Nuevo Curso

LA SUBJETIVIDAD PUESTA EN BENEFICIO DE LOS OBJETOS

Las ideas y las consignas no caen del cielo; se las elabora en el curso de una lucha prolongada. Generalmente en el caso de la militancia en la vanguardia de quienes se reconocen parte de la clase trabajadora como tal esa elaboración lleva implícita la forma de programa y su realidad toma cuerpo en la construcción del partido revolucionario llamado a constituirse en dirección de las necesarias prácticas emancipadoras que le son pertinentes a esa clase.
Un programa no es ni será producto de nuestras cabezas, es un producto de la historia y experiencia de las masas. Esa tarea es difícil pero necesaria , en particular cuando la realidad le resulta arduamente hostil a los trabajadores , por diversos factores entre los que está incluido precisamente la ausencia de ese programa y esa forma de organización política, todo lo cual denota la carencia insalvable de una política autónoma e independiente de clase, frente a la política que despliega con el aporte de la técnica más avanzada el poder burgués.
Lo que la clase dominante a desplegado es una táctica dentro de su estrategia de reproducción social del capital, es una solida intervención que busca invertir la dirección de avance del saber y la condición del ser humano y sus capacidades de libertad, autodeterminación , autotrascendencia y creatividad, en favor exclusivo de la exaltación de la presencia de estructuras omnipresentes y de exclusiva capacidad determinante en la que el ser humano se transforma en un simple receptor.
“Desde hace varias décadas – escriben Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.”
El capital de la misma forma que requiere se asimile y naturalice la pobreza , la carencia y la indigencia reduciéndola a simples datos estadísticos, también desata y fomenta, toda ideología que avance contra la visión de la existencia humana como proyecto con finalidades y no como un mero existir. En definitiva, el capital en su necesidad de sobrevivencia, ha decretado por la clase social que se beneficia con su desenvolvimiento y en su exclusivo interés, la caducidad de toda idea-programa que haga eje en el hombre, destaque en particular sus condicionamientos de clase, trabaje por un plano de conciencia de objetivos y en igual medida desde esa dialéctica indique responsabilidades por lo realmente existente.
Estamos entonces, frente a un formato dominante con fuerte tendencia de imposición en lo cotidiano por imágenes y discurso que da contenido a la construcción del sentido común de una sociedad que niega seguir hablando de un sujeto social creativo y hacedor de su historia . El fin último de la barbarie capitalista en este plano, no es constituir al hombre, sino disolverlo en cuanto tal.
El principal objetivo de esa dominación ideológica cultural de clase , desplegada sobre los trabajadores dentro de la complejidad de los mecanismos opresivos que desarrolla el poder burgués, es llevar al hombre y la mujer de trabajo a no comprender correctamente las ideas que le son inherentes para su gestación como sujeto social del cambio. Para ello , lo primario en esa estrategia , es que la historia de su elaboración como programa de clase sea desconocido , a sabiendas que la tradición desempeña aquí un gran papel relevante y que su omisión, su combate por vía de declaraciones de caducidad de contorno ideológico desde las usinas de creación de falsa conciencia que puede ser negativo o positivo, deviene en un nuevo obstáculo para la penetración del concepto y las categorías implícitas en la revolución social y el poder obrero y socialista.
Un ejemplo que simplifica lo expuesto puede recogerse desde el estricto ámbito de la educación, donde las quejas en protestas callejeras apuntan a la defensa de la escuela y los estudios superiores en tanto públicos y gratuitos, sin avanzar , tal vez por la entidad del esfuerzo desplegado en esa lucha , por los significantes que traducen esos efectores de generación de ideas, y la tendencia significativa a transformar esos espacios en un área más de los servicios del Estado y su gestión por vía de criterios puramente administrativistas, con beneficio de inclinar la sustancia de lo educativo en el área de los emprendimientos privados y su implícita lógica capitalista.
Todo fenómeno social puede explicarse, en última instancia, a partir de la base material que lo sustenta, es decir, la estructura económica (relaciones de producción); en el plano educativo esto significa la comprensión de que para transformar la educación es necesario transformar las relaciones de producción
La situación actual de la juventud trabajadora y el proceso imprescindible de su educación, no son simplemente un fenómeno coyuntural, sino un elemento que distingue al orden social capitalista en su actual estadio como una sociedad en decadencia. Que fundada sobre la base de la propiedad privada de los grandes medios de producción y las contradicciones que emergen de la relación capital-fuerza de trabajo y el imperio de la ley del valor, no hace más que demostrar su caducidad.
En la niebla ideológica lanzada sobre ese extremo por el poder burgués , buscando la reproducción social del capital , se cuenta con significativa trascendencia, dentro de los paradigmas que se reproducen ya desde el plano de la naturalización y sin necesidad de comprensión consciente la prevalencia del anti humanismo, el rechazo en todas las instancias de la noción de sujeto y toda posible subjetividad, mecanismo por vía del cual se extingue de modo abstracto, toda posibilidad de hacerse de los datos emergentes de lo real existente desde una comprensión de clase, escalón intermedio a negar por carácter transitivo, toda posibilidad de una política autónoma e independiente de los trabajadores y mucho menos que estos como tal se incorporen en su existir dentro de un proyecto totalizador con finalidad de emancipación de la opresión que padecen. Hay en definitiva, una liquidación de la subjetividad en beneficio de los objetos, mutables por definición que termina aboliendo toda trascendencia para el ser humano.
En Argentina la relación social capital se objetiva en una estructura productiva que denota su perfil de capitalismo tardío y con amplia incidencia de la dependencia sobre los centros de poder financiero y sus políticas imperiales . Es esa forma específica que asume el capital en tanto relación social en expulsión constante de fuerza de trabajo en gran parte por los nuevos modos de realización de ella en el escenario concreto de su materialidad y la conformación de una población económicamente sobrante que naturaliza la informalidad y torna a ese modo precario de existir en la constante prevalencia de la tendencia al desempleo.
La clase dominante afronta este proceso social del trabajo por vía del abandono a su suerte de los grupos humanos que se encuentren en esta amplia caracterización , signada por la carencia y la presencia de escenarios propios de la barbarie Por eso no es pertinente avanzar en la aceptación conceptual de que la superación de toda esta problemática puede darse en el marco del capitalismo, sino que se impone en una suerte de imperativo categórico para los trabajadores que se reconocen como tales, la necesidad de luchar por la transformación revolucionaria del orden existente.
El empleo táctico-cultural al que aludimos, apunta a que veamos el mundo como lo ven quienes ejercen la soberanía en término real, pero con ellos no apareciendo en la escena, invisibilizados y como tales ajenos a toda responsabilidad por la barbarie subyacente.

La creciente pobreza generalizada, que rebasa las carencias materiales y se combina en un solo momento con las miserias culturales y la concentración de riqueza en la clase dominante son signos de la creciente destrucción de la vida en sí misma en tanto la prolongación de una sociedad dividida en clases es un agente esencial de ese resultado negativo, es esto lo que impone la premisa que debe ser llevada a los trabajadores respecto a que se hace necesario transformarlo. La clase obrera es la única capaz de acabar con esta forma de producción por ser aún, la principal fuerza productiva en el capitalismo.
Nuestra situación marcada por la carencia, nuestros problemas esenciales, no encuentran superación sin que la clase obrera se convierta en la dirección política, tomando el poder por medio revolucionarios e institucionalizando la dictadura proletaria desde el funcionamiento democrático de los organismos de poder que ella misma determine

Nuevo Curso