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LAS DERIVAS DE LA SIMULACIÓN

Una de las novedades que presenta el siglo XXI, es la generalización en el espacio de lo político, es decir, en ese segmento de la existencia humana donde el poder se traduce y reduce en última instancia, en los límites específicos de la relación mando-obediencia, es eso que podemos identificar como la puesta en acto en tanto norma general de “la simulación en la lucha por la vida”.
Esta figura, si se quiere esa identificación del fenómeno, es la que dio título a una tesis escrita por José Ingenieros en los comienzos del siglo XX, donde el autor explora cómo los seres vivos, utilizan la simulación y el engaño como estrategias de supervivencia y en ella sostiene, que la capacidad de presentarse como lo que no son, es crucial para la supervivencia en un entorno competitivo.
Esta fue la vía por la que Ingenieros, ya advertido de las implicancias que tiene el orden social capitalista y en particular , valorando los efectos específicos de la economía de mercado, y más allá de su enamormiento intelectual con el positivismos y las derivas del evolucionismo, denunció los secretos y las mentiras que se emplean en las negociaciones sociales, ofreciendo una crítica profunda de esos fenómenos relacionándolos como emergentes de un proceso de decadencia ,de lo que a priori debe ser entendido por la condición humana y su trascendencia civilizatoria por sobre los actos puramente biológicos o instintivos.
En nuestro tiempo, si bien el escenario social no es el mismo en objetividad , satisfacción de necesidades y la prolongación de las expectativas de vida, en sus formas sustantivas y en esencia el fenómeno guarda relación de similitud , en tanto se mantienen las contradicciones emergentes de la estructura de relaciones productivas que son propias del modo de producción capitalista al punto que también ha dado lugar a un conflicto intergeneracional larvado de marginación de las personas mayores y su desplazamiento de los lugares dirigenciales en el plano de la circulación , producción de bienes y servicios , factor que concentra de modo visible el imperativo del ocultamiento y en la simulación en el envejecimiento humano, como defensa frente a la amenaza biológica, erótica, o social de destitución de la condición de sujeto respecto de quien no lo logra.
Acudimos a este último ejemplo puntual, para dar muestra del fenómeno de la simulación y de como se simula incluso la simulación generalizada como pauta conductual .
Sin embargo, si volvemos al punto inicial y fijamos la mira en lo esencial de esta generalización de la simulación en el orden del espacio político, advertimos que su presencia, viene de la mano de la penetración de la cultura dominante impuesta por la burguesía de conjunto en el contenido de los significantes instalados en el discurso de sentido común de la licuación de la subjetividad que impone haber logrado que se estime que la pregunta por el sentido de la existencia, el rol del hombre en tanto ser genérico y sus proyecciones finales , resulta carente de sentido en tanto el dominio de las estructuras mercantiles sobre su ser lo desplazan dando centralidad a los objetos que como tales no tienen otro destino que ser consumidos o utilizados , razón por la cual todo nada en la variabilidad y la transitoriedad y lo variable es el todo a la vez que la nada.
Dicho, en otros términos, si la verdad pierde entidad y admite muchas verdades, frente a este modelo concentrado en la negación de toda posible totalización y la apología de la nada, por la nada misma, la simulación no tiene otra cosa que reinar en tanto factor imprescindible de la sobrevivencia.
Ponemos el acento en todo esto, no como un mero ejercicio abstracto de interpretación de lo existente sino porque esta situación tiene por definición misma del fenómeno, la virtualidad y potencialidad de proyectarse sobre los formatos de acción política, al punto tal que su generalización , coloca un obstáculo más en la tendencia a desarrollar como táctica la emergencia discursiva y práctica de una política autónoma e independiente de clase, ya que tales acciones nacen y mueren condicionadas por la necesidad externa e imperiosamente impuesta , de SER VISIBLE.
Luego si lo que interesa exclusivamente es ser VISTO, lo sustancial y relevante no nace desde lo que se plantea el actor o sujeto activo del acto político en sí, sino que se proyecta a quien LO MIRA ya que ,lo importante es lograr que se vea y para ese resultado hay que partir de lo que el espectador innominado y anónimo pretende ver.
De esta forma lo que se hace, se desde cómo se piensa al “otro “ ideologizado y referenciado por tendencias y encuestas, rompiendo en todos los casos el esquema simplificado del emisor y el receptor, en tanto quien emite se construye desde como piensa al receptor y no desde como actúa desde sí mismo. La simulación entonces se presenta con el ropaje del discurso que parece propio pero en realidad es siempre ajeno e impuesto por un espacio autoconstruído y esencialmente variable, extremos que en definitiva evitan el acercamiento al objeto que es de la estructura del acto del conocimiento humano en sí mismo.
Es ahí, en la necesidad de hacer para lo que el receptor quiere, donde la simulación encuentra su mayor espacio de expansión , en tanto , la necesidad de captar al receptor implica necesariamente una primigenia operación de simulación. De esta forma, el énfasis, el enojo, la sonrisa, o cualquier elemento de la expresión está siempre ligado a lo disimulado y a la afirmación como verdadero de lo simulado.
Finalmente, si el camino de desarrollo de la acción política se nutre de estos elementos, el resultado no puede ser otro , que el espacio final del embuste o el hecho defraudatorio.
Esta tendencia dominante impone la advertencia del fenómeno por como resultare posible y en la acción política militante misma , destacando que no tiene un carácter incidental o accesorio en lo que se da, sino que, a la inversa, por su asimilación generalizada, adquiere la característica de un factor esencial sustantivo en lo que existe.
La política autónoma de clase y la independencia de esas acciones políticas de los trazos del orden burgués en su institucionalidad normativa y sus discursos contenidos en ese marco de simulación permanente , resultan así un factor tan relevante como aquel que está obligado a negar y con el que debe confrontar y en ningún caso asimilarse ,como lo hace ya con habitualidad el reformismo que anida en la izquierda del régimen.
Tómese por ejemplo lo sucedido con la conformación de un interbloque parlamentario con el enemigo de clase en ocasión de conformarse una comisión investigadora del caso de las criptomonedas. En esa ocasión cuanto se evidenció, fue el empleo del secreto en la acción y el ocultamiento de lo hecho hasta tanto fue descubierto , todo lo cual da cuenta de la prevalencia de la simulación a la que hacemos referencia.
Si lo necesario es entonces , la oposición confrontativa del fenómeno en sí ,por las prácticas estimulantes de otro orden de cosas sostenido en la verdad de los hechos , propios por definición de la política autónoma de la clase trabajadora, llamada a dar cuenta de las tareas revolucionarias emancipadoras , no existe otro camino que evitar los designios de lo abstracto y avanzar sobre el desarrollo de una fuerza social que se transforme por esa realidad en sustento de una fuerza política que de organicidad a la construcción de un nuevo poder y una nueva sociedad.
El concepto de fuerza social cuando se lo emplea como en nuestro caso, remite al incremento de posibilidad de poder real por vía de la colaboración de un colectivo humano en operación conjunta de cooperación.
En ese sentido, la labor revolucionaria implica necesariamente lograr por propaganda y agitación, que el trabajador se asimile como tal y sin simulación alguna devenida de la voluntad de reflejarse en las acciones y símbolos de los sectores medios de la sociedad.
El objetivo militante es lograr que como trabajadores nos veamos a nosotros mismos y en sí mismos introyecte todo cuando emerge de esta precaria situación existencial en el orden social capitalista y descubramos ese modo de sobrevivencia material homogéneamente replicado en los demás sujetos que estén en idéntico lugar en el orden social en tanto oferentes de fuerza de trabajo, para que desde esa definición e identificación en clase social, ese resultado convocarte y sinérgico , se proyecte hacia el conflicto de clases como una fuerza política.
Es importante la advertencia de esta circunstancia, para tener presente y poder explicar entre otras cosas, como personas explotadas y oprimidas terminan siguiendo los designios políticos de quienes les explotan y oprimen.
Ocurre que los trabajadores sin que se lo propongan de manera consciente, se implican por las relaciones de cooperación que corporizan en la producción misma en lo que es una fuerza social productiva . Son una masa homogénea en términos generales , pero ese conglomerado no es consecuencia de su propia determinación , sino de la unión que le impone la determina la burguesía en tanto organizadora de la producción y consumidora de esa fuerza de trabajo.
De esta manera , se da la dificultad y complejidad que debe ser puesta a la luz extraditándola del imaginario del trabajador , de que se produce una fuerza social, pero quienes detentan esa potencialidad se enajenan en el mismo acto de la producción para pasar a estar sometidos por una fuerza antagónica que es la emergente de la relación social capital y que se apropia del valor creado en la acción productiva misma.
En nuestra existencia social , tal como la sobrevivimos en el hoy , la normalización de la simulación por vía de su naturalización , oculta lo que la estructura de relaciones sociales genera a partir del vínculo entre capital y fuerza de trabajo, es decir, la existencia de un proceso permanente de confrontación entre bloques conformados y actuantes aún cuando no sea asimilado de modo consciente.
Sin embargo, cuando la realidad deja verse tras el velo de los aparatos simulatorios, lo hace por vía del conflicto y el choque abierto de intereses contrapuestos, y es ahí, donde está el fundamento de toda acción política, que requiere necesariamente de la forma “partido de clase” como escenario organizado y la presencia viva del programa político que permite organizar teóricamente y desde un sistema de ideas, lo que ocurre materialmente en la confrontación desplegada.
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