LA TORTURA Y LOS TRATOS CRUELES INHUMANOS O DEGRADANTES . UN ELEMENTO DE LA VIDA COTIDIANA CARCELARIA EN NUESTRO PAIS.

SENTADO SOBRE LOS MUERTOS
Miguel Hernández

Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo sostiene.
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.
Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.
Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué comer,
y el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse:
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.
Aunque le faltan las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.
Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.
Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte

El 12 de diciembre de 1997, la Asamblea General, proclamó el 26 de junio Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, con vistas a la erradicación total de la tortura y a la aplicación efectiva de la convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles , inhumanos o degradantes. .


La tortura destruye la personalidad de la víctima y desprecia la dignidad intrínseca de todo ser humano. A pesar de la prohibición absoluta de la tortura según el derecho internacional, – mostrando la impotencia de las declaraciones de derechos- el fenómeno persiste en todas las regiones del mundo.

La criminología mediática, funcional al control social represivo, desenvuelta por los más diversos mecanismos y las fronteras entre los Estados burgueses, se utilizan cada vez más para sostener en el terreno de los hechos la tortura y otras formas de trato cruel, degradante e inhumano. Sus consecuencias generalizadas a menudo van más allá del acto aislado sobre un individuo, que las padece en los lugares de encierro carcelario o sanitario predispuestos por el orden represivo burgués y se proyectan a la clase trabajadora y otros sectores excluidos de la producción capitalista por desempleo.


Vivimos, en un mundo donde el poder de destrucción se impone sobre las potencias de la creación. Será un gran error ver la causa de ese hecho en el triunfo de los malos instintos del hombre. Los instintos de muerte y destrucción, que portamos todos, tienen una finalidad limitada con objetivos precisos de lucha por la vida; no nos conducen al suicidio más que en situaciones excepcionales. Y el curso de la historia —hasta ahora— muestra que la humanidad ha crecido al dominarlos.


Es al capitalismo y su superestructura imperialista , con el saqueo, el extractivismo, la contaminación y otros derivados del desarrollo de la técnica ´funcional a ese modelo de explotación del trabajo y opresión social a lo que hay que inculpar; y por técnica no entiendo solamente la invención de máquinas, sistemas informáticos, construcciones virutales, la industria armamentista, sino también la particular organización de las sociedades en nuestro tiempo que ha permitido aprisionar a sociedades enteras, e incluso desviar su concreta existencia hacia la destrucción de los valores humanos esenciales y fundamentales.


Recuerda Víctor Serge que : ” se requieren treinta años de trabajo y de amor para hacer a un hombre, pero una bala en la nuca lo destruye en una fracción de segundo. Se requieren siglos de trabajo para construir una pequeña ciudad, que una bomba de diez toneladas hace desaparecer en una fracción de segundo. Son necesarias generaciones enteras de cultura para formar un gran hombre, que el despotismo destruye en seis meses de trabajos forzados o unos cuantos días de tortura.”
En esto son decisivas las fábricas que para producir generan la muerte de quienes trabajan en ellas o producen instrumentos de muerte . También se agregan los aparatos comunicacionales y la mercantilización de la información . Es cierto que en modo dialéctica también observamos que, a pesar de la guerra y por ellas , se realizan ante nuestros ojos admirables progresos, pero el peligro mortal viene de la organización industrial, que ha permitido una espantosa concentración de poder al despojar a las multitudes.” Desde ese instante, pueblos enteros están consagrados a la pasividad, al enloquecimiento, a los intereses y a los instintos asesinos de algunos hombres, seleccionados por el azar de las luchas sociales, que tienen en la mano todas las palancas de mando y que hoy juegan un papel espantoso. Tolstoi percibió el futuro cuando llamó al sanguinario zar el “Gengis Khan con teléfono”.”
El fenómeno no se cubre con instituir días D . El problema de la liberación del hombre , es el control efectivo del poder por parte de los trabajadores del poder Estatal y su violencia legalizada, y es necesario reconocer que este problema no puede ser resuelto con el simple retorno o el simple mantenimiento de las instituciones democráticas anteriores a este momento crítico del capitalismo
La clase trabajadora mundial debe recuperar una síntesis ideológica a través de la recuperación consciente del programa socialista . Vivimos bajo el agobio material y psicológico de la destrucción. La mentalidad totalitaria disminuye la capacidad de libre examen del hombre común — y produce nuevos fanatismos apoyados en el prestigio de la fuerza y la falaz seguridad de la ceguera. En la formidable maquinaria moderna, el individuo se siente atomizado, desamparado, impotente: deja de contar consigo mismo. Vive o muere según las circunstancias sobre un fondo de desesperación. Que se sienta a merced de los bombardeos, policías secretas, batallas que se leen a diario en los periódicos y en las redes , noticias de masacres y destrucción. «Tiempo de destrucción (Víctor Serge,)


El socialismo revolucionario tiene como base una sana confianza del hombre en sí mismo, en la vida, en el porvenir de lo humano a través de una sociedad que supere la alienación mercantil, termine con la propiedad individual y la ley del valor . Esta confianza está herida por todas las operaciones ideológicas que el capital agonizante desenvuelve por los mecanismos más diversos. Se impone superar la lesión y avanzar en salud hacia el poder obrero, la construcción consciente de vanguardia por la clase trabajadora y la producción comunitaria

“Seamos los hombres de medianoche. Y eso quiere decir: seamos los hombres del coraje. Cuidémonos de cultivar ilusiones difíciles. Mantengamos la confianza más fuerte que la desesperación. Los tiempos de la recuperación y de la reconstrucción vendrán, tal vez estén cerca… Cerca o no, todos los problemas humanos serán más complejos de lo que habíamos previsto. Ponderar desde hoy la complejidad es comenzar ya la renovación de nuestras fuerzas. (Víctor Serge)»


Para dar cuenta de todo cuanto pretendemos decir, en un espacio de ilustración con palabras y que no se quede en mero discurso lo insinuado, me permito compartir la invitación que nos hace Walter Melián

“EL JUEGO
Te invito a que compartamos un juego.
Un juego que no es físico, pero sí un ejercicio intelectual, un juego en el que necesito utilices al máximo tu imaginación.
Pero cuidado, te anticipo que este juego no va a ser fácil.
Y sé, que aun imaginándote que las peores de tus pesadillas se podrían transformar en realidades crueles y cotidianas, con las que deberías lidiar por mucho tiempo, no va ser nada comparada con la dimensión de lo que se siente en una realidad que hoy te invito a conocer. Una realidad en donde el dolor es la única verdad y todo lo demás está sujeto a duda.
Ya estás advertido. No olvides que, una vez iniciado el juego, no podés abandonarlo hasta haber llegado a su final.
Ahora bien ¿te animás? ¿Sos capaz de jugar este juego?
Perfecto, si te animás, yo te acompaño, conozco el camino.
Empecemos.
Imaginate estar 23 horas al día confinado dentro de una caja de cemento.
Una caja de cemento herméticamente cerrada con una puerta de metal y con solo una ventanita que da a un pasillo y que ese pasillo color gris rata, es el único paisaje que vas a ver durante todo el tiempo, un tiempo tirano para el que no existen relojes.
A eso agregale que esa ventanita es tu único contacto hacia la vida fuera del encierro total, y que, en ocasiones, el silencio que impera en el lugar, es tan absoluto que deseás desesperadamente escuchar, aunque mas no sea un ruido producto de un golpe, un llanto o un alarido… algo que te distraiga del dolor del silencio.
Ahora imagínate que a partir del mismo momento en que te introducen a la caja todas aquellas cosas que te producen algún placer quedan absolutamente abolidas.
Abolido leer, conversar, mirar, estudiar, trabajar, tener sexo, dormir tranquilo, escuchar música, caminar más que unos pasos, todo queda absolutamente prohibido.
Solo se puede respirar, cuando podés.
Sumale que en la caja no hay agua, ni baño y que tus necesidades fisiológicas vas a tener que hacerlas en una bolsa de nylon o una botella de plástico de acuerdo a cuál sea tu urgencia.
O de lo contrario resistir abrazado al silencio esperando escuchar los pasos del verdugo que te saca de la caja, por el tiempo permitido que nunca será más de una hora.
Sí, sesenta minutos por día. Tiempo en que, si te dan, podés comer, con mucha suerte lavarte y también pasar a un excusado.
A razón de una hora por día durante los 365 días que trae un año. Si sumás las horas el cálculo final será de 15 días, ese será el tiempo de gracia que estarás afuera de la caja de cemento durante todo un año.
¿Te lo podés imaginar?
Pensá que todo esto te puede pasar encerrado en la caja sin saber cuánto será el tiempo que vas a estar así, sólo con la compañía muda de tu sombra.
Todo el maldito tiempo que se burla de vos y no te ofrece variedades de días. Todos son iguales, repetitivos, calcados.
El paso aletargado del tiempo sin que lo descripto nunca se transforme.
Sin que sepas cuándo podrás partir, sin saber siquiera que te vas a ir, o si te alcanzará el combustible para mantenerte hasta el final de un trayecto que te resulta eterno.
Porque no hay seguridad de nada más que la del encierro. Y nunca sabés si vas a ser fuerte para sobrevivir.
Hacé el ejercicio de imaginártelo y ya verás cómo coincidirás conmigo en que el proceso destructivo de la caja de cemento es casi tan perfecto como práctico y económico.
La caja te asegura resultados y no se necesita de una descarga eléctrica superior, tampoco de inyecciones letales o la utilización de armas para eliminarte del juego.
El sistema te va consumiendo de a poco. Por el deterioro general o porque escuchás una voz que te taladra la cabeza y con sus argumentos quiere convencerte de que nadie más que vos puede quitarte ese sufrimiento.
Entonces concluís que sólo tus propias manos pueden cambiar la situación que te produce un dolor inaguantable.
Sin darte cuenta, es en ese momento cuando más peligro corre tu vida porque no dejás de pensar muy seriamente en desaparecer.
Porque ya estás totalmente convencido de que únicamente la muerte es quien te permitirá que dejes de sufrir ese cruel proceso de metamorfosis al que por la fuerza te ingresaron y por el que finalmente te convirtieron.
Porque sentís que te transformaste en una bolsa de sangre, huesos y carne dolorida que se ve derrotada y a la que ya no le interesa seguir transitando ese camino.
Imaginatelo. Muchos terminan así, sólo los más fuertes resisten y sobreviven, pero en esta maldita competencia nunca hay ganadores.
Imaginate que por fin un día logras salir de la caja. Está muy claro que las cosas nunca serán como antes.
Nunca volverás a ser el mismo, tu cuerpo y tu mente fueron afectados para siempre por culpa del peor de los encierros.
El confinamiento forzado que te deja secuelas permanentes y te regaló dolores inimaginables.
Hasta acá llegamos. Terminó el juego, ya no imagines más nada. Estás liberado. Dejá de sentir que estás muerto en vida atrapado en un nicho de cemento.
Pero ahora reflexionemos juntos lo siguiente.
Los humanos son la única especie en donde un grupo mayoritario es capaz de confinar a un grupo minoritario de su propia especie para después torturarlos, esclavizarlos y matarlos.
Esto no lo hacen como un ritual, ni tampoco para devorarlo como lo haría una araña con una mosca atrapada en su tela mortal. Los humanos sólo lo hacen por venganza.
Encerrar a una persona en una caja de cemento, aislarla, someterla a todo tipo de castigos y carencias, hambre, frío, enfermedades, torturas sistemáticas que, en muchos casos, terminan con la muerte, no sólo pone en evidencia el ridículo fundamento de la “readaptación social”, sino que constituye una muestra cabal de lo delirantemente cruel que podemos ser.
La cárcel sólo es una gran caja de cemento.
Una mentira…
Nota:
En las cárceles federales argentinas desde hace tiempo se ha implementado un sistema de confinamiento y aislamiento individual como régimen de vida de las personas detenidas. El sistema se denomina RIF (Resguardo Integridad Física) y es una técnica de control absoluto que consiste básicamente en tener encerradas a las personas durante 23 horas por día en una celda. Un aislamiento que permite un dominio total sobre los cuerpos. Durante la aplicación de este régimen es casi imposible que una persona tenga contacto físico con otra. En ese contexto de aislamiento total, el número de suicidios es alarmante. Se ha naturalizado dentro de lo aberrante del sistema carcelario una aberración mayor como es el confinamiento en solitario de las personas y con eso la intervención extrema sobre los cuerpos. Las respuestas de los que padecen estas intervenciones son múltiples y siempre las dan de la única manera posible en este contexto: con sus propios cuerpos. Cuerpos encerrados que luego se transformarán en cuerpos golpeados, lastimados, cortados o colgados hasta la muerte. Las soluciones a estas reacciones extremas son tan simples que de simples son patéticas. Tan sólo podría tratarse de una llamada telefónica, la entrada de una visita, el traslado a un establecimiento cercano al núcleo familiar, el mejoramiento y aumento de las raciones de comida, atención médica, etc. El aislamiento es la cárcel dentro de la cárcel. Es el hecho antinatural de desconectarte totalmente de los seres vivos, la forma casi perfecta para que algo que existe deje de existir. La cárcel es la muerte y el aislamiento la perfección de la tortura. Un ritual de excesos en el castigo para llegar a ese fin. (Walter Melian)
Daniel Papalardo- NUEVO CURSO