo que debe advertirse y quedar clarificado es que, si bien en ciertos momentos de la historia, la política o la ideología en general pueden ocupar el papel dominante y condicionar culturalmente el desarrollo y carácter de la estructura sin embargo, la producción siempre tiene prelación lógica y ontológica respecto de los demás elementos o relaciones, factor que explica en si mismo la emergencia progresiva y tendencialmente relevante de este milenarismo inverso que implica hoy a los significantes de nuestra existencia directamente en el vacío de la prevalencia del hoy sobre toda otra consideración, en la advertencia de la crisis que exhibe la reproducción del capital mundializado y con prácticas imperialistas extendidas.
Esto no significa, desde luego, que la influencia de la producción se dé por igual en todos los niveles, esferas o estructuras. El hecho de que la supraestructura social no acepte la influencia de la base real de igual manera, no significa que Marx parte de un determinismo absoluto o de una formulación simple de la causalidad. Es precisamente lo inverso. Es ahí donde, se delimita el carácter propio de la supraestructura social conocido bajo el nombre de autonomía relativa
Tampoco es recomendable olvidar que en medio de una unidad compleja de necesidades, acciones concretas, fines y movimiento material objetivo, los seres humanos vinculados por relaciones sociales de producción en lo cotidiano, por ese mismo proceso productivo logran construir una nueva realidad: la realidad social donde el elemento de la práctica nos proporciona el criterio de verdad de nuestro pensamiento.
Por eso Marx en las Tesis sobre Feuerbach dice que
«El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico- Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”
Existimos en una superficialidad conductual, que se prolonga como una nueva cultura de la imagen o el simulacro con el consiguiente debilitamiento de la historicidad de nuestras vidas individuales en un contexto social , cuya estructura de clases enfrentadas de modo objetivo por intereses antagónicos determina nuevas modalidades de relaciones y un subsuelo emocional totalmente diverso de lo conocido con el desarrollo del industrialismo, con una nueva tecnología que en sí misma representa un sistema económico mundial diverso de aquel que se forjó tras la posguerra , en la mitad del siglo pasado
Esta crisis que exhibe el desarrollo de las relaciones de producción capitalista y sus dificultades de reproducción también implica para la cultura dominante, poner en crisis o cuestionar la afirmación según la cual existe una relación dialéctica entre esencia y la apariencia así, como el propio concepto de ideología, entendido como falsa conciencia y también la oposición de alienación y desalienación
Lo que ha sustituido a estos diferentes modelos son la presencia inducida y prevalente de múltiples superficies que sepultan toda posible profundidad que torne inviable e innecesaria toda presencia de un modelo social de recambio sobre bases productivas diversas, desde la prevalencia contingente y transitoria del hoy sin mañana que deja sobreviviente al capital a pesar de sus crisis objetivas.
Si advertimos todos estos elementos del fenómeno que hemos puntualizado, lo inmediato es advertir que el desafío opera por el plano subjetivo y consiste en transformar en deseable para las jóvenes masas trabajadoras una renovada tesis socialista que recoga toda la enseñanza que dan todas y cada una de las experiencias de combate asumidas por la vanguardia de los trabajadores con una estrategia de conformación de poder obrero y socialisa.
Un nuevo curso en la militancia implica despejar dudas y no vegetar dentro de la institucionalidad burguesa porque desde ella se proyecta todo un formato cultural basado en la negación de lo existente y la proyección del vacío social para la clase trabajadora y lo que se conoce genéricamente como población sobrante.
Nuevo Curso